Because love is weird like that.

Oct 25, 2005 22:53

Zaheda Rahman
Español
Sr. Lazo
25 de octubre de 2005

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Ellos están teniendo el tiempo de su vidas.
El niño, con ojos azules, y pelo que asemeja el brillo del sol. Él tiene una risa que suena más armoniosos que un estribillo de ángeles. Su ojos, esos ojos azules, los tienen la inocencia de un niño, pero tienen la sabiduría que solamente niños tienen. La sabiduría del pecado, la sabiduría de que puede hacer sin encontrar en apuro.
El otro niño, con piel bronceada, y pelo que asemeja la profundidad del océano sin fin. Él tiene los manos que puede santifique el cuerpo humano, eran tan puros. En esos manos, pueden erigir ciudades, pueden sostener el más frágil de flores.
Ellos tienen siete años. Tienen un conocimiento del mundo que solamente ellos comprenden. Juegan con la simplicidad de juventud, pero piensen con la complejidad de edad adulta. Ellos no saben que la juventud termina. Que no pueden ser junto para la eternidad.
Juegan, ellos juegan, porque no tienen limites a sus juegos. Él, con ojos azules cae, pero no siente la tierra. Él siente manos fuertes, entonces él sienta la tierra. El otro niño, no pudo sostener al peso de sus cuerpos y se cae con su amigo en su manos.
Ríen, ellos ríen porque no tienen limites en su relación.
Y entonces, ellos desaparecieron, él con ojos azules, y él con piel bronceada. ¿Por que? Ellos solamente tenían diez años. No, no querían jugar más. La risa, la risa que comenzó cantar de las aves, nadie pueden oír. El niño, con pelo que asemeja el brillo del sol, él no fue más un niño, él deseó jugar con las muchachas. Él deseó jugar con más viejos muchachos. No con alguien que lo cogería si él se cayera, pero con alguien que lo enseñaría a empujar otros. Y él con las manos fuertes, él quiso permanecer un niño, deseó una vida que siempre tiene juegas. Quería amigos que le dieron calor y seguridad.
Ellos se separaron. Pasó treinta años. El pelo no asemeja el brillo del sol, pero la matidez de un campo de maíz. Los manos siguen siendo fuertes, son las manos que construyeron las maravillas del mundo, pero los muchachos siguen recordar cuando las manos permitieron que se cayeran.

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