EN OCASIONES OIGO A SIRIUS.

May 09, 2007 21:33

Una historieta que saco del baúl de FFnet para poder subir a la nueva comu de backinblack1, que intenta sacar a Sirius del velo.

Fandom: Harry Potter
Título: En ocasiones... oigo a Sirius
Rating: PG-13
Pareja: Bellatrix/Sirius (pero vaaamos, apenas insinuadísima)
Nota: La idea de este fic en realidad no me corresponde. Se le ocurrió a Sara Fenix Black, pero como ella no se animaba a escribirlo, pues me la comentó. El título es de Sandra, que se le ocurrió y me hizo gracia y así se quedó XD La "trama" es pre-HBP, y bueno, es un intento de comedia x)


EN OCASIONES... OIGO A SIRIUS

CAPÍTULO I

Bellatrix salió de su habitación dando un portazo y cruzó el pasillo casi a zancadas, como un tornado que hubiese pasado de repente llevándose todo a su paso.

Dios, Rodolphus a veces la sacaba de quicio. Desde que había vuelto de su estancia de Azkaban (estancia que había durado apenas dos días), había estado mucho más irritante que de costumbre. Ya costaba antes sacarle dos palabras seguidas, pero ahora era casi imposible, y cada vez que abría la boca era para soltar un comentario cargado de mordacidad.

En su recorrido llegó hasta el salón y allí se detuvo, intentando que su corazón volviese a latir a un ritmo normal y saludable. Para colmo no podía salir de su casa. Buscándolos todos los aurores de Inglaterra, tenían que tener mucho cuidado. Desde que los mortífagos más cercanos a Voldemort habían sido capturados, habían perdido muchas bazas que antes habían estado otorgándoles información, como podían ser los puestos de Macnair y Malfoy en el Ministerio de Magia. Ahora, por su inutilidad, ellos también tenían que estar en aquella maldita casa, y Bellatrix tenía que ver sus caras veinticuatro horas al día.

Te jodes.

Antes de darse la vuelta Bellatrix ya había sacado la varita. Iba a matar a quien se hubiese atrevido a decir eso. Sin embargo, no apuntaba a nadie, por la simple razón de que estaba sola.

-¿Qué coño pasa aquí?

¿Sorprendida, primita?

No podía ser. Una vez más, incrédula, volvió a darse la vuelta, escrutando con sus ojos grises todos los rincones habidos y por haber en el salón. Miró a través de la ventana, pero se dio cuenta de que era una idea estúpida. Nadie podía ver la casa, a la que habían practicado el encantamiento Fidelius. Y Lord Voldemort no iba a haber desvelado el secreto a Sirius.

¡Además Sirius estaba muerto!

Más o menos.

Dio varias vueltas más, apretando tan fuerte la varita que tenía los nudillos blancos. Era completamente absurdo. Nadie podía salir del velo... ni siquiera como fantasma. El velo conectaba con el mundo de los muertos, si alguien caía tras él no volvía.

Yo sí.

-No me toques los cojones -soltó Bellatrix, furiosa al sentirse tan confundida.

Ni ganas.

-¡Ya basta!

Como una exhalación, la mujer fue hasta la pared que había cubierta de armarios blancos y abrió el primero. Nada; estaba vacío. El segundo también, y el tercero... ¡Allí no había nadie!

Escuchaba la risa de Sirius resonar en sus oídos, y como si le hubiera tenido delante, se lo imagino casi tirado en el suelo, perdidas las fuerzas de la risa al verla en esa situación.

-¿Dónde estás, traidor?

Busca, busca.

El sillón. Bellatrix lo miró fijamente durante unos segundos y luego, volviendo a la realidad, corrió hacia él, agachándose para mirar debajo.

-¿Se puede saber qué haces, Bella?

Mierda. Rodolphus. Tan irritante como inoportuno.

Intentando aparentar calma, la mujer se levantó, alisándose con naturalidad la túnica negra.

-Creí que se me había caído una cosa.

Clavó en él sus ojos. Rodolphus era todo un Lestrange. Diez años mayor que ella, aún seguía conservando ese aire de intelectualidad que tanto le había atraído de joven. Callado, indiferente e imperturbable, Azkaban no le había tratado bien. Sus mejillas hundidas, sus pómulos más prominentes y unas leves arrugas por el rostro daban a demostrar que la vida de un mortífago fiel no era nada fácil. Su mirada, no obstante, seguía siendo exactamente igual, elitista, sin dejar translucir emociones. Y el color de sus ojos, verdes amarronados, atrapaban por completo a Bellatrix.

-Pareces alterada.

-Imaginaciones tuyas.

Estás mintiendo a tu marido.

Una sonrisa complacida apareció sin querer en los labios de la mujer, y Rodolphus la miró extrañado. Enarcó las cejas, y se fue a la estantería a coger un libro, tras lo cual volvió a salir de la habitación.

Bella sabía que se había librado de él por unas horas al menos.

-¿Dónde coño estás? -soltó, cuando estuvo segura de que su marido ya no podía oírla.

Es algo curioso.

-No me vengas con esas. ¿Cómo has salido?

No he salido, pero estoy aquí. Ni yo mismo sé muy bien cómo...

-¿Aquí dónde? -bramó Bellatrix, harta, recorriendo con la mirada todo el salón, una y otra vez. Pasó a la siguiente habitación, buscando, insistiendo en que Sirius tenía que estar en alguna parte de aquella casa. ¡Porque ella lo oía, y no estaba loca!

No te diría nada con tal de verte buscarme por toda la casa.

Se estaba riendo de ella. ¡Tenía que encontrarlo! Si de verdad había regresado, estaba en la casa, en el escondite de los mortífagos. ¡A saber todo lo que había oído!

Tras registrar cuatro habitaciones más, cruzándose en una ocasión con Lucius, a quien ignoró descaradamente ocupada como estaba, se dejó caer agotada en un sillón. Esto era de locos. ¡No estaba por ninguna parte!

Estoy y no estoy.

-Sirius... cállate -masculló entre dientes, con ganas de matar a alguien.

Hablar es lo único que puedo hacer. Me temo que no, primita.

-Me cansa el juego del gato y el ratón... Nunca he tenido mucha paciencia -añadió, amenazante.

El gato esta vez se va a quedar con hambre.

-¿Insinúas que no podré encontrarte?

No podrás, porque no estoy aquí.

-Claro que estás. ¡Te estoy escuchando!

Sí, en tu mente.

Fue como un bloqueo. ¿En su mente? Del todo imposible. Nadie podía meterse en la mente de nadie, ni siquiera por posesión del cuerpo. Y estaba claro que ella no estaba poseída además; podía controlar perfectamente sus actos.

¿No te convences?

-¡Sal de ahí! -gritó histérica Bellatrix, dándose cuenta de que la voz que había estado escuchando hasta el momento solo la había estado escuchando ella. Rodolphus no había dado muestras de oír nada.

¿Es una orden? -se burló Sirius-. Más me gustaría, pero no puedo.

-¡Igual que has entrado, idiota!

No sé como he entrado. Después de caer tras el velo inconsciente, me he despertado aquí.

-¡Joder! -exclamó, levantándose bruscamente, barriendo todo lo que había encima de la mesa por la furia.

Voy a ser tu conciencia.

Le escuchó reírse. Maldito hijo de puta.

-Mierda.

longitud: historia larga, fandom: harry potter

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