(drabble challenge) 04. lluvia
04. lluvia | kaibaek 596w pg
Esa tarde el mundo decide prescindir de los colores, sumiéndolo todo en su protector manto de grises.
Su mano se alza, despacio, hasta posarse sobre la mejilla de Baekhyun. Solo el contacto es tan suave, tan infinitamente delicado, que hace que se le corte la respiración. Con el pulgar, Kai roza el borde de su labio inferior, lentamente y sin ninguna prisa. Baekhyun siente como si el corazón quisiera escaparse de su pecho y entregarse a sí mismo al chico que tiene delante, que ha pasado a ser su dueño. Y lo único que quiere hacer es coger la mano que acaricia su rostro y besarla, besarla hasta estar satisfecho de que de alguna manera ha podido transmitir lo que siente. Pero sus ojos, prendidos del rostro de Jongin, le impiden cualquier movimiento.
Fuera, el cielo está llorando, como si quisiera reflejar el corazón de ambos chicos, con lágrimas de puro alivio. Las gotas se estrellan contra el gran ventanal intentando imitar sus desbocados latidos. Cada una de ellas es un “y si...”, un “¿debería...?”, que tantas veces se han murmurado a sí mismos, volviéndose en un ensordecedor repiqueteo que los envuelve.
Hoy no tenía que llover. Pero está lloviendo.
El rostro de Jongin es hermoso. Es hermoso siempre, pero aún lo es más cuando la tenue luz que deja escapar el nublado cielo decide jugar con sus facciones. Sus labios están entreabiertos, y sus ojos, entrecerrados, cuando alza su otra mano para dejarla reposar en su cintura. No está seguro si es él el que está temblando, o si son los dos, cuando ésta empieza su curso por la espalda de Baekhyun, acariciando, apreciando cada centímetro de su torso. El contacto de piel contra piel es lo mejor que ha sentido nunca, dejando caminos gravados que está convencido que nunca olvidará. Su mano se detiene cuando llega a su nuca, jugando con unos mechones de pelo mientras con la otra no deja de trazar sus pómulos, y Baekhyun quiere salir corriendo, quiere gritar, llorar de felicidad, pero lo que más quiere en ese momento mientras alarga sus propios brazos para llegar a tocar el objeto de su obsesión, es besarlo.
Continúa lloviendo. Las gotas siguen cayendo, reuniéndose mientras forman diminutos arroyos que arrancan suaves melodías del techo y los cristales. Las nubes optan por escucharlas y, esta vez, sollozan en silencio. Mecen a los dos chicos, sentados sobre la alfombra de la sala de estar, inclinados el uno hacia el otro como si se tratara de la inevitable atracción y consiguiente choque de dos soles.
En realidad, hoy tenía que nevar. Pero ha sido la lluvia quien se ha hecho dueña del tiempo.
Baekhyun no puede evitar cerrar los ojos. Comparten respiración. En ese momento no se le ocurre ningún motivo para no estar ahí, respirando las bocanadas que exhala Jongin, durante toda la vida. Sus manos entran en contacto con el torso del moreno a la vez que lo hacen sus labios. Ese es uno de los momentos que, a su opinión, tendrían que paralizarse para siempre. Los labios de Jongin son la cosa más maravillosa del mundo. Son perfectos, lo suficientemente carnosos como para poder moldearse contra los suyos de una forma que tendría que estar prohibida. De repente, la escasa distancia que los separa se vuelve demasiado como para poder soportarlo. Baekhyun desliza sus manos por el torso del moreno, deleitándose con cada tentador relieve de sus músculos, hasta enredarse en su pelo para acercar su cuerpo mucho, mucho más cerca del de Jongin.
A la lejanía, se oye el primer trueno.
Esa tarde el mundo decide prescindir de los colores, sumiéndolo todo en su protector manto de grises.
Su mano se alza, despacio, hasta posarse sobre la mejilla de Baekhyun. Solo el contacto es tan suave, tan infinitamente delicado, que hace que se le corte la respiración. Con el pulgar, Kai roza el borde de su labio inferior, lentamente y sin ninguna prisa. Baekhyun siente como si el corazón quisiera escaparse de su pecho y entregarse a sí mismo al chico que tiene delante, que ha pasado a ser su dueño. Y lo único que quiere hacer es coger la mano que acaricia su rostro y besarla, besarla hasta estar satisfecho de que de alguna manera ha podido transmitir lo que siente. Pero sus ojos, prendidos del rostro de Jongin, le impiden cualquier movimiento.
Fuera, el cielo está llorando, como si quisiera reflejar el corazón de ambos chicos, con lágrimas de puro alivio. Las gotas se estrellan contra el gran ventanal intentando imitar sus desbocados latidos. Cada una de ellas es un “y si...”, un “¿debería...?”, que tantas veces se han murmurado a sí mismos, volviéndose en un ensordecedor repiqueteo que los envuelve.
Hoy no tenía que llover. Pero está lloviendo.
El rostro de Jongin es hermoso. Es hermoso siempre, pero aún lo es más cuando la tenue luz que deja escapar el nublado cielo decide jugar con sus facciones. Sus labios están entreabiertos, y sus ojos, entrecerrados, cuando alza su otra mano para dejarla reposar en su cintura. No está seguro si es él el que está temblando, o si son los dos, cuando ésta empieza su curso por la espalda de Baekhyun, acariciando, apreciando cada centímetro de su torso. El contacto de piel contra piel es lo mejor que ha sentido nunca, dejando caminos gravados que está convencido que nunca olvidará. Su mano se detiene cuando llega a su nuca, jugando con unos mechones de pelo mientras con la otra no deja de trazar sus pómulos, y Baekhyun quiere salir corriendo, quiere gritar, llorar de felicidad, pero lo que más quiere en ese momento mientras alarga sus propios brazos para llegar a tocar el objeto de su obsesión, es besarlo.
Continúa lloviendo. Las gotas siguen cayendo, reuniéndose mientras forman diminutos arroyos que arrancan suaves melodías del techo y los cristales. Las nubes optan por escucharlas y, esta vez, sollozan en silencio. Mecen a los dos chicos, sentados sobre la alfombra de la sala de estar, inclinados el uno hacia el otro como si se tratara de la inevitable atracción y consiguiente choque de dos soles.
En realidad, hoy tenía que nevar. Pero ha sido la lluvia quien se ha hecho dueña del tiempo.
Baekhyun no puede evitar cerrar los ojos. Comparten respiración. En ese momento no se le ocurre ningún motivo para no estar ahí, respirando las bocanadas que exhala Jongin, durante toda la vida. Sus manos entran en contacto con el torso del moreno a la vez que lo hacen sus labios. Ese es uno de los momentos que, a su opinión, tendrían que paralizarse para siempre. Los labios de Jongin son la cosa más maravillosa del mundo. Son perfectos, lo suficientemente carnosos como para poder moldearse contra los suyos de una forma que tendría que estar prohibida. De repente, la escasa distancia que los separa se vuelve demasiado como para poder soportarlo. Baekhyun desliza sus manos por el torso del moreno, deleitándose con cada tentador relieve de sus músculos, hasta enredarse en su pelo para acercar su cuerpo mucho, mucho más cerca del de Jongin.
A la lejanía, se oye el primer trueno.