Bueno este original ha dado muchas y muchas vueltas antes de conseguir llegar hasta aquí. Primero, gracias a quienes se ofrecieron a descodificarlo, luego a
siremque me lo pudo pasar al ordenador, a Ari que me dio su primera lectura, y luego a
rivs_sakeque la voy a consagrar ya como mi beta oficial. Ya te pondré a trabajar algún día con
learilla y
laura_sommeils, entre las tres conseguiréis que publique cosas decentes xD
Y finalmente, sustituyendo la anterior viñeta que coloqué en la cuarta imagen de la Tabla de imágenes de
fandom_insano, en mi original de Nadie es Nadia, aquí os traigo mi último original.
Escribió su nombre en un trozo de papel. Lo hizo despacio, como si lo dibujara con cada letra. Recordó su rostro: sus ojos claros, su pequeña sonrisa, su pelo… Recordó cada segundo que había pasado con él mientras el bolígrafo manchaba de tinta negra el folio.
Se separó de la hoja y abrió los ojos. Su nombre estaba allí, tan claro, tan decisivo, tan exacto que le entró miedo. Apretó el bolígrafo entre sus dedos como si deseara explotarlo en aquel preciso momento. Se imaginó la tinta negra recorriendo el blanco del papel, manchando cada milímetro de la hoja. Sin orden ni control, ni los bordes ni las esquinas, ni el medio ni las aristas, pero manchado.
Suspiró. Aunque lo consiguiera todo daría igual. El folio no dejaría de tener esa belleza inmaculada conseguida por tener su nombre escrito sin poderse borrar. Se maldijo por no haberlo escrito con lápiz. Habría sido tan sencillo de borrar… Hubiera quedado un leve rastro de grafito, tan tenue y débil que no se hubiera notado nada tras escribir algo encima. Pero no, la tinta estaba ahí, tan definida como la primera vez que la había dibujado. Y ahora, incluso con los borrones que su mente diseñaba con furia y rabia, le daba ese aspecto de algo que nadie ha sabido describir. Algo que ha existido desde siempre y nunca dejará de estar presente pero que sólo será un sueño, e incluso, para algunos, una pesadilla. Algo demasiado bello y peligroso para que se atreviera a pronunciarlo.
Así que su nombre se quedó ahí, escrito con una caligrafía exquisita. Solo, en mitad del folio blanco. Parecía todo tan absurdo… Pensó también en rasgar el papel, en quemarlo, en arrugarlo, en arrojarlo todo lo lejos posible de allí. Pero no podía, aunque no supiera porqué.
Agarró el bolígrafo de nuevo con la idea de escribir algo más. Sin embargo no llegó a pasar de la primera letra. Acto seguido hizo un borrón sobre ella, impidiendo su lectura.
No lloró. Ni siquiera se molestó en tratar de destruir la página. Deslizó la punta hasta la parte superior de la página y trazó una línea recta de unos diez centímetros. Levantó la cabeza, miró por la ventana y su mirada quedó atrapada en el brillo del sol y en el sonido de la calle. Sonrió. De una forma curiosa y sin mucho sentido sonrió. Se le escapó un sonido entre los dientes, algo parecido a una risa. Se mordió el labio inferior, echó la cabeza hacia atrás y rompió a reír y a llorar a la vez. Cogió de nuevo el bolígrafo con fuerza, y sobre la línea anteriormente dibujada escribió su nombre seguido de dos puntos.
Dejó el bolígrafo, cogió el folio y lo dobló con cuidado varias veces. El resultado final cabía en la palma de su mano, la cual cerró con fuerza. Se levantó de su silla y se acercó hasta la estantería, donde descansaban los libros. Agarró el primero que vio, sin vacilar, y tras abrirlo sin razón alguna metió el trozo de papel.
Los vaqueros, la camiseta y unas zapatillas. El traje era simple, el decorado, algo más complicado. Los actores eran como la luna, tenían dos caras, igual que las situaciones. El guión estaba listo, eso estaba claro. No con antelación, no. El guión estaba siendo escrito en ese preciso momento, y en ese preciso instante tocaba salir a conquistar el mundo. Era un guión sin reglas, sin normas, un guión que se reescribía cada día y que sin embargo no estaba escrito.
Al contrario que esas pequeñas anotaciones. Acotaciones del teatro de su vida, en el que el principal atractivo eran ella y sus amores. Amor, algo imposible de definir, bello, loco, peligroso… tan sólo una pequeña anotación en una vida llena de posdatas diseñadas con una perfecta caligrafía.