La realidad, la verdad de la buena, como se suele decir, es que soy tonta.
Una auténtica y rematada estúpida.
Sólo así se entienden mis recaidas de la última semana en cuestiones amorosas. Sigo tristona, porque el resfriado me suele poner emo, y también porque me siento humillada por mi misma. Es estúpido pensar en una persona que sabes de hecho
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