***
Remus levanta una mano para limpiarse la tinta de su mejilla con un pulgar y sólo termina agrandando el tamaño de la mancha. No parece notarlo, movimientos distraídos mientras se concentra en la investigación. Sirius frota la mancha de tinta en el pómulo de Remus sin levantar la vista de las lecturas frente a ellos. En la biblioteca, el tiempo pasa extrañamente, minutos son como horas y horas como minutos. Sirius bosteza y termina el último párrafo antes de asentir flojamente, un ‘vamos’ sin palabras. Remus da vuelta la pesada página cubierta de polvo.
¿Quién iba a imaginar que la arquitectura de Hogwarts estaba tan conectada con su historia? Y entonces Godric inventó esto, y luego Salazar ordenó esto otro, y después Rowena instruyó sobre algo y luego Helga deseó esto y así. Siglos de historia en dos días y sólo un mapa - y una réplica de una antigüedad, el plano original del piso obsoleto antes de poner la primera piedra.
“No sabía eso,” dice Sirius. El silencio los rodea incómodamente con la primera interrupción en un buen rato. Posiblemente años. Remus pausa al tomar notas, el rasgado de su pluma deteniéndose también. Sirius se despeja la garganta algo vergonzosamente en el silencio. “Nunca supe eso,” repite, aclarando. Se siente más que algo estúpido. “Probablemente porque no tiene nada que ver con pasadizos secretos o habitaciones escondidas o pasadizos conocidos o habitaciones perfectamente visibles. Se lee como un libro de Historia de la Magia, Moony. Quiero hacer algo.”
“Estás haciendo algo,” contesta Remus, mordiendo la punta de su lápiz. “Estás leyendo.”
“Bueno, quiero hacer algo más que sentarme aquí y pensar sobre romperme la cabeza,” dice Sirius. “¿Sabes lo que he estado haciendo para entretenerme? Viendo esa mancha de tinta crecer en tu cara. Tienes que dejar de masticar ese lápiz, cada vez que lo haces las plumas te manchan.” Remus mira su pluma y se sonroja. “Dios, he leído esta frase como doce millones de veces.”
“Acabo de dar vuelta la página,” le recuerda Remus.
“Ya sé eso, es que no hay ninguna diferencia entre esta nueva frase y la de la última página que leí doce millones de veces! Mira, voy a cerrar los ojos: te apuesto cien Galleons a que dice algo como ‘Esto también fue otro desarrollo crucial en la construcción de la escuela que muchos pensaron nunca sería construida.’”
“La verdad es que dice ‘factor crítico’, pero es increíble,” dice Remus. Después de un momento, estornuda. “Polvoriento.”
“Salud. ¿Ves lo que digo? Y el polvo me está poniendo negros los pulmones. ¿No podemos ir a correr por el castillo? ¿Por favor? ¿Quieres hacer una gaita conmigo? Lo juro, la falta de movimiento me ha convertido en un analfabeto.”
"Pero no podemos tirarnos de cabeza primero," razona Remus. "Mira, necesitamos saber qué estamos haciendo. Necesitamos tener una base de la cual trabajar. Necesitamos encontrar nuestras fundaciones antes de lanzarnos a explorar. Terminaremos rompiendo algo importante o aplastados como bichos. O sea, no sé si has estado leyendo el mismo libro que yo, pero este castillo tiene la tendencia a ser pesado la mayoría del tiempo, o al menos es temperamental."
"Déjame decirte," gruñe Sirius. "Preferiría romper muchas cosas importantes y ser aplastado como un bicho que leer una frase más en este gran malvado libro tuyo. Ni siquiera sé cómo lo levantas."
"Pero de verdad es increíble," murmura Remus. "Como supiste la última línea."
"Mira," presiona Sirius. "Necesitamos aire puro. ¿Recuerdas eso, no, Moony? ¿Aire? ¿Viento? ¿Luz solar? ¿La falta de fosforescencia causada por incontables horas agachado en la oscuridad? La vida ocasional, criatura que respira al bailar?"
Remus suspira profundo. "Fuimos a almorzar, no?"
"Moony. Eso fue hace horas." Sirius se rasca la nariz, mirando el libro con un desagrado que Remus intenta esconder su risa. "Oh, vamos," murmura Sirius. Da vuelta las páginas viejas, dejándolas caer una contra la otra con un gran ruido. "Tiene que haber cien capítulos en este libro."
"Setenta y cinco."
"¿De verdad esperas que leamos todos ellos?" Los ojos de Sirius están abiertos en horror. Remus se pregunta si quizás no ha empujado la gloria de la investigación sobre él demasiado fuerte, demasiado rápido. Será mejor hacer una broma, o enfrentar la furia de Sirius por semanas.
"Y este es sólo el primer libro." Los ojos de Remus brillan, casi malechoramente. "Pero no, no, no te someteré a los otros. Si piensas 'Esto también fue otro factor crítico en la construcción de la escuela que muchos pensaron que nunca se construiría' es malo, creo que intentarás asesinar los otros libros. Y después nunca te podré perdonar."
"No seas ridículo, Moony," dice Sirius. "No puedes asesinar un libro. Hasta yo sé eso." Se lame los labios y sonríe ampliamente. "Pero sabes lo que puedes hacer con un libro, lo que puedes hacer es quemarlo, o tirarlo por la ventana, o dibujar, ehh, bigotes peludos en todas las ilustraciones, y pintar de negro los dientes de las mujeres y los niños y--"
"Oh Dios, no," grita Remus. Mira a Sirius sufriendo. "Es como hablar de ahogar a bebés. Eres una persona horrible."
"No soy el que empuja a mi mejor amigo al Mundo Del Polvo por toda la eternidad!" Sirius se tira de espalda con un suspiro dramático, los brazos tirados sobre las pilas de libros aún no leídos que los rodean a los dos. "Esto es irrazonable. Mira, me gusta un buen libro como a cualquier hombre. Me viste con Dumas, no salí de la torre por cuatro días. ¿Estos? Estos no son libros buenos! Estos son libros malvados, llenos de-- bueno, maldad-- y más encima, son aburridos y totalmente irrelevantes para lo que intentamos hacer. Lo son! Este castillo ha estado bajo construcción por miles de malditos años! Sé razonable. Mira, comprometámonos: veinte minutos más de este y después prométeme, prométeme, que podemos salir a ver si la segunda era de hielo viene o no."
Remus le da una mirada desde las alturas. "¿Eres demasiado flojo como para trabajar de verdad, cierto? Pura boca y nada de repartición."
"Tengo muchas reparticiones! Reparto cosas todo el tiempo!" Sirius se da vuelta sobre su estómago, levanta su barbilla con una mano y mira, lleno de indignación. Remus sólo se sienta calmadamente frente a él y totalmente contento, aún mascando el lápiz, mientras mira las líneas como si contuvieran información útil. Es terrible. "Estoy lleno de reparticiones," presiona Sirius. "Repartir es mi segundo nombre. Reparto todo tipo de cosas, también. ¿Y sabes lo que es maravilloso sobre repartir, Moony? Tiene que ver con algún tipo de actividad y un tipo de resultado. ¿Has aprendido algo de este ejercicio de futilidad pedante? Porque yo no."
"He aprendido que me vuelves loco en espacios cerrados," dice Remus, razonablemente.
"Ya sabías eso," aclara Sirius, triunfante. "JA!"
"Así es," contesta Remus. "Sólo que no sabía cuánto. Pero ahora, creo que puedo hacer una fórmula." Se inclina sobre un pedazo de papel, pluma moviéndose locamente en el aire con los sonidos de la escritura, antes de levantar su creación orgullosamente en el aire. "¿Ves? Con esta ecuación-- la llamo El Factor de Proximidad Cercana-- podría hasta graficar mi nivel de locura por tiempo pasado solo contigo así como el tamaño del espacio cerrado en el que se pasa el tiempo."
"Qué te parece eso. Tu eres el que me fuerza en tus 'espacios cerrados' y después yo soy el que sufre." Sirius se inclina hacia adelante, quitándole la ecuación a Remus de las manos. "A ver, déjame ver eso."
"Es irrelevante al trabajo presente." Remus intenta quitarle el papel, pero Sirius lo sostiene fuera de su alcance, revisando la letra clara a ver si hay errores. Naturalmente, no hay ninguno.
"Tu eres el que lo escribió." Sirius frunce el ceño. "¿Para qué es eso?"
"La S es de Sirius, naturalmente, mientras que la a es agravación, también referida como locura."
"Sabes, esto es astuto, para algo del momento." Sirius da vuelta el papel en pequeños círculos, siguiendo la progresión de la fórmula. "Entonces si incluyo 'biblioteca' y 'un zillón de horas', ¿terminaríamos con tu cabeza explotando?"
"¿Puedes dejarte? Eres como un cachorro con un palo viejo." Remus logra quitarle el papel y lo mete, aún húmedo por la tinta, en su bolsillo. "Era una broma. No era serio aritméticamente."
"Yo lo soy," dice Sirius gravemente. "Mucho. Así que supongo que eso te convierte a ti en un palo viejo. El punto es, según tu propia teoría, tenemos que salir de aquí, y ahora mismo, antes de que la agravación llegue y explotes. Bam! Sobre todos los libros. Piensa en los libros, Remus."
"No-- no, no necesariamente. La H, aquí-- eso es hablar. Si cierras tu boca, verás, que la agravación llega a casi cero."
"Eso es como decir 'si el sol se pone en el este.'" Sirius acomoda sus paletas sobre una pila de libros. "Intenta ser razonable."
"No te escucho más." Remus golpea la pluma contra sus dientes y vuelve a los libros. Sirius se mueve en el silencio que sigue, viendo los dedos de Remus jugar con parte de su pelo. Pensando en irse, Sirius se prepara para cada parte de culpa que Remus le va a arrojar.
"Mira, Moony, creo que voy a--"
"Mira, es Rowena Ravenclaw desnuda!"
"¿Dónde?" grita Sirius, levantándose rápidamente. "¿Ahí? ¿Hay fotos de eso ahí?"
"Oh sí, aquí-- mira eso, 'y entonces Rowena tocó a Helga Muy gentilmente en un lugar donde Ningún Hombre nunca había Estado'. Será mejor que vengas a verlo." Sirius colapsa frente al libro, Remus aprovecha para tirar una pierna sobre las dos de Sirius, atrapándolo.
"Noooooooooo," grita Sirius. "Me mentiste! Hombre lobo mentiroso. Debí saber que tu especie no era buena!"
"Soy un mentiroso sucio, malvado y asqueroso, como mis ancestros. Está en mi sangre. En mi naturaleza. No puedo evitarlo. Sólo hago lo de mi clase y además, no habría durado tanto en la compañía presente si no fuese tan sucio, tan malvado, tan asqueroso." Los fuertes músculos en las piernas de Remus están firmes. Pronto, Sirius se tranquiliza, toda resistencia es inútil. Cruza los brazos sobre su pecho y se amurra, culpando al libro con todo su poder y retribución. "Si lo intentamos," intenta Remus, "podemos terminar con la investigación para mañana. Y entonces, ya olvidando todo lo que hemos averiguado, podemos ir y rompernos todos los huesos que queramos. ¿Qué dices?"
"¿Me vas a forzar a leer más libros más rato, no?" Los ojos de Sirius se entrecierran. Remus le da una sonrisa ilegible, levantada en las orillas de su boca, completamente malvada. Si Dumbledore se retira como Director de Hogwarts, Sirius piensa, deberían considerar a Remus para el puesto. De verdad tiene esa sonrisa torcida e incomprensible. Y, por supuesto, malvada.
"'Esto, también, fue otro factor crítico en la construcción de la escuela que muchos creyeron no sería construida.' ¿Sigamos desde ahí, bueno?"
Dejando salir un quejido de puro dolor, Sirius se inclina hacia adelante. "Será mejor que haya alguna mención a lugares donde El Hombre Nunca Ha Estado o voy a aniquilar algunos libros antiguos y no me puedes parar."
"'Esto, también, fue otro factor crítico en la construcción de la escuela que muchos creyeron no sería construida.'" repite Remus. Le da una palmadita al pie izquierdo de Sirius.
Y vuelven a trabajar.
***
"... y entonces," Remus bosteza inmensamente, "entonces, hablan sobre el tipo de madera que van a usar por 26 páginas, después de lo cual Slytherin tiene esta genial idea de construirlo en piedra, para que no se queme, y después hablan sobre lo genial que él es por seis páginas y media, y después Gryffindor da otro banquete en su castillo para celebrar lo genial que él es, y después hay unas baladas que son bastante buenas pero todas iguales cuando las revisas, y hablan sobre el vestido de Rowena por doce páginas aquí, y después hay un espacio donde discuten que tipo de pastel hicieron, y después vuelven al vestido. Aparentemente fue muy impresionante que no quisiera lino. O que quisiera lino. No estoy seguro porque mencionaron lino al principio de todo pero después hablaron durante tres páginas sobre la impresión. ¿Y el tuyo?"
"Tan cansado," se queja Sirius, desgastado, desde el piso. Hay un libro encima de su cara. Sus manos está tiradas a los lados y sus pies están exhaustamente dirigidos en direcciones opuestas. "Tan, tan cansado. ¿Eh? ¿Qué pasa? Oh. Este es sobre genealogía. El tatara tatara nieto de Hufflepuff me está mirando. Hola, muchacho. Lindos bigotes. Parece que mató a Peter y se lo metió debajo de la nariz."
"Creo," dice Remus, con algo más que dificultad, "que debe ser tiempo de-- eh-- terminar, por ahora, y retomar esta extremadamente importante tarea en la mañana."
"Ya es mañana," dice Sirius patéticamente. "No puedo sentir mis piernas!" Remus le pega a Sirius en los pies con su pie. "Ungh," se queja Sirius.
"Oh no," dice Remus. "¿De verdad te maté, no?"
"Eres más peligroso que los pasteles," acusa Sirius. Deja caer el libro de su nariz y deja un lado sobre su pecho y el otro atrapado bajo su barbilla. "Por lo menos los pasteles me llenaron de alegría temporalmente. Ugh. Si los nombres sin sentido y las fechas metidas en mi cabeza no me matan, el polvo definitivamente me destruirá desde adentro." Lleva una palma a su frente. "Qué lastima por Sirius el del Gran Corazón y Muy Grande Masculinidad, cuyo espíritu se dejó caer a la casa de Hades en la biblioteca, cuando se aburrió hasta morir por legiones de hombres muertos con horribles bigotes. Trágico."
"Leí un capítulo muy interesante hace unas horas," dice Remus, "sobre la Cámara Secreta, que no debí leer. No fue muy informativo de todas formas, además de decir al menos veinte veces que era una cámara muy secreta hecha con mala intención, pero dudo que podamos poner eso en el mapa porque nadie ha podido abrirla por años. Y nadie sabe dónde está. Y no es necesaria para el mapa para nada. Pero fue interesante."
"Ojalá hubiese sólo un libro," dice Sirius, "un libro que tuviera mapas. Muchos mapas. Cientos de mapas. Preferiría mapas a estas caras interminables."
"Pero hay uno--"
"Mapas útiles," aclara Sirius. "Que sirvan."
Remus bosteza, su quijada cruje. "Lo siento," dice. "Esto ha sido aburrido. Sólo-- sólo piensa en lo que pudimos perder!"
Sirius no parece impresionado. "Sé que nos perdimos el pedazo sobre Helga y Rowena andando por la Tierra de Ningún Hombre. Pero sé más que nunca pensé sobre los primos distantes de Salazar Slytherin y me da la impresión de que pudo haber un problema de crianza. Todos se parecen, sabes. Eso no puede ser saludable."
"Lo que puede explicar las escaleras movedizas." Remus sonríe con pocas ganas.
"Y los cincuenta y siete pasadizos secretos no marcados."
"Y entonces veintidós cámaras escondidas conocidas, Cámara de los Secretos que se supone que no tenemos que conocer y cualquier otra que se ha comido vivas almas exploradoras que nunca contarán la historia." Sirius se levanta, dejando caer el libro al suelo. "Lo han hecho malditamente difícil. Sabemos con lo que estamos lidiando aquí y es la mente de un purasangre la que parece disfrutar correr por ahí insultando gente, si tengo la impresión correcta de él."
"Como... oh, espera, tu?" pregunta Remus, cansado.
"Jódete."
"Maldición," dice Remus, porque sí, y deja caer su cabeza sobre el escritorio.
"Está bien," dice Sirius consolándolo. "Hiciste lo posible. Es sólo que tus viejos amigos los libros te han traicionado finalmente, como siempre dije que lo harían. Sabes, creo que mi columna se ha dado vuelta de verdad."
"No me traicionaron, sólo no leí los correctos." Remus pasa sus manos por su cabello y entierra su cara más profundamente en sus brazos. "Esta biblioteca está llena de libros, y ¿qué pasa si son todos así? Sólo necesitamos uno bueno, uno que de verdad sirva--"
"-- con mapas--"
"-- con mapas, claro. ¿Por qué es tan difícil?"
"El mundo está en tu contra, Moony," dice Sirius y le da una palmadita en la pierna a Remus. "Por siempre debes luchar contra la cruel sociedad, donde hasta las bibliotecas conspiran para tu caída. Es una existencia cruel que debes soportar con entusiasmo. Un día serás un mártir."
"Tu no soportas una existencia," dice Remus, "es tontería gramatical."
"Ah, ese es el Moony que conozco y amo. Qué alivio. Al menos, en mi dolor, te tengo corrigiéndome." Sirius se mueve un poco. "No creo que me pueda mover. Honestamente. Estoy paralizado. ¿Te molestaría mucho si me duermo aquí?"
"¿En mi pierna?" Remus no está seguro si le molestaría, demasiado cansado para moverse, demasiado cansado para hacer mucho además del dolor inmediato o el fuego en la Sección Restringida para importarle. Sus coyunturas le duelen, y si el inmenso peso de la cabeza de Sirius pone sus extremidades a dormir, con gusta soportaría el dolor en la mañana, o la amputación de ambas piernas. "Hueles a perro, sabes."
"Bueno, tu hueles a libros, y no son perros los que nos han tenido aquí muriendo todo el día," aclara Sirius. "Creo que tengo más que perdonar cuando hablamos de olor." Bosteza inmensamente y mete su nariz en el muslo de Remus.
"Tu nariz es puntiaguda." Remus se ríe, pero le falta su energía usual. Se estira contra la silla, la cabeza hacia atrás, los párpados tan pesados que es de verdad doloroso mantenerlos abiertos. Los siente, empujando hacia abajo, y luego abriéndolos de nuevo y hacia abajo otra vez. "Sólo-- voy a-- dejar esto un momento, y -- volver cuando..."
"Terminemos," termina Sirius. Está dormido antes de formar la palabra, dejando salir una bocanada de aire de sus labios y desapareciendo en el polvo.
***
***
"Creo que perdí mi cámara." Remus se acomoda contra el techo, intentando no pensar cuán alto está. El aire está helado con la noche y la nieve a punto de caer. Busca en el cielo nuboso por alguna señal de estrellas-- aquí y ahí, el ocasional brillo pasando-- y la luna, cubierta con la nevazón del día siguiente. En alguna parte en la distancia, fuegos artificiales van a comenzar. Casi puede oler el sulfuro en el aire. "Ni siquiera era mi cámara, era de mi papá. No sé qué hacer. Tenía un rollo nuevo y todo. Creo que me matará."
Sirius le pasa una taza con chocolate caliente, el vapor calentando el aire helado y pesado. "Es casi medianoche," dice. "Preocúpate el próximo año."
"Ja, ja." Remus suspira. "Era vieja y a punto de ser deshechada, lo sé, pero todavía funcionaba, entiendes, y podría jurar que la dejé en mi escritorio-- pero cuando volví de la cena ya no estaba. Quizá le pregunte a los elfos domésticos si la han visto."
"Remus," dice Sirius, "si los elfos vieron tu cámara probablemente la metieron en un caldo o en la lavadora o la tiraron por la ventana. O quizás le han construido un pequeño templo en una esquina oscura en la cocina y si la vuelves a encontrar va a oler a pasteles y cebollas."
"Tu has tenido malas experiencias." Remus cierra los ojos para respirar el dulce calor del chocolate. "La mayoría de los elfos son perfectamente amables y casi aterradoramente competentes."
"Aterradores, eso sí. No, estoy siendo injusto. Me gustan los de la cocina; me dieron todo ese pastel." Sirius sonríe en la oscuridad, un rayo en sus dientes blancos. "Me dan escalofríos en todo caso. Toda esa servitud bien intencionada. Temo que un día se rebelen."
"¿Estás emocionado por el año nuevo?" Remus golpea sus zapatos contra el borde de la torre, intentando tocar un tema que no le haga pensar en caerse y morir. "Es casi nuestro último año en Hogwarts. Eso es algo para que te de escalofríos."
"Ehh, está bien para ti, tu serás bibliotecario," dice Sirius moviendo una mano. "O uno de esos tipos que anda en las habitaciones de Flourish and Blotts y que se enoja cuando un cliente aparece y tienen que intercambiar bienes por dinero. Tendrás que trabajar muy duro para lucir como si odiaras a la gente sin siquiera conocerlos. Ese será un obstáculo que deberás sobrellevar."
"Pensé que siempre dijiste que iba a ser profesor." Remus aprieta los labios, esperando a que el chocolate se enfríe y no le queme la lengua. Por mientras, calienta sus manos enmitonadas. El vapor que sale de él evita que el invierno le toque la nariz. Cacao. Chocolate caliente. Quién sea que inventó la taza llena de cacao con sus burbujas de crema en el centro debería ser honrado por toda la eternidad.
"Serás un profesor después que te despidan por leer todos los libros en vez de atender a los clientes," continúa Sirius, lógicamente. "Y todos tus alumnos te amarán pero sabrán que nunca deben interrumpirte o pedirte ayuda a la hora del té porque te gusta tu privacidad. Y tus scones."
"No los de mora." Remus se arriesga a tomar un sorbo y suspira con placer. "¿Y tú?"
"Me gustan los que tienen ciruelas, personalmente."
"No hablaba de los scones." Remus mira de lado a Sirius pero sin mirarlo bien. Sirius sonríe.
"Lo sé. Bueno, no sé. Algo fantástico, supongo. Quizás iré por ahí rompiendo maldiciones. O trabajaré para el Ministerio, resolviendo crímenes, peleando la buena pelea, viéndome fantástico siempre. Yo y mi semilla confiable. La moto, siempre. Estamos trabajando en el futuro, sabes. Muy futurístico."
"Mira," concuerda Remus, "cómo ha cambiado el tiempo. Eso es muy práctico de tu parte."
"Tu serás el práctico," dice Sirius. Se frota las manos para calentar sus dedos, aún congelados a pesar de los guantes. "Deja la falta total de practicidad a mí, y así nos balancearemos."
"No puedes trabajar en mi librería," objeta Remus. "Asustarás a los niños."
"Los niños no son permitidos en tu librería, en todo caso. Dejan marcas."
"No importa. Asustarás a los adultos."
"Es justo, supongo," Sirius dice pesadamente y suspira. "Seré seguridad, entonces, y cuando tengas clientes indeseables saltaré tras ellos y les pegaré con mi bate."
"Pasarías todo el tiempo pegándote y probablemente robando pasteles. Sería divertido pero no pagaría para verlo." Remus junta sus dedos alrededor de la taza, mirando sobre ella hacia el bosque. Parece menos real desde aquí arriba. Su estómago se mueve. Odia estar tan alto.
"Dos minutos," dice Sirius.
"¿Crees que veremos los fuegos artificiales desde aquí?"
"No sé," admite Sirius.
"Ojalá supiera dónde está mi cámara," dice Remus. "Tomaría una foto. Incluso si está oscuro." Toma un trago grande de su cocoa, sintiéndose más calientito en el centro. "Mm."
"Quién sabe," dice Sirius. "Esa cocoa pudo haber derretido tu cámara."
"Mi cocoa no sabe a cámara."
"La mía tampoco. ¿Aunque cómo sabríamos? Un minuto," dice Sirius. Juega con su reloj de bolsillo, algo que siempre ha tenido en vez de un reloj de pulsera. Remus nunca le ha preguntado por qué. Brilla en la medianoche, viéndose limpio contra los dedos enguantados de Sirius.
"¿Dónde conseguiste eso?" Remus pregunta ahora, sobre el borde de su taza.
"Es de mi papá," dice Sirius. Se mueve incómodo. "Está arreglado al segundo exacto. Magia. Nunca hay que darle cuerda o nada. Treinta segundos."
"No voy a contar contigo, eso es tonto."
"Veinte."
"Además, se supone que tienes que contar desde diez. ¿No es esa la tradición?" Remus encuentra un borde cómodo y deja su taza ahí, sintiendo la energía de Sirius y sabiendo que, aunque no se pueda salvar él mismo, al menos puede salvar su chocolate.
"Diez."
"Oh, maldición." Remus se enrosca en sí mismo. "Nueve."
"Ocho. Y vas a ser atracado salvajemente en celebración, así que no te caigas del techo."
"Cinco. No quiero!"
"Qué pena. Cuatro."
"Te morderé la lengua si lo haces. Dos. Uno."
"Feliz Año Nuevo!" Sirius grita, tirando todas sus extremidades como si ellas también fueran fuegos artificiales y después toma toda la cara de Remus con una mano, apretando sus mejillas, y mete su lengua más o menos en la nariz de Remus, haciendo sonidos de "aaaaahhgklljgghhhh" repulsivos.
"Violación!" Remus grita, y mete su mano en la frente de Sirius.
"VIVAAAAAAAAAMOS AL PARTIIIIIIIIIIIIIR", Sirius aúlla en un acento escocés atroz, lamiendo la palma de Remus, "NUESTRA CANCIOOOOOOOON!"
"Me das asco," dice Remus con mucha dignidad, secándose la cara meticulosamente con su manga. "Y eres desafinado."
"Y Feliz Año para ti también," dice Sirius. "Mira. ¿Son esos fuegos artificiales los que diviso en la distancia?"
"Todavía intento sacarme tu saliva de mis ojos." Remus le da a su cara una última limpiada, sintiéndose un poco pegajoso, y después se inclina lo más que su sentido de preservación le permite. "No sé," dice finalmente. "Las nubes tienen un color raro."
"Huzzah!" Sirius grita, levantándose y animando. Algo profundo en el bosque aúlla en respuesta, y un montón de aves se elevan de los árboles, intentando escapar la locura que los rodea. Remus no los culpa, pero no tiene alas para seguirlos. En su lugar, estira el brazo para tomar la manga de Sirius, intentando obligarlo a sentarse. "Otro año que conquistar! Tomareeeeeeeemos una taaaaaaza de amabilidaaaaaaaad, por el bieeeeeennnnnnn de Auld Lang Syne."
"Si no te caes y te quiebras el cuello primero," gruñe Remus.
"Ah, Moony," dice Sirius, dándole palmaditas en la espalda, "no es eso justo como tu."
***
***
Un experimento de lo más fallido. Comenzamos con nuestros héroes bañados en la oscuridad y caídos en la sombra.
"Ow. Maldito-- ow. Ahhhh. ¿Moony? Mierda! ¿Moony? ¿No puedo encontrar mi varita?"
"Eh. Creo que sé dónde está"
"¿Dónde?! Ayuda! Mi brazo está en algo-- yecch. Moony, prende la maldita luz, ayuda a un amigo a--"
"No puedo. No puedo encontrar mi varita. Y. Ehh. La razón por la que sé dónde está la tuya es, es porque creo que la rompí. Muy íntimamente."
"¿QUÉ?! -- oh. Oh. Oh Dios. Quiero que la saques, por favor, con el mayor de los cuidados y, oh, Dios."
"Sólo un minuto. Un minuto. Creo que-- ow!-- la tengo."
"Oh, Dios. Sólo, eh, ve si sirve. Oh Cristo."
"Lumos. Lumos. ... ¿Por favor Lumos? Bueno. Supongo que eso contesta esa pregunta."
"Bueno, infierno y condenación. Me vas a comprar otra, asumiendo que salgamos de aquí con vida. Muy bien, sólo, ehh, nos quedaremos aquí en la oscuridad. O nos acostaremos, en mi caso. Cristo. ¿Estás, ehh, bien?"
"No fue tan íntimo, Sirius, puedes dejar de hacer esos ruidos. Sí. Sí, estoy bien. Algo aplastado contra algo pero puedo sentir todas mis partes lo que creo, creo, es buena señal."
"Sí! Sí. Bueno. Está bien. ¿Qué quieres decir, ruidos? No estaba-- bueno, fuiste muy vago. Mierda. Esto es por el Mapa, de todas formas!"
"Sí. Nota al mapa: no te caigas por el túnel hacia el agujero negro. No aterrices y arruines la varita del Sr. Padfoot. Mira tus pasos. Considera todas las posibilidades antes de entrar a un pasadizo secreto. Usa el hechizo lumos antes de romper una varita y perder la otra. Etcétera. ¿Suena bien?"
"Estás usando el sarcasmo como arma y ya estoy herido. Tácticas injustas. Ojalá pudiera verte, porque te daría un combo."
"Míranos. Atrapados como ratas y atacándonos ya."
"Así es la vida, amigo. No te preocupes, si estamos aquí lo suficiente, creo que sé quién se comerá a quien... hombre lobo cochino. Oh, Dios, estoy en algo mocoso."
"No, no, esa es mi mano. ¿Eres tu? Bueno. Tu estás es un ángulo raro."
"Oh Gracias a Dios. Y para eso! Mi honor definitivamente está siendo impugnado."
"...Oh. Quizás no estás en un ángulo tan raro como pensé. Uhm. Lo siento."
"Eh. No es como si alguna vez tuve honor. ¿Ese es tu pie?"
"Uhm. Ese. Estoy moviendo mis dedos. ¿Se mueven mis dedos contra ti?"
"Oops-- hola dedos de Moony! Sí! Jajajajaja. Bueno, puedes-- jaja-- parar ahora."
"¿Qué, el movimiento? Oh, claro, eso. Disculpa."
"¿Estás usando cada excusa en el libro, no? Bueno, no te preocupes. Mi cuerpo es completamente irresistible, lo entiendo. Voy a tomar tu pierna ahora, así que no te asustes."
"Agh! --claro. Claro. Sin asustarse. Aunque, sabes, la regla general es que me digas que no me asuste antes de hacer cosas que me asustan. Para la próxima."
"Muchas gracias, Profesor Lupin, tendré eso en mente-- oof. Bueno! Aquí vamos. Ese eres tu. Mucho mejor. Hola."
"¿Esa es tu mano? Sí. Esa es tu mano. Y-- hola, esa es mi mano también. Este es un plan excelente. Establecer dónde estamos, físicamente. Aunque parte de mi, creo, está a través de esta muralla. ¿Te molestaría darle un-- un tirón?"
"Oh-- clarito-- déjame ow maldición mierda puta techo muy bajo. Aaaah. Mierda. Bueno. ¿Lo tiro así? ¿O así? ¿O eso te va a enterrar más? Ow."
"No, creo que-- bueno-- aquí está mi otra mano, está libre ahora-- y ahí está la tuya-- claro-- ¿intentemos sacarme? Es todo o nada, creo, y no estoy seguro de cómo están las probabilidades así que hagamos esto antes de que me aterre con las estadísticas. ¿Listo? Uno-- dos-- tres-- tira."
"SAL!"
"NGHAUGH!"
"OH DIOS. Oh Dios, ¿qué hice? ¿Estás vivo? ¿Te saqué los brazos? Cristo, hombre, dí algo!"
"Tenías razón. Ungh. Techo bajo."
"Oh Dios, Moony, no. Pensé que te habías muerto. ¿Eres tu? Te voy a poner bajo mi brazo para que no te metas en problemas."
"Bueno, la buena noticia es que tengo todas mis extremidades. Y algunas tuyas. No, no, no me río porque es gracioso. Creo que me estoy riendo porque estoy histérico. No estoy seguro."
"Ja ja maldito ja, estamos atrapados para siempre! Yo, personalmente, lo encuentro terriblemente divertido. Estás loco."
"No, estoy calmado. Lo juro, estoy calmado. Sólo-- ¿es esa tu mano? Se está moviendo, Sirius. Por favor Dios, di que es tu mano."
"Eh, Moony, quiero que estés muy calmado pero mi mano está por acá, amigo."
"Está bien. Y tu mano tampoco tiene dientes."
"No. No, no tiene. Pero no estamos asustados, cierto."
"Si me aterro, meteré un codo en tu estómago y después estaré solo aquí con esta cosa que tiene dientes mordiendo mi otro codo y mi primer codo cubierto con tus intestinos, lo que de verdad es una situación mucho menos atractiva, si lo crees. Esa fue una frase larga."
"No te muevas. Sigue respirando. Me voy a perro."
"Eso se siente raro. Tu cambiando, contra mí. Hola, Padfoot."
Algo huele, aseguradoramente. Al menos, podría haber olores y podrían ser aseguradores. También podría ser algo grande y con dientes, en la oscuridad. No está claro.
"¿Padfoot? Eres tu. Eres tu, te puedo oler. Si vas a comer lo que sea que está intentando comerse mi codo por favor hazlo sin comerte mi codo. Y estás babeando. Gracias."
Un pequeño mordisco, evidentemente para indicar que esta baba es la baba del amor, y entonces el tirón fuerte en su manga y un gruñido algo entusiasta.
"Está bien. Eso es mejor. Intentaré no pensar en lo que estás haciendo o cuánto gusto puedes sacar o no de ello. Seguiré hablando. Sabes, creo que puedo oler aire fresco, lo que es mejor. He leído sobre escapes desde túneles como este, son perfectamente posibles. Quizás no tendremos que comernos el uno al otro después de todo."
Un último sonido, muy parecido a una cortadora de pasto autosatisfecha.
"Aah, eso es asqueroso. Moony, ¿puedes sentir mi capa? Deberían estar cerca de tus pies. Por primera vez en mi vida de verdad no quiero estar desnudo ahora."
"La tengo. Tengo tu ropa en mis dedos. Eso no ayuda. Aquí, déjame."
"C-claro-- gracias--"
"Me quemaré las manos después. Disculpa. Disculpa. Oh Dios disculpa."
"Hay algunos en este mundo que han tenido el privilegio, sabes. Muchas de mis niñeras hasta que cumplí cinco, James Potter y tu. Lo guardaría en el fondo de mi corazón si fuera tu. NO Jesús ten cuidado."
"¿James Potter? ¿De verdad? Me he unido a las filas de James Potter, ¿sólo con un brillante momento en la oscuridad con mi mano accidentalmente en tus pantalones? ... Nunca debemos contarle a nadie sobre estos eventos. Nunca."
"Estaba borracho y desnudo en el Salón Principal. Alguien tenía que ayudarme. Y no seas tan pacato, yo le voy a contar a todos. Seré la envidia de toda la escuela. No tienes que abotonarlo, yo puedo, sabes."
"Vamos, abotónate los pantalones. Voy a buscar mi varita."
"No me sueltes. No quiero comer más de esos... urgh."
"¿Urgh? AJÁ! No, no, ese no es mi-- no tengo idea de qué es eso-- eso es. Eso es."
"¿Es? ¿ES? Préndela. Quiero saber si me quedé ciego."
"Lumos. Ah. Hola, Sirius."
"Oh Gracias a Dios. Hola, mejor vista en el mundo, raíz de mi árbol, amor de mi vida-- oh, hola para ti también. Eres un desastre. Mira tu pelo. Honestamente."
"Hay baba de perro en él. Por eso. ¿Debería dejarte solo con la raíz de tu árbol para disfrutar tus placeres carnales?"
"No seas tonto. Yo sólo babeé en tus pantalones. Quizás fue el... eurgh."
"Claro. Hemos descubierto efectivamente este pasadizo secreto que da a...un agujero. Muy útil cuando uno necesita tener una cita con su amada raíz de árbol, pero por ahora quiero un baño. Un baño largo. ¿Vamos?"
"¿Pasamos por todo eso por un agujero? Tiene que haber alg... oh, no, quizás ya no. Bueno, esto es un palo en el ojo. Al menos pasaste tu mano por mis pantalones. Soy un hombre con suerte, no cabe duda. ¿Necesitas un empujón?"
"Atesora el momento, Sirius. Sí, creo, gracias."
"A las tres, ya? Uno-- dos-- arriba! -- Toma esa raíz, ¿estás ciego?! Ow! Tu pie está en mi ojo! - No olvides que me tienes que comprar una varita nueva, loco bastardo ciego."
Y así terminó la exploración del Pasadizo Secreto Número Dieciocho en las notas de un Remus J. Lupin, quien pasó días después sacando una cantidad impresionante de tierra de su oreja izquierda, mientras que Sirius Black peleaba con Gran Indigestión.
***
***
"Se ven muy raros." Lionel Lovegood tiene ojos que nunca nadie ha visto parpadear. Sirius siempre ha pensando que debe pasar mucho tiempo en privado, pestañeando como si fuera un pecado. Ahora, con sus ojos calmadamente enfocados en Sirius y Remus al otro lado de la mesa, las manos dobladas frente a él, un lápiz detrás de una oreja y un diente de ajo colgando alrededor de su cuello, Lionel Lovegood todavía no pestañea. Remus traga. "Por ejemplo Remus, tienes mugre en tu nariz, y sé por observación cuidada que eres el menos sucio de tus amigos."
"Eh," dice Remus. "No me di cuenta. Gracias, Lionel. Creo." Se frota el lado de la nariz con su servilleta.
"Y tu, Sirius," continúa Lionel, ladeando su cabeza como una lechuza, "parece que estás en medio de un problema intestinal."
Sirius eructa. "Para nada. ¿Por qué piensas eso?"
"Porque el los últimos cinco minutos has eructado ocho veces. He estado viéndote." explica Lionel. Saca un bloc de notas de su bolsillo, saca el lápiz de su oreja, y abre el cuaderno en una página en blanco. "He llegado a la conclusión de que debieron escapar de la muerte certera. ¿Cómo se sintió? ¿Pasaron sus vidas completas ante sus ojos? ¿Hubo olores desagradables, ya sabes, o quizás ojos, o el aroma certero del seno de tu madre?"
"Mira, Lionel," dice Sirius, "intento almorzar."
"Por supuesto. Tus sandwiches se ven deliciosos. ¿Hubo sonidos de mérito? ¿Aullidos? ¿Risas? ¿Bostezos?" Lionel tiene su lápiz listo y sus ojos profundos en su cráneo se salen con gusto. Parece un pez.
"Oh, sí," dice Sirius. "Los tres. Al mismo tiempo. De lo más aterrador. Y hubo ojos. Muchos. Por todas partes. Ojos de Dios, ojos de retribución, ojos de Merlín, ojos de mi Tía Abuela Fanny. Hasta luego, Lionel!"
"Muy útil. Sí, muy útil. Este reportero está contento." Lionel se levanta, metiendo el lápiz tras su oreja de nuevo, dejando marcas en su sien. "Por si acaso," añade, "el primer número del Periódico Mensual de Hogwarts: Qué Pasa Mañana! ya salió. Sales prominentemente, Sirius. Aquí tienes una copia-- un regalo." Deja un panfleto entre sus almuerzos, saluda y se va caminando entre las mesas, murmurando, "Ojos de Tu Tía Abuela Fanny. Fascinante. Oh, fascinante."
"Oh Dios," dice Sirius, sosteniendo el panfleto.
"No es," dice Remus.
"Oh," gruñe Sirius. "Oh, lo es."
***
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"¿El hombre nunca sale de su habitación?" sisea Sirius, aliento caliente contra la nuca de Remus. Remus se mueve en respuesta, tirándolo hacia atrás un poco con su hombro. "O sea uno pensaría que sale de vez en cuando-- pero han pasado horas. ¿Qué supones que pasa allá arriba?"
"Quizás lee," susurra Remus. "Quizás toma siestas. Quizás planea la caída de los niños que se atreven a meterse en su habitación. Hago esto porque pensé que sería necesario, estoy a punto de vomitar, por favor quédate quieto."
"Claro," murmura Sirius. "Claro, disculpa."
Sirius desciende de nuevo. A través de la leve distorsión de la capa de James-- "prestada en nombre del servicio"-- Remus vigila el corredor, dedos cruzados. Fue una idea tonta desde el principio, para probar el sistema de las etiquetas con un mapa y el más básico entendimiento de cómo seguir a más de un ser humano al mismo tiempo. Todavía es una idea tonta, sólo que está siendo puesta en práctica igual. Sirius, tocando la batería con sus dedos en la espalda de Remus, no está ayudando. Dumbledore, pasando horas en su habitación sin señal de darles una entrada, tampoco está ayudando. La indignación de Remus, nerviosamente inventando varios escenarios de expulsión, la pérdida de la Placa de Prefecto, y la Desgracia General, es sólo la cereza en el pastel. Se frota el ojo izquierdo cansadamente y se tensa. El piso bajo ellos comienza a vibrar.
"Mira. Una escalera," susurra Sirius.
"Puedo ver," responde Remus.
"Mira. Un Dumbledore."
"Puedo ver eso también."
"Poción Periwinkle," dice Dumbledore a la escalera, frente a ella. La escalera gruñe, se abre y sube en un espiral.
"Interesante," respira Remus.
"Mira, eres natural para esto," Sirius susurra. Remus no tiene que mirarlo para ver esa sonrisa torcida y malvada. "El prefecto es sólo la delgada vena que esconde a la bestia adentro. De verdad lo estás pasando bien. Puedo verlo."
"Muévete!" sisea Remus de repente, y los tira a los dos contra la muralla. Sirius deja salir un sorprendido y fuerte oof! contra la columna de Remus mientras que los hombros de Remus se golpean contra su pecho. Dumbledore pasa justo al lado de ellos, a un metro, silbando algo que suena sospechosamente como "Jingle Bells" aunque la Navidad ya pasó. La mano de Sirius se queda en la cadera de Remus, congelada.
Esperan en silencio, sin siquiera respirar, temblando apenas el uno contra el otro, hasta que los pasos de Dumbledore desaparecen en la escalera y el silbido se apaga. Remus deja salir un suspiro tembloroso y largo. Los dos se concentran en respirar por un rato, sus pulmones demandando ser recompensados por la falta total de aire.
"Whee!" dice Sirius felizmente, si no sin aliento, y le pega a Remus en la espalda. "Listo y preparado, Prefecto!"
"Lo sabe," gruñe remus. "Sé que sabe! Tiene espías en todas partes!"
"Somos invisibles," dice Sirius, el alma de la lógica. "No puede vernos! Una vez más en la apertura-- o la oficina, supongo. Vamos."
Se escurren silenciosamente en el pasillo, viendo a ambos lados antes de que Sirius murmure 'Poción Periwinkle'. Remus está seguro que el crujido de la escalera arreglándose alertará al castillo completo sobre sus acciones ilícitas, pero cuando el escalón final se posa hay silencio en el corredor. "Vamos," Sirius salta, lo más silenciosamente posible, y casi tira a Remus por la escalera. "No hay tiempo de mirar los libros," advierte Sirius, "sólo toma algo que parezca usado y nos vamos."
"Pero tiene tantos libros," comienza Remus.
"Espías en todas partes," le recuerda Sirius.
"Claro."
Se quitan la capa, dejándola al lado del escritorio, y buscan por un pelo-- una uña -- una pestaña-- cualquier cosa que sea parte integral del cuerpo. Nada. "Ni siquiera un hilo de su capa o algo," se queja Sirius, tirándose en el sillón de Dumbledore. Suena, cuerosa y sapísticamente.
"Levántate, levántate!" le urge Remus. "Sabrá que alguien se ha sentado en su silla!"
"¿Quizás una pluma?" Sirius se levanta pero se queda tras el escritorio. "¿Su tinta? Eh... un pisapapeles?"
"Algo ligero," dice Remus. "Tiene que ser algo ligero y algo que huela a él. Eso dice el hechizo."
Sirius huele la pluma experimentalmente. "La pluma huele a tinta," anuncia. "Maldición."
Remus mira alrededor buscando una solución, en realidad sintiendo que se les acaba el tiempo. Mira la habitación de nuevo, una segunda vez, luego con cuidado levanta el montón de tela a su lado-- sólo para encontrarse cara a cara con un muy confundido fénix.
"¿Graa?" dice.
"Agh!" grita Remus, dejando caer la tela inmediatamente y tropezándose con el escritorio. El pisapapeles lo ataca en la región lumbar y cruje.
"Oh, ese es Fawkes," dice Sirius, sin siquiera levantar la vista de su búsqueda en la alfombra. "Debí haberte dicho. Es de Dumbledore."
Remus mira a Sirius. Sirius ha estado en esta oficina lo suficiente como para conocerla como la palma de su mano. Probablemente se ha sentado en esa silla, esa de ahí, luciendo inocente y acusado, más veces de las que Remus ha comido tostadas al desayuno. Y nunca pensó en advertirle a Remus sobre un fénix detrás de la cortina número uno. "Supuse eso," dice Remus. Presiona una mano contra su pecho, intentando retornar su latido a lo normal. Espías! Espías aviarios! "Gracias por toda tu ayuda, por si acaso. Creo que este pisapapeles y yo somos uno eternamente por--"
"Aha!" flota el grito de Sirius desde atrás del escritorio. Momentos después, Sirius se arrastra hacia atrás, la cara sonrojada con triunfo y con algo púrpura en una mano.
"Sirius, ¿qué has hecho?" dice Remus dubitativamente.
"Calcetín," dice Sirius, como si fuese obvio. "Encontré un calcetín. ¿Soy un genio? Está algo húmedo pero servirá."
"No quiero pensar en ello," dice Remus. "Pero es perfecto."
***
***
"¿Entonces cuál es el plan?" Sirius lleva el calcetín frente a él, tomado con dos dedos, como una rata muerta. Huele a pie. Por qué no pudieron encontrar una pestaña es sin duda una broma cósmica que un día entenderán sin ninguna amargura. Remus, intentando que su ojo izquierdo deje de palpitar, deja un plato con crema en la cocina.
"Esperemos que a la Sra. Norris le guste la leche tanto como le gusta la pantorrilla de James," dice Remus. "El plan depende de eso."
"Podrías intentar poner algo de sangre en la crema," ofrece Sirius. "Definitivamente le gustará así."
"Bueno, pero no voy a donar nada de mi sangre, así que siéntete libre." Remus da dos pasos atrás, llevando a Sirius con él. Se arriesga a ver con cuidado por el pasillo, y se frota las manos. "Bueno. ¿Vamos?"
"Lo considero un privilegio," dice Sirius. Incómodamente bajo la capa hace una reverencia. Luego, pone ambas manos sobre su boca y grita "POR DIOS, QUÉ DIVERTIDO ES ESTAR FUERA DE LA CAMA Y EN EL CORREDOR DEL TERCER PISO! CIERTAMENTE ESTOY MUY CONTENTO DE QUE NADIE NOS VA A ATRAPAR JAMAS!"
"Idiota," sisea Remus. Acomoda la capa sobre los dos, y la nariz de Sirius se entierra en su oreja. "Sé que es una pregunta estúpida pero, ¿qué le pasó a la sutileza?"
"No creo que le guste la crema," dice Sirius. Su risa de ladrido en la oreja de Remus. "Pero ahora nos he convertido en un blanco irresistible."
"Nunca funcionará-- harás que Filch baje hasta acá y--"
"Shh! ¿Es ese el brillo de ojos felinos los que veo al final del pasillo?" Remus da vuelta el cuello sobre la cabeza de Sirius para mirar. Contra todas las probabilidades, pelo amarillo brilla en la sombra. Ojos de gato. Malevolentes, odiosos, maliciosos ojos gatunos, del tipo que le da pesadillas a hombres serios. Remus se convulsiona involuntariamente.
"Dios," murmura, "odio a los gatos."
"No veo por qué. Animales serviciales. Divertidos para perseguir. Buenos recuerdos. ¿Promete que no estornudarás?"
"No haré ninguna promesa. Aléjate de la crema, no puede olerte primero." Retroceden al mismo tiempo, escondiéndose en el pasillo y miran alrededor de la muralla para ver a la Sra. Norris en alerta hacia la leche. Pausa a unos centímetros del plato, lo huele y mira alrededor, antes de meter su lengua en el líquido. Pausa de nuevo. Espera. Remus y Sirius esperan. El tiempo pasa. Remus se pregunta si no debió ofrecer algún animal herido en vez de una distracción tan inofensiva como la leche, claramente no del estilo de la Sra. Norris. Al menos, cuando parece que toda la esperanza se ha perdido, la gata maúlla contenta y se dedica a disfrutar su comida inesperada. Remus mira sobre su hombro. Sirius asiente.
Caminan hacia la luz, con los zapatos en las manos, los calcetines apagando el sonido de sus pasos. Se detienen para respirar en el otro lado del pasillo, Remus mira la cola doblada de la Sra. Norris. Aún bebiendo. Remus se siente triunfante.
"No estamos a salvo aún," susurra, por su propio bien más que por el de Sirius.
"Filch me quiere dar de comer a un troll," murmura Sirius. "Habló de eso con mucho detalle ni hace dos semanas. Desagradable. Sigue por horas. ¿Que no nos atrapen, ya?" Remus asiente en acuerdo. Saca su varita de la manga de su sweater, terminando el complicado hechizo de cerradura en la gruesa puerta de la oficina de Filch. Las bisagras están tratadas con mantequilla de la cena de anoche, remedios caseros a veces son más útiles que la magia, antes de que Remus abra la puerta con su cadera y sus manos. Se pasan juntos, silenciosos y no notados.
Remus nunca ha sido tan ilegal en un día. Se le está yendo a la cabeza.
"Rápido," dice Remus.
"Más rápido," concuerda Sirius.
Se preparan con más entusiasmo que el que tenían en la oficina de Dumbledore, viendo sobre sus hombros más seguido por si acaso. Mientras su oficina era claramente territorio prohibido, Dumbledore el menos representa terreno amigable -o, mejor dicho, no completamente hostil. Sabiendo que han entrado a la Guarida de Filch, sus pasos se asustan hasta alcanzar el silencio, pero igual cada paso que dan hace sonar las cadenas oxidadas en el techo.
"Travieso muchacho, nuestro Filch," dice Sirius, tocando un archivo extremadamente grueso. "Dios mío, ¿yo hice eso?"
"Deja de perder el tiempo," lo reta Remus, quitándole el archivo de las manos, aunque no sin mirar primero. "Y sí, lo hiciste, lo recuerdo. Todavía hay manchas en la muralla."
"Mm," dice Sirius complacido. "Seguramente una de mis mejores horas. Qué pena que otras la han eclipsado. ¿Quieres ver el tuyo?" Toma otra carpeta, moviendo sus cejas como invitación.
"No." Remus se mete bajo el escritorio, buscando por el suelo duro y pegajoso e intentando no respirar por su nariz.
"Ja, eso es divertido, hay sólo una página aquí," dice la voz de Sirius, baja y divertida.
Remus se detiene, lucha con su conciencia por un momento y finalmente se resigna. "¿Bueno? ¿Qué dice?"
"Bueno, está muy mal escrito-- necesita un editor como tu, deberías ofrecer tus servicios-- lo que puedo entender es 'MANTIENE MALA COMPAÑÍA. SERÁ ATRAPADO UN DÍA. LA SRA. NORRIS LO ESTÁ VIGILANDO'". Los papeles hacen ruido cuando los tira de vuelta al cabinete. "Moony, ¿crees que soy mala compañía?" Suena herido.
"Horrible," gruñe Remus. "Mírame, de rodillas en la oficina de Filch, sin permiso, buscando por cosas personales. ¿Habría pensado en esto yo solo?" Rindiéndose en su búsqueda en esta área particular, añade, "Horrible compañía. Dolorosamente mala. Y no puedes hacer conversación en la cena ni que tu vida dependiera de ello. ¿Qué es esto?" Tirándose de vuelta en sus codos para mirar mejor, accidentalmente golpea su cabeza en el escritorio. Un sonido gigantesco hace eco en la habitación. Unas botellas llenas de líquido sospechoso amenazan con caerse del estante.
"Wow," dice Sirius. "Ahora ese fue un sonido. ¿Estás bien?" Remus apenas gruñe. "Mira-- mira, encontré un pelo, bien largo-- ¿te hará sentirte mejor?"
"Libros," murmura Remus. "La próxima vez, sólo quiero libros."
***
Página Cincuenta y Dos en el Archivo de Black, Sirius.
La Única Página en el Archivo de Lupin, Remus.