En lo profundo del bosque,
la muchacha se encontró
con una cabra negra
a la cual interpeló:
"Siguiendo la fragancia
de unas flores, me perdí;
¿podrías indicarme
qué camino he de seguir?"
"Niña tonta", rió la cabra.
"Como tú, he visto mil.
Creen que, porque algo es bello,
lo tienen que conseguir.
Busca la salida sola;
nadie te ordenó venir.
Tal vez un día comprendas
que lo que seduce, engaña.
Pues la flor es aroma y color,
y tersura y sabor y delicia,
mas nacida flor, muere flor,
y, con ella, muere su gracia:
En efecto, es tan absurda
su existencia que, a falta
de otra cosa que ofrecer,
poco dura en este mundo;
¡sólo viene a perecer!"
Riendo, la cabra negra
dio una vuelta y se marchó.
El perfume de las flores
de esa senda no venía;
sin embargo, la muchacha
hacia allá se dirigió.