Y luego de ser atado con cadenas, todo se transforma en oscuridad. Fría, muda, infinita. No importa cuán abiertos tiene los ojos, no puede divisar ni su propio cuerpo, no siente el suelo, es como si estuviera flotando en el vacío.
Vacío como el que siente desde que llegó hasta ese lugar. Pero él es un hombre, no se deja amedrentar, no importa las sombras semi-corpóreas que se deslizan cerca de su cuerpo, rozándole en ocasiones, y cada vez más constantemente. No sabe qué son y, realmente, agradece (sólo en ese momento) no tener luz visible para comprobarlo.
Ese no es su ambiente, él es un hombre de luz, del tipo de persona que le da la bienvenida a los rayos del sol por la mañana antes de salir a correr y que regresa a su residencia cuando el astro ya se ha escondido. Traga saliva, sintiendo cada músculo que emplea para tan simple acto está exhausto, lo normal sería estar gritando (al extremo) lo primero que llega a su cabeza, mas no es el caso. No hace mucho que se han llevado a Kouyo por 'prisionero rebelde', y desde ahí no ha vuelto a saber de él.
Y hace bastante rato que dejó de moverse, a sabiendas que es inútil intentarlo dada su incómoda posición (las cadenas fueron puestas estratégicamente sobre sus lesiones), además, está cansado. Muy cansado, y extrañamente, a cada minuto que pasa su poca energía se va drenando cada vez más. Pero él es un hombre con un corazón extremo, y dormir no está dentro de sus alternativas.
No cuando sus pupilas logran divisar algo. Es grande, centenario, ese ser no tiene prisa. Aquella criatura no tiene prisa al acercarse a él. Y cuando Ryohei cree que la oscuridad no puede ser más absoluta, le cortan las cadenas y le dejan caer con unas simples palabras: "Traslado de celda". Eso sólo puede significar que alguien más ha llegado a ese infierno, y él no pudo saber su identidad. Y luego pierde la conciencia.
Vindice es horrible, al extremo.