Se llamaba Paloma (1/?)

Sep 13, 2010 19:05

Fandom: NCIS
Título: Se llamaba Paloma
Personajes: Paloma, Alejandro Rivera, Pedro Hernández, OC de la familia Reynosa y demás.
Advertencias: spoilers 7x24 Rule Fifty One
Notas mías: locura personal que no sé cuánta gente se interesará en leer. No sé que musa extraña se apoderó de mí y me ha hecho escribir esta historia. Fic pre-7x24. Está in-progress, pero es una promesa que lo terminaré, al menos la primera parte está acabada. Tiene tres partes, esta es la primera entrega de la primera.



I

Las niñas comunes pasaban sus tardes jugando con muñecas y soñando a ser mamás. Paloma pasaba las tardes en la biblioteca con su madre, leyendo clásicos que su mente recién llegaba a entender. O bien la pasaba en el campo, cabalgando junto a su padre. Ocasionalmente practicaba tiro con él, o se sentaba en sus rodillas durante las reuniones del cartel.

Paloma no era una niña cualquiera.

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Alejandro era un niño corriente. Le gustaba pasar tiempo con los hijos de los vecinos, jugar fútbol por las tardes y dejarse consentir por su madre.

A Paloma le importaba poco lo que hiciera su hermano. A veces tenía la impresión de que a su padre le pasaba lo mismo. Recordaba el día que lo había llevado a la casa. Había llegado con un niño pequeño, tembloroso y llorón, y había declarado que viviría con ellas.

-Es mi hijo. - declaró - Por lo tanto, vivirá en mi casa.

Su madre había mirado al niño unos segundos y luego había dejado de prestarle atención. Pedro Hernández no sería un hombre fino, pero su esposa lo era, y sabía sacar provecho del dinero que ganaba su marido.

Poco le importaba lo que hiciera este.

Paloma siempre pensaba que de grande quería ser tan fuerte como su padre, pero tener la clase de su madre.

A partir de ese día Alejandro Rivera había vivido con ellas. No era un mal niño, pero no era fuerte como su padre, ni glamoroso como su madre, aunque esta última con el tiempo le fue tomando cariño.

Después de todo, solía recordarle su madre, eran hermanos.

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A veces Paloma se preguntaba si realmente Alejandro era su hermano. Eso había dicho su padre, pero a ella no la convencía. Los hermanos se parecían, y Alejandro era muy distinto a ella.

Un día caminaban los dos junto a su padre en la finca cuando un silbido llamó su atención. Una serpiente se movía en el suelo a unos metros de ellos.

Alejandro se agarró de los pantalones de su padre. Paloma corrió a agarrar la serpiente.

No derramó una lágrima cuando los colmillos se enterraron en su mano. Su hermano lloraba suficiente por los dos.

La sonrisa de orgullo de su padre, el gran Pedro Hernández, fue para ella.

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A Paloma no le gustaba jugar con las otras niñas. Eran aburridas. Tampoco le gustaba mucho jugar con los niños. Eran predecibles. Sin embargo los prefería: siempre fue capaz de persuadirlos a hacer lo que ella quería.

Sin embargo, el juego fácil la aburría.

Entonces se adentraba en la biblioteca. Esa pequeña habitación de su madre llena de libros que cubrían las paredes y se acumulaban sobre los muebles, llamándola la llamaban seductores. Acariciaba sus lomos, elegía uno nuevo y se sentaba en el sillón del rincón a leer.

Allí la encontraba su padre cuando volvía de sus viajes. Cada vez con un libro más grande que el anterior.

-¿Qué lee ahora mi princesa? - preguntó ese día.

-El Conde de Montecristo - respondió la niña después de besarle la mejilla y echarle los brazos al cuello.

Pedro la alzó, tomando su lugar en el sillón y sentándola en sus rodillas. Tomó el grueso libro en sus manos y lo miró con poco interés.

-¿De qué trata?

-¡De una venganza! - exclamó la niña con los ojos brillantes de emoción.

Pedro rió y tiró el libro a un lado.

-Para una venganza solo es necesario un balazo certero.

Paloma quería a su padre, pero no estaba de acuerdo. A pesar de tener su fuerza, había heredado también la naturaleza fina y artística de su madre.

Incluso entonces tenía la sensibilidad necesaria para apreciar la venganza como un arte.

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Cuando su padre estaba en casa, Paloma lo seguía por todo lado. Iba con él al pueblo, se quedaba jugando en la calle mientras entraba a algunas casas donde tenía negocios y luego iban juntos a comer a algún lado. Era cuando toda la atención de su padre era para ella, y era feliz.

A veces Alejando iba con ellos, y no era tan divertido. Sin embargo, disfrutaba haciéndole ver que ella era la favorita.

No había la menor duda de eso.

Una vez se lo dijo a su padre, y él rió con ganas:

-No es culpa de Alejandro que tú seas más fuerte que él. Pero nosotros, los fuertes, como tú y como yo, debemos cuidar a los débiles como tu madre y tu hermano. Después de todo, son familia.

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En ocasiones, su padre no volvía solo a casa. A veces socio venía con él. Cuando Paloma escuchaba la voz de Vicente Reynosa al llegar su padre a casa, se cruzaba de brazos y muy digna se iba a encerrar a la biblioteca. Odiaba esas visitas porque era cuando su padre le ponía menos atención.

Eventualmente Pedro iba a buscarla y se quedaba con ella un rato, pero eventualmente la figura alta y obesa del otro hombre aparecía en la puerta. Se apoyaba en el marco como si estuviera posando, con la barriga saltándole la faja y el sudor chorreando por la cara, daba igual si era verano o invierno.

-Hey, viejo Pedro… no tenemos tiempo para niñerías. Vamos, hay trabajo. Deja ir a tu padre, nena, sentado en una biblioteca no va a poder comprarte más muñecas.

Su padre se reía, le daba un beso en la cabeza y se marchaba.

No, a Paloma nunca le gustó Vicente Reynosa.

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Reynosa tenía muchos defectos, el principal de ellos, que acaparaba a su padre y no la dejaba disfrutar de su ya por demás ocasional presencia. Sin embargo, tenía otros dos defectos igual de molestos. Rafael y Francisco.

No solo la privaba de la presencia de su padre, sino que tenía que soportar a otros niños en casa, además de Alejandro. Eran insoportables, aunque su hermano sí que los disfrutaba.

Rafael al menos no era bruto, y en un par de ocasiones había hecho ver que conocía alguno de los libros que la encontraba leyendo. Era mayor que ella, alto, con unos ojos oscuros muy profundos y una media sonrisa difícil de interpretar. Francisco en cambio, era todo lo contrario. Bajito, gordo como su padre y sin gracia. Le gustaba jugar de matón, pero a Paloma no la engañaba.

-Cuando sea grande, mi padre me dejará su negocio. - decía Francisco con petulancia - Llevaré sombrero y pistola, y la gente me tendrá miedo.

Alejandro siempre lo escuchaba y sonreía. Era una gran audiencia. Paloma y Rafael intercambiaban una mirada burlona, ambos sabían que el elegido para ser el sucesor sería otro.

-Yo tendré una casa grande, muchos carros y muchos caballos. - declaraba Alejandro con entusiasmo - Y una esposa guapa que cocine muy rico.

Las declaraciones del niño solían causar las risas de los otros. Sin embargo, nunca variaban.

-¿Y tú, Paloma? - preguntaba Rafael mirándola con interés - ¿Cuáles son tus planes?

Ella lo tenía muy claro a pesar de no tener más que doce años.

-Yo seré la mano derecha de mi padre.

Capítulo 2

personaje: alejandro rivera, fandom: ncis, personaje: pedro hernández, shipper: paloma/rafael, personaje: paloma reynosa

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