Título: El largo viaje de Regreso.
Fandom: Mass Effect
Personajes: Jane Shepard. Kaidan Alenko.
Advertencia: En este capítulo me dispongo a reventar el final de Mass Effect 3. THE BIG SPOILER. Así que ya sabéis, si no lo habéis pasado y lo leéis, ¡estáis advertidas!
Notas: Capítulo 1. En una casa junto al mar.
La luz de la mañana bañaba el dormitorio a través de las cortinas blancas que vestían el ventanal. El aroma de la brisa impregnaba el ambiente y su frescor se dejaba sentir en el trozo de piel que no cubrían las sábanas blancas. El sonido de las olas rompiendo en la playa, dulce y acompasado, invitaba a quedarse en la cama un poco más, sintiendo el calor del cuerpo del hombre que dormía junto a ella. Todo ello era un bálsamo para los sentidos, un sueño hecho realidad. Luz después de tanta oscuridad. Descanso después de tanto sufrimiento. Paz después de tanta guerra.
Una casita junto a la playa, junto al hombre al que amaba y que la amaba. Todo lo que siempre había soñado una vez se retirase del servicio activo. Y sin embargo, a pesar de todo, Jane Shepard no podía dejar de pensar que, de alguna manera, algo estaba… mal.
Se levantó de la cama, tratando de no hacer ruido para no despertar a Kaidan. Era aún muy temprano, apenas acababa de amanecer, y él no tenía la culpa de sus desvelos. Descalza, sintiendo el suelo de madera en sus pies, caminó hasta el cuarto de baño y se lavó la cara con agua helada.
Con el rostro aún mojado se miró en el espejo. En ocasiones como aquella le costaba reconocerse. ¿Qué había sido de la muchachita que acertaba siempre en el ojo cuando tiraba con el tirachinas? ¿Dónde estaba la joven a la que ese sargento instructor de la Alianza transmitió el sentido del deber y del honor y el gusto por los rifles de francotirador? ¿Y la teniente que, sin apoyo, había conseguido repeler el ataque batariano sobre Elisyum? Se había perdido incluso la superheroína que había salvado la galaxia. Ya solo quedaba Jane.
Jane tenía demasiadas canas para sus recién estrenados treinta y cinco, y, a pesar de que en su rostro no se apreciaban apenas arrugas, su mirada parecía la de una anciana. Había visto y vivido demasiada miseria y amargura. Sus ojeras estaban marcadas y su tono de piel era… descolorido.
¿Por qué seguía sin dormir bien? Todo había acabado, y para bien. La guerra había acabado. Una extraña y hasta cierto punto antinatural paz reinaba la galaxia. Los Segadores se habían ido. Atesoraba un buen puñado de buenos amigos por toda la galaxia. Se había retirado y vivía con su amor en una casita junto al mar, como una pareja normal y corriente. Todo debería ser alegría, y felicidad, y tranquilidad y…
No. Algo estaba mal. Porque las pesadillas no terminaban, y la angustia y el desasosiego seguían anclados en lo más profundo de su alma.
Si tan solo pudiera recordar qué pasó…
Recordaba haber corrido como nunca lo había hecho. El Heraldo atacando sin piedad a todo lo que se movía. La Normandía evacuando a Kaidan y a James. Necesitaba saber que alguien, que él se salvaría o no sería capaz de seguir adelante. Recordaba haberse despedido, creía que para siempre, y haber seguido corriendo y corriendo sin parar. El impacto del Heraldo. El dolor. Seguir adelante. Conseguir llegar. El corazón de la Ciudadela. Los cientos de cadáveres apilados. El hedor. El dolor. Seguir adelante, a cualquier precio. Llegar. Anderson. El Hombre Ilusorio. Destrúyelos. Contrólalos. Más muerte. Agotamiento. El Catalizador. El Catalizador es un niño. No, es una IA. El Catalizador es la Ciudadela, es los Segadores. El niño/IA le explica el ciclo de destrucción. No recuerda los detalles porque está muy malherida. Sólo sabe que tiene que acabar con todo como sea, porque si no lo hace todos van a morir. Él va a morir. El niño/IA le da una, dos, tres opciones. No sabe qué hacer. Algo está mal, algo no cuadra.
A partir de ahí, está todo negro. Amnesia postraumática, dijeron los médicos.
Kaidan le contó que fue Garrus quien la encontró (siempre Garrus, su Arcángel particular), prácticamente muerta, flotando en el lago del Presidium en ruinas. Nadie sabe cómo llegó hasta ahí, tal vez saltase al vacío desde lo alto o tal vez se teletransportase o una explosión la lanzase por los aires. No importaba. Lo único que importaba era salvarla.
Le dijo que absolutamente toda la galaxia colaboró para reunir los recursos necesarios para poner en marcha de nuevo el Proyecto Lázaro que la había resucitado ya una vez. Todos. Los turianos, las asari, los quarianos, los krogan, los salarianos, los elcor, los volus, los mercenarios de Omega, los geth, los rachni, los batarianos... No iban a dejar que muriese otra vez si podía evitarse.
Estuvo en coma año y medio. Cuando despertó en la inmaculada habitación de la Estación Médica Lázaro I, Kaidan estaba junto a ella. “¿Dónde más iba a estar?”, dijo. Le contó que toda la tripulación de la Normandía estaba sana y salva, ayudando a reconstruir todo lo que la guerra había destruido.
La primera vez que se miró en el espejo, le costó un mundo no echarse a llorar. Tenía el pelo rapado y un par de cicatrices feas en la cabeza. Pero el pelo volvería a crecer. Una cicatriz brillante y realmente horrorosa le atravesaba la mitad izquierda de la cara. La Doctora Chakwas le dijo que no creía que esta vez fuera a conseguir deshacerse de ella tan fácilmente. A Kaidan no parecía importarle. Garrus bromeó al respecto, diciéndola que ahora ella era más fea que él. Había perdido el brazo izquierdo y media pierna izquierda, y le habían implantado brazo y pierna artificiales sobre los que no terminaba de cuajar la piel sintética. Miranda le explicó que los datos referentes a la piel sintética se habían perdido con la base de Cerberus y que los científicos expertos en el tema habían muerto, así que habían hecho lo que habían podido.
Lo peor era el ojo. Había perdido también el ojo izquierdo (“Debiste caer sobre ese lado”). Le habían implantado uno nuevo, artificial, con el iris de color verde iridiscente. Tecnología geth. Le permitía una visión perfecta, apuntar un arma con increíble precisión e incluso hacer zoom llegado el caso. Pero era casi idéntico a los ojos del Hombre Ilusorio. Cada vez que se miraba en el espejo, lo recordaba con una mezcla de odio y lástima a partes iguales. No le gustaba esa sensación.
Le dijeron que se recuperaría totalmente antes de lo que pensaba. Que seguirían trabajando en la piel sintética para que su aspecto fuera menos robótico. Que podría llevar una vida normal en un par de meses.
Que muy probablemente nunca podría engendrar hijos.
Habían pasado seis meses desde entonces.
Durante ese tiempo se había terminado de recuperar. La habían ascendido a Capitán, y con honores. Había decidido retirarse, al menos durante uno o dos años, aunque aún no había decidido si lo haría de forma permanente. Se había casado. Se habían comprado una casita junto al mar. Llevaba una vida absolutamente normal, y le gustaba la sensación de saber que al menos durante algún tiempo no iba a recibir ningún disparo.
Debería ser feliz. Bueno, era feliz. Pero.
… Algo estaba… Mal…
Cerró los ojos con fuerza, intentando recordar. Como hacía cada mañana desde hacía seis meses.
… El niño… Tres opciones… Cansancio… Las manos de Kaidan sobre los hombros…
- Jane… - dijo Kaidan en voz queda - ¿Estás bien?
Jane despertó de su ensoñación, y sonrió tristemente a su esposo a través del espejo mientras apoyaba la mano humana en su mano. Todavía extrañaba si le tocaba con la mano metálica, a pesar de que ella sentía el tacto prácticamente igual que con la mano sana.
- ¿Otra vez pesadillas? - preguntó Kaidan. Ella tardó unos instantes en contestar.
- No puedo dejar de pensar que hay algo que no cuadra en esta historia, que algo está mal. Que estoy pasando por alto algo muy importante, pero que no soy capaz de recordarlo…
Kaidan la abrazó y quedó mirándole los ojos.
- Jane, tienes que dejar de obsesionarte con eso. Todo se terminó. Se fueron. Nos salvamos. Ya está.
- Pero… - interrumpió Jane - ¿Y si no es tan sencillo? ¿Por qué se marcharon así, sin más? Se supone que iba a destruirlos y… y entonces yo… hice… ¡Dios, por qué no me acuerdo de qué hice!
- Algo hiciste, porque desde luego el Crisol se activó. Disparó un rayo que casi derriba la Normandía, que destrozó gran parte de la Ciudadela y que dejó fuera de combate los relees de masa durante un par de meses. Y fuera lo que fuera lo que disparó, hizo que se marchasen. No hemos vuelto a saber de ellos desde entonces.
- Pero…
Kaidan la calló posando el dedo índice sobre sus labios.
- Basta de peros. Tienes que intentar olvidarlo. Pasar página. Toda tu preocupación ahora mismo debería ser leer buenas novelas, pasear por la playa, ver buenos vids y hacer feliz a tu marido - Kaidan recibió un pechazo cariñoso por el comentario - Todo eso y volver a la cama. Es demasiado temprano para…
Le interrumpió el pitido de la video llamada. Llamada de larga distancia. Mando de la Alianza. Hackett.
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En el espacio oscuro, Pandora sonríe. Por primera vez en millones de años, mira a través del cristal y ve algo moverse a lo lejos. Escanea la imagen. Una nave espacial. Pequeña, de exploración tal vez. No hay signos de vida orgánicos. Tripulada por sintéticos.
“Detectada presencia estelar ajena a la estación. Contacto estimado en doce horas estándar.” Una voz metálica masculina informa del acontecimiento. Ahora todos sus hijos saben que por fin su largo viaje puede llegar a su fin.
Pandora es feliz. Están llegando a casa.