Conté hasta tres para escapar, busqué la estela hasta un altar. Vi discutir al ying y al yang, apuñalarse por detrás. Y oí gemir y vi llorar como las fiera sin domar. Y justo allí dormías tú, me susurraste que al despertar, siguiera allí... para escucharlo todo, sin confesarte el modo de ser testigo en tu festín.
Conté hasta tres para escapar,
busqué la estela hasta un altar.
Vi discutir al ying y al yang,
apuñalarse por detrás.
Y oí gemir y vi llorar
como las fiera sin domar.
Y justo allí dormías tú,
me susurraste que al despertar, siguiera allí...
para escucharlo todo,
sin confesarte el modo
de ser testigo en tu festín.
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