Autor:
sehketFandom: Harry Potter
Pairing: Drarry
Titulo: El poder del amor
Rating: K
Disclaimer: No son míos. No me pertenecen. Es todo fruto de mi imaginación. No gano nada con esto ;)
Notas de autor: Hola ! Primer fic q subo por aqui :D Es uno de los primeros Drarry’s que ha salido de mis manos. Espero que os guste !
EL PODER DEL AMOR
Por fin todo volvía a la normalidad. Después de dos meses de insufrible aburrimiento volvía a ser yo mismo, volvía a estar en casa. Estaba feliz imaginándome que todo sería como años anteriores, pero ¡qué equivocado estaba! Nada sería lo mismo, muchas cosas que nadie querría vivir me estaban esperando. Pero era mi destino y tenía que acarrear con él. Quisiera o no quisiera. Tenía que enfrentarlo fuera como fuera. Sólo podía acabar de dos maneras, muy distintas, pero a la vez con muy poca distancia entre ellas: llegar al final o morir en el intento. Y nunca mejor dicho. Pero en ese momento nada sabía de lo que ocurriría en los próximos tiempos.
Todo transcurría con normalidad, seguía con mi tranquila rutina hasta que apareció él. Y mi vida cambió para siempre. Al principio sólo era un amor adolescente, o eso creía, que se fue llenando de pasión y más tarde de sentimiento. Me di cuenta de lo que sentía. Ya no había vuelta atrás. Había marcado mi existencia y nada lo quitaría de mi corazón por más que mi cabeza se empeñara en que lo abandonara. Posiblemente fuera lo mejor, y si en ese momento lo hubiera hecho nada hubiera pasado, el presente no sería tan doloroso. Pero no tenía fuerzas, no podía, no quería. Mi entorno era totalmente diferente al suyo, no estábamos hechos para estar juntos pero el amor había llegado a nuestras vidas y no podíamos remediar lo que sentíamos. Fue bonito mientras duró, es más, todo el tiempo que estuve con él, que nuestros cuerpos se rozaron lo más mínimo, que lo sentí a mi lado, creí que iba a estallar de felicidad. Me creía el más afortunado de todos aquellos que habitaban mi mundo. Y lo era, pero alguien, o todos, truncaron nuestra felicidad. No podíamos estar juntos, no nos estaba permitido, y así se nos hizo saber. A pesar de esto, nuestro amor era mucho más grande que cualquier deseo de mantener las apariencias y decidimos mantener nuestra relación en secreto.
Fue imposible. Él tenía que enfrentarse a mí a los ojos de lo que era nuestro mundo, aunque nosotros sabíamos que ese odio no era cierto. Sólo con mirarnos conseguíamos comunicarnos. Pero era demasiado para mí, así que con todo el dolor de mi corazón y mi alma tomé una decisión. Aún ahora me pregunto, llegando incluso a torturarme a mí mismo, si fue acertada o no. No podía, no tenía fuerzas para seguir aparentando un odio que en realidad se estaba transformando en un amor cada vez más fuerte y poderoso. Lo que yo no sabía era que el dolor que iba a sentir iba a ser mucho mayor, tan grande que pensé que me rompía por dentro cada vez que lo veía delante de mí, aunque solo fuera en las imágenes de mis recuerdos. Me sentía solo, a pesar de estar rodeado de gente, porque me faltaba lo que más me importaba, ÉL. Nunca pensé llegar a querer tanto a una persona, y aunque con el paso del tiempo parecía que la pena iba disminuyendo en mis adentros, era sólo lo que me hacía creer a mi misma. La cruda realidad era muy diferente. Lo quería, lo quería más que a mi propia vida. Esa era la verdad y la tenía que aceptar. Lo único que me quedaba era tener resignación y vivir de la cantidad de recuerdos que me habían quedado grabados en mi mente con fuego. Todavía no sé como conseguí salir de aquel laberinto que me llevaba siempre al mismo sitio, al dolor. Quizá si lo sé. Posiblemente fue el odio que invadía todo mi ser. El odio que le tenía a ese ser, pues no merece llamarse humano, que por su ambición de poder, su egocentrismo y su arrogancia hizo que nuestros mundos estuvieran separados. Gracias a ese odio conseguí levantarme de mi miseria y hacerme una promesa. Solo una me pediría, y era ¡venganza! Le iba a hacer pagar todo el sufrimiento y dolor que había provocado en mí.
Y así fue. Me preparé lo más que pude, o me permitieron. Sientes mucha impotencia al ver que no te toman en serio por no tener la suficiente edad, por el simple hecho de ser un adolescente. Lo que nadie sabía era lo que yo había vivido, y mucho menos lo que me proponía cumplir. Esperé el momento preciso, sabía que no podía precipitarme o echaría todo el plan a perder. Y llegó. Sabía que me odiaba y que no tardaría en buscarme para hacerme sufrir. Aún más. Tiene gracia. Uno nunca sabe lo que el cuerpo puede llegar a aguantar. Pero tiene un límite. Y así fue. Cuando llegué al lugar indicado una angustia me llenó el cuerpo, no sabía el porqué. Quería desaparecer. Pero quería cumplir mi venganza, y nada me lo iba a impedir. Así que seguí mi camino, y me encontré lo que menos esperaba: al chico que me había hecho sonreír durante meses, que me había hecho feliz, en frente mía, a sólo unos metros de distancia. Y su intención no era lo que yo esperaba, la que yo quería. Todo lo contrario, estaba ahí para defender a ese ser inmundo que tanto nos había lastimado. Me dolió hasta el alma pero no iba a dejar que impidiera que cumpliera mi promesa, e hice algo que ni en mis peores pesadillas me hubiera imaginado. Me enfrenté a él, aún corriendo el riesgo de perderlo para siempre. El odio cegaba todo sentimiento puro que mi corazón albergase.
Pero lo amaba tanto… ¿Dónde había quedado todo ese amor que sólo hace unos meses llenaba nuestros cuerpos? ¿Qué fue de toda aquella pasión que sentíamos el uno por el otro? Sí, seguía ahí. Me di cuenta del grave error que estaba cometiendo y me paré en seco. Le miré fijamente a los ojos. En ese mismo instante mi cuerpo se volvió a llenar de un calor que hacía tiempo que no experimentaba. Nos dimos cuenta que nadie rompería la conexión que había entre nosotros, y que si queríamos salir bien parados del lío en que nos habíamos metido por nuestra arrogancia, tendríamos que estar unidos, como el primer día. A pesar de lo débil que estaba, me sentía feliz por volver a estar con el chico al que mi corazón pertenecía. Así que, unidos más que nunca decidimos luchar juntos contra el peor ser que jamás había pisado la Tierra. Él había matado todas mis ilusiones, mis sueños, mi amor. Juré vengarme, y allí estaba, cumpliendo mi promesa después de tanto tiempo y tantos esfuerzos. Fueron muchos reproches, insultos, y mentiras. Mi memoria no recuerda con claridad lo que pasó. Él era grande, y no en tamaño, sino en poder. Nosotros sólo éramos dos enamorados que luchábamos por nuestra libertad. Pero yo llevaba mucho tiempo de preparación, y sabía que tenía una arma muy poderosa que él nunca tendría, el amor. Sabía que con lo débil que yo estaba, física y sobretodo mentalmente, no aguantaría mucho tiempo, pero no podía echar todo por la borda. Si me dejaba perder, acabaría consumida por mis propios recuerdos de amor. Así que me arriesgué a pesar del peligro y di todo lo que tenía dentro.
Fue demasiado para mí. Me derrumbé. Mi cuerpo había aguantado demasiado. Aún puedo notar la sensación al caer contra el suelo. Estaba vencido por completo, pero algo en mi interior me decía que aún me quedaba una cosa por hacer. Sentí que alguien me agarraba la mano y una sensación reconfortante me cubrió. Era él, mi amor, mi vida, mi todo. Tenía miedo a lo que venía. Lo presentía. Pero a la vez me di cuenta que todo había valido la pena, y por última vez me vi reflejada en la profundidad de sus ojos. Le dije todo lo que sentí, sentía y sentiré por el resto de mi eternidad, pero en un lenguaje sin palabras, sólo con sentimientos. Fue el mejor momento de mi vida. Me sentía un solo ser con él. Pero ya era demasiado tarde. Me iba apagando poco a poco, todo lo que había dentro de mi se fue consumiendo. Y mi corazón y mi alma dejaron de sentir para siempre con el mejor regalo que me podían haber dado, sus ojos grises.