pffffffffft, no estoy muy contenta con el resultado pero quería escribir algo xD
[para que no se coma todo el post] Hay mil cosas que Cora no entiende. Las máquinas de espresso, citas que no acaben en el asiento trasero de un Toyota, los tacones de diez centímetros, los doctorados en matemáticas. No entiende a las pelirrojas que se guardan las gafas en un bolso de Prada y nunca dejan propina, no hasta que pasan siete horas en la misma mesa, con libros desperdigados a través de tres, espantando cretinos a dos manos y sin pestañear.
En ocasiones la acompaña ese tipo. Un niño, parece un niño desgarbado, con el pelo a ras de la cabeza y que pregunta por qué nunca hay dinero de sobra cuando se lleva la cuenta.
-El café es espantoso -hoy lleva el pelo recogido en una trenza de espiga y unos pantalones a rayas azules que llegan hasta el comienzo de sus muslos.
Cora no entiende ni el café ni los paseos a la luz de la luna, pero se le ocurren mil pautas que su lengua podría trazar en esa franja de piel.
*
-Es Lydia, con i griega, cariño -ladea el rostro y las gafas
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[para que no se coma todo el post 2]Se lanzan miradas furtivas durante una hora. Su mesa está en la esquina, y si Cora pasa las tardes ahuyentando a los adolescentes que acaparan uno de los pocos enchufes de la cafetería no es asunto de nadie. Si esa mesa está vacía cuando Lydia llega, con sus libros, Mac y resto de artillería pesada, significa que habrá propina, y es en beneficio de todos
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[para que no se coma todo el post 3]Lydia pasa una pierna sobre su rodilla, lo suficiente para que su falda se levante hasta la mitad del muslo. No deja de temblar, y Cora le muerde los labios y le advierte sobre cortar su consumo de cafeína, así que Lydia le agarra la mano y la guía entre sus piernas
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[para que no se coma todo el post]
Hay mil cosas que Cora no entiende. Las máquinas de espresso, citas que no acaben en el asiento trasero de un Toyota, los tacones de diez centímetros, los doctorados en matemáticas. No entiende a las pelirrojas que se guardan las gafas en un bolso de Prada y nunca dejan propina, no hasta que pasan siete horas en la misma mesa, con libros desperdigados a través de tres, espantando cretinos a dos manos y sin pestañear.
En ocasiones la acompaña ese tipo. Un niño, parece un niño desgarbado, con el pelo a ras de la cabeza y que pregunta por qué nunca hay dinero de sobra cuando se lleva la cuenta.
-El café es espantoso -hoy lleva el pelo recogido en una trenza de espiga y unos pantalones a rayas azules que llegan hasta el comienzo de sus muslos.
Cora no entiende ni el café ni los paseos a la luz de la luna, pero se le ocurren mil pautas que su lengua podría trazar en esa franja de piel.
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-Es Lydia, con i griega, cariño -ladea el rostro y las gafas ( ... )
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