Remus puede decir, cuando las nubes se juntan así, que la tormenta es una Siriusbinger.
Una Siriusbinger, para los que no están dentro del mundo de Remus, es como cualquier tormenta pero mucho más peligrosa, ruidosa y poco sutil. Es un cambio en el clima, un cambio en la humedad, un oscurecimiento o un abrillantamiento del cielo, o una nueva dirección de los vientos que trae un olor particular, imperteptible a la mayoría de las narices, pero un olor que Remus se ha entrenado para reconocer hace tiempo. En su habitación, libro abierto en sus rodillas, pelo chascón, Remus pausa en la mitad de su sandwich. Mira las manchas fuera de la ventana. En alguna parte justo fuera de su alcance hay un trueno, abajo de las nubes gruesas pero acercándose, más fuerte. El viento mueve los árboles. El calor del final del verano tiene un lado helado que anuncia lluvia. Remus sabe que cualquier joven en su posición se acercaría a la ventana a cerrar la cortina, pero la tormenta no es una Siriusbinger para ninguno de esos jóvenes.
Remus termina su sandwich, mastica exactamente 22 veces y traga.
Las nubes se abren. Él levanta su nariz al aroma de la lluvia, que le gusta, y escucha el sonido de un motor-- más distante que un trueno, más difícil de escuchar, pero ahí, a menos que sus instintos le hayan fallado. Es simplemente cosa de tiempo.
***
Sirius se inclina más cerca de la ventana, el viento lluvioso convierte su pelo en cuerdas alrededor de su cara. Iban a 10 kilómetros de la costa Galesa cuando comenzó a llover, entonces cálida y gentilmente, cayendo en el cráneo de Sirius y creando sonidos cómicos en el casco de James; ahora la lluvia grita alrededor de ellos en sábanas de vidrio, y el trueno parte el cielo magníficamente por todos lados, y están empapados hasta lo huesos asi que ya ni pueden decir que están mojados.
Escupe agua y sonríe furiosamente en la boca de la tormenta, llevando la moto más arriba. James, tras él, deja salir un pequeño gesto de horror y se aprieta al estómago de Sirius. Si hubiese alguien más tras él, Sirius podría tener más cuidado, pero es una tormenta de fin de verano y este es James con sus rodillas en las caderas de Sirius y no han visto a Remus en meses y sería idiota esperar cinco minutos más para salvar sus cuellos hipotéticos.
Delante de él, gris entre las salvajes líneas de lluvia, casi puede reconocer la casa de Remus, pegada al final de la villa como una mosca en un papel, y piensa en cómo Remus les va a gritar cuando los vea. Bueno, no gritar gritar, Remus nunca grita. Pero tendrá esa mirada en su cara como si las dos partes de su boca intentaran hacer cosas diferentes, esa mirada como cuando intenta ser serio pero reírse al mismo tiempo, y les dirá cosas muy precisas, y hasta tendrá que irse, como siempre, como para evitar que Sirius vea esa cálida, incongruente y loca sonrisa quebrándole la cara.
Al acercarse Sirius atraviesa las últimas partes de lluvia y ve, de repente, como un guiño, la pequeña figura gris acercarse a la ventana amarilla, y se levanta y saluda y se acerca a él.
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La respuesta sencilla es: Sirius Black intenta matarlo. Pero cuándo, admite Remus, no intenta matarlo? Hubo un tiempo en que Sirius lo engañó para subirse a una escoba y lo envió al cielo, terriblemente solo, en la tarde, asi que se perdió el almuerzo y la mitad del desayuno cuando James finalmente lo rescató. Hubo un tiempo en que Sirius decidió que sería una idea genial asustar a Remus en la mitad de Pociones, justo cuando Remus añadía el ingrediente final, causando que el caldero explotara, sacándole las cejas a Remus hasta que parecía algo así como una rata albina esperando a que le crecieran de nuevo. Hubo una vez que Remus no piensa, que fue peor que matar, lo que no cambia nada en la ecuación--- una variable que calmadamente y metódicamente borra de cada lista que su vida ofrece. Y ahora es la vez en que Sirius entra a su pequeña ventana, derramando aceite de moto y lluvia en las blancas cortinas de su madre, casi derribando el marco de la ventana con la forma cómica de su moto: grande y fuerte y hecha de líneas circulares, atractiva, si te gusta ese tipo de cosa.
La respuesta es sencilla: Sirius Black intenta matarlo. Hay elementos mucho más complicados y la pregunta es la que cuenta de verdad, la emoción que pasa por la sangre de Remus como rayo y trueno en su estómago, y la esperanza al ver a sus amigos de nuevo. No es una reunión --y se siente mal porque Peter no puede estar aquí-- pero Remus siempre imagina que sus amigos van a desaparecer durante el verano, cuando James y Sirius se van de vacaciones juntos y Remus inevitablemente tiene que quedarse atrás preguntándose sobre las risas que comparten. Insiste que no esá celoso. Es envidia. Hay una diferencia. Incluso ahora, pegado en la ventana, con la luz ocasional que proporciona el cielo tormentoso, se han acercado mucho más el uno al otro. Son los cabellos oscuros y ojos maliciosos en la vida de Remus. Son inseparables en el modo en que dos chicos, dos mejores amigos, pueden serlo. Comparten Quidditch y motos y la facilidad de andar desnudos sin vergüenza, sin la imposición de la madurez sobre ellos.
Remus, sintiéndose distraído, lleva su pulgar derecho a la punta izquierda de su boca. "Holas," dice. "Veo que todavía no revisan el informe del tiempo en el diario. Algunas cosas nunca cambian."
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"Veo que todavía no revisan el informe del tiempo en el diario. Algunas cosas nunca cambian."
Por un momento Sirius, colgado de la ventana de Remus, mojado y desarreglado como un perro y sonriendo locamente, reflexivamente, tiene que tomarse unos segundos y absorber a Remus: la seriedad pálida y contenida contra la lámpara cálida de su habitación, su pelo claro y chascón, sus tobillos brillantes saliendo del final de sus pantalones.
Dice, "tenía ganas de ducharme de todas formas."
"Sí", concuerda James. Él también sonríe, mano mojada contra el cuello frío de Sirius. "Ha pasado un mes y medio, sabes, desde la última vez que usó una toalla. Vil."
"Los sucios no quieren pasar," dice Remus con un entretenimiento oscuro, haciendo el gesto de invitación. "A menos que prefieran entrar por la puerta, como la gente normal."
"Oh no" dice Sirius con alegría, "por aquí, gracias--" y planta sus botas embarradas en la ventana blanca de Remus, justo para ver la cara paternal, angustiada y arrugada que Remus pone, esa que Sirius piensa que es algo maravillosa.
"No lo creo," dice Remus firmemente. Empuja la punta de las botas de Sirius con sus dedos. "Pueden entrar por atrás" Los mira a ambos, su boca se tuerce, y Sirius por primera vez logra ver las dos cicatrices largas y enojadas que pasan por su traquila y huesuda cara. Involuntariamente, aguanta la respiración y se queja sólo un poco. James se endereza contra él y dice sorprendido, "Moony!"
Sin pensar, Sirius estira la mano y toca con su pulgar el pequeño lugar donde la cicatriz comienza, justo debajo del ojo.
Remus da un salto atrás, rápido como un choque eléctrico, Sirius piensa, o como una poción cuando está lista. "No," dice Remus. Su voz suena extraña y algo chillona.
"Perdón", susurra Sirius. Recupera su mano con cuidado. "Me sorprendió." Remus lo está mirando como a todas las cositas salvajes, y Sirius se siente estúpido y quiere arreglar las cosas. Fuerza una risa. "Se ve brillante," dice, "de verdad, Moony, como si hubieses peleado con una espada."
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"Se ve brillante, Moony, de verdad, como si hubieses peleado con una espada."
"Se están mojando," dice Remus. No mira directo a sus amigos, todavía bajo la lluvia, todavía sin paraguas, todavía esperando a que deje sus inhibiciones y los deje cubrir el piso con barro. Hay un nudo de algo más pesado en su estómago, arrepentimiento quizás, el dolor de verdad de una cicatriz --recordando la cicatriz-- enterrada dentro de él. Afuera, detrás de las nubes, casi puede sentir la luna cambiando. No está todavía en círculo, no está en nada, apenas derecha mientras cambia en sus rotaciones mensuales y cambia el océano y los huesos de Remus, sus articulaciones dolorosas y casi artríticas, todo al mismo tiempo, invisible. La busca con otro rayo de luz pero no ve nada tras las nubes. "Bueno, ya," murmura. "Sáquense los zapatos y entren. Iré a buscar toallas."
James se ríe. "Moony!" dice. El ruido de dos chicos bajando de una moto es impresionante. El sonido de los calcetines mojados en el piso también y hace que Remus frunsa el ceño. No puede dejar a sus amigos afuera en la lluvia sentados como idiotas. No puede dejarlos mojando el piso tampoco.
"Quédense donde están" dice, "Sólo, ahí, volveré con toallas y té."
"Puedo..." comienza Sirius.
"La moto se queda afuera," advierte Remus. Hay algo en su ojo, firme, como si canalizara algo más profundo, pero con la dosis de cuidado correcta.
"Toallas y té," repite Sirius.
"Sí señor, muy bien señor, a la orden señor," dice James. Saluda, sonrisa de oreja a oreja pero mojada.
"Será un minuto," dice Remus y desaparece tras la puerta, más aliviado por estar solo un rato como nunca pensó que estaría. Escucha a la casa crujir bajo la lluvia, la lluvia en el techo, la lluvia en las ventanas, y tranquiliza el martillar de su corazón mientras baja las escaleras, pasando la parte de atrás de su mano sobre el puente de su nariz, su mejilla, la cicatriz sobre su cara, sintiéndose estúpido, conciente y pobre.
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"Será un minuto," dice Remus y desaparece como un rayo. Lo siguen con los ojos por un momento.
"Phwoar," exhala James, levantando sus cejas a Sirius. Sirius asiente. "Es algo, no? No se veía tan mal en la foto." Con una mano sacude su pelo mojado, pensando.
Sirius mira la puerta donde Remus ha salido, ausentemente sacándose la chaqueta. No es un pensador particularmente profundo cuando se trata de otra gente --sus tics, sus sorpresas, sus necesidades animales, todo le parece una pérdida de tiempo y mucho mejor comunicado por una conversación directa o al menos con engaño de frente-- asi que lo descoloca que esté tan conciente de cada partícula de la existencia de Remus. Hay veces cuando la presencia de Remus en una habitación le hace sentir como el sol, y hay veces como esta, cuando Remus le hace sentir con un elefante ciego y torpe. Sirius, quien ha sido entrenado para moverse con elegancia desde que pudo caminar, no puede decidir si esta incomodidad que Remus inspira es horrible o fascinante.
Por otra parte, nunca le ha gustado estar aburrido -- ni siquiera puede contar ovejas para dormir porque ser así de aburrido es más trabajo para su cerebro que simplemente pasar por pensamientos para resolver sus problemas de Aritmancia. Al descolocarlo casi constantemente, Remus no puede aburrirlo. Hubo veces en que quizás cuando pensó que Remus era aburrido, que era fome, que no tenía voluntad o que era imposible de pasarlo bien, pero recuerda esas veces y se siente como un imbécil.
"No crees que le moleste la visita, no?" pregunta James, la voz cortada por su brazo sobre la cabeza mientras se saca la polera mojada y la cuelga en el marco de la ventana.
"Oh sí," dice Sirius con más certeza de la que siente. "Le alegra. Es que no sabe todavía." James le sonríe. No por primera vez Sirius está inmensamente agradecido por James, quien lo entiende y se ríe de él, y con quien siempre está seguro. Se cuidan el uno al otro.
"Eres un idiota," dice James, lo que es particularmente ridículo viniendo de alguien mojado y helado como James. Busca estigmáticamente una superficie seca, forzado finalmente a limpiar sus lentes en el cinturón mojado de sus pantalones.
Sirius lo mira con cariño y luego dice, "Vete al diablo, Potter," y se saca su polera justo a tiempo para ver, a través de la tela, la sombra de Remus apareciendo en la puerta con una bandeja en las manos.
"Bueno hola," dice, con toda la dignidad que puede manejar con su polera puesta en la cabeza como una boa constrictor. De nuevo está en el pie incorrecto, confundido y enredado con todo lo que está en el lugar incorrecto y extraño, inexplicablemente feliz por todo. "¿Eres la mucama?"
"Sí," se ríe James, "y tomas casos perdidos?"
"No estoy atrapado," dice Sirius, con toda la seriedad posible, y se saca la polera para probarlo, dejando la tela gris en el suelo.
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"No estoy atrapado," dice Sirius. Mueve su polera por un momento más y luego logra sacársela, todas las extremidades casi definidas, los codos firmes por los músculos de sus brazos, sus manos, las líneas cuadradas de pulgar a muñeca... Junta la geometría juvenil que Remus cree que puede pasar su vida intentando formularizar con teorema adolescente tras teorema adolescente. Debe tener algo que ver con Quidditch, asume, esa facilidad con la que Sirius y James pueden desvestirse frente a otras personas. No tienen cicatrices como Remus, o brazos largos como Remus, y no tienes ángulos incómodos como Remus, y es hábito para ellos pero no para Remus.
Como siempre, Sirius puede decir una mentira como si fuese uno de los principios básicos con los cuales opera la vida. Su naturaleza terca o su convicción o esa luz interna oscura que le da cuerda lo convierte en verdad. Está fuera de su polera y es un montón de humedad dejando más mojado el piso de madera. Remus se limpia la garganta e intenta sacarse la sonrisa de la cara. En vez, siente su piel estirándose, tirando sobre sus cicatrices. Se pregunta si se ve como un arlequín así como se siente como un arlequín, algo disfrazado detrás de una máscara con partes de él cosidas juntas.
"Toallas," dice. Sus palabras son sencillas y calmadas, con el giro seco de sus labios sonrientes. Ha pasado un largo tiempo midiéndose así, dando suficiente humor para que Sirius y James y Peter se den cuenta de que no es tan estirado como parece ser, por su propio bien, no por el de ellos. "Y té," añade, toallas en un brazo, té balanceado en una bandeja en el otro. "Y chombas en ese cajón, ahí, porque no soy Jillian y no están tan bronceados como me hicieron creer. Qué decepción." Deja la bandeja en la mesita de noche, no puede disfrazar la comodidad de su visita-- medio desnudos como están con el pelo brillante, pegado a la frente, todos mojados, con agua goteando de la nariz, en sus ojos y oídos.
"Buen hombre, Moony," dice James otra vez. Se saca el pelo mojado de sus ojos miopes, Remus puede ver que están apenas enfocados en él. James, irrevocablemente cegatón. Remus le pasa la toalla primero, luego toma la segunda con un pulgar y un índice como si fuese algo muerto.
"Si no tomara casos perdidos, Prongs, los habría echado cuando llegaron y me habría tomado todo el té solo." Ha tenido que entrenarse solo para esta maldad, una maldad que no es propia. Es un trabajo refinado juntar los hábitos de James y Sirius y adoptarlos, una naturaleza ajena sobre la propia, que sigue igual que siempre, cementada y concreta y de piedra sobre la verdadera. Esos son instintos con los que no nació pero que ya son suyos. Se posiciona contra ellos. Es una lucha constante y no puede darse el lujo de que Sirius le tire agua, tocando con dedos mojados la piel marcada, recuerdos de la última luna llena.
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"Me habría tomado todo el té solo," Remus dice con una sonrisa. Tiene una toalla en una mano mientras sus ojos pasan sobre Sirius, quien deja salir un suspiro y estira la mano. Las mejillas de Remus están levemente sonrojadas, quizás por el ejercicio de subir las escalera o por el vapor del té, que pasa por su cara y moja las puntas de su pelo desordenado.
"Toalla," dice Sirius firmemente. Pude sentir el agua bajando por su nuca dejando una piscina alrededor de sus pies. Remus le da una mirada insolente que le baja por todo el brazo estirado, y algo se mueve en su estómago. Hace que Sirius quiera hacer tronar sus dedos, actuar más tonto, mostrarle que no lo siente. "Por favor."
"Sirius, qué hemos aprendido sobre los modales?" Remus aleja la toalla apenas. Remus puede ser ridículo sobre cosas así. Como si Sirius no hubiese aprendido modales, modales de verdad, modales que requieren libros grandes para entender, los dedos delgados de una madre en tu hombro y su aliento en tu nuca, cuando Remus todavía andaba en pañales por el patio.
Hay cosas, en todo caso, que Remus ha conocido desde que andaba en dichos pañales. Son cosas que Sirius no puede imaginar que un niño sepa, cosas que requieren un entendimiento que Sirius ni siquiera sabe que tiene. Es esto sobre Remus lo que le ha hecho crecer antes que sus huesos, asi que ahora a los 16 parece perdido en su propio cuerpo, moviéndose con precisión inmensa y cuidado.
"Me puedes pasar la toalla, oh más paciente y comprensivo de los amigos, en cuyo territorio he hecho nada más que mojar el piso?" dice Sirius. La sonrisa de Remus le explota en la cara, incómoda y adorable antes de que pueda controlarla. En este momento de distracción Sirius se le tira encima, logra tomar la toalla, y la pone sobre sus hombros helados.
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"Me puedes pasar la toalla, oh más paciente y comprensivo de los amigos, en cuyo territorio he hecho nada más que mojar el piso?" Sirius es muy político. Remus ve en eso una inclinación de sus ojos, el movimiento repentino de sus hombros, el modo en que sus músculos se aprietan en su abdomen. Se da cuenta, demasiado tarde, de que ha perdido la cabecera del juego. Sirius se mueve, toma la toalla, y se dedica a secar su pelo, igual como James antes, apartado de la discusión de repente.
"Bueno," intenta Remus, "ya que eres tan educado." Saca un mechón de pelo cerca de su mejilla. Ya no ocupado con toallas que entregar y té que servir, sus brazos se sienten vacíos. No hay lugar para negocios, quiere infantilmente abrazar a sus amigos, a los dos, y quedar todo mojado y tomar la polera con el agujero en la muñeca izquierda donde solía masticarla. En vez, acerca tres sillas en un semi círculo alrededor de la mesita de noche-- que hasta ahora ha servido para poner sus libros. "Sirius tiene tres de azúcar, y más crema que té, en la taza azul; y James, tu taza es la roja con dos de azúcar." Acomodándose en una silla es más fácil decirlo. Se tira contra ella y mira su pulgar derecho. Hay mugre bajo la uña.
"Remus," dice James, incrédulamente. "No nos has visto en tres meses y--"
"Bueno," se excusa Remus, "alguien tiene que pretender que no son doce y que no han viajado bajo una tormenta en esa horrible moto."
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"Bueno," dice Remus, algo fríamente, "alguien tiene que pretender que no son doce y que no han viajado bajo una tormenta en esa horrible moto."
James le da a Sirius La Mirada.
"A la mierda!" Sirius está sorprendido y secretamente herido por la falta total de entusiasmo en Remus, después de que volaron en la lluvia, por cuatro horas sólo para verlo. Es estúpido, y un tipo particular de estupidez que es completamente intolerable cuando viene de tu mejor amigo, y Sirius se hartó. Se planta entre Remus y la mesita del té, goteando todavía.
Remus lo mira.
Gentilmente, como ofreciendo su mano a un perro vagabundo, Sirius le quita el plato a Remus y lo pone en la mesa.
"Qué estás--" empieza a decir Remus pero se detiene y Sirius le hace cosquillas violentamente.
Es una buena cosquilla, del tipo que uno daría en un partido particularmente malo si a uno no le importa ser molestado por el resto de su vida, y Remus dice "oof!" cuando Sirius le pega en el estómago y lo derriba. James, en la ventana, se ríe.
"Qué demonios estás--" Remus lucha para apoyarse en los codos pero Sirius lo derriba con la cabeza gentilmente.
"Te eché de menos," dice Sirius, juguetonamente, tocando el cuello de Remus como un perro. Así es como sabe amar a alguien que conoce: algo físico, básico, cómodo en todas formas. La piel de la muñeca de Remus toca su hombro desnudo.
"Suéltame," dice Remus, "suéltame, estás todo mojado y oye! Eso fue definitivamente Incorrecto. Sal! Sirius! Ayuda, James, sácamelo de encima!" Se ríe a pesar de todo y sigue luchando, riendo, empujando los brazos de Sirius con sus manos. Al fin se parece al muchacho que de verdad es, en vez de un mayordomo en una foto Muggle.
"Hay gente que daría su ojo derecho para ser manoseada por mí, sabes," dice Sirius, sonando lo más ofendido que puede, cuando Remus finalmente está bajo él, recordándole por qué viajaron toda esa distancia y quedaron mojados y embarrados. Gruñe apenas en la garganta, pero cómodo, sin hambre, y lleva los dientes a la delicada piel de la garganta de Remus.
"James!" sale el chillido desde debajo de sus brazos, lleno de risa. "James!! hahaha. Ayuda!"
"Claro," dice James y se acerca al par, sentándose en la cabeza de Remus.
"Eso," dice Sirius, inmensamente complacido. "No estás contento porque vinimos?"
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"No estás contento porque vinimos?" pregunta Sirius. No es una pregunta. Remus se menea bajo Sirius en su pecho y James en su cabeza.
"Gnhghhf ganoof breefmh ungh," dice. No sale como él quisiera.
"Qué cosa, Moony?" Remus puede ver a James apenas-- poniéndo una mano alrededor de su oreja, pestañeando rápidamente, como si pudiese derretir mantequilla con su angelical sonrisa. "Me temo que no te puedo escuchar a través de mis pantalones."
Remus, ya sin opción, no tiene más alternativa que hacer lo que cualquier chico en su posición haría. O muerde a James en el trasero o se sofoca.
"Asqueroso." Remus hace un gran gesto como escupiendo el pedazo de pantalón mientras James se levanta con un grito de indignación.
"Me mordió!" La expresión de James es de incredulidad gloriosa. "Me mordió, Padfoot, tiene dientes filudos y me mordió con ellos!"
"Era eso o ponerme azul porque no podía respirar." Remus cruza los brazos. Sus mejillas están coloradas, puede sentirlas, calientes y mojadas. Su boca sabe a tela mojada. No es un sabor agradable. En este caso, también sabe a aceite de moto. "Puedo decir con certeza," continúa, lamiéndose los labios y arrugando la nariz, "que a mí me fue peor." Gusto infantil le cae de repente, viendo la risa en los ojos de Sirius, y la rabia en decenso en la boca de James. "Ahora. Dónde estabamos? Ah sí. Venganza."
Siempre ha sido lo suficientemente fácil para Remus dar lo que recibe. Sirius es más grande que él y James también, más alto y más ancho en los hombros con músculos que puedes ver en sus posturas, en sus firmezas de orgullo adolescente. Él no tiene eso, es más bajo y delgado, con muñecas que parecen muñecas en vez de muñecas de muchachos, y hombros que se salen y terminan en músculos normales. Igual, puede derribar a Sirius tres veces entre tres (lo que ninguno puede entender y lo que sorprende a los tres) y con su mente se tira y derriba a Sirius al lado opuesto, encima de James. Los tres dan vueltas, codos en los ojos y el dedo de alguien en la nariz de alguien y una rodilla precariamente cerca de sus piernas, estirándose y riéndo hasta el casi solemne ruido que viene de la puerta les llega a los oídos.
Remus se congela. Tiene un mechón del pelo de Sirius en la boca y Sirius está respirando fuertemente en su cuello, y el brazo de James está atrapado entre los dos y James está luchando para liberarse, sin duda para saltar y matarlos a los dos. Remus piensa que quizás tendrá un ojo morado en la mañana.
"Emmm," dice. "Hola, papá."
"El baño se inundó," dice el Sr. Lupin. "Y una moto intenta entrar por la puerta de atrás. Hola, Sirius. Hola, James. Alguno de ustedes sabe cómo hervir agua?"
On (1) par de lentes, pertenecientes a James Potter. Infortunada baja en la Batalla del Sótano Inundado.