Fandom: Twilight
Título: Cueva
Comunidad:
musasenelclaro Pairing: Carlisle/Leah
Notas mías: es lo primero que escribo de ellos que no es sobre sentimientos y reflexion. Tiene más de acción, pero no sé que tal ha quedado eso.
-¡Esto es surealista!
-Diría más bien que es un inconveniente.
-¡¿Usted cree?!
-¡Agáchese!
Leah lo había hecho antes de oír la orden, y escuchó el duro golpe sobre ella. Levantó la vista para ver a los dos vampiros chocar en el aire y atacarse. Nunca había pensado que el doctor pudiera pelear así. Pero estaba en desventaja.
Al menos así llamaría a tener un brazo menos, y en su lugar contar con un muñón que parecía tener vida propia y desviaba su fuerza en devolverse, para unirse al trozo que había sido arrancado salvajemente de él. La chica entrecerró los ojos y se transformó. Lanzó un rugido y se metió en la pelea. No había forma de que Carlisle la hubiera ganado solo. El sonido del cuerpo de su atacante rompiéndose no tardó en ensordecerla.
Se transformó de inmediato y sacó unos fósforos del pantalón de su acompañante, prendiéndole fuego a los trozos de cuerpo de inmediato.
-¿Qué pasa? - dijo al advertir que Carlisle se había volteado - ¡Vamos, vienen más detrás!
El vampiro se quitó la gabardina que llevaba y se la pasó. Leah la tomó y rió, empezando a correr mientras se la ponía.
-¡Están a punto de matarnos y le preocupa que estoy desnuda! Es un doctor ¿no? Estoy segura de que ha visto muchas mujeres desnudas en tu vida. Ser tan caballero puede matarnos.
Carlisle la alcanzó de inmediato, aunque evitó mirarla directamente.
-No soy precisamente un caballero con una damisela en peligro, pero no hay que perder las buenas costumbres.
-Un vampiro lisiado preocupado por las buenas costumbres. - el tono irónico de la chica no se vio afectado por la velocidad a la que corría - Debería preocuparle recuperar su brazo, eso se pone cada vez peor.
Carlisle miró el hombro donde había sido cercenada su extremidad. En cuanto más se alejaban más difícil le era avanzar. Todo su cuerpo peleaba por regresar por el miembro que había dejado perdido.
-Ellos guardan los miembros como trofeos. Hay posibilidades de recuperarlo cuando nos encuentren los otros.
-Necesitamos ese brazo. - difirió Leah mirando hacia atrás - No puede pelear en condiciones, tampoco creo que pueda huir mucho más… Y nos superan en número.
-¿Y qué planea Leah, devolverse a buscarlo? - preguntó Carlisle con impaciencia, haciendo un esfuerzo extra para avanzar sin voltearse.
Leah rodó los ojos y lo tomó del brazo, arrastrándolo con ella.
-Tal vez. Necesitamos parar en algún lugar seguro y trazar un plan.
-Estamos solos Leah. Nos están buscando, mi brazo les servirá de brújula, hace lo imposible para reunirse conmigo de nuevo.
-No voy a correr sin dirección esperando que otros nos salven o a que nuestros enemigos nos alcancen. Los nuestros están lejos, no puedo leer la mente de nadie de la manada cuando me transformo.
-Creí que los lobos confiaban en atacar en manada.
-Sí, cuando hay una - masculló Leah - Por ahora tengo que conformarme con usted.
Carlisle sonrió y se detuvo. Se apretó el muñón en el hombro con la otra mano y levantó la mirada.
-¿Qué tan alto puede brincar?
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No sabía cuantos metros por encima del bosque estaban. Había tenido que agarrarse al cuello del vampiro con los brazos y sujetarse de la cintura con las piernas, mientras él brincaba y con su único brazo se agarraba de la pared y se impulsaba para elevarse cada vez más. Había notado lo torturante que era, y cómo su cuerpo insistía en devolverse. Tenía una gran fuerza de voluntad. De esa forma habían llegado hasta una entrada en la roca, que formaba una pequeña y acogedora cueva.
-¿Sabía que estaba aquí? - preguntó Leah mientras veía la distancia recorrida desde el borde de la entrada.
-No, pero sé que este terreno está llena de ellas. No podrán seguir el olor hasta acá, y creo que el brazo se confundirá un tiempo - aseguró él sentándose en el suelo.
Leah se giró para verlo y sonrió un poco. No sabía cómo se las ingeniaba para verse tan sereno a pesar de lo que sucedía. Ella nunca podría tener tanta tranquilidad. Suponía que por eso la habían puesto a trabajar con él.
La alianza entre los Cullen y la manada era un hecho que no había variado desde la imprimación de Jacob con la hija de Bella y Edward. Pero esta vez era diferente. El clan que los atacaba ahora estaba precisamente en contra de las alianzas entre vampiros y lobos… ambos eran su punto de mira.
Se habían tenido que dividir. Habían puesto un punto de encuentro y hacia allí se dirigían cuando los habían atacado.
-¿Qué tan lejos cree que estén? - preguntó ella mirando el bosque que se extendía hacia ambos lados de la cueva.
-Leah, no haga locuras. No creo que a Jacob le guste la idea de que su beta se lance sola contra un grupo de vampiros.
-No tomo mis decisiones pensando en qué le gustaría a Jacob. - contestó ella entrando a la cueva - Por eso soy su beta, y por eso me mandó con usted. O eso creo.
Carlisle la miró con interés. Trató de ignorar los tirones que le daba el hombro para poner atención. Desde que se habían dividido se preguntaba porqué Leah.
-¿Por qué?
-Porque es uno de los líderes, y Jacob quería alguien de confianza tomando decisiones con usted. No lo dijo así pero… ya sabe. - Leah se señaló la cabeza y Carlisle comprendió. Lo había leído en su mente, claro.
-Ellos sabían nuestra ruta. Si no llegamos al lugar de encuentro vendrán a buscarnos.
Leah se había sentado en el suelo y se había quitado la gabardina, lo que hizo al doctor desviar la mirada. Ella sonrió de medio lado mientras empezaba a rasgar la tela del ruedo.
-Tal vez para entonces nuestros enemigos nos hayan encontrado. O peor, se hayan ido llevándose su trofeo y dejándolo lisiado permanentemente.
-Es muy pesimista… Hay más tiempo que vida, Leah.
Ella arqueó las cejas.
-Claro, si sigues vivo. - se escuchó un fuerte chasquido, y Carlisle escuchó el sonido de la tela rozando la piel de la chica. Cerró los ojos tratando de no formar ninguna imagen visual de la cual pudiera arrepentirse - Listo caballero delicado, ya puede ver.
Definitivamente no era un vestido de diseñador. Realmente no parecía más de lo que eran: dos trozos de tela amarrados en los lugares precisos de su anatomía. Sin embargo, se veía bien. La chica era menuda, pero guapa. Aunque aquello no era una revelación, siempre lo había sabido.
Ella notó que le gustaba lo que veía y sonrió un poco. Tenía que admitir que al verse obligada a viajar con un vampiro, le agradaba que fuera con Carlisle. No soporta la suavidad de Esme, la presunción de Rosalie, las quejas de Alice por no poder ver el futuro, la desfachatez de Emmett, el aspecto torturado de Jasper y mucho menos, a Edward Cullen y todo lo que implicaba.
Carlisle era calmado, respetuoso y serio, pero siempre tenía una conversación interesante y se podía contar con él para luchar. Casi podía decir que confiaba en él. Y además, tenía eso que no había logrado definir. Esa manera de mirarla como si quisiera decirle cosas que no se atrevía, esa lucha constante por no pensar las cosas que pensaba… A veces deseaba poder leer su mente, pero en el fondo creía que lo mejor era no saberlo.
-¿Dónde están?
-Leah - él la miró con seriedad - No puedo volver ahí. No puedo pelear, mi cuerpo se revela, sólo quiere unirse al brazo.
-Claro que no puede volver, pienso ir sola. - replicó con seguridad la quileute - Necesita ese brazo, y precisamente él le está diciendo dónde está. Dígame
-Leah, por favor… - el tono de súplica se estrelló contra la mirada obstinada de Leah Clearwater.
No había manera de pelear con su ímpetu. Tenía toda la fuerza y la vigorosidad de la juventud que él había dejado muchos siglos atrás, a pesar de que su aspecto no lo revelara.
-No creí verla alguna vez tan preocupada por un vampiro - dijo finalmente con una sonrisa cansada.
-Yo tampoco. - masculló ella desviando la mirada hacia la entrada de luz de la cueva - Entonces… ¿su brazo?
-Se están desplazando por el bosque, ladera arriba, aunque están todavía muy abajo. No necesitan agua ni protección contra la naturaleza, así que avanzan por los lugares más cerrados e inhóspitos probablemente.
Leah asintió. Respetaba realmente los conocimientos del líder de los Cullen sobre toda su raza.
-Lo traeré.
Carlisle negó.
-No lo haga. Puedo seguir sin mi brazo. Prefiero eso a volver sin ti. - ella lo miró arqueando las cejas y él añadió ignorando el hecho de que le había hablado de tú por primera vez - Creo que Jacob no estaría muy feliz conmigo.
La chica sonrió un poco.
-No me pasará nada.
-Piense un poco. - le increpó él - No podrá si quiera acercarse, la reconocerán por el olor.
Leah se miró a si misma y aspiró.
-Pasé un rato con su gabardina puesta. Apesto a chupasangre.
-No lo suficiente - dijo él con convencimiento.
Leah rodó los ojos y lo abrazó, para sorpresa de Carlisle, quien se quedó rígido y sin habla. Ella presionó sus brazos a su alrededor, chocando su pecho con el de él. Tras unos segundos se apartó.
-Listo, ahora apesto. Cierra los ojos doc - se levantó y le tiró lo que quedaba de la gabardina, una especie de chaqueta con el ruedo deshilachado y roto, antes de desatarse las tiras de tela que había arrancado - Iré como loba, de otra forma no podría bajar la ladera. Me transformaré para acercarme aun con este olor… y sabré cuando atacar como loba de nuevo. Confíe en mí. Y quédese aquí si no quiere que yo le arranque el otro brazo.
Sin darle tiempo de reaccionar se transformó y brincó fuera. Carlisle se acercó al borde.
No estaba acostumbrado a que otros decidieran. Tampoco a recibir órdenes.
Mucho menos al dolor que intentaba hacerlo salir de allí para ir por esa parte suya que ahora le hacía tanta falta.
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La impaciencia lo estaba devorando. Hacía más de media hora que Leah se había marchado, y no sabía nada de ella. Se había tendido en el suelo, agarrándose de la roca para obligarse a no salir de allí, a pesar de que todo su cuerpo luchaba por ello. Sentía fuertes tirones, que iban aumentando en intensidad. Eso sólo podía significar una cosa: su brazo estaba más cerca.
Se sobresaltó al escuchar un aullido, y se incorporó trastabillando para acercarse al borde de la cueva. Vio acercarse a una loba corriendo, quien entró como un bólido en la cueva y pudo detenerse sólo hasta llegar al fondo de la misma, lanzando un aullido lastimero.
Carlisle corrió a su lado. Por primera vez desde que su miembro había sido cercenado su cuerpo y él deseaban ir en la misma dirección.
La loba tenía una de las patas traseras heridas, y sostenía un brazo entre las mandíbulas. Carlisle le acarició el lomo, estaba acostada en el suelo de medio lado. Ella gruñó y él tomó el brazo con la mano que le quedaba. Entonces Leah retomó su forma de humana con un quejido. Su pierna sangraba y tenía un ángulo extraño. Carlisle la miró preocupado.
-No ponga esa cara, doc - dijo la chica contrayendo la cara de dolor al incorporarse apoyándose en los codos - Sanará en unos minutos.
-Debemos asegurarnos de que sane en la posición correcta - dijo él con suavidad. Se colocó el brazo en el hombro, y Leah pudo ver que se unía como si nunca hubiera sido arrancado de manera salvaje. Todavía le sorprendía ver las leyendas cumplirse.
-Con que sane y pueda correr será suficiente. - rebatió ella - No tenemos mucho tiempo, en cuanto se reagrupen tratarán de seguir mi rastro hasta acá.
Carlisle por primera vez en el día no pareció intimidado por la desnudez de la chica, y para sorpresa de esta tomó con su mano recién recuperada su muslo y con otra su rodilla. El tacto era frío, pero delicado.
-Sanará bien, Leah. Esto puede doler un poco, pero será un momento. Cierre los ojos.
Ella arqueó las cejas.
-Oh no, quiero ver lo que hace.
Carlisle sonrió de medio lado mientras terminaba de revisar la pierna y decidía el mejor ángulo para acomodarla. Leah se dijo que habría podido disfrutar de las caricias si no le doliera la pierna tanto.
-¿No confía en mí?
Leah lo miró a los ojos.
-¿Usted que cree?
Por toda respuesta escuchó el “crack” de su pierna al montarse. Lanzó un chillido y se dejó caer hacia atrás, pero Carlisle la atajó a tiempo para que no golpeara la cabeza.
-Lo siento. - dijo él en voz baja - Ahora sanará bien.
-No hay problema - respondió ella aliviada. El dolor estaba disminuyendo - Veo que el brazo funciona perfectamente.
Carlisle se dio cuenta entonces de que la sostenía fuerte, y se retiró con suavidad.
-Sí, estaba ileso. No sé cómo se lo agradeceré.
Leah lo miró de arriba abajo un momento y sonrió.
-Ya pensaremos en algo. De momento, me conformo con recuperar la gabardina. A menos que se haya acostumbrado ya a la vista, doctor.
Si Carlisle hubiera podido sonrojarse, lo habría hecho. Se volteó y buscó la gabardina por la cueva para luego pasársela, junto a las tiras de tela que ella había cortado antes de irse y terminaban de formar su vestuario. Leah rió ante su congoja mientras se vestía con ellas.
-Me pregunto si debería sentirme ofendida de que no hubiera notado ahora que estaba desnuda.
-No es que no lo hubiera notado.
-Oh, eso es más interesante. - la malicia en la voz de la chica era clara. Se levantó y comprobó que el rápido proceso de curación se había completado - Me pregunto que pensaría su delicada esposa de todo esto, doctor.
-¿Todo qué Leah? - preguntó Carlisle volviéndose a verla con suspicacia.
-Usted, yo… una cueva aislada y poca ropa.
Carlisle rió, aunque la quileute notó que estaba incómodo y sólo lo disimulaba.
-Le faltó agregar lo del vampiro manco y la loba herida.
-Suena como todo una historia para contar frente a una fogata.
Leah se acercó al borde de la cueva y se asomó.
-Creo que deberíamos irnos. No sé cuánto tardarán en encontrar mi rastro. Los hice dispersarse dejando rastros en muchas direcciones y luego ataqué al que llevaba el brazo, pero sus pedazos ya deben haberse unido.
-Lo mejor será no dejar rastro de vuelta entonces. - Carlisle se acercó y puso una mano en la cintura de Leah, para sobresalto de la chica - Confíe en mi, Leah.
Contradictoriamente ella le miró con desconfianza.
-¿Qué planea?
-Lo más parecido que conozco a volar.
Ella arqueó las cejas.
-Nada puede ser peor que la forma poco elegante en que subimos hasta aquí.
-Al menos esta vez tengo dos brazos.
Leah sonrió.
Minutos después, abrazada a su cuello mientras él la alzaba por las rodillas, lo sintió correr desde el fondo de la cueva y brincar hacia el vacío. Su grito fue ahogado contra el pecho del vampiro, quien cayó firmemente a una considerable distancia de la cueva que había sido su refugio.
De ahí en adelante, todo era correr.
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Fueron los últimos en llegar al punto de encuentro. Los otros estaban visiblemente preocupados. Jacob y Edward discutían sobre la mejor manera de ir a buscarlos, mientras Esme se mantenía aparte con Rosalie y Bella. Mientras, Nessie y Seth hablaban con el resto de la manada, y Jasper y Emmett revisaban que todo estuviera listo para partir, en la dirección que fuera necesaria.
Esme fue la primera en verlos llegar. Corrían juntos, e intercambiaron una mirada de triunfo al encontrar a los suyos. La mujer vampiro corrió a los brazos de su marido, quien la recibió con un tierno abrazo. Leah le miró un momento, sonrió con complicidad y luego se dejó abrazar por su hermano un momento antes de quitárselo de encima y acercarse a golpear a Jacob en la cabeza por no haber ido a buscarlos todavía.
Inevitablemente se dividieron en los dos grupos que siempre habían sido. Los quileutes atosigaban a Leah de preguntas sobre su extraña vestimenta de gabardina deshilachada y tela amarrada en su pecho y su cadera, mientras los vampiros querían saber la razón del atraso de su líder.
Leah y Carlisle se miraron mientras se encontraban rodeados de los suyos y daban medias explicaciones de lo sucedido. Ambos sabían que sólo ellos dos sabrían lo sucedido. Poder leer sus mentes no significaba lo mismo que haber estado allí.
Nadie hizo muchas más preguntas que las iniciales. Estaban en guerra y debían huir y prepararse para un nuevo ataque. Leah notó que Esme miraba fijamente la gabardina que aún llevaba puesta, y que lanzaba disimuladas miradas hacia su marido. Qué pasaba por su cabeza no lo sabía, pero decidió ignorarla, como hacía con todos los fríos cuando podía.
Bueno, con casi todos.