Careful (3/14)

Mar 21, 2012 22:31

Pairing: Kai/Ruki
Rating: R
Disclaimer: Not mine



‘Esto es realmente innecesario, Kai.'
‘Silencio.'

Obedezco.
Comprendo que se me fue la mano con las palabras, y no puedo hacer otra cosa que agachar la cabeza ante las órdenes de Kai. Puedo notar en su rostro que está muy enfadado conmigo. La postura que adopta mientras esperamos que el médico regrese a la consulta con el análisis de sangre es tensa e incómoda. No me ha mirado desde que me subió apresuradamente en la camioneta para acercarnos a la ciudad.
Al notarlo, siento una penetrante amargura dispersándose lentamente en la boca de mi estómago.

‘Matsumoto-san, Yutaka-san.'

El médico pronuncia nuestros nombres con parsimonia propia de un hombre de su edad. Está un poco viejo, pero me ha atendido desde que me mudé cerca de esta clínica y es de mi mayor agrado. Siempre tiene tiempo para atenderme aunque no esté de guardia y se ha interesado mucho por mi condición.
Nos sonríe amablemente y extiende los papeles sobre su escritorio mientras se sienta.

‘Aquí está, todo lo que hemos recobrado de los análisis', explica sin prisa y con tono despreocupado. ‘El recuento de sus glóbulos y la comparación con biopsias previas. También examinamos con cuidado las radiografías. Sus mucosas, articulaciones y sistema nervioso parecen no haber sufrido alteración alguna. Los signos vitales siguen los mismos patrones de siempre y el hisopado no ha dado resultados positivos en escaneo de bacterias o virus.' En este punto, el médico hace una corta pausa, se aclara la garganta y nos observa, por turnos, por encima de los cristales de sus lentes. Luego, prosigue con sequedad. ‘En resumen, que la enfermedad de Matsumoto-san no ha avanzado en gran medida, no hay síntomas de la misma, y la medicación parece estar haciendo el mismo efecto de siempre.'

Habiendo terminado de explicarnos todo aquello, se nos queda mirando como esperando que le digamos por qué nos encontramos en su consultorio.
Pero es que realmente no puedo explicárselo. Kai no suele ser tan impulsivo, simplemente me alzó en volandas, me metió en la camioneta junto con el maletín donde siempre están guardados los resúmenes de mis monitoreos médicos y me trajo. Eso no es algo que pueda poner en palabras comprensibles, porque ni siquiera yo lo entiendo. Y tampoco entiendo el por qué de mi presentimiento.
Miro de reojo a donde se encuentra Kai. Me está mirando con el ceño fruncido, los brazos cruzados, y los músculos tensos. A veces puede inspirar mucho miedo, porque aunque no sea muy alto, es fornido y de rictus estricto. Tiene una corta línea vertical entre las cejas que acentúa esa expresión, y cuando se queda pensando en algo aprieta los labios fuertemente.
De seguro, en este instante piensa que soy un completo idiota.

El médico exhala con intensidad y con movimientos precisos vuelve a recoger todo el papelerío que previamente dispuso sobre el escritorio. Prolijamente los amontona, los guarda en una carpeta gris de tres solapas y lo desliza en nuestra dirección sin decir nada. A continuación, arranca una hoja de post-it de un taco color amarillo, garabatea unas líneas ilegibles en ella junto con un número telefónico, y acaba pegando el pequeño cuadrado sobre la tapa de la carpeta.

‘¿Qué es eso?', pregunto extrañado.
‘Este es mi colega en psicología. Ya mismo te arreglaré un turno de consulta con él, así que vuelve tranquilo a casa y espéralo. Le explicaré tu situación y estoy seguro de que no tendrá ningún problema en ir a atenderte hasta allá.'
‘Pero yo no necesito...'
‘Por lo pronto, esta es la solución que tengo para usted. Nadie amanece un día convencido de que está por morirse, Matsumoto-san. Y si esto es una tomada de pelo, por favor dígamelo ahora.'

Nos miramos a los ojos un momento, pero no digo nada. Prosigue, esta vez dirigiéndose a Kai.

‘Su nombre es Takashima-sensei, es realmente una eminencia en su campo. Un poco joven, pero supongo que eso no será un problema en absoluto... Ahora, si me disculpan, me retiro. Estoy casi seguro de que los días de trabajo de Takashima-sensei son los jueves. Hoy es martes. Tómese un descanso reparador y prepárese para recibirlo.'

Dicho esto, se levanta y nos abre la puerta, invitándonos a marchar.

La carretera está totalmente húmeda. La lluvia amainó apenas, pero tuvimos que esperar en el vestíbulo un largo rato antes de poder salir con la camioneta. Es peligroso andar por los caminos de la montaña con este tiempo, porque no hay luz y en algunos tramos se producen inundaciones que lo vuelven todo resbaladizo.
Por el espejo retrovisor observo el bulto envuelto en mantas que descansa plácidamente en el asiento trasero. En los cuatro años que nos conocemos, Ruki jamás se ha sentado en la butaca de acompañante ni ha accedido a ponerse el cinturón. Mi sospecha es que el viaje en coche lo marea sobremanera, y de esa forma evita descomponerse. Pero nunca me dijo nada por el estilo. Imagino que lo avergüenza.
Todavía me siento perturbado por los eventos de la noche. No es cuestión de poner los pelos de punta por nada, pero es que Ruki... Bueno... Ruki jamás ha dado problemas. Cuando me dijo aquello, que creía que iba a morirse pronto... No se me ocurrió otra reacción posible.
Supongo que me sentí impotente.
A fin de cuentas, sólo soy un enfermero. E incluso ese título está mal dado, porque no tengo realmente conocimientos de enfermería: más bien soy un simple empleado de una agencia de acompañantes para octogenarios. Antes de Ruki, pasé un año completo haciendo los trabajos pesados en un geriátrico. Pero al parecer, la familia especificó los cuidados de su hijo según las recomendaciones médicas. Más que necesitar una joven que sepa administrar inyecciones, le hace falta alguien con fuerza para atenderlo como a un inválido.
Inválido...
Ambos lo somos, en cierto nivel. En caso de que algo le ocurriera repentinamente a Ruki, yo sólo podría correr con su cuerpo inerte en brazos a la guardia más próxima. Y entonces, mi labor acabaría.
Si Ruki muere, entonces es el fin para ambos.

Una vibración en mi bolsillo me distrae de este hilo de pensamiento. Con la mirada firme y concentrada en el oscuro camino frente a mí, rebusco hasta recuperar el teléfono celular que suena insistentemente. Un número desconocido aparece en la pantalla, pero sin dudarlo presiono el botón que me permite aceptar la llamada.

‘¿Diga?'
‘¿Yutaka-san?'
‘Él habla.'
‘Ah, Yutaka-san. Buenas noches. Mi nombre es Takashima Kouyou. Soy psicólogo, jefe de área en la guardia de la clínica central. Hace unos momentos he recibido la llamada de Matsuyama-sensei.'
‘Lo lamento. Es un poco tarde para estar concertando citas', respondo, en tono neutral. Del otro lado de la línea, percibo una risa baja.
‘Está perfectamente bien, Yutaka-san. En mi profesión es común recibir llamadas de pacientes a toda hora. Me comunicaba simplemente para notificarte que ya tengo en mi poder la ficha personal de Matsumoto-san y que mi visita será mañana. Normalmente, hago rondas domiciliarias los jueves, pero ya no los tengo disponibles. ¿Tú eres el encargado de cuidar de él, cierto?'
‘Así es.'
‘¿Y pasan el día completo en casa, sin bajar a la ciudad?'
‘Los días de hacer la compra y bajar a la ciudad son los viernes. El resto de la semana, no nos movemos de la casa.'
‘Perfecto entonces. Lamento no poder especificar un horario de llegada, pero tengo que acomodar mi día a la ronda. Estoy muy interesado en la condición de Matsumoto-san, así que trataré de estar allí tan temprano como me sea posible.'
‘Perfecto entonces, lo esperaremos. Gracias por su tiempo.'
‘De nada, Yutaka-san. Por favor, si no le importa, quisiera mi futón junto a una ventana sin cortinas, me gusta ver las estrellas antes de dormir. Y ambos relájense, porque conversaremos largo y tendido...'

Fruncí el ceño, confundido.

‘¿Futón? ¿Conversaremos?' De nuevo, la risa, esta vez más pronunciada del otro lado.
‘Nos vemos mañana, Yutaka-san.'

Cuando la comunicación se cortó, noté que estaba llevando la camioneta por la mano contraria de la carretera húmeda.

careful

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