Mañana hace siete años que mi padre se marchó.
Un día como hoy, la noche de un martes hace siete años, lo vi con vida por última vez, le hablé, me habló, le di las buenas noches y subí a dormir. Aún hoy, en el instate inmediatmente antes de abrir los ojos, creo que despertaré en mi antigua habitacion, será el quien asome la cabeza por la cortina que hacia las veces de puerta de mi cuarto, diciendome que se hace tarde para la escuela. Aun tengo la ilusión que toda mi vida desde aquel día ha sido un sueño; tal vez una pesadilla, demasiado largo, y que será él quien me sacuda suavemente y me despierte con un beso en la frente y dirá: "Tranquila, estoy aquí".
Pero no.
Pareciera a veces que el dolor ha disminuido, creo que en realidad solo se ha vuelto parte de mi, de manera que pareciera que ha estado siempre ahi, conmigo. El saber que no estará, que no lo veré sonreir, que; fisicamente al menos, no me acompañara en esos momentos que un padre toma lugar. Sigue doliendo, mucho.
Y seguimos adelante ¿Que mas queda? Rendirse no es una opción, nunca lo ha sido, seguir adelante y darlo todo. Eso es lo que me enseñó, sin reclamos, sin remordimientos, sin culpar a otros, dándolo todo, siempre.
Solo por hoy, me daré la oportunidad; premeditamente al menos, de llorarle. Porque te extraño.