Fandom: The Hunger Games
Título: La soledad del campeón
Personajes: Haymitch/Katniss
Advertencias: basado solo en el primer libro.
Notas: Recién empecé a leer la saga, solo tengo el primer libro y no sé que pasa luego. ¡SI ALGUIEN ME DICE CUALQUIER COSA DEL SEGUNDO O TERCER LIBRO ME LAS PAGARÁ! Así que por favor, NO SPOILERS. No debí escribir sin saber qué pasa, pero no pude contenerme. Gracias a
ocsarah por echarle un vistazo.
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Debiste suponer que no se iría sólo porque no le respondieras. Adivinar que estás borracho perdido en el piso de arriba tampoco es tan difícil, no sueles hacer otra cosa.
Te mira con cara de pocos amigos. La acusación directa que lees en su rostro te da más sed todavía. ¿Dónde has dejado la siguiente botella? La que tienes a mano está vacía.
-En un momento, preciosa - contestas sin poner atención a lo que dice. - Primero necesito un trago.
Te das cuenta que no debiste decir eso cuando te empuja. Retrocedes y chocas con tus propios pies, otro empujón más y Katniss ha vencido tu precario equilibrio. Caes en la cama de espaldas, y la risa tonta inspirada por el alcohol se escapa de tus labios.
Apenas oyes las palabras que salen de sus labios. ¿Por qué está tan enojada? Hace un par de días que no la ves. ¿O será ya una semana? Te esfuerzas por levantarte. Con otro trago seguro que podrás centrarte y enterarte de qué quiere la fierecilla salvaje que se te ha colado en la casa.
-… ¡¿Es que no te das cuenta?! - El reproche y la furia vibran en su voz mientras se acerca a ti. - ¡De no ser por ti ni siquiera estaría viva!
Sientes como si hubieran soltado un saco de arena en tu estómago, y pierdes de nuevo el equilibrio sin siquiera moverte. No, Katniss no.
Si lo hiciste, si te empeñaste en sacarla viva, fue porque pensaste que si alguien podría resistir lo que venía después, sería ella. Desde que viste el arrojo con el que se ofreció voluntaria, sabes que tiene algo que ninguno de los otros ha tenido. Ni siquiera tú mismo, aunque alguna vez tuviste algo parecido.
-¿Ya te vas dando cuenta de que sobrevivir tampoco es una maravilla? - la pregunta sale de tus labios con tono hiriente, aunque no sabes si pretendes lastimarla a ella, o a ti mismo. Al menos en tu dirección funciona. Te levantas tambaleante y pones una mano en su hombro. - Bienvenida a la gloria del campeón. Creo que brindaré por ello…
Antes de que des un paso, te golpea de nuevo, y en esta ocasión cae contigo. Sientes como te aprisiona, sentándose a horcajadas sobre ti, mientras te golpea en el pecho. Un puñetazo tras otro. Te alegras de que no haya tenido que enfrentarse cuerpo a cuerpo con ninguno de los otros tributos, no llega a lastimarte con sus golpes. Sabes que podrías tumbarla, incluso en este estado. Pero no es eso lo que te detiene. Tampoco la firmeza con la que sus muslos te sostienen.
Es su mirada. Esa expresión fogosa cargada de odio y reproches. Al diablo Cinna y sus trajes. Esta es Katniss, la chica en llamas. Te quema con su intensidad, te abrasa con las palabras que recién ahora empiezas a entender.
Tiene miedo. Se siente vigilada. Se siente perdida. Ha esperado que estés ahí para ayudarla, para guiarla, como hiciste en el estadio. Cuenta contigo, o al menos, contaba. Le has fallado.
-¡Dijiste que estarías lo suficientemente sobrio para ayudarnos!
Te quedas viéndola fijamente, pero no haces nada, como si te diera igual todo.
-Eso fue durante los Juegos del Hambre.
-¡Los Juegos del Hambre nunca terminan! - las palabras han salido rabiosas de su boca, y apoya ambas manos contra tus hombros, como si estuvieras intentando levantarte. - Tú lo sabes.
-Pero tú no estás sola - le recuerdas.
Es entonces que se derrumba. No, no se desploma sobre ti llorando, eso podrías esperarlo de otras, no de Katniss. Ella desvía la mirada, aunque sus dedos siguen clavándose en tus hombros.
-No sé si Peeta lo entiende.
Tienes que admitir que no fue el plan original. Si Peeta está vivo, es porque ella lo salvó. Tú sabías que ella tenía oportunidad no sólo por lo que viste en ella en la cosecha. Contaba con algo que ningún otro tributo había tenido: otro dispuesto a luchar por ella, en lugar de por sí mismo. Un tributo que serviría como un elemento en su favor, en lugar de un enemigo.
Podrías botarla. Sólo tienes que girarte, desequilibrarla, y salir de allí a buscar la botella que, según crees recordar, dejaste en el pasillo. Pero no lo haces. La miras, esperando no sabes bien qué. La ves apretar la mandíbula con fuerza, sabes que se está haciendo daño.
No, no vas a ir por ese trago, todavía. Pones una mano en su espalda, y ella parece sobresaltarse tan solo un momento. Luego, para tu sorpresa, cede a tu suave presión. No afloja los dedos en tus hombros, pero se inclina sobre ti hasta que logras que se recueste en tu pecho. La sientes respirar agitada, aunque sabes que no llorará. No dormiste por días viéndola en ese estadio, has aprendido a leerla.
Acaricias su espalda con círculos suaves, y por un rato ella cesa en sus reproches, y tú no intentas levantarte. Cuando te das cuenta la circulación puede pasar libre a tus brazos otra vez, pero no quieres moverte.
-Puedes con todos ellos - le susurras al rato. - Ya lo probaste.
Ella niega contra tu pecho, pero no se levanta para verte a los ojos.
-No, no sola.
Sonríes. Una sonrisa de verdad, sin sarcasmo ni cinismo. Casi te alegras que desde esa posición no pueda verte.
-De acuerdo preciosa. - Resoplas, vas a arrepentirte de esto. O quizá no. -Me mantendré lo suficientemente sobrio hasta que te hartes de mí y me dejes en paz. ¿Te sirve?
Eso que ha soltado es una risita, aunque trate de disimularla con un bufido, lo sabes. Asiente y va a incorporarse, pero tu mano en su espalda no se mueve, y ella se detiene. Sin mediar palabra, se acomoda y apoya la cabeza en tu hombro. Su ataque de furia la ha dejado agotada, y tú tampoco quieres levantarte ya.
Si vas a hacerlo, necesitarás un poco de ayuda, aunque no se lo digas. Te preguntas si lo entiende, como hasta ahora te ha entendido en todo. Los Juegos del Hambre nunca terminan, y tú los has jugado solo.
Hasta ahora.