Parte Diez
Abril, '76
"Alégrate, amigo," dice Sirius, intentando consolarlo. "¡Podría ser peor!"
James abre un ojo, borroso, y Sirius asume, lleno de amor roto. Los pequeños círculos bajo sus ojos, el doblez oscuro de sus labios, el estado salvaje de su largo cabello, le da el aire de un lunático. Sirius supone que eso le hace el amor a un tipo: lo llena con promesas falsas, esperanzas falsas, el ocasional manoseo por aquí y por allá, y lo deja al final con nada más que la necesidad desesperada de bañarse. Igual, un buen amigo nunca menciona el olor.
"Da lo mismo," gruñe James. "No es justo. No hice nada malo. Lo salvé y ¿este es el agradecimiento que recibo?"
"Eres el héroe perfecto," dice Sirius suavemente. "Con o sin pantalones. No muchos pueden decir eso, te lo aseguro, y si ella no reconoce lo que tiene cuando lo tiene--"
"Matemos a Snape," interrumpe James. "Podemos esconder el cuerpo. Ya no importa, ella me tiró jugo de uva en la cara. No tengo a nadie más que complacer, nada más que esconder-- hagámoslo. Podemos cortar su cuerpo en pedacitos y nadie sabrá nada. Nadie sabrá si anda perdido. La gente nos agradecerá."
"Un solo problema con ese plan." Sirius sonríe. "Encontrar un lugar lo suficientemente grande para esconder su nariz."
"Podríamos ponerla en mi tristeza, que es vasta como el océano," dice James.
"Tienes que dejar de tomar firewhiskey en el desayuno, amigo," dice Sirius. "Eventualmente esa cosa te matará."
"Me hace más fuerte," murmura James. "Además, mira: finalmente tengo barba de verdad. Ahora que no importa cómo me veo, ya que no hay nadie en esta tierra que valga la pena impresionar. ¿Te das cuenta que tu me costaste mi novia?"
"Sí, supongo. Qué suerte para mí que nadie más está dispuesto a rebajarse lo suficiente como para ser tu mejor amigo."
"Remus es mi vice-mejor amigo," dice James. "Si te mataran, él sería reinstalado y probablemente haría un mejor trabajo."
"Nunca lo haría," aclara Sirius. James odia admitir que probablemente tiene razón. "No tiene la maldita mente. Quién volaría cosas contigo, eso me gustaría saber. ¿Quién haría las paredes transparentes en el baño de prefectos? ¿Quién pondría deshechos de hipogrifo en los zapatos de la gente? Bueno, Peter," admite al pensar, "pero no lo haría tan bien. Admítelo, amigo: estás atascado conmigo. Explosiones y desnudez gratuita son todo lo que te queda. Volvimos a los viejos y buenos tiempos."
"Mi vida no tiene propósito," se queja James.
"Sí," insiste Sirius, "Sí la tiene. Te apuesto a que no sabes qué día es mañana."
"Mañana y mañana y mañana," murmura James bajo su codo. "No me importa el mañana. Es igual de malo que hoy sólo que puedo odiarlo primero."
"No." Sirius intenta ser paciente. Por una parte, Evans es una tonta. Si crees cualquier chisme de un Slytherin entonces por descarte, eres una tonta. Por otra parte, ha sido una tonta justo a tiempo.”
Maldición si va a dejar a James convertirse en un cabezón leso, quejumbroso, destrozado porque parece que se quiere convertir en un cabezón leso, quejumbroso y destrozado. Sirius sabe más. Sirius sabe que no puede querer sumirse en la miseria todo el tiempo. "Mañana," insiste, "mañana es el primero de Abril."
"¿Y?" James murmura. Sirius espera. Podría, razona, tomar entre diez segundos y un minuto completo. Cuando ocurre, ciertamente comenzará en los hombros de James. "Oh," dice James. Sus hombros se refuerzan un poco. Exactamente 15 segundos. No tan inútil como pensó Sirius originalmente. "Ohhhhh."
"Y no hemos planeado nada o reabastecido y ciertamente no hemos adquirido nada de lo más nuevo y hediondo de Zonko's," añade Sirius, con una nota de finalidad, de perdición, de improvisación maléfica.
"¿Cuántas bombas de caca tenemos?" James se sienta, un brillo de propósito en sus ojos. Se pasa los dedos por el pelo, los dedos no pasan, se rinde.
"Cincuenta y siete."
"No es suficiente. Maldición. ¿Qué más sí tenemos?"
Sirius saca El Inventario de su espalda. "Sabía que despertarías," confiesa, sonriendo de oreja a oreja. "Chudley Cannons." Toca el pergamino con su varita, susurrando la contraseña, y ve alegremente cómo se desarrolla frente a él, actualizando sus recursos del momento.
James lo revisa con un aire profesional. "Bueno. Entonces tenemos... sí, si-- y eso servirá para los espejos-- Sirius, ¿te das cuenta que nada aquí enciende cosas?"
"Hemos dejado de lado nuestros deberes," concuerda Sirius solemnemente. "Y estoy limpio." Se toca los bolsillos con un aire trágico. "Otra consecuencia imprevista de renunciar a los soportes familiares: pérdida de recursos interminables a mi disposición como el Joven Amo. Podría molestar a Regulus pero no tengo ganas de escuchar sus quejidos. Por supuesto, esto significa que 1976 será el año de la improvisación. Requiriendo todos nuestros recursos sin distracción de ninguna clase. Pero! Siempre hay fósforos."
"Entonces... en cierto modo..." comienza James, sonando algo entusiasmado.
"Bendición disfrazada, en realidad," termina Sirius, dándole palmaditas en la espalda. "Vamos. Hay que arreglarte."
***
"No quiero saber," insiste Remus, poniendo sus manos sobre sus oídos. "No escucho. Soy un prefecto, soy un prefecto, soy un prefecto--"
"Bueno," dice Sirius. Se acomoda en la punta de la cama, dando botes para que la cama cruja. "¿Puedo darte pistas entonces? Bueno, te daré una pista: rima con 'eo' y es la respuesta a la pregunta '¿Qué ruido hará Rodolphus Lestrange cada vez que amenace a alguien?'"
"No te escuché," dice Remus. "No escuché eso, no te escuché, no estoy escuchando. La la la la-"
"Y la siguiente rima con ‘combas de baba’ y tiene que ver con--"
"Oh pasear por Inglaterra ahora que Abril llegó--"
"-- alguien que rima con Gran-Grasoso-Idiota-Drape--"
"--y quien despierta en Inglaterra ve la mañana pasar--"
Sirius toma una de las muñecas de Remus y la aleja con cuidado, el dedo haciendo un sonido pop al despegarse de su oreja. "Hemos encontrado un modo," explica Sirius, "para usar las cincuenta y siete al mismo tiempo. Es como una bomba hecha de bombas. Vamos a ponerla en su almuerzo."
"Qué suerte que no estaba escuchando," murmura Remus, "o tendría que reportarte inmediatamente." Sirius sonríe. "Y qué mejor suerte que no tengo idea de qué tienes cincuenta y siete y estoy seguro que tu mención de bombas no tiene nada que ver con bombas de verdad, o tendría que meterte en un closet y botar la llave. Por el bien de la humanidad, por supuesto."
"Realmente, Moony," dice Sirius. "Como si de verdad usáramos bombas. Cuánta repetición! Cuanta incomodidad! ¿No tienes fe en mi, verdad?"
"Tengo gran fe en tu apetito por destrucción y destrozos," dice Remus. "Realmente para ti. ¿No crees que Severus Snape ha sufrido lo suficiente?"
"No," dice Sirius. "¿Y quién dijo algo sobre Severus Snape? Uno pensaría que tienes algo contra él, así como proyectas tus pequeñas fantasías de dolor y bombas en su inocente cabeza. Ahora, Gran-Grasoso-Idiota-Drape, por otra parte, ese es un hombre que merece sufrir."
"Bueno, no voy a participar."
"No te lo pediría. Sabía que no lo harías, siendo el ciudadano bueno que eres. Como lo indica esa placa brillante en ese sweater tan limpio y planchado."
"No está planchado," protesta Remus, "está todo arrugado y huele a chocolate--"
Sirius mueve una mano en el aire. "El punto sigue siendo que nunca te pediría hacer algo tan claramente, campantemente más allá de tus límites. Tu participación en este el Día de los Días debe ser estrictamente en una base voluntaria."
"Espera," objeta Remus, sintiéndose insultado por razones que no puede ver, "¿más allá de mis límites? ¿Ni siquiera lo vas a intentar? Lo intentas todos los años."
"Eres una Buena Persona," dice Sirius. "No hay nada que puedas hacer al respecto, me temo, y nada que yo pueda hacer. Seis años lo he intentado. No, me temo que está lejos de tu alcance. No voy a reclutarte y no te voy a pedir tu bendición y ciertamente no voy a requerir tus considerables habilidades investigativas para buscar una forma para cambiar las contraseñas de las torres."
Remus tiembla.
"Eso no es justo," dice. "Estás usando mi investigación en mi contra."
"Bueno," Sirius se encoge de hombros, "todos tienen sus debilidades, no? O sea, yo lo hubiera hecho pero estamos en un horario tan cerrado y mi campo de trabajo requiere que esté en otra parte, y como todos sabemos un hombre no puede estar en dos lugares al mismo tiempo. Y estoy seguro que requerirá una rapidez de lectura de una proporción casi épica, en un libro posiblemente tres o cuatro veces el tamaño de un Prefecto, capaz de comer cualquier investigador inferior vivo en el espacio de quizás no más de cinco minutos." Sirius sacude la cabeza. "No, no, es demasiado, y tu naturaleza no lo permitiría, asi que no podría pedir por una tarea tan difícil y retadora de tu parte. Mi conciencia me canta claramente: no podría permitirlo."
Los labios de Remus están blancos en las puntas.
"Sé lo que estás haciendo," dice. "Veo tus tácticas."
"No sé de qué estás hablando." Sirius presiona una mano sobre su pecho, el dolor estampado en sus rasgos. "Sólo estoy diciendo que el Libro de Todos Los Libros y el Proyecto de Investigación de Todos los Proyectos de Investigación están en este momento sobre mi cama, detrás de una caja grande envuelta en papel café que, si valoras tu ida y tus cejas y el pelo en tu cabeza, no deberías abrir, y está esperando a que alguien haga buen uso de ella. Nunca, ni una vez dije, 'Moony, muchacho, amigo, Merodeador, necesitamos tu ayuda en este caso, desesperadamente, dolorosamente, dentro de nuestros senos no investigativos--"
"¿Para cuándo necesitas la información?" dice Remus.
"Medianoche sería genial." Sirius lanza sus brazos alrededor de los hombros de Remus, besándolo sonoramente en la mejilla. "Buen hombre! Buen hombre."
"Idiota," lo corrige Remus. "Gran estúpido Idiota."
"Y tan apretable," añade Sirius, apretándolo en las costillas para mayor efecto.
"Me encanta cuando me adulas," dice Remus. No le sorprende cuando recibe palmaditas en la cabeza.
***
"Bueno," dice Sirius con la boca llena de papas. "Entonces. Tenemos la etapa uno para las quinientas horas mañana. Robo Operativo Gamma, ¿estarás posicionado dónde?"
"En el pasadizo bajo la bruja jorobada, señor! Habiendo obtenido la mayor cantidad de comestibles posibles, señor! Pero no sin dejar el pago correcto en el lugar adecuado! Porque hay honor entre los ladrones, señor!" grita Peter, tirando atención y botando su cuchillo de la mesa.
"Buen bien, soldado," dice Sirius gravemente, contestando el saludo inmaculado. "Descanse. ¿A qué hora, Fuerza de Ataque Alpha, estarás ahí?"
"Dando vuelta el retrato y cambiando la contraseña en la torre de Slytherin para que no puedan salir a tomar desayuno hasta que alguien diga 'Severus Snape es una espinilla horrible," dice James. "Que fue mi idea en primer lugar. Y no te voy a decir 'señor'."
"Eso es insubordinación," contesta Sirius, luciendo superior. "Podría derogarte. Hundirte. ¿Y tu, Unidad de Reconocimiento Kappa?"
"Estaré en mi cama, con los dedos en mis oídos, pretendiendo que no sé qué está pasando," recita Remus aburridamente.
"Precisamente." Sirius asiente. "Y yo--"
"¿Cuál es tu código?" sisea Peter.
"Yo-- ¿qué?"
"¿Cuál es tu código? Todos tenemos códigos. ¿Olvidaste darte un código?"
"No lo olvidé!" dice Sirius, muy ofendido. "No creo que es necesario. Se pueden dirigir a mí como Comandante"
"Creo que debería ser 'Agente Ofensivo Pi'," sugiere Peter.
"Oh, sí," dice Remus inocentemente. "Y podemos llamarte 'Pie Ofensivo' en resumen, lo que creo que queda bien."
"Claro," dice Sirius. "Veo que ninguno de ustedes está dispuesto a tomar esta misión seriamente. Veo que están dispuesto a ver este día, este grandioso y glorioso día, como cualquier otra oportunidad para ir a clases y burlarse de Sirius. Muy divertido, hombres. Oh sí, son muy divertidos. Pero espero que piensen en las tradiciones que están deshonrando: en las generaciones anteriores y en las que vendrán, que mirarán al Día de Los Inocentes de 1976 y sacudirán las cabezas con decepción y desesperación, llorando: si sólo lo hubiesen logrado! Si sólo hubiesen resistido! Porque eso es lo que están haciendo, soldados. Quién ha sudado con ustedes, y caminado junto a ustedes, y sangrado y sudado y-- herido y sé que dije sudado dos veces asi que ni abras la boca Remus Lupin te estoy mirando. Sólo quiero que piensen en lo que están haciendo. Quiero que examinen sus actitudes. Quizás descubran que necesitan reajustarse. Por Inglaterra."
"Sabes," dice Remus pensativamente, "las generaciones anteriores probablemente esperaban con ganas el Día de los Inocentes de 1975. ¿Cierto?"
"No necesariamente," aclara Peter, "si seguían vivos en1977 tendrían que mirar hacia atrás."
"Tienes razón, supongo que depende en la generación--"
"Cállense!" grita Sirius. "Miren, sólo-- no tengo un código porque estaré poniendo las bombas bajo la cama de Snape durante la Operación Bomba de Caca Número Tres lo que significa que James y yo tendremos la capa. Asi que todos los demás tendrán que ejercer extremo cuidado."
"¿Hasta yo?" pregunta Remus.
"Sí!" dice Sirius. "¿Quién sabe lo que puede saber el enemigo, si te encuentran pretendiendo que no sabes lo que pasa? Pueden preguntarse en qué andamos! Sólo... metete debajo de la frazada o algo."
"¿Se me permite una luz para leer, señor, está bien con usted señor, señor?" pregunta Remus. Sirius junta sus caras, ejerciendo lo que espera es un aire militar promesa imperdonable y firme.
"Sólo si estás preparado para todas las posibilidades, soldado! ¿Estás preparado, soldado? ¿Crees que puedes lidiar con lo que te espera con la primera señal de amanecer, seis-cero-cero mañana, soldado?"
"Sí," contesta Remus. "¿Me pasas las papas?"
Sirius suspira, acomodándose en la silla. "Bueno, no eres divertido," murmura. "Aquí están tus malditas papas, ojalá te de indigestión."
"Estamos con usted, señor!" exclama Peter, aunque mira las papas con añoro mientras pasan frente a él.
"Yo estoy con él pero me preocupa," dice James. "Estamos bajos en recursos. Cada golpe debe contar. Cada minuto debe ser aprovechado al segundo. Y así sigue. Oye, ¿me puedes dar esas papas, Remus?"
"¿Estoy trabajando con hombros o monos?" le pregunta Sirius al techo. "Te pido por almas valientes, reclutas atrevidos, amigos que nunca rendirán el secreto de la última bomba, y me envías los suaves, los débiles, los amigos de las papas."
"No he comido papas," protesta Peter.
"Vamos," suspira Sirius. "Sé que las queires."
"¿De verdad?" Peter cae demasiado orgullosamente.
"Buen hombre," dice Sirius. "Lo intentaste. Hay unos pocos que pueden resistir la llamada de sirena de las papas con rosemary. Sólo los más fuertes sobreviven."
"Ya te comiste tres platos," aclara Remus.
"Bueno." dice Sirius. "Comamos un cuarto entonces, no?"
***
Primero de Abril, Mil novecientos Setenta y Seis. Amanecer. Los pasillos están desiertos. El día aún es pálido, el leve gris de la salida del sol. Esos menos dedicados a la causa aún duermen. Sirius Black ya ha puesto a todos los elfos domésticos en un radio de 50 metros con utensilios de cocina, aunque la mayoría de ellos, advertidos tras cinco años de experiencia, ya lo han hecho solos para cuando él entra a la cocina a las cuatro y media para ponerlos, como siempre dice, fuera de peligro, o más bien, como Remus diría, fuera de su peligro. Los elfos hacen pequeños sonidos ahogados para decir que entienden. Son malos elfos domésticos, son elfos domésticos entrometidos, siempre deben tener tenedores en sus encías y cuchillos también, muchos muchos cuchillos. Sirius los dejan con un dedo de advertencia en los labios, antes de reunirse con James afuera de las cocinas y dirigirse en una dirección que los profesionales generalmente llaman 'abajo'.
La sala común de Slytherin está completamente oscura. James está hablando en voz baja con la pared vacía, que le escupe y contesta.
"Conoces la Palabra de Mason," sisea. "Me puedes hacer cambiarla."
"Oh, por favor ya calla," dice James algo desesperado, mirando frenéticamente hacia los dormitorios. "Ojalá cooperaras, para ser honesto, es mucho más divertido si me puedes reportar exactamente qué pasa."
"Sólo di la Palabra y estaré atada a tu voluntad. No participaré en tus juegos copiones."
"Mira." Es una oportunidad, James lo sabe, pero vale la pena. "¿Te gusta Severus Snape?"
"Como si fuera una palabra para las glándulas."
"S..í. Pero él, ya sabes. Lo he visto patear paredes! Muchas veces."
La pared permanece en silencio. James piensa que puede estar enojada, pero no está seguro cómo sabe, y piensa que después puede pesar que está pensando como un loco.
"Y," añade James, después de un momento, "Una vez lo escuché decir que la contraseña era estúpida."
"Mis contraseñas nunca son estúpidas."
"Eso fue lo que dijo esa vez," dice James, lealmente. "'Muggles huelen a mermelada', Yo creo que es brillante, personalmente. Un comentario social fantástico. Pero Snape, él pasa por estos..."
"Tu voz no es familiar. ¿Cuál es tu nombre, estudiante o recientemente contratado profesor?"
"Lucius Malfoy," dice James, pensando rápido.
"Te conozco. Estuviste en séptimo año hace dos años."
"Sí. Y mi voz finalmente ha cambiado. Nunca pensé que esas bolas bajarían. Mira, he, eh, vuelto." James pasa una mano temblorosa por su frente. "Para aprender más. Nunca se puede aprender demasiado, es lo que siempre dicen. Escucha, ¿por favor cámbiala?"
"¿No le gustan mis contraseñas?"
"Las odia. Sr. Búrlate de las Contraseñas, así lo llamamos," dice James. Silencio. Se pregunta si quizás eso fue demasiado, hasta que se da cuenta que la muralla está pensando. Es un fruncimiento en el aire que, después, James nunca podrá explicar. Ahora mismo sólo lo molesta.
"No le gustará esta."
"No," dice James. "Ni un poco."
"Lo haré. No lo haré por tí, Lucius Malfoy, sino porque Severus Snape deshonra la Casa que protejo."
"Fabuloso." James finalmente se permite respirar. "Entonces... ¿cuál es la contraseña? Sólo para... confirmar."
"Severus Snape," dice la muralla, en su tono congelado, "es una espinilla horrible."
"Y ellos-- eh, nosotros-- no podremos salir hasta que ellos-- nosotros-- lo digamos."
"Sí. No seré movida."
"Buen hombre... muralla." murmura James. Se pregunta si debería darle unas palmaditas o algo, o si eso es demasiado personal. "Gracias por, ehh, regresar el honor de, eh, la maldita brillante casa de Slytherin."
"Es mi deber," dice la muralla.
"Genial. Finite Incantatem!" Las piedras suenan y vuelven al silencio. Misión cumplida, piensa James, y siente un calor de orgullo. Los chicos grandes han vuelto al juego, y Lily Evans y sus grandes, brillantes, hermosos ojos verdes, enmarcados por esos maravillosos mechones de pelo cobre, se pueden joder.
Bueno, añade, mientras se apoya en una muralla distinta en lo que espera no es un modo íntimo, no lo dice en serio. Es sólo, ya sabes, un dicho. Eso es todo.
***
Sirius Black siempre pensó que Snape, teniendo una Catedral tan grande y arcada para una cámara de ecos, roncaría con todo el caos y el sonido de tres carpas de circo. Sirius Black, metido bajo la cama de Snape, está feliz al saber que siempre tuvo razón. Le sorprende que la cama no esté moviéndose con la fuerza del ronquido. Le sorprende que nadie más en el dormitorio de muchachos de Slytherin haya sofocado a Snape en la noche con una almohada para que termine la locura. Le sorprende que él no haya sofocado a Snape con una almohada para terminar con la locura. Y lo haría, oh, con qué ganas lo haría, excepto que eso arruinaría el primer paso en El Plan, y todos los pasos que siguen.
Al son del ritmo del ronquido de Snape y su nariz de trompeta, Sirius pone las cincuenta y cinco bombas de caca-- dos quedan solas y tristes en la cabeza bajo la cama, en caso de emergencia-- dedicadamente sobre las cosas de Snape para mayor efecto. Toma unos cuantos libros, también, pero los devuelve. Sigue el plan, Black, se dice. Sólo sigue el plan. No te delates.
En toda la historia de todo el mundo, las Bombas de Casa Auto Disolventes son, Sirius piensa, la invención más brillante atribuida al hombre. Un día, cuando sea viejo y ya no pueda hacer esto en el Día de los Inocentes, su festividad más querida, se sentará e intentará lograr tal grandeza. Tiene muchas ideas, por supuesto, para el bromista que se inicia, también para el profesional, y cada clase que hay entre medio, pero ninguna llega al genio puro que es la Bomba de Caca Auto Disolvente. Tal aplicación de química. Tal precisión de tiempo. Tal perfección en un rollito de magia pintada oscura.
"Enorgullezcan a Papá," dice Sirius. Toca cada una con su pulgar, un ritual, una plegaria, una ofrenda a los dioses. "Esto es lejos lo mejor que nunca han hecho--"
"Snrgogggnk", ronca Snape.
"Que la Fuerza esté con ustedes," dice y se marcha.
***
Al desayuno, una mesa está extrañamente vacía. El resto de la escuela mira esa mesa curiosamente y hay mucha especulación, incluyendo a) la creación de una habitación nueva y privada para los Purasangre que no quieren comer cosas tocadas por manos Muggle; b) una orgía que se salió de control; y c) una plaga aniquiladora. Nadie parece saber cuál explicación es menos posible, hasta que los nombres "Black y Potter" entran en contexto con "Día de los Inocentes" y de pronto, todo tiene perfecto sentido.
"Escuché que dejaron un dragón suelto en los calabozos," dice un Hufflepuff de segundo año, con los ojos gigantes.
"Nah," dice su prefecto de quinto año. "No sabrías, no has estado aquí lo suficiente. Te apuesto que transformaron todo el calabozo en un pantano gigante."
"Hay que recordar esa," le susurra Sirius a James a través de la mesa, quien vibra intentando no reírse. "Genio."
"Escuché algo sobre ustedes dos," dice Kingsley Shacklebolt repentinamente, en su voz como placas tectónicas moviéndose, viéndolos desde arriba, dando la impresión de ser un árbol que de repente salió de la tierra. "¿No van a hacer que los saquen del Equipo, no? McCormack tendrá un ataque." Mueve su pulgar gigante hacia donde está el capitán del equipo de Quidditch de Gryffindor, quien los mira con mucha sospecha desde el otro lado de la mesa, viéndose bien amenazador para alguien tan pequeño y rubio.
"No," dice Sirius. Le da a Kingsley una sonrisa ganadora. "Es el Día de los Inocentes, Kingsley! No te sientes ahí," añade rápidamente, "te oleremos por días. Es una de las Sillas Malas."
Su amigo Bateador le da una mirada larga y oscura. "Black, será mejor que no me siente en nada que no quiera. Tu también, Potter. Cuidado. Todavía puedes jugar con dos piernas rotas, sabes, si te atamos."
"En mi honor como Gryffindor," dice James. "Valoro mi cuello, gracias. Y mis piernas. Y todos mis otros pedazos."
"Claro," dice Kingsley, asintiendo una vez para cada uno. "Sigan, entonces, con mi bendición."
"Eso es un alivio," murmura Sirius. "Podría ganarse la vida rompiendo cabezas con una Quaffle si quisiera." Sonríe cuando Kingsley se va y mueve la mano, hasta que se desliza en su asiento al final de la mesa. "Brazos como los grandes robles. Creo que es un tanto desequilibrado-- ¿ves esa mirada en su ojo? Esa mirada que dice 'no me gustas, peón indigno'
"Esa es sólo para tí," dice Peter.
"Kingsley es mi hermano del alma," dice Sirius, luciendo ofendido. "He golpeado Bludgers con él por un largo año. A veces me saluda.”
"No lo dejes escucharte decir eso o te golpeará con una de esas Bludgers hermanables en la cabeza," dice Peter y luego frunce el ceño. "Bludgers hermanables. Brudgers Herminobles. Hermu-- maldición."
"Nada que digas me puede achacar en este día tan glorioso," dice Sirius en voz alta y acomodándose. "Debería haber tragos, tragos en toda la mesa, tragos para mi querido amigo James Potter para celebrar nuestro triunfo." James pone una cara.
"¿Alguno de ustedes ha visto a Remus?", dice.
"Nada que puedas decir," repite Sirius enfáticamente, "me puede achacar en este día tan glorioso. Tragos, Potter. Tragos."
"No andaba cerca cuando desperté," dice Peter. "Pensé que era porque estaba atrasado."
"¿Cómo no puede estar aquí?" demanda Sirius. "¿Cómo? ¿Cómo, en nuestra hora de la victoria?" Mira tristemente sobre su hombro a la mesa de Slytherin. "Ahora mismo, te apuesto, los gritos de nuestro enemigo derrotado hacen eco entre la multitud y sin duda él está tomando un baño con burbujas o algo más que derrota nuestro Gran Propósito."
"Puede que esté en el baño," dice Peter.
"No en el desayuno, Petey, gracias." Sirius cruza los brazos sobre su pecho. "Qué te parece. ¿Qué te parece? Tengo dos bombas extra, James, qué dices si--"
"Le dijiste que se mantuviera lejos," dice James. "¿No?"
"No lo dije en serio," murmura Sirius
"No fuiste claro." James lo golpea en el hombro. "Mala suerte, no?" Sus ojos miran nerviosamente al final de la mesa, luego se vuelven al techo inocentemente, labios formados para silbar. "¿La ves?" pregunta, desde un lado de su boca. "¿Me está mirando?"
"Está mirando a Kingsley, en realidad," dice Sirius. "Mala suerte, eso dijiste."
"Te odio." James mete sus pulgares en sus ojos como si quisiera hacerlos explotar. "¿Te das cuenta de que tu me perdiste mi novia por el Árbol Humano? Ojalá sólo te murieras."
"No, no es cierto," dice Sirius razonablemente. "Déjame recordarte todas las cosas que hubieses tenido que hacer solo-- las explosiones y la desnudez y eso. Bueno, podrías hacerlas con Peter," después de pensar añade, "pero no sería lo mismo-- cierto, Wormtail."
"Ni la mitad," dice Peter.
"Como sea," continúa Sirius, intentando ignorar la escena detrás de la oreja izquierda de James, donde una sonriente Lily está acariciando uno de los bíceps de Kingsley, el que resulta ser del tamaño de su cabeza, "es sólo un gusto pasajero. Una fase momentánea. Le doy dos semanas antes de que vuelva arrastrándose y puedan tener horribles niñitos pelirrojos o lo que sea que ustedes dos hacen para divertirse. ¿Dónde diablos está Remus?"
"Oh, ve a buscarlo," murmura James.
"No puedo." Una sonrisa como el sol aparece en la cara de Sirius e intenta ocultarla valientemente, hasta juntando sus pulgares por amor a la inocencia. "Slytherins. A las doce. Fase uno: completa. Etapa de regocijamiento comenzando: ahora."
"Se ven enojados," susurra Peter.
"¿No hay señal de Snivellus, no?" Sirius pretende inspeccionar una uña rota mientras mira la escena desde detrás de su cabello suelto. "¿Crees que se haya lanzado por la ventana para terminar con la vergüenza y el tormento?" Sirius suspira con ganas. "O quizás se tiró por el baño. O quizás-- si tenemos suerte-- se encontró una esquina oscura donde llorar hasta que se encoja y muera. ¿Qué creen, hombre, eh?"
"Ahí está," dice Peter y apunta.
"Abajo!" susurra Sirius. "Abajo! Cuidado Máximo! Sutileza siempre! No dejen que el enemigo sepa que sabemos!"
"¿Sabemos qué?" pregunta Peter.
"Todo" responde Sirius.
"Oh." Peter piensa. "Entiendo."
"Viene para acá," murmura James apenas. "Rápido. Véanse inocentes. Ahora."
Sirius se da vuelta hacia ellos, pareciendo más un cuervo furioso que lo usual y oliendo como algo no santo. Sirius pone una cara horrible y aleja su plato. "Urgh, amigo. Quédate por allá, no? Qué-- ¿te caíste en el baño?"
"No me caí en nada," dice Snape en tonos mortales. "Pero sé que eres responsable-- tu-- tu--" El sonrojo oliva lleno de rabia sofoca su cara, y parece haber perdido las palabras, capaz sólo de temblar, puños apretados.
"Tranquilo, Snapey," dice James. Levanta las manos amigablemente. "No puedes culparnos por tus problemas de olores personales, no? ¿Dónde estaban en todo caso? Oh, urgh, son todos ustedes!" Así es, por las caras rojas de los Slytherins en su mesa están todos rodeados de un olor horrible. Sirius dice whoooof! y bate una mano frente a su nariz. "¿Qué pasó? ¿Peeves entró al alcantarillado?" Si las miradas pudieran matar, los Slytherins no sólo hubiesen matado a James y a Sirius en maneras desagradables e imaginativas, sino que también hubiesen defecado en sus cuerpos y bailado sobre los huesos.
"Te lo dije," susurra el prefecto de Hufflepuff, "pantano gigante!"
Snape se endereza hasta alcanzar su estatura normal, la que no es muy impresionante, piensa Sirius, con sus manos huesudas apretadas en puños pequeños y su nariz pareciendo botes gigantes. "Baños," sugiere Sirius. "Una costumbre antigua. La Historia nos dice que ha sido empleado, en el pasado, para hacer que los hombres no huelan como bestias." Sirius huele, hace una mueca y vuelve a batir una mano ante su nariz. "Algunas personas," termina, "están intentando comer, Snivellus."
"¿Tu sabrías mucho sobre bestias, no?" responde Snape. Sus labios están apretados, una línea oscura, su cara enojada y hundida pero orgullosa. "No te saldrás con la tuya."
"¿Saldrá con qué,?" James pestañea inocentemente.
"No sé de qué están hablando," dice Peter.
"Hueles como un depósito," termina Sirius. "Ya vete, chico-caca."
"Bestias," insiste Snape, luego se da vuelta y se va.
"Qué luz en el paisaje," dice Sirius. "Moony no tuvo nada que ver con esto. Digo que robemos la ropa interior de Snivellus y la llenemos de pimienta--"
"El próximo año, quizás," admite James. "Tu eres el que quiere seguir el plan."
"¿Qué les parece la próxima semana?"intenta Sirius. "¿Quizás el próximo mes?" La expresión de James continúa no convenida. "Un año es demasiado tiempo," gruñe Sirius. "No puedo esperar un año. Tuve la idea recién."
"Hay un límite de puntos que podemos perder, sabes," dice Peter. "¿Recuerda tercer año, cuando llegamos a menos treinta? Creo que deberíamos evitar eso."
"Pero eso fue tan divertido," se queja Sirius, mirándolos con lástima. "Oh, una mancha en los recuerdos selectivos de los depresivamente correctos por ley. Recordemos que esa parte del menos treinta fue por esa vez, con las salchichas--"
"Oh claro," dice Peter de repente con su pequeña risita. "sí! Y los enanos que pintamos azul--"
"Exactamente," dice Sirius. Se acomoda en su silla con una mirada de dulce remembranza. "James. Jamie James. No digas que no te trae una sonrisa de nostalgia a esa cara larga tuya."
"Bueno, fue divertido," admite James, apenas. Sirius piensa que podría considerarlo una derrota el mostrar cualquier signo de lo que sea excepto de la más terrible miseria, y quiere pisarle el zapato. "Pero nada de pimienta ahora. Puntos o no, es un desperdicio de energía. Los Slytherins lo molestarán por nosotros al menos hasta fin de mes, hasta que se acabe el olor."
"Babosos. Metiéndose en mi pasatiempo favorito." Sirius golpea sus dedos impacientemente contra la mesa, silbando entre dientes, y de repente se sienta como un perro en atención y dice, "Moony! ¿Dónde has estado?"
"Oh," contesta Remus vagamente, "por ahí." Se sienta, inclinándose sobre algo de leche, cuando pausa, una mirada intensa le cruza la cara, "¿Qué es ese olor?"
"¿El éxito?" ofrece Sirius.
"Cincuenta y cinco bombas de caca," explica James.
"Bueno." Sirius huele. "Si quieres ser literal."
"¿Slyterins?" pregunta Remus. Enmantequilla un pan, no parece muy sorprendido, perturbado o molesto. "¿Supongo que las sillas son para más rato?"
"Las festividades son del amanecer hasta el anochecer, ese soy yo," dice Sirius. "¿Es por eso que andabas escondido, eh?"
"Había mucho ruido en el pasillo. Un éxodo de Slytherins, aparentemente." Remus arranca al frasco de mermelada de los dedos de Sirius y lo ataca con su cuchillo. "Lo que, estoy seguro, no tiene nada que ver con ustedes."
"Te perdiste a Snivellus." Sirius frunce el ceño. "Prácticamente podías ver el olor."
"Fue brillante," concuerda Peter.
"Mmph." James se tira hacia su plato. "Ella está acariciando sus bíceps. Todavía está acariciando sus bíceps. ¿No?"
Sirius suspira hondo y lanza sus brazos alrededor de los hombros de Peter. "Tu y yo, Pete," dice. "¿Qué te parece? Dos visionarios contra los aguafiestas del mundo."
"Me matarías," dice Peter.
"Merodeadores!" Sirius los mira, francamente sorprendido. "Siento que ya no los conozco! Este no es comportamiento de Merodeadores, esto es-- esto es-- deberíamos llamarnos Los Aguafiestas! Bueno," admite, "Los Aguafiestas Y Un Muy Solitario Merodeador, que no es mucho mejor."
"Brillante nombre para una banda en todo caso," dice Remus pensativamente.
"Pfah!" dice Sirius. "Estoy shockeado, hombres; shockeado y aterrado. Acabamos de terminar una broma brillante-- y con 'nosotros' por supuesto que quiero decir La Persona Más Patética En El Mundo y yo-- Snape está a punto de ser colgado por los de su propia casa, y Peter nos tiene abastecidos con suficientes golosinas como para durar una vida entera. ¿Por qué no hay celebraciones? ¿Por qué no estamos bebiendo? ¿Tomando? ¿Tomando una cerveza de celebración?"
"Me gustaría emborracharme," dice James, confirmando su estatus como La Persona Más Patética. "Deberíamos ir a beber."
Remus está tocando su desayuno, aún luciendo algo enfermo. "¿No le has hecho nada a esto, verdad, Sirius?"
"Honor entre ladrones, Moony," le recuerda Sirius, luciendo muy herido. "Honestamente. ¿Qué piensan de mí?"
"Es sólo que sabe-- sabe extraño." Remus deja el pan a un lado, contemplándolo con ojos rojizos. "Es tonto. ¿Es sólo pan y mantequilla y algo de mermelada, no?"
"El hombre ni puede soportar su mermelada, y tu estás hablando de emborracharnos. Bah." Sirius cruza los brazos sobre su pecho y los mira fijamente amurrado.
"¿Estás bien, Moony?" pregunta Peter, mientras James se amurra y Sirius se amurra y Remus se pone algo verde.
"No sé, en realidad," dice Remus. "Claro. Baño. Glurk."
"Acaba de decir Glurk," reitera Peter, viendo a Remus irse. "Hola, ¿es ese Snape luciendo complacido?"
Las cejas de Sirius se juntan. Peter abre su boca para decir algo pero la cierra de nuevo, reconociendo cuán innecesario es no interrumpir. "La mermelada," dice Sirius de repente. Golpea una mano en la mesa haciendo que se sacuda, y unos Gryffindor protestan solo como los Gryffindor pueden. "Idiotas," murmura Sirius. "Es la mermelada. Esa-- esa rata! Puso algo en la mermelada de Moony!"
"Pusimos cincuenta y cinco bombas de caca bajo su cama," aclara James. "Aunque pudieron ser su almuerzo asi que en realidad debería estar agradecido."
"Deja de ser tan razonable!" Sirius explota. "Ya no eres divertido, James, para nada! Vamos, Peter. Operación Pantalones de Pimienta comienza ahora."
"Eh," dice Peter. Se sienta. Es algo pesado como para ser arrastrado, asi que Sirius deja salir un sonido de exasperación, lo abandona como peso muerto, y se dirige a la mesa de Slytherin. Al pasar, escucha a Rodolphus Lestrange susurrar "Black, será mejor--" antes de que lo corte un extremadamente vulgar blatttt que hace que toda la habitación se cubra de risitas. Animado por este hecho, sigue caminando hasta llegar donde Snape, con los brazos cruzados. Snape está, como le complace ver, sentado solo en una silla bien lejos del resto de su casa quienes le siguen dando miradas de puro odio.
"Bueno," dice Sirius. Se tuerce con el olor que le llega y decide respirar por la boca. "Ezo zería. Quidade dos pantadones."
"Que me quite los pantalones," repite Snape mirándolo. "Mira, Black, debí darme cuenta de que toda esta idiotez y supuesto homicidio fue en realidad un intento metafórico de soltarme las trenzas, pero preferiría ser devorado lentamente por hormigas carnívoras."
"No," dice Sirius. Cualquiera más acostumbrado a su naturaleza entendería el peligro, incluso cuando sale gracioso por una nariz cerrada con los dedos. "Vamoz. Voy a pomerle pibienda en un luga muy dolorozo y peferiría hazerlo ahoda y no cuando estés dumiendo."
"¿No te has burlado de mí lo suficiente por un día?" Snape se da vuelta, ignorándolo.
"Esto no es por mí," grita Sirius, tomándolo del cuello de su capa y dándolo vuelta, demasiado molesto como para respirar sólo por la boca. "¿Qué le hiciste a Remus?"
Una sonrisa horrible aparece en la boca de Snape. "¿Qué quieres decir?"
"Creo que sabes perfectamente lo que quiero decir."
"Lo dudo," dice Snape, mirándolo fijamente. "No es mi culpa si cierta gente no pueda soportar su plata."
Los molares de Sirius se aprietan. "Te voy a matar," dice.
"Ah," Snape suspira. "Entonces no son mis trenzas las que quieres tirar. ¿Tengo razón?"
"Intentaste envenenarlo," Sirius escupe. "Eres asqueroso. Eres patético. Hueles a mono enfermo. Te voy a matar."
"Por favor, Black," dice Snape. "Hazlo. Aquí. Frente a toda la escuela. Suficientes testigos para meterte en Azkaban de por vida-- prefiero pensar que mi muerte será reconocida un día como un gran sacrificio para tan noble causa." La punta del ojo de Sirius se mueve. Retira sus brazos, puños apretados en nudilla perdición. "Hazlo," desafía Snape. Su voz nasal envía espasmos de asco por la espalda de Sirius y profundamente en su estómago.
"No querría mejorar tu cara," grita Sirius. Se retira, dejando caer a Snape en la silla. Fuerte. "Cuídate, Snivellus. El día no ha terminado."
"Estoy aterrado," dice Snape secamente. "Te lo aseguro. Tus intentos patéticos de dejar a un lado la masculinidad, apuesto a que hay algunos Hufflepuffs de primero que pueden estar impresionados por tu bravado-- sin mencionar un hombro lobo que vomita ahora, naturalmente-- pero yo no."
"Como dije, Snivellus," repite Sirius. "cuídate."
"¿Qué pasó?" pregunta Peter apenas Sirius vuelve a la mesa de Gryffindor. "¿Le pegaste? No parecía que le estuvieras pegando. Parecía que no le estabas pegando."
"Era plata," añade James, luciendo animado por primera vez en semanas. "¿Cierto?"
"Ya sabes lo que significa," dice Sirius, jugando con el servicio de plata entre sus dedos.
Jame asiente. "Oh sí," dice. "Guerra."
***
Así comenzó la famosa Semana Bromista del '76, en la que las siguientes etapas fueron ejecutadas tan meticulosamente que hasta Dumbledore, cuando finalmente los culpables fueron atrapados, estuvo presionado a esconder su admiración.
Día Uno, conocido como Operación Peludo McPantalonesPeludos.
Día Dos. Remus Lupin quisiera afirmar ante el jurado que no tuvo nada que ver con esto, que estaba doblando calcetines a la hora del incidente.
Día Tres. Rabastan estuvo aquí.
Día Cuatro. Hay otros peces en el mar. Gracias a Dios no atrapaste este.
Día Cinco. Es más higiénico de esta forma, créeme.