Otro Reto de tiempo con
ferlocke, esta vez es un Carlos (protagonista de su nanonovela CarPA) / Biel (protagonista de Pasajero, mi nanonovela -o proyecto de ella).
Carlos, a quien Paula acaba de dejar, se encuentra con Biel en la estación de trenes.
Biel pasó el objetivo por toda la estación, buscando. ¿Que qué buscaba? Lo sabría cuando lo encontrara. Tòpico, sí, pero cierto.
Estaba en una de sus eternas excursiones a la estación de trenes. Óscar siempre le decía que para ver emociones humanas, un aeropuerto era mucho mejor. Biel le replicaba que al aeropuerto no podía llegar en bici ni se podían hacer fotos, asqí que se quedaba con la estación. Además, en la estación se podía fumar porque era al aire libre. Luz natural y tabaco, dos puntos más a su favor.
Se acercaba un Altaria al andén. Los trenes de largo recorrido eran prometedores, así que se sentó en su banco favorito y esperó tranquilamente a que se abrieran las puertas y saliera la gente, hombres, mujeres, niños, todos cargados con maletas y cansados del viaje. Saltaban al suelo con alivio y se marchaban. Biel les hacía fotos.
Se fijó, concretamente, en un chico de más o menos su edad, la cámara fue sola hacia él, andaba como perdido, mirando fijamente al suelo. Seguía allí cuando la estación se vació de gente, seguía allí con un café de la máquina que había junto a las puertas de salida. Sacó un paquete de cigarrillos del bolsillo y miró a su alrededor. Biel le hizo una foto justo cuando le miraba a él, al objetivo. Le hizo fotos mientras se acercaba con el cigarro sin encender en los labios.
-¿Tienes fuego?
-Claro, toma. - Le tendió el mechero que había sido de Óscar. Biel ya había olvidado la última vez que se compró un mechero; todos eran de Óscar. Le hizo una foto mientras soltaba la primera calada.
- Gracias, lo necesitaba. Perdí mi mechero cuando rompí con Paula.
Biel no preguntó quién era Paula, ni por qué rompieron. Se limitó a encenderse un camel él también y a guardar la cámara.
- Bueno, en realidad me ha dejado ella-, dijo en un arrebato de sinceridad.
- ¿Por qué?
- Probablemente porque soy gilipollas. Un gilipollas paranoico que es incapaz de mantener una relación de pareja.
- Ah, bueno, eso nos pasa a todos.
Carlos miró a Biel con una media sonrisa. - Ni siquiera soy un gilipollas original. Pero es que Paula era perfecta, ¿sabes? tan perfecta que no podía entender por qué le gustaba. ¡Yo! ¡A ella!, ¿entiendes? - Se dejó caer sobre el respaldo del banco y empezó a hablar de él, de ella, de cómo se conocieron, de cómo se enamoró y de como, estrepitosamente, la cagó. Biel no podía hacer más que asentir y sentirse identificado. Se rió con la anécdota del teatro, odió al payaso, se enamoró de Paula y sintió celos. Cuando Carlos hubo terminado su relato, lucía en el rostro la misma expresión de abatimiento que él.
- Ahora debería decirte que la olvides, tío. Que te subas a tu tren y busques otra compañera de viaje, pero no lo haré. -Carlos le miró, sin entender. ¿A qué venían las metáforas ferroviarias ahora? - Ahora, ahora te diré que la busques y lo arregles con ella. Si es tan perfecta para tí y tu para ella, no la dejes escapar. O además de ser un gilipollas poco original, serás un gilipollas solo, como en estas fotos.
Carlos iba a decir algo cuando por megafonía anunciaban el próximo Talgo. - Es mi transbordo-, dijo, levantándose. - Gracias por todo.
- No hay de qué -, respondió. Sospechaba que no le agradecía el haberle dejado el mechero, precisamente. - Buen viaje -.
- ¡Gracias! - Gritó mientras corría hacia el tren. - Mándame esas fotos de gilipollas despechado, por favor. Quiero redecorar mi vida, como en Ikea.
- ¡Lo haré! - Gritó mientras las puertas se abrían - ¡Dale recuerdos a Paula de mi parte!
Las puertas se cerraron y el tren se fue. Otro tren más. Biel esperó que fuera en dirección correcta.