Título: Pasarela (1/2)
Personajes: Jensen Ackles, Misha Collins, Sebastian Roché, Jared Padalecki, Richard Speight Jr., Matt Cohen
Fandom: RPS
Resumen: Misha Collins, un joven diseñador de modas, decide participar en un famoso reality show. En el, pasará retos varios, que pondrán a prueba su ingenio y talento, pero uno de ellos le traerá una sorpresa.
Y sí, en casa hemos visto varias temporadas de “Project Runway”, me parece de lo más divertido. Han hecho vestidos con componentes de un auto, con dulces, con artículos varios del súper, etc. Ayuda que Jensen sea modelo también. Ya vi su sesión de fotos para Harper's Bazaar China, no puedo creer que ese hombre exista.
Misha sentía el corazón batiéndole de nervios. Ya quería conocer la sorpresa del día, y terminar con el suspenso.
Nunca pensó que participar en un reality show sería así de complicado ni tan emocionante. Se había reído a carcajadas cuando le sugirieron hacer la prueba para el programa, y ahora se encontraba aquí, como uno de los últimos diez participantes. El paquete de premios (el contrato para una colección, efectivo suficiente para comenzar su propia firma, el auto, el artículo en una revista de circulación nacional, y por encima de todas las cosas, el desfile en Bryant Park), comenzaba a verse como una posibilidad real.
¡La Semana de la Moda en Bryant Park! Es lo que todos los participantes se decían cuando estaban por coserse sus propios dedos de cansancio. Para si, Misha pensaba que había valido la pena ponerse a prueba y a su capacidad de improvisación, con materiales extravagantes, peticiones peculiares y un límite de tiempo tan cerrado para el desarrollo y la ejecución. Nunca se imaginó quedar tan satisfecho con un vestido hecho de piezas de auto, todo metal cromado y gamuza. Y se le habían ocurrido muchas más ideas. Toda una colección, de hecho. Hasta podía conseguir un patrocinador interesante.
Los diseñadores participantes se reunieron en un nervioso grupo en el centro del taller común. Misha se acercó a Sebastian y Richard. A pesar de competir entre si, hicieron amistad, y se confabularon en defensa propia contra el resto. Incluso armaban castillos en el aire, mientras tomaban una copa antes de irse a dormir. Tanto si alguno de ellos ganaba como si no, querían asociarse y tomar por asalto todo lo que se dejara.
A primera vista, Richard y Sebastian le parecieron frívolos e irresponsables, pero la convivencia continua le demostró lo contrario. Y bajo la presión y la vigilancia de cien cámaras habían terminado de sacar la casta.
La legendaria Heidi Klum hizo acto de presencia, imponente como siempre. A diferencia de Sebastian, quien no tenía problema en reconocer su atracción por ambos sexos, o de Richard, quien estaba enamorándose de la modelo con quien le tocó trabajar, Misha no podía recordar si alguna vez estuvo interesado en alguien de manera seria. Ni siquiera si se había sentido atraído físicamente. Por ejemplo, la primera vez que vio en persona a Heidi, comenzó a diseñarle mentalmente un vestidito para los premios MTV, y todas las modelos del programa le parecían agradables, y aceptaba que eran atractivas porque se trataba de un requisito para trabajar.
- Muy bien. En este reto confeccionaran un traje para un cliente en particular.
Heidi presentó a una célebre ex estrella de la NFL metido a empresario y comentarista deportivo. Parecía afable, pero Misha pudo imaginarlo partiendo en dos al diseñador que hiciera algo que no le gustara.
El cliente usaría el traje ganador en la primera emisión de su nuevo programa e incluiría una calurosa mención al diseñador. Hizo algunos comentarios sobre lo que buscaba, siempre sonriendo con amabilidad. Por fin, les deseó buena suerte y se retiró.
- Ahora voy a presentarles a los modelos con quienes van a trabajar para este reto - anunció Heidi Klum.
Diez hombres jóvenes entraron en fila y se quedaron frente al grupo de diseñadores. Se veían nerviosos pero procuraban sonreír. Misha esperaba que las cámaras estuvieran haciendo una buena toma en contrapicado porque eran muchachos muy altos y fornidos. Era un grupo impresionante.
- Richard - continuó la presentadora -, como ganaste el reto anterior, puedes elegir primero con quien vas a trabajar.
Misha y Sebastian se miraron de reojo y sonrieron. En el reto pasado dejaron a los participantes en una famosa y gigantesca tienda de dulces. En los pocos minutos que les dieron para que se abastecieran de material, Richard arrasó con el sitio como un experto. Después, se comió la mayor parte mientras usaba el resto para una creación que dejó alucinados a los jueces.
Richard se adelantó y pasó la mirada por los modelos.
- Mmhm, me gustaría trabajar con el pequeñín de allá - dijo, indicando al mas alto de todos. El joven, de cabello castaño hasta los hombros y ojos verdes, sonrió divertido. Misha se dio cuenta de que, a su lado, otro de los modelos fruncía el ceño. Tenía cierta actitud protectora respecto al joven gigante, quien era evidente que se podía defender solito. El diseñador buscó su mirada, debía haber alguna manera de comunicarle que Richard era fundamentalmente inofensivo. Por fin, sus ojos se encontraron.
Misha había trabajado con toda clase de telas, pigmentos y pedrería sin haberse encontrado con un tono de verde semejante. Esos ojos estaban enmarcados por espesas pestañas. Y la cara del joven estaba salpicada de pecas que acentuaban sus apuestos rasgos.
- ¿Misha? ¡Misha! - la vez de Heidi Klum le llegó desde algún punto lejano.
- Lo siento - Misha parpadeó por primera vez en minutos -. ¿Qué me decías?
- Es tu turno para elegir modelo.
La respuesta era fácil.
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Richard no podía dejar de admirar a su modelo, Jared. Parecía que no tenía ni idea de donde comenzar a tomarle las medidas, pero eso no le importaba. Explotaba de entusiasmo.
Misha y su modelo, Jensen, los miraban desconcertados.
- Creo que lo ve como una enorme superficie de trabajo - comentó Misha, jugueteando con la cinta métrica entre sus dedos.
Malditas sean todas las cámaras, alguien estaba grabando su comportamiento idiota para la posteridad. Hasta ahora no le habían incomodado, pero estaba a medio ataque fulminante de timidez.
“Es mi nuevo compañero de trabajo. Es todo.”
- Eh… ¿Jared es tu hermano?
- Que curioso, estaba por preguntarte lo mismo sobre Richard.
A Misha le dio un escalofrío nada mas de escuchar su voz. Era profunda, ligeramente ronca, con un sutil acento texano. La cinta métrica le pareció queso derretido entre los dedos.
- Jared es mi mejor amigo, nos conocemos desde niños. Aunque la mayor parte del tiempo lo veo como si fuera mi hermano menor - Jensen sonrió con afecto -. Soy muy protector con él. Te aviso por si me da por hacer algo extraño.
El modelo le dirigió una mirada de sospecha a Richard, quien por fin se había puesto a tomarle medidas a Jared, con ayuda de un banquito. Misha decidió seguir su ejemplo. Buscó temas de conversación para disimular sus nervios.
- ¿Hace mucho que eres modelo?
Jensen se echó a reír. Tenía una risa magnifica, que acompañaba con todo el cuerpo. Hacía ver el mundo como un lugar mejor.
- No lo soy - respondió -. Ando un poco corto de efectivo, y Jared me sugirió que hiciera la prueba para el programa. Le dije que si a condición de que me acompañara, y aquí estamos.
Misha tenía práctica suficiente para tomar medidas de manera automática y de la manera menos invasiva posible. Es espacio personal después de todo. Pero ahora se trataba de tocar a Jensen, y estaba tan cerca que podía contarle las pecas y las pestañas.
- ¿Y qué hay de ti? ¿Hace mucho que te dedicas a esto?
- ¿Al diseño? Sí. Tengo facilidad para el dibujo, y me encanta esta especialidad.
- ¿De verdad alguien se pone esas cosas tan extrañas que llevan las modelos en los desfiles?
- Te sorprendería lo que llega a vestir la gente.
Misha se arrodilló. Tomar la medida de la cadera no tenía que ser ningún problema. Pero ni siquiera se atrevió a respirar profundo. Tenía que hacerlo rápidamente, sobre todo para no poner incomodo al muchacho. No era un modelo profesional y podía pensar que le tocó trabajar con un horrible pervertido. Consiguió que la visión tan cercana de esas piernas interminables y musculosas envueltas en mezclilla no hiciera que le temblaran las manos, y se apresuró a rodear las caderas de Jensen con la cinta métrica sin mayores daños. Hizo las mediciones y anotaciones correspondientes en su tablilla, y alzó la vista.
Jensen estaba ruborizado, con la boca entreabierta, los ojos brillantes. Misha tuvo una idea bastante clara de lo que se estaba imaginando, a pesar de que el pensamiento duró un parpadeo.
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- ¿Y bien? - preguntó Sebastian.
- ¿Qué? - Misha seguía con la mirada clavada en la mesa.
- Tú y Pecas… ¿Se entienden?
- Se llama Dean.
Sebastian se echó a reír.
- Estuve a punto de tomarlo. Es perfecto. Podrías vestirlo con una bolsa de basura y se seguiría viendo impresionante. Pero me di cuenta de cómo te miraba, hubiera sido una crueldad.
En efecto, a Sebastian le correspondía elegir un modelo antes que a Misha, y tomó a un joven llamado Matt. No se arrepintió. Llevaba todo el día riéndose.
- Ni le dije nada y ya se estaba quitando la ropa. Tampoco me tome la molestia de explicarle que no era necesario, por supuesto.
Misha envidió a muerte a Sebastian. Sabía conquistar en cuatro idiomas, y andaba por la vida con tanta seguridad que hacía sentir inferiores a los demás. Si su modelo le gustaba y este le correspondía no sentiría las emociones hechas nudo.
Cuando Misha se dio cuenta de la expresión de Jensen, se puso de pie de un salto, e inmediatamente le dio la espalda, con el pretexto de seguir anotando. Recordó que en el contrato que firmó le advirtieron que no se permitiría ni la mas remota insinuación a las y los modelos. Aun sin haber firmado no lo haría. No estaba bien.
Por fin se atrevió a mirar a Jensen. Lo encontró ruborizado, lo cual, junto con las pecas lo hacia parecer muy joven. Y entonces se hizo la pregunta que hasta ese momento no se había hecho, distraído por su magnifico aspecto. ¿Qué edad tenía?
- Tiene 22 años… - dijo, muerto de vergüenza -. Por un momento crei…
- Son cinco años de diferencia, no es para colgarse de la lámpara - aportó Sebastian -. Yo soy mayor que tú y me lo tiraría.
Misha lo miró irritado.
- No es solo la edad.
Consiguió, no tenía idea de cómo, conversar con Jensen como gente decente. El joven pecoso era de Texas, como ya lo había supuesto, y en ese momento estudiaba en la Universidad, por eso necesitaba dinero y había hecho la prueba para el programa.
Por lo que contaba, Jensen era lo que los científicos han catalogado como “un hijo de familia”. Nunca había salido de Texas hasta la Universidad (confesó que estaba encandilado con Nueva York). Se comunicaba con sus padres y abuelos TODOS los días, de una u otra manera, manteniendo conversaciones tan largas como le fuera posible. Y era inconcebible para él no pasar las fiestas y los cumpleaños en casa. Misha pensó con espanto en que tal vez aun decía sus oraciones antes de acostarse.
En resumen, algo que Misha no podía ni imaginarse desde su infancia errante, con su madre y hermanito por toda compañía. Ni su juventud aun más errante, en la que lo mismo lo arrestaron que visitó el Tibet, que vivió de becas y latas de atún, que llevó el pelo largo y rizado, las uñas pintadas y era confundido con una mujer.
- Sería un abuso - dijo en voz alta -. No es menor de edad, pero a comparación es un niño.
- No creo que él lo vea así.
Misha suspiró. Lo que quería escuchar era que involucrarse con Jensen frente a un millón de cámaras era malísima idea.
Pero se la había pasado en grande mientras trazaba el diseño. Escuchando a Dean mientras contaba anécdotas de su vida en Texas, con sus hermanos y Jared. Sabía que estaba perdido porque además, conocía sus medidas exactas, y todas eran perfectas.
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- Entonces, ¿ese soy yo? - preguntó Jensen, ladeando la cabeza y examinando el dibujo terminado. Los modelos habían regresado el día siguiente, para seguir afinando el trabajo. Era un reto engañoso. Se podría decir que era mas fácil que diseñar un vestido de fiesta con artículos de supermercado, pero tenía truco.
Misha iba a responderle que no, que los figurines de moda tenían otras proporciones, y que él no acostumbraba detallar los rasgos de la cara, pero se fijó bien. Coloreó el cabello de café claro, los ojos de verde y puso unos puntitos a modo de pecas. Estaba seguro de que no haber añadido nada de eso a propósito. Farfulló algo para salir del paso.
Jensen le sonrió.
- Mmhm… estar metidos aquí todo el día, ¿no es difícil?
- El hotel no está mal, y solo tenemos que preocuparnos por el trabajo. Aunque nos limitan las llamadas y no tenemos internet. Podemos salir, pero hay que pedir permiso. Por ejemplo, Sebastian, Richard y yo vamos al mismo bar de vez en cuando, ya saben dónde localizarnos.
En ese momento se escucharon palmadas y voces. Matt y Sebastian improvisaban una coreografía al lado de la mesa de trabajo.
- ¿Terminaran a tiempo? - preguntó Jensen.
- Sebastian tiene mucha energía. Y es muy comprometido.
El capítulo aun no salía al aire, así que Misha le hizo un resumen de cómo Sebastian ganó un reto consistente en diseñar un vestido de graduación. La jovencita que le tocó como modelo llegó al taller oculta bajo tres capas de ropa, contestando con monosílabos y su actitud general era de que la escuela no la estaba tratando bien. Sebastian, utilizando todo su encanto, consiguió que hablara y la hizo reír. El diseñador se empeñó, de manera personal, sin importarle puntuación, programa, ni nada mas que la opinión de su modelo, en hacerle el vestido de graduación perfecto y lo consiguió.
La joven sonreía radiante al desfilar en la pasarela y miraba a Sebastian como Cenicienta pudo haber mirado al Hada Madrina. Que su diseño ganara el reto fue la guinda del pastel.
Misha hablaba mientras seguía trabajando. Ambas cosas lo relajaban y podía sentir la proximidad de su modelo sin ruborizarse.
- ¿Y cómo le fue a la chica en la fiesta?
- Todavía no lo sabemos. Sebastian prometió llamarla cuando terminara su participación en el programa.
Misha cortó otra pieza de tela con un movimiento fluido y eficiente.
- Tienes bonitas manos - dijo Jensen de repente.
Años de práctica evitaron que perdiera el control de las tijeras e hiciera un desastre, obligándolo a vestir a Jensen con retazos, porque ya había hecho malabares con el presupuesto asignado para poder comprar el tono y la textura perfectos.
Se escuchó un repiqueteo metálico. A Misha le temblaba la mano con la que sostenía las tijeras.
- Yo… gracias… ehh…
“¿Gracias?” No pudo pensar en algo peor que responder.
- El resto de ti también es adorable - Jensen puso una mano sobre la suya. El repiqueteo metálico se detuvo.
El modelo también tenía unas manos bonitas, cálidas y reconfortantes. Misha sentía como se iba derritiendo con ese simple contacto. ¿Cómo sería si…?
- Ejem...
Se soltaron de golpe. Tim Gunn, el otro conductor del programa los miraba con severidad por encima de sus lentes. Misha había olvidado sus visitas al taller, en las que daba consejos y sugerencias. Ya puestos, tampoco se acordaba de las cámaras por todas partes.
- Bien, Misha, ¿cómo va el trabajo? - preguntó Tim con amabilidad.
Por primera vez en su vida, Misha se le quedó viendo a su labor como algo completamente ajeno. Podría tratarse de las piezas de una nave espacial por lo que a él respectaba.
- ¿Es usted quien anda regañando diseñadores? - le preguntó Jensen.
Tim volteó a mirarlo estupefacto. Aunque tal vez solo lo tomó por sorpresa el acento.
- No diría que los regaño - respondió, mirando de reojo a Misha, preguntándose qué tanto habría dicho.
- Aquí no. A los que no querían diseñar para tallas grandes, que simplemente estiraban la ocho… yo también creo que es una estupidez.
El tema dio para unos minutos de conversación, que Misha aprovechó para fingir que estaba muy concentrado en su trabajo.
- Ha sido un placer - concluyó Tim con cortesía -. Pero ya es hora de que los modelos se retiren. Nos veremos mañana.
Jensen se despidió de ambos y se apresuró a reunirse con Jared para salir del taller.
- No es buena idea - le dijo Tim a Misha, mirándolo a los ojos.
Misha sabía que no podía hacer mas ante las cámaras y no lo necesitaba. Mensaje recibido.
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Cuando Jensen y los otros modelos regresaron para hacerse la prueba del traje, Misha procuró mostrarse educado pero poniendo distancia. A pesar de que el corazón le dio un salto al ver al joven de ojos verdes, y la de veces que estuvo por abrazarse al maniquí que había ajustado a sus medidas, como el ser patético que era.
Jensen notó el cambio y frunció el ceño, extrañado.
- La pasarela es mañana temprano - le dijo Misha, con mas brusquedad de la que pretendía. Jensen fue a cambiarse, y cuando regresó, el diseñador se quedó sin respiración.
Se veía perfecto. Simplemente perfecto. Se suponía que esta era una prueba para ajustar detalles, tal vez para rehacer una parte, pero Misha no encontró ningún problema. El traje estaba tan impecable que se asustó. Nunca un encargo le había quedado así en la vida, aun teniendo más tiempo para llevarlo a cabo.
- ¿Me lo puedo quedar? - preguntó Jensen, mirándose al espejo de cuerpo entero -. Nunca me había puesto uno tan cómodo. Me gusta como se ve.
Misha se acercó para tirar de algunas zonas de la tela. Es que no era posible que cayera de manera tan correcta. Le pasó la mano por encima, como sacudiéndole el polvo. No tenía ni un hilo suelto.
- A ver… ¿Puedes caminar? ¿Y sentarte?
Jensen resopló divertido. Dio unos pasos y se sentó en el banco alto más cercano.
- Te lo dije, es cómodo. Deja de mirarlo como si hubieras cosido al monstruo de Frankenstein de los trajes. Al contrario. Los vas a impresionar.
Se escuchó un quejido. Jensen se puso de pie inmediatamente. Jared se pasaba la mano por el hombro.
- ¡Con cuidado!
- ¡Lo siento! ¡Lo siento! - dijo Richard, en la mano sostenía unos alfileres -. Solo no te muevas.
Jensen los miró con inquietud.
- No creo que corra peligro de desangrarse - comentó Misha. El joven de ojos verdes volteó a mirarlo.
- ¿Hiciste una broma? - preguntó, sonriendo -. Creí que habías usado tus tijeras para cortarte el sentido del humor.
Misha enrojeció. Jensen intentó acercarse, pero el otro lo detuvo con un gesto sutil.
- Entonces, ¿no tienes quejas? - preguntó, mientras miraba a sus alrededores. Jensen siguió sus ojos azules y entendió. Sabía dónde estaban las cámaras. Tantas que era una locura.
Misha había viso suficientes capítulos de temporadas anteriores para saber que se enfocaban en los diseños, el proceso y el pánico de los participantes. Pero no desaprovecharían cualquier situación “interesante”. El morbo de ver a uno de los participantes expulsado por coquetear con un modelo sería una tentación demasiado fuere y no iba a exponer a Jensen de esa manera.
El joven de ojos verdes comprendió sus intenciones y suspiró de frustración.
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El día siguiente fue de carreras frenéticas, a pesar de que Misha tenía el trabajo terminado por completo, y no debía supervisar un elaborado peinado ni toneladas de accesorios como otras veces.
Igual que con el traje, no hallaban nada que mejorarle a Jensen. La maquillista y Misha se miraron desconcertados.
- Va a estar bajo las luces - comentó la maquillista -. Algo debe llevar.
- ¿Me vas a pintar como una mujerzuela? - preguntó Jensen con fingida preocupación.
Por fin todos ocuparon sus puestos. Jensen y Misha se desearon suerte uno al otro. El modelo tomó su lugar en la fila para la pasarela, mientras el diseñador tomaba asiento entre sus compañeros.
Heidi Klum hizo otra de sus entradas, caminando con sus altísimos tacones por la pasarela, justificando su fama. Repitió la apocalíptica advertencia de rigor (uno gana el reto, otro se va) y presentó a los jueces de turno: el reconocido diseñador, la directora de revisa de moda y el ex jugador de la NFL.
La supermodelo tomó su lugar, hizo una seña dando su real permiso, y comenzó el desfile.
Cuando llegó el turno de Matt, Misha miró a Sebastian de reojo. Parecía divertirse mucho. Al llegar al final de la pasarela, el joven modelo se quitó el saco y se lo echó al hombro antes de darse la vuelta para completar el recorrido.
- Lo propuso él - comentó Sebastian más tarde -. Por un momento creí que no se conformaría con eso. Aunque hubiera sido impresionante.
Cuando Jared apareció sobre la pasarela, Richard se levantó de la silla con toda la intención de ovacionarlo. Los demás diseñadores lo hicieron sentarse de inmediato. Parecía tan orgulloso como si él personalmente lo hubiera diseñado por completo, no solo su ropa.
Jared fingió de manera admirable que no lo notaba, y avanzó por la pasarela. Misha pensó que en ese momento quedaría bien que se escuchara a un narrador de documentales de la vida salvaje: “Contemplad al majestuoso alce…”
Por fin llegó el turno de Jensen. Misha entendió perfectamente a Richard, él también sintió ganas de pararse a aplaudir. Se veía… magnifico. El corazón del diseñador batió como un tambor, orgulloso de haber podido resaltar las cualidades físicas de Jensen. Y agradecía que el modelo, con su porte y manera de caminar, hacía lucir el diseño. Tal vez mentía al decir que no era profesional, se movía como si lo fuera.
Jensen dio la vuelta al final de la pasarela y miró a Misha directamente por un instante fugaz. Sonrió, ruborizándose, y siguió caminando.
- Estás babeando - la voz de Sebastian en su oído hizo que Misha diera un salto en el asiento.
- No es cierto - respondió Misha, pasándose la mano por la boca en un movimiento nervioso.
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Heidi mencionó cuatro nombres con solemnidad. Los diseñadores mencionados dieron un paso al frente, separándose de la fila.
- Felicidades, su puntaje les permite continuar en la competencia.
Todos suspiraron de alivio, dieron las gracias y se retiraron. Por lo general, en este punto Misha sentía un animal vivo revolviéndose en su estómago, pero en ese momento podía decir que se encontraba más allá del bien y el mal.
- Ustedes son las tres puntuaciones más altas y las tres más bajas. Que pasen los modelos.
Jensen, Jared, Matt y otros tres modelos volvieron a desfilar por la pasarela, hasta quedar al lado de sus respectivos diseñadores.
Misha sonrió. Quería decir que estaba orgulloso del condenado traje, y que si los jueces no podían reconocer la calidad del trabajo, entonces no se explicaba cómo es que se dedicaban al mundo de la moda.
Los trajes con las puntuaciones bajas fueron deshilachados minuciosamente a punta de palabras. En cuanto a los diseños de Richard, Sebastian y Misha, el cliente parecía muy entusiasmado, y ya se veía con uno de los trajes puesto.
- Misha, la ejecución es… impecable - dijo la editora -. Se ve de lejos.
- Un diseño así es engañosamente sencillo - aportó el otro juez -. En eso consiste la dificultad, y la superaste a la perfección.
Al lado de Misha, Jensen le dirigía miradas de satisfacción y ánimos. Ninguna palabra de los jueces se acercaba a lo que el diseñador sentía gracias a los ojos verdes del joven.
En algún punto, la mano del modelo rozó el dorso de la de Misha. Fue mucho más tremendo que cuando lo tocó en el taller. Pudo haber sido sin intención, pero el diseñador estaba seguro de que no era el caso.
- Pueden retirarse - dijo Heidi -. Haremos nuestra evaluación final.
Antes de eso, Misha no había escuchado mucho. Se consoló pensando que alguien hubiera mencionado si su cara expresaba algo sospechoso.
- ¿Siempre es así? - le preguntó Jensen cuando se retiraron de la pasarela -. Pensé que los otros iban a vomitar.
- La evaluación es muy estresante - aceptó Misha -. Algunos han llorado.
- Tú lo tomaste muy bien - dijo Jensen con orgullo.
- Estaba seguro de mi trabajo - murmuró el diseñador, enrojeciendo de gusto -. Y me ayudaste a realzarlo.
- Entonces, ¿crees que me veo bien?
- Eres muy guapo - soltó Misha de repente. No tuvo tiempo ni de sorprenderse de su propia audacia.
- Pueden regresar - interrumpió un integrante del staff -. Los jueces tomaron su decisión.
Misha y Jensen intercambiaron una última mirada. El modelo parecía esperanzado. Misha volvió a sorprenderse de lo joven que parecía.
En un movimiento osado, Jensen le estrechó la mano.
- Te diría “buena suerte”, pero no la necesitas.
Misha regresó a enfrentar a los jueces. De todas la veces que había recorrido la pasarela se sabía el camino de memoria, así evitó caerse por un lado, porque no estaba poniendo atención.
- Tu diseño me parece muy bueno - le dijo el cliente -. Pero es como si no fuera para mi. No me acabo de imaginar con el puesto.
El diseñador asintió ante el comentario con los labios apretados. Los demás pensaron que aceptaba el reproche con resignación, pero la verdad lo tenía sin cuidado. Sabía que no iba a ganar ese reto, y lo único que le importaba era el pequeño trozo de papel que Jensen le había dado cuando le estrechó la mano y que ahora le quemaba el puño donde lo guardaba.
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Esa noche, tras brindar por el segundo triunfo consecutivo de Richard, en cuanto Misha pudo encerrarse en el baño unos minutos, se apresuró a leer el mensaje. Parecían unos números al azar, pero era un teléfono. Lo acompañaban dos palabras.
“Cuando puedas.”