Autor:
cheeriFandom: Katekyo Hitman Reborn
Personaje: Gokudera Hayato
Pareja: 1/10 Uri
Género: Gag
Rating: PG
Advertencias: Ninguna; posteado también en
violebleu Desde que descubrió que tipo de animal escondía su dichosa caja tomó todo el dinero que tenía en ese momento, se vistió la chaqueta y salió a la librería más cercana. Debía informarse sobre los cuidados que necesitaba un gato.
Pero lo que no pensó Hayato fue que no existía ninguna revista, libro o manual sobre el manejo de gatos-arma o algo similar. Eso no le importó, debía ser lo mismo, al fin y al cabo Uri era uno así que cualquier método serviría.
Que equivocado estaba.
Una vez leído y re-leído cada renglón, párrafo y texto de los libros obtenidos, podía jactarse de que ya estaba preparado para poder lidiar con el felino. Se levantó del escritorio para volver a casa, con la certeza de que lograría superar este nuevo reto; porque lo era.
¿Cuándo había tenido el una mascota?, por favor, ni siquiera sabía que existían o bueno quizás sí pero en un mundo paralelo al suyo. No es como si en las bandas a las que pertenecía pudiera existir algo semejante como un cachorrito con el fin de levantar ánimos durante las batallas (solo de imaginarse a sus no-compañeros mimando a una bola de pelos para obtener suerte le enfermaba) o bien en su misma casa, y que su hermana envenenara toda cosa(sí hasta los objetos)/ser viviente no tenía nada que ver con que en su hogar no hubiese animales que cuidar.
Al llegar a su apartamento descubrió que el minino se encontraba recostado sobre el comedor; no pudo evitar sentirse molesto, la mesa no era un sitio para dormir y mucho menos para un gato, ahora la superficie estaba contaminada, infestada de bacterias y virus gatunos. No pasó ni un minuto para que Gokudera se echara sobre Uri, quería estrangularlo. Para el animal no fue difícil esquivar a su pseudo-amo con un par de saltitos.
― ¡Uri!, pequeño bastardo ―
Reclamó al verlo ahora sobre el refrigerador, ¿era su imaginación o la bola de pelos se estaba mofando de él?
Pasado un tiempo, y de haber estado corriendo de un lado a otro decidió posponer su riña para el día siguiente.
Ahora debía informarse sobre el cómo lidiar con esa actitud tan altanera para una mascota como la suya. Encendió su notebook para asistirse de la gran magnitud de páginas en la web sobre el tema, había muchas técnicas y cada una parecía tener ciertos puntos en común con las otras; así que decidió que analizaría una por una para combinarlas todas con el fin de obtener una que cubriera cada punto que ofrecían las demás.
Mataría dos pájaros de un solo tiro, o eso creía.
Al día siguiente ya estaba preparando como un buen estratega cada punto clave de su plan; tenía que funcionar, estuvo hasta las 4 am tratando de hallar la mejor manera de hacer coincidir y embonar las mil y un técnicas para educar gatos en una sola.
― Me las vas a pagar, bastardo ―
Y es que cuando despertó descubrió que su sofá estaba rasgado. Para Hayato eso fue como una especie de provocación; seguramente el gato estaba molesto por lo de ayer, pero ¿qué esperaba? Tenía que hacerle pagar por haber dormido como si nada sobre la mesa, su mesa, esa donde planeaba algún día sentar al jefe.
Estaba a punto de finalizar su trampa cuando el felino comenzó a maullar, le ignoró para seguir con su trabajo hasta que el gato agudizó sus quejidos.
― ¿Y ahora que quieres idiota? ―
Le habló como si se tratase de esa pequeña vaca tan molesta que solo le provocaba dolores de cabeza al jyuudaime.
Uri insistía cada vez más, incluso empezó a rasgar el tatami. Ese sonido hizo que Gokudera volteara a verlo.
― ¡Maldito seas! ¿Qué crees que estás haciendo? ―
Lo primero que se le vino a la mente fue echársele encima como la noche pasada pero al ver lo que parecía querer comunicarle Uri se quedó quieto. La furia se le pasó de forma inmediata.
El gato le estaba señalando el plato que él, Gokudera Hayato había dejado en la sala de tv; ese mismo donde se había servido un emparedado.
― ¿Tienes hambre? ―
¡Demonios!
Gritó internamente abochornado de su poca responsabilidad hacia el felino. Había estado estudiando tanto que se le olvidó alimentarlo, quizás por eso el gato había estado tan irascible y poco cooperador.
Dejo de acondicionar su arma para ir hasta la cocina y sacar de la alacena dos latas con alimento para gatos. Ahora, ¿cuál de las dos debía darle?, recordó que una era para evitar que le saliera sarro en los dientes mientras que la otra simplemente solo tenía mejor sabor. Igual decidió combinar ambas para no tener ningún problema, lo que menos quería era ahora tener que lidiar porque Uri se comiera lo servido.
― Aquí tienes, comételo todo o si no me las pagarás ―
El minino acercó el hocico al alimento para olfatearlo, Hayato estaba atento a la reacción de éste; Uri seguía olisqueando hasta que por fin se detuvo un momento, enseguida se dio la vuelta y con la cola terminó golpeando el plato.
No le gustó.
Eso fue suficiente para que Gokudera tirara toda o nada la paciencia que le tenía para lanzarse sobre el gato con intenciones de asesinarlo.
Pero, o era demasiado lento o simplemente Uri muy rápido, porque no pudo atraparle. Se tropezó con un par de cosas e incluso se abrió la frente cuando trató de capturarlo al haberse metido debajo de la cama.
― ¡Argh!, ¡hijo de puta! ―
Fue lo único que atinó a vociferar cuando se palpó la sangre de la herida.
Pasaría un tiempo para que Hayato lograra hacerlo ceder.
Ya era una semana desde su pequeña disputa con el animalito sobre la comida, y desde entonces no lograba alimentarlo. El enojo ni siquiera cabía en su interior, ahora estaba preocupado, ¡joder! le estaba dando demasiada importancia y el pánico le estaba entrando; cada día que pasaba Uri lucía más desganado e irascible, además de que adelgazaba rápidamente.
Probó con toda las marcas de alimento que existían en la ciudad, incluso ordeno comida vía internet pero nada, Uri no comía.
Fue entonces que en su desesperación y mientras él mismo comía un poco de prosciutto di Carpegna (que ese burking horse le mandó tan amablemente) vio que se movió de la esquina donde se hallaba hasta él. Al parecer el olor de ese corte le atrajo.
Hayato tomó un trozo para acercárselo, el animalito le olfateo para enseguida lamerlo. Esto le robó una sonrisa a Gokudera, pero no duró mucho puesto que Uri no hizo nada más. No pudo evitar sentirse extrañado y un tanto desilusionado, creía que por fin había conseguido que el otro cediera.
Dejó el plato de lado para dejar caer el rostro sobre la madera del comedor, estaba desesperado, tanto que quería llorar, pero no lo haría o al menos no frente al gato.
Enseguida pudo escuchar como el plato que había alejado se tambaleaba, levantó el rostro para mirar como Uri comía (desesperadamente) el jamón.
― ¿Pero qué diablos? ―
Lo único que pudo concluir en ese momento es que su gato era un bastardo pero uno muy educado pues no había aceptado comer de su mano, el animal quería un plato; ya solo le faltaba que le pidiera el tenedor y el cuchillo además de un par de servilletas para completar el cuadro de etiqueta.
No se molestó, en lo absoluto, ver alimentarse al minino era algo que le importaba más que el hecho de que el señorito parecía querer más un plato tallado en plata que ese bowl marica con su nombre grabado.
Sin embargo no se dio cuenta de que ahora conseguir ese alimento sería mucho más difícil; prácticamente tendría que viajar a Italia cada fin de semana o rogarle a ese estúpido de Dino para que le enviara alimento para su gato, ¿qué visión tendría el jefe de los cavallone si escuchara de los labios de la mano derecha del 10th vongola que quería comida para su gato?, además de sumarle el hecho de que si no lo conseguía su pobre y lindo gatito perecería.
― ¡TE MATO! ―
Solo de imaginarse rogándole a ese imbécil bastó para que Gokudera volviera a lanzarse sobre Uri con intenciones asesinas. Pero una vez recuperadas sus energías fue fácil para el gato dejar en ridículo a su amo.
Al final, Hayato terminó tragándose su orgullo así como su saldo en mensajes de texto para Dino.
Pobre Gokudera, y es que hay algo que ignoró durante su investigación y eso fue que “Como bien saben las personas que poseen gatos: nadie puede ser el dueño de uno”.