No existe título ni continuación

Oct 23, 2008 18:41

 

Hay algo en el, que no termina de comprender.  Su actitud prepotente debe ser alguna artimaña psicológica para ocultar lo vulnerable que puede ser.

“¡Hey, tu! Tengo hambre, ¿que no tienen nada de comer en esta pocilga?”

Claro que también puede reflejar lo superficial que una persona puede ser.

“Ya te dije, Malfoy, que no es un restaurante, puedes llevar tu esquelético trasero a la cocina y hacerte de comer”

El Slytherin volteó la mirada y alzó una elegante ceja.

“No sabia que estuvieras al tanto de mi alimentación y estructura corporal, Potter”

Un incomodo sonrojo subió desde el pecho hasta la nariz del muchacho oji-verde que se encontraba sentado frente a una mesa con múltiples libros y pergaminos a su alrededor.

“No te halagues, Malfoy, por mi, muérete de inanición”

Debido a su mayoría de edad, ya no podía quedarse con sus Tíos -aún existen milagros- y Harry se mudó a la Mansión Grimmauld para pasar el verano e investigar los posibles Hocruxes que quedaban regados por todo Londres.   Que desagradable sorpresa fue el encontrar al presuntuoso de Malfoy previamente instalado y sumamente cómodo en su antigua habitación.

Después de muchos maleficios, sillas rotas y un par de ojos morados, pudieron separarlos y le explicaron que no, Malfoy no era un traidor, si, está enterado de la Orden del Phoenix y no, no podía torturarlo para comprobad la veracidad de sus palabras.

Pasaron muchas semanas para que Harry pudiera responderle con palabras -generalmente eran hechizos, groserías y una que otra vez su puño- relativamente decentes, pero era *imposible* ignorar al güero platinado.  Era el tono de voz, se decía Harry; ese altanero, mejor-que-tu tono de voz con el que se dirigía a él que le erizaba el cabello y tintaba su visión de rojo.

Aún no creía en la completa neutralidad del Slytherin.  Al parecer, su madre, al enterarse del desastre que fue la supuesta ‘orden’ que le había dado Aquel Que No Debe Ser Nombrado lo secuestro -literalmente- y lo encerró con un maleficio en la Mansión Grimmauld.  Si llegase a dar un paso fuera de la Mansión, el arrogante aristócrata recibía descargas por todo el cuerpo y salía volando hasta ser azotado en el suelo interior de la casa.  Y vaya que lo intento sacar. Múltiples veces, de hecho.  La última vez le pareció que olía a cabello chamuscado pero no pudo comprobarlo porque el escurridizo Slytherin le lanzó una maldición.  Pasaron días antes de que Harry pudiera encontrar su oreja derecha.

Como era de esperarse, nunca estaban solos.  La Mansión era terreno de la Orden y siempre había gente entrando y saliendo de la casa.  Aunque cada vez era menos frecuente.  La Señora Weasley se desvivía por Bill y no dejaba su lado, no importando que tuviera que frecuentar el departamento de la familia Ple- ehm, Delacour.  Tonks y Remus vivían en un departamento sobre “Las Tres Escobas” y visitaban cuando había juntas.  Al parecer el hombre-lobo no se sentía a gusto en la Mansión y siempre encontraba excusas para retirarse.

Raros eran los momentos que Harry y Malfoy se encontraban completamente solos en la Mansión.

Pero no lo suficientemente raros.  Este día era uno de esos y al pobre Joven-Que-Vivió ya le tenia la sangre agria el Slytherin con sus demandas y prepotencia que parecía ser su único modo de expresarse.

Dicho dolor en el costado atravesó el umbral de la cocina con un emparedado en la boca, un plato repleto de pistaches en la mano derecha y una botella de refresco en la otra.  Con unos cuantos pasos llegó hasta donde se encontraba Harry y se desplomó en la silla frente a él, aprovechándose del -inexistente- lugar libre y acomodando su carga.

Cómo podía verse digno y elegante, aun no podía comprenderlo el Gryffindor.

Cómo podía tragar tanto y mantener esa complexión de niño Somalí estaba fuera de su entendimiento.

“Acabamos de comer, ¿sabes? ¿Cómo diablos puedes tragar tanto?”

“Soy un chico en crecimiento, Potter, además, ¿qué sabes tu de lo que puedo o no puedo ‘tragar’ Mmm?”

Pese a todo, aún no podía comprender la forma en que el descarado aristócrata convertía *todo* en doble sentido.  La primera vez que Harry fue sometido a la ácida y lujuriosa lengua del güero platinado -una referencia a Hermione, Ron y lápices que aun pendían en su memoria como pesadilla- hizo que se atragantara en su propia saliva y la terrible vergüenza de no poder ver a sus amigos a los ojos por días enteros.

“Tus actividades extraoficiales por favor ahórratelas, hurón”

“¿Empezamos con insultos niño cicatriz? O es acaso la envidia de que yo, a pesar de estar aquí encerrado, tengo mucha mas vida social que tu, en tus 17 años de existencia.” Dijo el Slyternin, tomando un pedazo de emparedado e introduciéndoselo a la boca.  Harry torturo cruelmente la pluma de ganso que sujetaba en la mano.

Los últimos días han sido muy difíciles.  Entre la búsqueda -lejos de ser exitosa- de los Horcruxes, los comentarios agresivos e insultantes del maldito Malfoy y la frustración de su -inexistente- vida social comenzaban a hacer estragos en su paciencia y humor.  Había algo que ese condenado Slytherin le hacia a su sangre que hervía con tan solo mirar los ojos gélidos y contemplativos del aristócrata.

“No hables de mi como si me conocieras”

“Hablo lo que quiera, como quiera y cuando quiera.  Es fácil de adivinar como tu simpletona mente trabaja, viviendo de obsesión en obsesión.  Dime,  ¿por eso te botó la enana cabellos de zanahoria?”

“No sabia que me tuvieras tan al pendiente, Malfoy”

“Y yo no sabia que revisaras mi trasero en busca de voluptuosidad, pero ahora lo sabemos, ¿no?”

HAHAHAHA Nunca lo terminaré. NUNCA! *evil laugh*

fanfic, incompleto

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