Prólogo
Subió pesadamente las anchas escaleras hasta el tercer piso del edificio, guiado por el sonido que se podía escuchar más allá de los límites del campus. Con cada paso que daba lamentaba su carácter flexible, a veces ser tan condescendiente con los estudiantes le traía problemas.
La música estridente que casi lo dejaba sordo, el exceso de alcohol que circulaba dentro del lugar, el humo del cigarro que llegaba hasta él. Si, esa era la definición de ‘pequeña reunión’ para un puñado de universitarios.
Un suspiro de frustración se escapó desde el interior de sus pulmones, el día de mañana se enfrentaría al consejo escolar a causa del desorden en los dormitorios de la facultad de Derecho pero ahora era el momento de vérselas con los culpables.
Caminó por el pasillo que lo llevaría hasta el dormitorio, en medio del caos algunos estudiantes huían sutilmente al reconocerlo sabiendo que la fiesta había llegado a su fin.
Con un gesto implacable y severo que no podía pasar desapercibido por los jóvenes entró al lugar de los hechos. Casi media hora dejó el dormitorio que por esa noche se había convertido en un antro nocturno después de dar una conferencia sobre un par de cosas acerca de la confianza, el respeto a las instalaciones y demás, dejando atrás a un par de universitarios cabizbajos y aparentemente arrepentidos por sus acciones.
Regresó por el pasillo hasta el pequeño cubículo acondicionado como su oficina. El ruido que provenía del baño lo alertó, se dirigió hasta la puerta permaneciendo junto al marco mientras escuchaba el sonido de alguien devolver el estómago, muy posiblemente por culpa del exceso de alcohol en su organismo.
Luego de una corta espera el ruido del agua corriendo le advirtió que el baño se desocuparía pronto. Entonces lo vio salir, un par de ojos oscuros, inyectados en rojo lo miraron con sorpresa y desconcierto. El lacio cabello negro ligeramente despeinado le caía casi hasta los hombros, tez nívea, grandes ojos negros, labios color cereza, nariz ligeramente aguileña, un rostro bonito con rasgos hermosos que resaltaban a pesar de la falta de glamur por su estado.
Los aretes de plata en forma de cruz que colgaban de sus orejas brillaban intensamente, vestía solo una ligera playera rasgada a su costado izquierdo que cubría una porción de su pecho dejando al descubierto parte de un tatuaje sobre su pecho, su atuendo se completaba con unos pantalones negros entallados a su cuerpo como si fueran una segunda piel.
Yunho podía asegurar que nada de eso lo protegía del frio. Posiblemente el alcohol aminoraba el efecto del clima en su cuerpo pero pronto pasaría. De inmediatamente se quitó el abrigo que lo cubría y sin consultar lo coloco sobre la espalda del joven.
─ No es necesario. No tengo frió.
El chico le aseguró rechazando la prenda. Pero él nunca aceptaba un no por respuesta.
─ Está bien tómala, pronto comenzaras a sentir frio y yo no lo necesito.
El mintió para que el escuálido muchacho la tomara a pesar del inmenso frio que sentía. Enseguida con un movimiento de su derecha mano le mostro una silla frente a él, indicándolo que se sentara.
─ ¿De qué Facultad eres?
Yunho le cuestionó sin amenaza en la voz cuando no reconocerlo como parte de su grupo de estudiantes. Al parecer a sus alumnos se les había ido la mano en invitar a su ‘pequeña reunión’ a gente de otras Facultades de la universidad.
─ Yo…
Titubeó en su respuesta, posiblemente temeroso del castigo que un académico le impondría al encontrarlo en estado de ebriedad dentro del edificio que a pesar de ser ocupado por dormitorios pertenecía a la instalación escolar.
─ Puedes contestar con tranquilidad, no mandaré ningún reporte a rectoría por tu conducta. ─ Instó para que contestara.
─ Pe-Pedagogía.
─ ¿Cuál es tu nombre?
─ JaeJoong, Kim JaeJoong.
─ Bien señor Kim, permanezca unos momentos descansando en la oficina, parece realmente… ─ busco la manera más amable para decirle que se veía realmente deplorable, pero prefirió guardarlo para él. ─ Sólo espere aquí, iré por un café, lo necesita.
El hombre mayor salió de la pequeña y desordenada oficina en busca de la bebida caliente dejando atrás un par de enormes ojos negros brillando con sorpresa.
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Permaneció por largos minutos esperando pacientemente por el regreso del hombre de ojos rasgados y pupilas color chocolate, cálidos, afectuosos que habían grabado una impresión en su mente porqué sin conocerlo lo miraron de una forma tan…
Diferente.
Tan simple como era, el fulgor de esa mirada había sido una excepción en su vida. Nadie jamás lo había visto como algo más que un objeto con un cuerpo sexy y una cara perfecta moviéndose seductoramente al ritmo de una música sensual, incluso fuera de su trabajo no podía deshacerse de las miradas depravadas que día con día recibía.
Por eso le había mentido.
No era un estudiante de esa universidad, ni siquiera sabía si en ese campus se impartía esa carrera. Un grupo de alumnos de Seúl Dehakkyo había pagado el precio por uno de sus espectáculos en privado y no precisamente en algún departamento, ellos mismo se la arreglaron para meterlo de incognito dentro de la institución.
Luego de su presentación había permanecido mezclándose entre los invitados haciéndose parte de la fiesta, cuando fue interrumpida abruptamente por uno de los académicos de la Universidad, tuvo la suerte de poder huir sigilosamente pero en medio de su fuga todo el alcohol que había ingerido durante la noche comenzó a hacer estragos en él, corrió por el edificio buscando con desesperación un baño. Fue así como término en esa oficina, sentado en el asiento frente al desordenado escritorio.
Un poco aburrido por la tardanza del hombre comenzó a explorar el lugar con la mirada.
─ Jung YunHo
‘Bonito nombre’ susurró al leer el grabado sobre la pequeña y delgada placa de metal que adornaba el escritorio.
Cuando había recorrido completamente el lugar con sus ojos sus manos vagaron por el mueble de metal buscando cualquier cosa, removiendo entre los cajones por simple curiosidad.
En el segundo cajón, se encontró con una foto que capturaba a tres personas, uno de ellos era Jung evidentemente algunos años más joven. Una chica posaba en medio de él y otro chico, pero parecía más cercano al primero ya que era a él a quien tomaba del brazo con comodidad, ambos mantenían una enorme sonrisa de felicidad en sus labios.
Un pequeño puchero se formó en sus labios, por alguna extraña razón la foto no le agradó del todo.
Escucho pasos acercarse sobre el pasillo en un movimiento rápido devolvió la foto a su lugar de origen y retomo su posición.
─ Aquí está, siento haber tardado, la máquina de este piso estaba descompuesta ─ entró ofreciendo una disculpa.
Coloco el vaso desechable de la bebida en sus manos, con una cálida sonrisa en el rostro. Ahora sabia porque demoró tanto, se preguntó qué clase de persona era que incluso se tomaba la molestia de ir tan lejos para ayudar a un desconocido.
─ Está caliente, bébelo con cuidado.
─ ¿Eh? Oh, neh ─ Sin escuchar sus palabras asintió. ─ ¡Ah! ¡Quema!
─ Te dije que estaba caliente. ─ El hombre le recordó con una sonrisa divertida en los labios por su torpeza.
Sintió un ligero rubor adueñarse de sus mejillas era una fortuna saber que posiblemente la persona frente a él no notaría su sonrojo, su cara de por si se encontraba matizada con un ligero tono rojizo por el exceso de alcohol.
La mañana del sábado los encontró dentro de la oficina, suspiró con tristeza ya no tenía excusa para retrasar su momento de salir.
─ Creo que será mejor que me valla.
─ ¿Eh? Oh, también voy de salida, ¿Quieres que te lleve a algún lugar? ─ La amable propuesta lo sorprendió, pero era evidente que no había otros motivos de por medio.
Decidió no perder la oportunidad de permanecer más tiempo con él, sonrió para sí mismo con satisfacción. El hombre tomo un par de cosas de la oficina, se levantó del haciendo que había ocupado y le indico que lo acompañara, con prontitud siguió sus pasos hasta el estacionamiento que se encontraba detrás del edificio, cuando la puerta del coche fue abierta para él entró sin perder tiempo.
En su mente deseaba que cualquier incidente prolongará el tiempo en el interior del vehículo pero no fue así, pocos minutos después le indico al conductor que parará frente a un edificio de departamentos, viejo y deteriorado, incluso la fachada había perdido su color a causa del paso del tiempo.
Antes de salir del coche recordó que una prenda que no era suya lo abrigaba.
─ Está bien, puedes devolvérmelo en otra ocasión ─ al ver sus intenciones de despojarse de él, le pidió aun sin saber si lo llegaría a hacer.
Acepto un poco dudoso, la amabilidad y caballerosidad de ese hombre lo sorprendía cada vez más.
─ Kamsahambnida ─ Jaejoong se limitó a agradecer con entusiasmo por tener un motivo para verlo de nuevo ─ Yunho-ssi, annyonghihaseyo.
Una expresión de sorpresa cruzo por el rostro más bronceado al escuchar su nombre, el gesto se borró casi enseguida, pudo haber supuesto inmediatamente que él escuchó su nombre por medio de cualquier alumno. Una inclinación de su cabeza y un movimiento de su brazo lo despidieron del hombre. El coche encendió y tomo una nueva trayectoria.
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Paso el resto día recostado y sin poder dormir, daba vueltas una y otra vez sobre su vieja y destartalada cama, aun sin quererlo su mente viajaba de regreso a ese hombre.
Jung Yunho.
Durante el viaje en su coche con la luz del día y completamente despejado podía ser más consiente de la figura del hombre alto, su piel con un tono ligeramente bronceado, su cuerpo parecía delgado, pero podría asegurar que debajo de sus ropas se escondía un cuerpo tonificado. Sin embargo podría ser algo así como un raro fetiche pero el par manos que sostenían el volante había sido las que más llamo su atención, los prominentes nudillos que las hacían ver masculinas complementándose con largos y delgados dedos.
Por alguna razón su recuerdo trajo una oleada de calor en sus mejillas.
Sin darse cuenta el tiempo pasó rápidamente, se lamentó un poco por no poder recuperar las pocas horas de sueño que perdió, no lo afectaría, la mayor parte del tiempo la vivía de noche.
Sólo se puso en movimiento para ir a la cocina en busca de algo para comer, regresó para tumbarse sobre el roído sillón, el único mueble de su casi inexistente estancia. En todo el lugar los muebles eran viejos pero cada parte estaba impecablemente limpia y en perfecto orden...
Un jeans oscuro pegado a sus piernas, una playera negra de tirantes entallada a su torso, calzando un par medias botas negras adornadas con un par de hebillas, camino rumbo a la puerta, tomo su chaqueta colgada en el perchero junto al marco y salió de su departamento.
Diviso el espectacular anuncio bordeado por luces fluorescentes de neón en colores llamativos que disminuía la oscuridad de esa transitada acera.
"주문"
El nombre del lugar brillaba con intensidad.
Saludo a los ‘gorilas’ que vigilaban la entrada y salida del club nocturno, siguió su camino hasta la puerta de servicio que lo llevaría a su ‘camerino’ compartido. El reloj casi marcaba las 11:00, el inicio de su espectáculo. Estaba listo, había cambiado sus ropas por unas más reveladoras, la tela transparente dejaba al descubierto sus pezones erguidos por el frio, unos pantalones listos para ser desechados cuando el momento lo demandara.
Lo que tenía que hacer por un poco de dinero fácil.
No se quejaba pero a veces era molesto tener que lidiar con un puñado de viejos buitres que esperaban ansiosos devorar con sus ojos los espacios de su piel desnuda. Esperaba pronto que su trabajo rindiera frutos y obtuviera un mejor sueldo, al paso que iba pronto llegaría a ser el espectáculo principal de la noche.
Las luces bajas del salón se apagaron por completo, tres lámparas de colores se unieron formando una gama de tonos que iluminaba un punto central en el escenario donde se encontraba su silueta perfecta, acompañado por el único mobiliario que consistía de un tubo delgado de piso a techo.
Una mezcla de ritmos latinos comenzó a sonar llamando la atención de los clientes que frecuentaban el lugar, la introducción terminó, de inmediato la música sugestiva lo instó a mover su cuerpo, caderas y hombros sin recato a la par de la impúdica melodía ante la mirada absorta de los presentes, seduciéndolos con su baile sensual y atrapándolos con la imagen erótica.
Dando rienda suelta a la lujuria, despertando las más bajas pasiones, disfrutando de las miradas licenciosas de los hombres que fantaseaban con tener su cuerpo debajo del propio, gimiendo su nombre.
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