Capítulo 4
Una espina clavada en él corazón,
un corazón sangrando.
Otro nuevo comienzo...
Shim Changmin se despidió de los señores Kim con una reverencia, luego de terminar el tiempo de visita la pareja se retiraba un tanto más tranquila. Llegaron inquietos por la repentina recaída de su hijo, el mismo lo había estado, era una fortuna que HyunChul respondiera favorablemente en poco tiempo.
Sin embargo no consideró prudente decirles la razón que lo devolvió a una cama de hospital, no le correspondía abundar en los problemas familiares que arrastraban los Kim, sobre todo cuando la causa indirecta era su hijo mayor y dolor de cabeza, Kim JaeJoong. Para quien atestiguara la reacción de HyunChul al ver a su hyung le podría parecer un tanto teatrera, pero él sabía lo mucho que al chico le costó superar el hecho de que su hermano mayor se entendiera a sus espaldas con la persona que él amaba, Jung Yunho. No sólo eso, también había presenciado en primera fila la forma dramática en la pareja huyo de Corea. JaeJoong había sido tan egoísta para dejar atrás a su hermano ya enfermo y con un corazón destrozado, su familia sumida en un escándalo y a su prometido el mismo día de su boda. Toda una tragedia digna de ser escrita en una novela.
──Doctor Shim.
Un par de enfermeras lo llamaron para informarle los últimos avances en la condición de sus pacientes y esperando sus nuevas indicaciones. Después de deshacerse de ellas caminó por el pasillo buscando la habitación 305, en el departamento de ED.
Permaneció unos minutos observando su rostro, los sedantes y demás medicamentes empleados lo tenían en un profundo letargo, hacía tiempo que no entraba en una crisis y todo ese tratamiento no era necesario para él, había sido difícil día a día ayudarlo a salir de esa condición tan deplorable, verlo recaer cuando todo comenzaba a marchar bien, era todavía peor, siempre había odiado verlo atado a una cama de hospital.
No pudo evitar el sentirse culpable sobre todo con pensamientos como ‘si hubiera llegado más rápido’, ‘si hubiera estado allí con él’ llenando su mente, tuvo que recordarse a sí mismo que ‘él hubiera’ era un tiempo no existente. Cuando se trataba de este pequeño tonto la imperturbable sangre fría y la serenidad que había adquirido en la Facultad de Medicina se esfumaba por completo.
Suspiró con frustración, tomando con delicadeza la mano de su novio, como si fuera el objeto más frágil y la llevo hacia sus labios.
Además de lo ocurrido, un par de dudas atormentaban su mente. El reconocer a JaeJoong en el vestíbulo del hospital realmente lo había sorprendido, sobre todo cuando se encontraba acompañado de quien fuera su prometido, además de eso claramente su presencia no traería nada bueno para su novio y su no obstante carente estabilidad emocional.
En esos momentos se cuestionó que pasaría si HyunChul supiera que el conocía bien a las personas que le causaron tanto dolor. Planeaba mantener como un secreto el motivo ‘casual’ por que apareció en el aeropuerto hace tres años en el preciso momento que él lo necesitaba y esperaba que nada lo arruinara.
Aún sin querer hacerlo supo que era hora de irse de ahí, el tiempo que robó de su turno en el trabajo corrió con rapidez, salió de la habitación preguntándose qué fue lo que pasó en esta ocasión con Kim JaeJoong, Jung Yunho y su no tan perfecta relación.
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San Francisco, E.U, un mes después.
Viajaba ocupando el asiento trasero del coche, su cuerpo se sacudía ligeramente al ritmo del movimiento del vehículo, su única distracción era el espectáculo de los autos al ir y venir sobre la avenida, mientras avanzaba a lo lejos comenzó a divisar el Golden Gate de San Francisco, al atravesar el puente dejaría atrás la ciudad que en épocas pasadas fue célebre por tener los rascacielos más altos del mundo.
──Da la vuelta.── Él le ordenó al conductor sin vacilar.
──Señor Jung, está previsto que el avión privado salga lo más pronto posible para estar en Corea a temprana hora.
──Te he dicho que des la vuelta. ── La persona suspiró con frustración ante la orden, su característico tono autoritario era imposible de ignorar.
──Como Usted diga.
El empleado siguió sus órdenes sin más oposición, después de todo retrasar un vuelo privado una o dos horas más no afectaría en nada y si lo hacía parecía no ser una cuestión importante para su jefe. El vehículo mantuvo la misma trayectoria durante unos minutos más, dando vuelta en “U” sobre el primer retorno que localizó tomando un nuevo rumbo.
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El automóvil negro se detuvo, de inmediato el conductor abrió la puerta del lado izquierdo para él, la suela de sus zapatos tocaron el pavimento haciendo un ruido sordo.
El amplio y llano espacio que se extendía a su alrededor era abierto permitiendo al viento circular libremente tocando su rostro. Cruzó la barrera natural formada por dos enormes robles, dejando atrás el frondoso follaje que limitaban su visión completa sobre el terreno, continuo su camino por el estrecho lindero hasta divisar lo que esperaba.
Los blancos obeliscos de mármol se apilaban en enormes hileras sobre el pasto verde de la pequeña pradera, flanqueadas por hermosas figuras celestiales que por siempre mantendrían en su rostro gestos apacibles mientras sus manos se juntaban en signo de plegaria irguiéndose orgullosas guardando su posición en símbolo de protección al descanso eterno de quienes reposaban ahí.
La imagen superficial le daba paz y serenidad a cualquier extraño pero era tan engañosa que ocultaba a los ojos de sus visitantes lo que realmente vivía en sus entrañas.
Muerte y desolación se escondían en el interior de esos pulcros y blancos mausoleos.
Se mantuvo caminando hasta encontrar la inscripción que buscaba, se detuvo con rostro sereno, inflexible, observándola por incontables segundos. Su cuerpo se arqueó para poder retirar de la enorme y gruesa placa de mármol que se había erigido hace casi un año atrás los restos de lo que alguna vez fue un hermoso arreglo floral, antes de irse seguramente esa persona había estado aquí, lo sabía porque nadie más aparte de ellos dos visitaba esa tumba. Coloco el ramo de hermosas rosas blancas sobre la placa sustituyendo las viejas.
Siendo extranjero en esa tierra, fiel a sus costumbres orientales flexiono sus rodillas frente a la placa de mármol, para estar más cerca de él, la figura del ángel que protegía la tumba ahora lo observaba desde arriba. Sus labios se movieron comenzado su plegaria interna.
Era difícil pero no imposible contener las lágrimas que deseaban deslizar de sus ojos rasgados. El jamás lloraba, ni siquiera la primera vez que estuvo ahí lo hizo.
──Volveré pronto. ── Le susurró a nadie en particular, sólo el viento se llevó con el su promesa.
Se levantó de su posición sobre la tierra, emprendió su camino de vuelta al vehículo que lo esperaba. Camino sin voltear una sola vez, levantado el polvo a su paso, dejando atrás los mausoleos.
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Octubre, 2009
Como la costumbre marcaba Seung Hyun permaneció a las puertas del salón del hotel recibiendo a sus invitados, vestido con un elegante esmoquin negro y una enorme sonrisa curvando sus labios, un gesto extraño para su rostro habitualmente serio.
La plática aislada de los padres de su futuro esposo lo alertó. Minutos atrás había visto a la organizadora del evento salir nerviosamente dejando a una subordinada a cargo de la recepción, esos misteriosos y discretos eventos enviaban una sensación incomoda a su mente, decidió dejar de lado todo eso, para él este era un día brillante y nada lo opacaría.
Sin embargo poco después una simple llamada telefónica borro todo rastro de felicidad de su rostro, sin pensarlo por más de segundo corrió hacia su coche abandonando a los invitados.
La distancia era grande pero jamás un viaje le pareció tan eterno.
Aparco el vehículo en el primer espacio disponible que encontró en el estacionamiento, bajó de inmediato no se tomó la molestia de revisar si había acomodado correctamente el coche, si se trataba de un espacio para minusválido, tampoco no importaba.
Necesitaba verlo con sus propios ojos.
Cruzó bajo el enorme letrero ‘Seoul Incheon International Airport’ que adornaba la fachada de la construcción, inmediatamente busco uno de los tantos accesos de la monumental estructura de acero.
Atravesó corriendo desesperadamente buscando a una determinada persona en cada terminal del aeropuerto, sin importar con quien tropezara, las miradas contrariadas, curiosas y burlonas de quienes lo veían correr vestido con el elegante esmoquin de boda tampoco lo detenían.
── ¡JaeJoong!
Gritó furioso al reconocer a la persona que debería ocupar el lugar a su lado. Lo vio acercarse más al hombre a junto a él, susurrarle algo que no llegó hasta sus oídos por la distancia entre ellos, no vio la expresión de sus ojos cubiertos por las oscuras gafas. El hombre alto de piel color ámbar tensó la mandíbula y luego asintió.
JaeJoong avanzó hacia donde estaba, un poco perturbado por el espectáculo que podrían dar a la gente que los rodeaba.
──Jaejoong-ah ¿Qué estás haciendo?
──SeungHyun no vienes a rogarme que me quede ¿Verdad── Él le respondió evadiendo completamente su pregunta, sin siquiera confirmarle lo obvio.
──Jaejoong-ah. ── Sus palabras salieron como un susurro. ── No te vayas, por favor, no me puedes dejar así, te lo ruego. ── Suplicó desesperadamente, estaba a punto de perder lo que más amaba de una manera tan insospechada.
──No digas más, confió en que tu orgullo evitará que continúes haciendo una escena
Sin un minúsculo signo de arrepentimiento a lo que estaba a punto de hacer le advirtió, no supo cómo debía responder a esa actitud altanera.
──JaeJoong-ah ¿Porqué…?
──Mi avión está a punto de salir, no puedo perder más tiempo contigo.── Interrumpió su pregunta fríamente y en sus intenciones no estaba dar una explicación.
Asimilando sus últimas palabras, Seung Hyun apretó su puño y endureció su gesto, muy en su interior se escondían enormes ganas de llorar, de dolor, coraje, frustración, de suplicar que se quedara, pero JaeJoong tenía razón, su orgullo era mayor.
──Hyung, Yunho sunbae ¿Por qué hacen esto? ¿Wae?... ¡¿Wae?!── Dispuesto a dar la vuelta escuchó un grito que llamo su atención y la de quienes estaban a su alrededor.
Volteó para encontrar HyunChul, el hermano pequeño de su fugitivo novio, con un gesto indescifrable en el rostro mientras las lágrimas amenazaban por escapar de sus ojos. JaeJoong ahora parecía tener un gesto un tanto más culpable pero aun así era evidente que no estaba dispuesto a cambiar de parecer, ni él ni YunHo.
Sin brindarles alguna palabra más o una nueva mirada JaeJoong comenzó a caminar con determinación al lado de Jung Yunho hacia el andén de abordaje tomando el avión que lo llevaría lejos de ahí.
Seung Hyun despertó sobresaltado, trató de regular su respiración agitada. No era una pesadilla pero parecía una. Una advertencia de que algo malo estaba por pasar ó su propio subconsciente le jugaba una broma cruel y se burlaba de él recordándole esa desagradable experiencia.
Con JaeJoong viviendo con él la monotonía de su vida giro acoplándose a una diferente, cada día se levantaba para seguir su nueva rutina con esa persona controlando los detalles más insignificantes de su existencia.
El aroma del café lo acompaño hasta el comedor, como siempre el desayuno debidamente servido ya lo esperaba sobre la mesa, al verlo aparecer la persona que se encontraba en la cocina camino hasta donde estaba, ocupó el lugar frente a él acompañándolo a tomar sus alimentos. Lo observó comer en silencio, con el paso del tiempo podía ver sus pómulos aumentar ligeramente de volumen, poniendo en evidencia el poco peso que ganaba, el color cereza en sus labios volvía lentamente, sus ojos retomaban el brillo que en otra hora tuvieran y si, no pudo evitar que sus sentimientos enterrados emergieran desde lo más profundo de su corazón, sintiendo la necesidad de estrecharlo para borrar su melancolía cada vez que lo encontraba con la mirada perdida en el vacío mientras sus ojos añoraban alguna lejana memoria.
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Esa mañana en especial era agitada, en cada pasillo del edificio se escuchaban los cuchicheos del personal acerca de la prometedora expansión internacional de la empresa en que trabajaban. Las negociaciones con el Grupo Global habían culminado días atrás de manera satisfactoria en un acuerdo que los favorecía.
Los empleados que laboraban incluyendo los propios ejecutivos se mantenían expectantes y ansiosos esperaban la llegada de quien personalmente pondría en marcha y supervisaría el ambicioso proyecto de financiación. La fama que arrastraba con él lo dejaba como un individuo capaz de erigir o destruir un imperio financiero según se lo propusiera y aunque no contaba con la sangre de la familia que lideraba el Grupo, los rumores lo apuntaba como el próximo Director General de esa Empresa Global.
En algún momento su asistente apareció en la puerta de su oficina para indicarle que era el momento de dirigirse al aeropuerto para recibir personalmente al esperado personaje. Se le informó que había salido un par de horas más tarde, retrasando la hora ya establecida de su llegada. Debido a la espera en el rostro de los empleados comenzaba a formarse el gesto de fastidio pero guardaban su posición.
El avión privado color marfil aterrizó sobre la pista, los motores se detuvieron, la puerta cerrada a presión se abrió, las escaleras se deslizaron conectando el transporte aéreo a tierra, la señal para que la escolta de empleados detrás de él avanzara siguiendo sus pasos. Por inercia sus ojos se alzaron y miraron con interés a la figura alta aparecer y bajar peldaño a peldaño lentamente, haciendo resonar con sus pesados pasos el metal por el que pisaba aumentando el momento expectante ante los ojos de los presentes.
El hombre alto, delgado, masculino se detuvo frente a él, ceñía a su cuerpo un chaquetón cruzado, de piel color negro que lo cubriría del frio invernal de su país natal, un delgado suéter de cuello alto, pantalón recto del mismo color, sus ojos agudos eran cubiertos por unas gafas negras de montura gruesa, un look un tanto casual pero perfecto para su largo viaje.
Con diplomacia tuvo que reprimir la sonrisa burlesca que amenazaba con escaparse de sus labios. No fue necesaria una presentación, después de todo eran viejos conocidos.
──Bienvenido director, por favor cuide de nosotros.
Vio de nuevo después de casi dos años su gesto soberbio, arrogante, él jamás cambiaria. Con excesiva calma se deshizo de las gafas que usaba mostrando sus ojos marrones que brillaban con orgullo, el despectivo pliegue de sus labios se convirtió en una sonrisa socarrona llena de desdén.
Apretó su puño con fuerza mientras inclinaba su torso en una reverencia, sintiéndose subyugado ante la imperiosa autoridad de esa persona y su mente se preguntó ¿Por qué de nuevo él?
Incluso si se encontraba un tanto turbado por quien se encontraba de frente, su mayor temor era el efecto que tendría en JaeJoong volver a ver a este hombre.
Dejando de lado sus justificados prejuicios levantó su diestra con incertidumbre para estrechar la mano de Jung YunHo, disfrutando de la plena ironía hiriente del momento.
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