Parte Once
Mayo, 1976
***
James es despertado a las siete veintidós A.M. precisamente en la mañana del 12 de Mayo por Sirius Black saltando en su cabeza como un mono.
"Mnghh!" grita y se levanta, golpeando su cráneo en el pilar de la cama y enrollándose completamente en las sábanas. Algo está en su cabeza. Algo está en su cabeza y no puede respirar y recuerda levemente a Rumplestiltzkin intentando enseñarle cómo hacer pastel de pan y oh Dios me estoy ahogando! Aletea y luego, de pronto, es liberado con un soplo de aire en la luz temprana de un viernes de verano. La cara de Sirius, dada vuelta, maniática, y demasiado cerca, entra en su visión.
"Ayuda!" grita James con terror.
"Buenos días, cumpleañero," cacarea Sirius y lo besa sonora y mojadamente en la boca. "¿Cómo está mi repollito? ¿Cómo amaneció?"
"No soy el repollito de nadie antes de las diez de la mañana," dice James, intentando descifrar a través del sueño por dónde levantarse y escapar. "Levántate de mis piernas!! AAhhhh, pesas una tonelada."
"Eres tan malagradecido," dice Sirius amurrado, sentándose y en tanto dejando todo su peso en las rodillas de James. "Te tengo un regalo!"
"¿Es un beso?" pregunta James cansado.
"¿Quieres que sea un beso?" ofrece Sirius batiendo las pestañas.
"¿Qué te parece si lo cambiamos por una chupada," sugiere James, rindiéndose, "ya que puedo optar? ¿Ya tomaste desayuno? Tienes mermelada en la nariz."
"Oh, cariño, siempre notas todo en mí," dice Sirius. Corre sus dedos sobre el pecho de James en un modo que sólo puede ser descrito como seductivo si no fuese tan pegajoso. "Por eso debe ser que este matrimonio ha durado tanto. Seis malditos años; mátame. Como sea, no, no son favores sexuales. No estoy de humor, con el nuevo bebé y todo. Es esto." Le entrega un paquete desordenadamente envuelto a James, luego se sienta sobre sus talones --sus extremadamente pesadas botas aún enrolladas en las sábanas de James-- y lo mira con esos ojos de cachorro expectantes: ábrelo ábrelo ábrelo.
Y debe ser admitido que Sirius siempre da los mejores regalos.
"Entonces qué piensas," resplandece Sirius. "¿Quién es tu Cuidador? ¿Eh? ¿Eh?" James comienza a sonreír, sacándose el pelo de los ojos y buscando con su mano libre sus lentes. "¿Estás sin palabras? Será mejor que estés sin palabras. Dale a Papá una sonrisa --ese es un buen cumpleañero."
"Gillyweed," dice James. "Sirius. ¿De dónde sacaste tanto Gillyweed?"
Sirius se encoge de hombros. "Lo cultivé yo mismo." Mueve los dedos frente a él. "Dedos verdes, todos. No sólo los pulgares. No te veas tan asustado." Lleva su frente a la de James, ojos oscuros y alegres y extrañamente preocupantes. "Nunca sabrás mis secretos, Sr. Potter. Simplemente disfruta los resultados."
"Nada de disfrutar hasta después de clases," insiste James pero su corazón no lo apoya. "Esto debe haber costado una fortuna!"
"Sólo cumples 16 una vez." Sirius se tira de espalda en la cama. Hasta sus ojos sonríen de oreja a oreja lo que, James piensa mientras se acomoda los lentes, es muy difícil de realizar. "Las celebraciones son algo importante en la vida de un hombre joven que nunca recordará la mañana siguiente." James mira la hierba y el papel delgado para enrollarla y dice nada. "Oh, vamos," gruñe Sirius. "¿No me digas que todo lo que querías para Navidad era una Noche de Paz?"
"Lily," suspira James.
"Bueno, no podía envolverla a ella y hacer que la fumaras," murmura Sirius. "Vas a tener que conformarte con la hierba y los errores provocados por la hierba, te guste o no. La pasarás bien." Sirius se levanta para poner un sólo dedo en el pecho de James, amenazante. "Te guste o no. Pero," añade, contento de nuevo, "sí te gustará. Confía en mí."
"Eso," dice James, "es lo más ridículo que me has pedido."
"Vas a tener un cumpleaños fantástico," y esa sonrisa maléfica aparece hasta sus ojos brillantes, y James no sabe si estar aterrado o muy, muy emocionado.
***
***
"¿Pásame el encendedor, Pettigrew?" murmura Sirius alrededor del cilindro blanco que descansa entre sus dientes. Se ve tan inocente, piensa Remus; como los pedazos de papel que Sirius a veces muerde cuando sus uñas están muy cortas o sucias para morder. Pero Remus ha puesto atención en Herbología y está bien seguro que inocente es el último adjetivo para el pito.
Sin levantar la mirada, Peter le pasa el encendedor. Es una monstruosidad grande y brillosa con un león dorado en él, que Sirius insiste consiguió en un club Muggle de parte de una chica bonita con pelo rosado pero Remus piensa que lo mandó a hacer, cuando tenía el dinero para hacer lo que quería. "¿De dónde sacaste tanta hierba? ¿No cuesta una fortuna?" Peter tiene los ojos bien abiertos pero se apoya contra la muralla de la Torre de Astronomía con una calma forzada.
"Se la compré a mi mamá." Sirius levanta la vista, ojos oscuros con entretenimiento. "¿Cómo crees que consiguieron tanto dinero los Black? Toujours Pur-- tienes razón. Como la nieve que cae. Y nunca cortaron nada."
Peter lo mira sorprendido.
Sirius da vuelta los ojos. "Estoy bromeando, imbécil." Abre el encendedor y la llama naranja pasa sobre su cara y la sombra sobre sus mejillas. La punta se enciende, Sirius cierra los ojos, mete las mejillas e inhala. Lo sostiene por un momento, con el pito entre dos dedos y luego exhala lentamente con pura evidencia de satisfacción, terminando en una risa pequeña y sorprendida. "Whoof! Extrañé eso."
"Debí ser el primero," dice James. "Es mi cumpleaños."
"Y así será," dice Sirius. "Sólo estaba probando que no tuviera venenos y/o maldiciones. Dios." Le sale un hipo mezclado con risa, una sonrisa pequeña en su cara. "Perdí la práctica." Le pasa el pito con cuidado a James, la otra mano inmediatamente se ocupa con el paquete, "Este es para tí. Haré otro para nosotros, pero ya que es tu cumpleaños y todo, tienes que tener uno sólo para tí. Oye." Se ríe de nuevo, como si el sonido se le escapara, lento y pesado mientras el humo ahora sale de la boca de James. "Te acuerdas de ese verano después de cuarto año, cuando fumamos por primera vez y decías no me ha hecho nada no me ha hecho nada y después te comiste esa torta entera y tu mamá--- jajajaja---"
James se ríe, tirando el humo hacia afuera en la torre. "Ah, Jesús, sí-- estaba tan perdida, y Sirius dice--"
"--'acaba de convertirse en calabaza!' Genial--"
"-- y los dos pensamos que era lo más gracioso en el mundo, asi que ahí estábamos, apestando, y tengo pastel en mi pelo y estamos histéricos, en el piso, catorce años y mi mamá dice --jajajaja-- dice, 'Bueno, será mejor que comas más verduras entonces, tengo algunas plantas frescas en el patio pero no sé si puedes encontrarlas debajo de toda esa hierba--"
"-- Pensé que me iba a sofocar. Nunca me he reído tanto. Oye, Moony, tu primero."
Aquí están, piensa Remus, el Prefecto en él levemente histérico: cuatro delincuentes juveniles fumando algo horriblemente ilegal en lo que es oficialmente terreno escolar. Es hombre muerto.
Es sólo un poco, piensa y estira la mano para tomar el pito de la mano de Sirius.
Lo ha hecho antes cuando no era prefecto y descubrió que era quizás la única persona en el planeta que podía ser más estirado con un pito de Gillyweed entre sus labios. La relajación sin sentido de sus amigos, Peter como un calcetín lleno de tripas y Sirius como un perro borracho y James pareciendo un pez gigante, es algo que Remus supone su metabolismo no le permite o los mecanismos básicos y conflictivos de su mente simplemente no pueden entender. Siempre pone el pito entre sus labios de todas formas e impresionó a Sirius la primera vez porque ni siquiera tosió, sólo miró con los ojos turnios hacia abajo, al pito en sus labios por una parte y a su pulgar e índice por otra, preguntándose por qué nada había pasado. Francamente, en el fondo, está feliz: feliz de estar en control, feliz de esconder las líneas rígidas en su columna mientras el efecto funciona alrevés en él, y feliz de mirar a sus amigos confundidos mientras las grandes profundidades de la era moderna se pierden en él porque no puede traducir Gilly-lengua. La mesa redonda que forman con sus piernas cruzadas es un decreto para el prefecto en él, pero para el muchacho es simplemente confuso.
"Pásalo," dice Peter. Le pega con el codo a Remus.
"Piensa menos en Gillyweed," añade Sirius. "Fuma más"
Remus toma dos grandes fumadas y ve con nueva contemplación cómo la luz al final del pito se enciende y apaga con cada inhalación. Deja salir dos líneas perfectas de humo a través de su nariz y le pasa el pito a Peter.
Quizás es un nuevo ritual, piensa Remus al sentarse bien, algo que los chicos se supone que hacen. Que sea escondido y secreto es parte del encanto, lo que significa que es otra de esas cosas que Remus nunca va a poder entender.
"Sigues pensando," dice Sirius. Pone un dedo bajo la nariz de Remus, retador. "Córtala. Aquí, ten otro."
"Eh," dice Remus. Siente que los modales de Gillyweed también se pierden en él, para siempre amén. "Gracias." Sirius da vuelta los ojos. James ha empezado a reírse a la derecha de Remus y Peter, a la izquierda, tiene esa mirada vacía y amplia. A través de la mesa, Sirius ha enrollado un cuarto y final pito. Uno para cada uno de ellos, y Gillyweed de sobra para el cumpleañero, si quiere más. Sirius tira humo a través de la mesa a los ojos de Remus.
"Eso es," dice Sirius. Apunta a Remus con un sólo dedo y los ojos entrecerrados. "Tú."
Va a ser una noche larga.
***
***
"¿Has pensado alguna vez que... si vieras la piel de alguien de cerca, podrías, como, ver sus moléculas? ¿Moviéndose, sabes? Porque hay... hay todo este espacio vacío pero no puedes verlo. Tendrías que estar muy cerca. ¿Puede alguien poner el disco?"
"¿Qué disco? Sirius, eso no tiene sentido."
"El... de los muggles, sabes. Ese... Bob comosellama. Dickens. Scrooge. Marley. Está ahí, sólo-- ufff. Jajajaja. No lo alcanzo. No, hombre, no me estás escuchando-- no estoy hablando de las moléculas de verdad. Digo, las cosas como, onda, las que te hacen. ¿No lo ves? Está cerca de tu pie."
"¿Las moléculas de verdad de Moony están en su pie?"
"No creo que eso es lo que quería decir, Peter."
"No, no, entiendo. Entiendo. Veo tus moléculas, Sirius. Tienes muchas moléculas, amigo. Whoa."
"Gracias, Peter. Ves, el hombre sabe de lo que habla. Mira, si no puedes encontrarlo sólo pon otro, no me importa. Hay uno de ese tipo Indio y el de los cuatro colas que le gustan a Evans. Qué pasa, cumpleañero, estás muy callado. ¿Quieres otro?"
"Sigo pensando en su cabello."
"Dijiste que querías a 'Bob comosellama', asi que estoy buscando a Bob comosellama. Además, me gustan Los Beatles."
"A Lily le gustaban los Beatles. Dijo que me parecía a-- a Paul. Por el pelo. Sigo pensando en su cabello."
"Es sólo cabello, amigo. Mira el lado positivo. ¿Ves cuántas estrellas hay? Vamos. Mira."
"... Sí. Oh. Tienes razón."
"Hay muchas."
"Te hace sentir un poco... un poco como si tus problemas no son tan importantes, verdad? ¿Comparado con los problemas de las estrellas?"
"Lo entendió altiro. Buen chico."
"Es sólo que Lily... ella es como... es como una estrella, Sirius, toda brillante y--"
"Las estrellas no te tiran jugo de uva en la cara, Prongsie. Ni siquiera metafóricamente. Mira de nuevo. Ahí. Eso es belleza, hombre."
"Bueno, son estrellas bonitas."
"Jajajaja. Ja. Ja. ¿Qué? Oh, nada, pensé en un chiste."
"Sigo pensando en su cabello. Las estrellas no son suaves ni naranjas ni tienen cosquillas cuando las tocas."
"¿Cómo sabes?"
"La verdad es que son bolas de gas ardiendo asi que dudo que tengan cosquillas--"
"Las estrellas pueden ser lo que tu quieras que sean, amigo. Son como-- son tuyas. Todas tuyas. Si sólo las miras lo suficiente."
"No pueden, Sirius, siempre van a estar hechas de hidrógeno... oh, olvídalo."
"Es metafórico. No tienes alma. Poesía o lo que sea. Prongs-- jajajaja--"
"Qué---"
"Tu cara, amigo... tu cara... yo... "
"Deja de reírte, idiota inmaduro, es... son los dolores de... Oh Dios. Ni yo me creo. Es muy divertido, no... oh..."
"Déjate-- no puedo respirar--- oh Jesus, jajajaja--"
"¿Qué es tan gracioso?"
"No sé, es--- bueno, ellos se ríen. Jajajajaja. Ja. Pensé en el chiste de nuevo."
"Sólo sigo pensando en su cabello. O sea. Tu--jajajaja--te escuchas--ow! Eso dolió."
"Mi amor por ella--"
"¿Es como estrellas?"
"Es tu amor como una bola de hidr-- hidróg--"
"Hidrógeno."
"¿Hidrógeno? ¿Es tu amor gasiento?"
"¿Es todo sobre James gasiento? -- Ouch- Jódete."
"Sabes lo que me gusta de fumar, es cómo si flotaras y te elevaras. Como... cierra los ojos. Siento que voy para... arriba!"
"Pete."
"¿Qué?"
"Mira. Sólo. No le digas a nadie lo volado que estás. Es estúpido."
"Porque nada más sobre esta conversación ha sido estúpido. Gracias a Dios que te tenemos para mantener nuestro estándar."
"Oh Dios, escuchen al Prefecto. ¿Por qué no nos vas a acusar si vas a pasar tu metabolismo por todos? Mierda, esa es la palabra más divertida. Metabolismo. Metaaaaaaaaabolismo. Metab. Olismo."
"Sabes lo que de verdad me gustaba de ella, tenía los huesos más simpáticos en las muñecas. Como.. huesitos."
"Te gustaba más que-- oh, espera, me estoy acordando-- claro, eso es, lo tengo-- que sus senos?"
"Eso-- bueno-- Sirius--"
"¿Sus pezones? Pezones. Jajaja. Pezones."
"Estaba hablando de sus muñecas-- tenía unas muñecas preciosas y dedos--"
"Por Dios, hombre, nunca le viste las pechugas."
"Eso no es--"
"Nunca las tocaste, no. Ja! Jaja!"
"Mi metabolismo es algo que no puedo controlar, sabes."
"Cállate sobre tu metabolis-is-ismo, estamos hablando de los pechos de Evans. ¿Los viste? ¿Eran feos? ¿Eran puntiagudos? ¿Tenían huesos delicados?"
"Los senos no tienen--"
"¿Eran como dos estrellas gemelas haciendo guiños desde el más allá?"
"¿Qué clase de senos enfermos has visto tú?"
"Estaba siendo poético."
"Wormtail ha visto un montón de pechugas. No al mismo tiempo, obviamente."
"Oh, vamos. Todos las hemos visto. ¿Quién aquí ha tocado alguna?"
"Sé sobre las de Sirius--"
"Sirius, ¿tienes pechugas?"
"No! Jaja, jódete. No. Sabe sobre todas las chichas con las que he salido, eso es lo que dice. Las tiene contadas. Porque está celoso. ¿No?"
"No, sé sobre ellas porque me cuenta cada maldito día como si no hubiese escuchado sobre él y Alice Prewett en el armario siete millones de malditas veces."
"Tiene unas enormes."
"¿Ese es tu tipo, Petey?"
"¿Sabes lo que es divertido sobre los senos? Tienes de dos tipos: de agua o de pastel."
"Oh, Cristo."
"Shh, Moony! Deja que la rata hable."
"No, de verdad! Tiene sentido. Onda, se sienten básicamente como si tuvieran agua adentro o pastel. No me importa si son grandes o no, pero creo que el pastel es mejor."
"Eso es... ni si quiera sé qué decir."
"¿Entonces de cuál era Evans, eh, Jamecito? ¿Agua o pastel?"
"¿Pastel hecho de agua?"
"Cállense todos. No estamos teniendo esta conversación. No me gustaba por sus pechugas. O sea, me gustaban. Mucho. Pero--"
"Pero tenías sentimientos por ella, no. Ella y sus muñecas y su cabello que no se te sale de la cabeza. ¿Qué pasa con sus moléculas? ¿Alguna vez te le acercaste tanto a la piel como para ver sus moléculas?"
"Tenía unas moléculas adorables."
"Claro que sí. Buena forma, por lo que he visto con esas chombas, y sólo un poco emocionadas de verme--"
"Eso no es necesario."
"¿No era tu novia, o sí? ¿Querías que fuera?"
"Ella lo besó! Lo besó! Bajo el muérdago esa vez, esta Navidad. Jajajaja-- escuchen, amigos-- tienen que escuchar este chiste, es brillante."
"Pete. Tus moléculas se están moviendo."
"¿En serio? ¿Adónde?"
"Si te concentras se detendrán."
"Oh Dios. Mis moléculas. Oh Dios. Se están moviendo. Remus. Remus, ayúdame."
"Lo siento, Peter. Creo que te las vas a tener que arreglar solo. Fue el muérdago, por el amor de Merlín, ¿me vas a dejar tranquilo alguna vez?"
"¿Bueno? ¿Qué piensas tu de sus moléculas, Remus?"
"Estamos usando las moléculas como una referencia a--"
"Las pechugas, hombre. ¿Qué piensas de ellas? Ouch! Deja de pegarme, fuma otro poco."
"Nunca las miré."
"Buen hombre."
"Prefecto."
"Solía jugar con mi pelo. Me encanta cuando las chicas juegan con mi pelo. Con sus uñas en mi cabeza."
"¿Por qué, te evita tener que jugar con él tu mismo? Jajaja."
"Jugaré con tu pelo si quieres."
"Gracias, Pettigrew, pero no."
"Oho! Ves, el muérdago nunca miente. Remus, mira, Romance Verdadero floreciendo bajo nuestras narices. Dos Merodeadores, siendo apartados por las fuerzas de la... fuerza. ¿De qué estaba hablando?"
"James y Peter y su condenado amorío."
"Ustedes dos van a recibir un combo tan grande cuando recuerde cómo mover los brazos. Saben qué, me alegra haberla besado."
"Eso es prácticamente Tennyson, sabes. Es mejor haber amado y perdido y todo eso."
"Amo esta canción. Todos cállense y escuchen esta canción. ¿Es amor es amor es amor es amor lo que siento?"
"No, es la hierba, en realidad."
"Te siento a tí".
"Está bien, ¿quién dijo eso?"
***
***
El ceño de Peter se frunce en concentración, siguiendo las sombras en el techo. Antes James decidió que odiaba las estrellas pero le gustaba mucho el techo, y se tiró de espalda. Peter, quien entendía que James era talentoso y tenía bonito pelo y era muy divertido y tenía buenas mejillas y era el modelo perfecto, hizo lo mismo.
"El techo," suspira James. "Me gusta el techo. No brilla. No es hermoso o muy lejos. No va a venir a terminar conmigo un día porque cree que le hiciste una broma a Severus Maldito Snape. ¿No te gusta el techo, Pete? El techo es adorable."
"Eh," dice Peter. "Espera, ¿no estás hablando del cielo, no?"
"Odio este cumpleaños." confiesa James. "Amo la hierba. Odio este cumpleaños."
"Tienes 16," dice Peter. "¿Es emocionante, no?"
"Has tenido 16 por siglos y no eres muy emocionante," aclara James. Peter tiene que admitir que es cierto. "No es eso. Es-- todos intentan tanto. Sirius intenta pero es un idiota. Es mi mejor amigo pero es un idiota, y nunca ha estado enamorado con nada más que su propia cara en el espejo y el pastel de queso de mi mamá. Y Remus--- bueno, ya sabes, es Remus. ¿Sabes lo que hizo después de que Lily terminó conmigo?"
"No," dice Peter lealmente, aunque lo sabe porque estaba ahí.
"Me dio un libro," dice James sacudiendo la cabeza. "Un libro. Ni siquiera me lo regaló, me lo prestó y dijo--" James adopta una voz chillona imitando el tono tenor, suave y elegante de Remus-- "dijo, 'Ahh, James, mira, si puedes no mancharlo con dulce me gustaría, ehhhh, prestártelo, de verdad ayuda en momentos de tristeza, ehhh.' Maldición!"
"¿Has intentado leerlo?"
James hace un ruido ridículo. "Por favor, Wormtail. Sabes perfectamente bien que no sé leer."
"No es cierto", responde Peter. "Lees mejor que nadie que conozca! Bueno, sin contar a Remus. Bueno, Remus no cuenta. Bueno, sabes lo que quiero decir. Remus es una biblioteca con cabeza y dos piernas."
"Y nadie nota la cabeza y las dos piernas," concuerda James. "Lo sé. O sea, supongo que lo intenta, dándome ese libro es como darme un bebé y prestarme un libro es como prestarme un bebé, en su mundo en todo caso, y ni siquiera yo me confiaría un bebé."
"Y sí te gusta el dulce," añade Peter.
"Cierto," James suspira, tirando ambos brazos al aire. "Es que todo parece tan estúpido, a todos ustedes les debe parecer que hablo y hablo y hablo--"
"Y hablas y hablas," dice Peter.
"--claro, eso, hablo y hablo sobre ella. Es que de verdad me gustaba, de verdad me gustaba, no sus moléculas o nada tonto como eso. Toda ella. Es genial. O sea, ella es absolutamente genial. No creo que sepas cómo es, hablar con una chica que después está dispuesta a besarte, que es simplemente genial cuando le hablas, como-- como un amigo ."
"¿Las chicas pueden ser amigas?" Peter pestañea.
"Asi que es como perder una amiga también. Sobre algo tan increíblemente estúpido-- me dan ganas de sacarme todo el pelo."
"Serás calvo," dice Peter. "Eso no es muy atractivo."
"No." James se muerde el labio inferior. "No quiero ser calvo, mi pelo ya es raro. Aunque parece que a ella le gustan los calvos, con la gran cabeza brillante de Kingsley dejándole verse los dientes después de cada comida. Maldito pelado idiota."
"Pensé que te caía bien Kingsley."
"Me caía. Pasado. Ahora no. Ahora quiero convertirlo en tallarines."
"Buena suerte," dice Peter. "Probablemente muerde. Hasta el hueso. Como sea, no está saliendo con él."
"Se han besado," dice James ya sin color. "Los vi. Lo vi hoy en realidad. Lo que es parte de por qué éste, a pesar de que es sólo mi culpa, es el peor cumpleaños de toda la historia. Y no puedo estar ni enojado porque no puedo sentir mis piernas. ¿Dónde diablos está Sirius? Él debería estar escuchando esto."
"No quería dejar las estrellas," dice Peter. "Te acuerdas, se negó con fuerza."
"Claro." James respira. Por un momento sólo se queda ahí, un brazo café sobre su pecho todo lacio e inútil. Mientras Peter lo mira le dan unas ganas terribles de poner la cabeza en el estómago de James. Y eso hace. Porque está muy volado.
"Offf," gruñe James. "Pete, Cristo. Tu cabeza pesa como un saco. No pueden ser sesos. ¿Qué tienes en el pelo?"
"Usé, ehh, un poco de tu gel. ¿Por qué? O sea estaba ahí y sólo quería ver cómo me veía. Pero-- espera un minuto. También son sesos!"
"Off," repite James. "Estás volado. Por eso estás haciendo esto. ¿Si?"
"Tu estómago es suave como una almohada," suspira Peter.
"Buen hombre, Pete," dice James y le da palmaditas en la cabeza. "Buen hombre cabezón."
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"¿Has pensado alguna vez que... si miras bien cerca al cielo podrías, onda, ver las moléculas de las estrellas? ¿Dando vueltas, sabes? Porque hay... hay espacio vacío pero no es como que puedas verlo. Tendrías que mirar por mucho tiempo. Y quizás tendrías que volar allá arriba para acercarte."
"Ya dijiste eso," dice Remus. "Sólo que era sobre piel y moléculas, no estrellas. Pero aprecio que todavía intentes conversar."
"La hierba se acabó," se queja Sirius. "Se acabó, acabó, acaaaaboooo."
"Es mejor así," dice Remus. "Matarás las pocas neuronas que te quedan."
Sirius lo mira. "Tienes... un... metabolismo," dice, astutamente. "Peligroso. Injusto. Procedimientos químicos."
"Eso espero," dice Remus. "¿Quién cuidaría de ustedes si yo no estuviera cerca, siendo--- siendo metabolístico? Oh Dios, mira, ya me tienes hablando como tú."
"Tu," dice Sirius, dándole una mirada muy seria y un dedo apuntando decisivamente a su oreja derecha. "tu eres. Tu. Tu cuidas mucho a las personas. No es divertido."
"No puedo evitarlo, es una cosa de hombres lobo," explica Remus. "O sea, no el cuidar a la gente, porque eso si que no es de hombres lobo, si hablamos de la evolución y eso, sino que-- el no ser divertido. Químicamente, en todo caso."
"¿Vas a venir," dice Sirius vagamente, "a verme en el verano? ¿Qué disco es este?"
"Beatles," dice Remus. No levanta la vista. "¿Esos colas que le gustan a Evans? Esos colas que a mi me gustan aparentemente. Bueno, mayormente sus últimos trabajos."
"La la la la la sin sentido," murmulla Sirius. "Re-e-mus. ¿Vas a venir? Peter puede que venga y yo estaré con James todo el tiempo. Puedes enseñarme sobre gramática y metabolismo en vez de escribirme sobre eso. ¿Qué dices? Vamos."
"No sé," contesta finalmente Remus. "No sé, es-- es difícil de decir, ahora."
"Ni siquiera le has preguntado a tus papás." Sirius mira oscuramente a Remus desde atrás de su pelo, ceño fruncido en confusión. "No nos sentamos a fumar hierba todo el día, sabes. La mamá de James es como-- bueno, ella hace unos pasteles increíbles y no nos deja molestar. Y el papá de James, te acuerdas, con los discos! Te dejaría hablar con él un poco, en todo caso. Quizás por una hora día por medio para que podamos evitarnos el escupo que tiras cuando estás emocionado y eso. Y te conozco, te conozco, te gustan los pasteles. ¿Verdad? Ella hace unos de chocolate. Al menos, los hará porque le voy a dar unas recetas."
"Sirius," dice Remus, "no es que no quiera ir. Siempre quiero ir."
"La la la la la sin sentido," murmura Sirius de nuevo, desentonado. "Odio que no me guste el verano. Es el maldito verano. No hay tareas que hacer ni clases a las que ir ni Snivellus espiando en las esquinas-- poniendo plata en tu mermelada, si puedo añadir, y es difícil cuidarte todo el tiempo porque él es un poco pegajoso y misterioso, como una serpiente-- y odio que no me guste! No es justo."
"Las serpientes no son pegajosas," dice Remus.
"Y las estrellas son bolas de gas y los hombres lobo tienen metabolismos que trabajan tan rápido que igual eres el más listo cuando el resto de nosotros está hablando sobre moléculas," grita Sirius. "Bien. Bien. No vengas a visitarnos."
"Es sólo que no creo que pueda," intenta Remus. "No es que no quiera intentarlo".
"Si quisieras, habrías venido."
"No estás siendo justo."
"Siempre soy justo. Soy la justicia misma. Balanza y toga y venda y todo."
"Sirius, ya te dije, quiero ir--"
"Nunca pensé que lo harías en todo caso." Sirius respira fuerte por la nariz. "Tienes una cita de tres meses con una habitación oscura y una lamparita y todos tus libros. Entiendo. Te doy permiso. Tócate todo lo que quieras con tu gramática e iámbos. Sexy iámbos. Puedo entender de dónde vienes. Ja! ¿Entiendes? ¿Dónde vienes?"
"No tengo el maldito dinero," dice Remus. "¿Te puedes callar ya?"
"Te daré el dinero," dice Sirius con una graciosidad elefantina. "No seas tan idiota."
"Lo siento," murmura Remus. "No quise tener poca paciencia. Sólo-- no voy a tomar tu dinero. Como sea, si fuese así, tu no tienes. Eres el heredero olvidado. Es muy romántico en realidad."
"Gané siete sickles," dice Sirius soñadoramente, "a James, por el partido de Hufflepuff."
"No puedo llegar a Devonshire con siete sickles," dice Remus. "Pero lo agradezco mucho. Un gesto de generosidad que, desafortunadamente--"
"No seas así." Sirius mueve su espalda contra las piedras. "Mmf. Noches de verano, sabes, ¿cuando no hace calor pero no mucho frío y es como si no hubiese temperatura? Eso es lo que me gusta."
"¿Ser cómo? ¿Cómo me pongo?"
"Como te pones, ahora, y cuando la gente hace cosas agradables por tí, o dice algo, te pones todo-- bueno-- ya sabes." Sirius hace un gesto vago con la mano y su brazo se mueve en el aire y luego colapsa sobre la piedra. "Ouch. Todo puntiagudo y-- listo. Lo que eres. Listo. Grandes palabras. Pero, ¿sabes, creo que nunca hemos tenido una conversación de verdad?"
"Sirius, estás tan volado que no podrías distinguir una conversación de una jirafa," dice Remus. "Vamos. Creo que deberías ir a dormir."
"Eso es, ves." Sirius tira el brazo hacia atrás como si para apuntarlo con un dedo acusador pero se mueve hacia la izquierda de Remus y luego colapsa. "Eso es. Denle un trofeo al hombre. Son puras cosas astutas hasta que alguien pierde un ojo."
"Eres incoherente," dice Remus agudamente.
"Tu eres como un repollo," dice Sirius. Remus lo mira. "Como un repollo, con... hojas sobre más hojas. Excepto que eres como un repollo que siempre se regenera. Cada vez que alguien te saca una hoja te sale otra. Si alguna vez quieres tener una conversación con alguien, no pueden repollarse. ¿Crees que si alguien se tirara un peo podrían hacer su propia estrella? ¿Son todos gases, no?"
"Hemos tenido conversaciones," Remus insiste en su propio pecho. "Hemos tenido muchas conversaciones."
"Dime una en la que no me corregiste el quién o a quién." Remus se incomoda. "O una en la que no hablaste para decir una cita o negar tu participación o cualquiera de tus rencon-- reco-- reconocimientos bibliotecarios, es más difícil que la mierda hablar con tanta hierba en el cuerpo, pero no lo sabrías. Siempre distingues tus rencon de tus recos y siempre será así."
"Hemos tenido conversaciones," repite Remus, "que no tienen que ver--"
"Dos," dice Sirius. "Las conté. Cuento. Dos. En primer año. Fue así. 'Hola, Remus, me pasas el pan.' 'Sí, Sirius, ¿quieres leche?' 'Sí, gracias.' Esa es mi favorita. La otra es un poco más confusa porque creo -- creo-- que estaba borracho. Al final de Marzo. Fue así. 'Hola, Sirius, ¿estás borracho?' 'Claro que sí, Señor, creo que sí.' 'Toma este chocolate caliente.' 'Fnfghg.'"
"Recuerdo la segunda," dice Remus. "El 'fnfghg' fue cuando colapsaste en mis regazo."
"Tu regazo es suave como una almohada," aclara Sirius. "Pero no hablemos de eso ahora. Estamos hablando de tu inhabilidad para comunicarte."
"¿Mi inhabilidad para comunicarme?" dice Remus. "¿Mi inhabilidad? Sirius, tu eres el que está teorizando sobre la posibilidad de pear una estrella!"
"Porque estaba pensando en la posibilidad de crear una estrella con un peo." Sirius fija la mirada en Remus, algo razonable pero dilatada. "Y decido compartir mis pensamientos contigo. Eso es comunicación."
"Eso es idiotez," dice Remus, "en realidad."
"Noooooooo," Sirius protesta. "tu piensas que es idiotez, porque piensas que los pensamientos son para pensar."
"Por supuesto," dice Remus. "Los pensamientos no son para pensar. Dios Mío, tu inteligencia es cegadora."
"Tu piensas," dice Sirius, doblando la espalda para estirarse, "piensas que los pensamientos son sólo para que tu pienses. Es bien egoísta." Nadando hacia la visibilidad en alguna parte está Remus, pero Remus como que se aleja cada cierto tiempo cuando intenta enfocarlo, y cada vez parece como distante y suave, y Sirius ausentemente se rasca el interior de su muslo y ve las estrellas hacer círculos arriba porque es mucho más fácil que ver a Remus alejándose.
"No siento la necesidad de compartir cada detalle que pasa por mi cerebro, si eso es lo que quieres decir," dice Remus eventualmente. Sirius se da vuelta para mirarlo. Es difícil hacer que se quede en el campo de visión asi que Sirius se inclina para ver mejor. Su sweater es muy verde y Sirius se lo comenta.
"Gracias," dice Remus. "¿Por qué está tu nariz en mi estómago?"
"Me gusta. Tu sweater, no tu estómago. El verde es mi color favorito. Mira, estoy acurrucado. Tu tienes tu metabolismo y yo tengo mi necesidad de ser acariciado, tenemos --los amigos deberían-- eso de tu me rascas la espalda, yo te rasco la espalda... eso."
"Me llamaste repollo."
"En francés es un nombre muy cariñoso," dice Sirius sabiamente. "Mon petit chou y eso."
"¿Tu institutriz te llamaba repollo? ¿Es un trauma infantil?"
"No, mi institutriz me llamaba son enfant satanique. Podría haber sido algo repolliento y satanique, supongo. ¿Hablas francés?"
"No muy bien." Esa risa corta y auto-culposa. "Lo intenté, para poder leer a Voltaire y eso pero se me mezcló con el alemán en mi cabeza y después..." Sirius ya ha olvidado de qué estaban hablando y considera la cosa más cercana a sus ojos: rocas. La gente construye cosas con las rocas. Torres y ese tipo de cosas. Pero una roca nunca dice, 'Yo debería ser parte de una torre', ¿no? No. Es sólo una roca. Las rocas no pueden hablar. ¿Cuántas rocas podrían haber querido ser otra cosa, como una estatua de Buda o un... objeto hecho de roca? O nada, quizás una roca en una costa o algo, juntando lodo. Quizás no es mejor que la esclavitud.
No se da cuenta de que ha dicho todo esto en voz alta hasta que Remus dice, "Eh. ¿Quizás?"
"Eso puede haber sido idiotez," admite Sirius. "Pero también fue encantador y te gustó."
"Pero nunca podría hacerlo," dice Remus. "No es lo que hago."
"Entonces." Sirius se da vuelta contra la pierna de Remus, para poder mirarlo hacia arriba. "¿Hubo errores gramaticales en mis pensamientos sobre las rocas?"
"No le puse atención a la gramática; estaba muy ocupado siendo horrorizado, en general, por la premisa básica." Remus sonríe cariñosamente. "Fue un momento muy filosófico para tí, Sirius. Qué pena que no te vas a acordar después."
"Estoy intentando hablar contigo," insiste Sirius.
"Podría haber jurado que intentabas masticar mi sweater." Remus le da palmaditas en la cabeza. "¿Te gusta detrás de las orejas? ¿Que te rasquen? O sólo-- ya sabes. Movimientos lentos."
"Este es mi lugar feliz." suspira Sirius. Remus pasa sus dedos largos por su cabeza, movimientos descuidados, sintiéndose estúpido y como si no perteneciera al Club de los Chicos. Siempre se ha sentido así, especialmente frente a Sirius Black, quien puede ser el padre fundador de la dinámica del club de los chicos, y frente a James Potter, quien puede ser el primer vice-presidente, y frente a Peter Pettigrew, quien puede usar un cartel del club de los chicos en su cuello del club de los chicos. Remus no siempre quiere corregir la gramática de Sirius --es una batalla perdida en realidad-- pero a veces se le sale. Como las ranas o las perlas en un cuento de hadas. Remus sacude la cabeza.
"Deberías pensar en voz alta," sugiere Sirius. "¿Sabes? Quizás un día tu cerebro no explotará, y creo que te gustaría. No desordenar para que los elfos lo limpien después. No ensuciarte los interiores. No tener sesos en tu cabello."
"No siempre quiero corregir tu gramática," dice Remus, tímidamente. "Tu gramática es muy buena. Mejor de lo que le permites ser, a menudo, y por eso siempre intento sacar al pequeño Lord Fauntleroy en tí. Es tonto, en verdad."
Sirius se ve serio por un momento. "Bueno, está bien. Eso tiene sentido. ¿Pero qué piensas de las rocas?"
"Son rocas," contesta Remus. "No sienten nada. Son quizás las cosas más inertes en el planeta. No les importa."
Sirius acaricia una roca junto a su cabeza. "Está bien, amor. No lo dice en serio. Sólo tiene una Recuerdabola en el trasero."
"No es cierto!" protesta Remus.
"Lo lamento," dice Sirius. "No es cierto. No lo dije en serio. No pares. Mis orejas se sienten solas." Toma la muñeca de Sirius y la mete detrás de su cabeza, mirando a Remus -- o, al menos, casi a Remus-- con ojos grandes y enojados. "No puedes empezar y después detenerte. Sigue en mi nuca."
"¿Aquí?" Remus dice, algo incómodamente rascando el lugar donde la columna de Sirius termina, justo bajo el cuello de su camisa. Sirius hace un sonido placentero y bajo en su garganta y da vuelta la cabeza hacia sus hombros, enterrando su piel en los dedos de Remus.
"Mmmf. Sí. No es tan bueno como con una chica, porque no tienes uñas, pero sólo... sigue. Eso... oh."
"Esto es alarmante," dice Remus, porque lo es. Los ojos de Sirius están cerrados y una sonrisa oscura aparece en su cara y su cuerpo está relajado con los narcóticos. "Te conozco demasiado bien. Tendremos esta noche y después nunca más me llamarás por Floo."
"Sólo no pares," gruñe Sirius con desesperación y mete la cabeza en el diafragma de Remus. "Mira, sólo hazlo como si le lavaras la cabeza a alguien."
"Nunca le he lavado la cabeza a nadie," murmura Remus, pero lo intenta de todas formas. Sirius se derrite.
"Oh Dios. Tienes las manos más enormes. Raramente enormes. Eso alguna vez... mmmm, sí. Eres un dios, Moony, un dios entre los hombres. Oh, amo las drogas; quiero vivir en un paraíso de opio. Un paraíso de opio con masajes de cabeza. Mmm. Ohhh, ahí mismo. Sí."
"Siento que debería usar guantes," dice Remus. "¿Quién sabe qué otros no profesionales has hecho que te rasquen la cabeza?"
"Nadie me rasca la cabeza," suspira Sirius. "Bueno, no esta cab--"
"Eso es suficiente." Remus corre su pulgar bajo el oído de Sirius. "Los paraísos de opio no tienen masajes de cabeza."
"Inventaré uno que lo tenga," gruñe Sirius. "La necesidad es la madre de todos los masajes de cabeza."
"Estabas tan cerca," dice Remus. "Tan cerca."
"¿En eso piensas ahora? 'Oh, miren a Schmirius Schmack, fumó tanta hierba y ahora sólo quiere que su pequeña eshposha le de un masaje y es feliz?' Estabas pensando en esa voz también porque pensé que esa fue una excelente imitación de tu dulceto." Sirius hace un sonido profundo en su garganta. "Bueno puedes pensar todo lo que quieras--- sólo no pares."
"No estoy parando. No estoy pensando en eso y no sueno así y no molestes a la mano que te rasca. Estás loco."
"Entonces deja de mostrarme tanto cariño o me pasaré rollos." Sirius presiona la pierna de Remus, con la nariz, en su cadera. "Esto es bueno. Oh, sí. Es muy bueno."
"Es positivamente pornográfico," murmura Remus, "eso es lo que es."
"Eres tan pacato," murmura Sirius. "Estamos completamente vestidos y nadie va a despertar con el rollo en el horno. A menos que haya rollos para el desayuno, en ese caso, los elfos lidiarán con el problema, no tú."
"No creas que no me comeré los rollos," dice Remus. "No creas que no me comeré tus rollos, por esto."
"Pillín," gruñe Sirius. "Y Dios, tus dedos. ¿Tienes idea de cuán-- cuán largos son? ¿Y ágiles? Las rocas te perdonan. Yo te perdono. ¿En qué estás pensando?"
"En que tu cabello se siente mejor de lo que se ve," dice Remus.
"No es sólo esa parte," dice Sirius y luego reconsidera. "La verdad es que me veo bastante bien también. ¿Qué quieres decir, mejor de lo que se ve? ¿Se ve tan mal?"
"Me niego a discutir esto contigo," dice Remus.
"No, estamos practicando. Tu dices lo que piensas, al pensarlo. Es práctica. Asi que dale. A la izquierda-- oh. Sí."
"Quieres decir," comienza Remus, reajustando los dedos, "quieres decir que quieres que haga uno de esos locos monólogos, como tú, donde te niegas completamente a filtrar las cosas que ni siquiera tienen sentido, o relación o que son profundamente incorrectas--"
"Sí," dice Sirius serenamente. "Eso es exactamente lo que digo. Asi que... dale."
"No puedo... darle."
"¿Por qué no? ¿Estás pensando, no?" Sirius levanta la mano para enrollar sus dedos en la corbata de Remus e inconscientemente la tira. Remus hace un sonido como si se ahogara y la recupera.
"Bueno. Estoy pensando... por qué me dejé la corbata puesta cuando a) hace mucho calor y es muy tarde, o es demasiado tarde o demasiado temprano para estar vestido y b) sé que Sirius Black no puede mantener sus manos alejadas de objetos brillantes cuando está afectado por sustancias, porque no tiene nada de concentración y el auto control de un infante?"
"... y porque eres un prefecto, sospecho. Propiedad todo el tiempo. Corbatas."
"Y-- bueno. Estoy pensando... estoy pensando-- Estoy pensado en lo estúpido que es esto, Sirius, lo siento, no puedo evitarlo, no puedo hacerlo. Lo intenté."
Sirius se encoge de hombros asi que entierra las paletas más en el ya herido muslo de Remus. "Hiciste un esfuerzo. No tiene caso. Eres repollo por todas partes."
Remus lo considera. Considera a Sirius, tirado en su regazo, con su pelo salvaje en los dedos de Remus y ese look contento en la cara; considera las pobres analogías de Sirius y su gramática loca y su diarrea verbal crónica y su tendencia a arruinar sin pensar las situaciones delicadas.
"Estoy pensando en discos," dice al final. Sirius se queda quieto por un momento bajo sus dedos y luego de relaja de nuevo, estirándose como un gato bajo el toque de Remus. "Pienso en... esta canción." El disco ha cambiado y está sonando el segundo: Escuchen al bonito sonido de la música mientras vuela. "Mi papá me compró este álbum para mis... diez años, supongo. ¿Salió en el 68? Y era usado cuando lo compró. No era para mí de verdad. Se sabe todas las letras. Y fue el mismo año que compró la Vitrola, asi que ya tenía mi gran regalo."
Para el cumpleaños diez de Sirius recibió un purasangre negro Árabe y una espada de 300 años con rubíes en el mango; el tutor de esgrima fue considerado un accesorio. Recuerda estas cosas --el caballo se llamaba Altair hasta que Regulus lo volvió loco y tuvo que ser sacrificado. Recuerda a su madre llamándolo a tomar desayuno ese día y a su institutriz abotonándole su traje nuevo. Recuerda sentándose a la cabeza de la mesa por primera vez como el Heredero, moviendo sus piernas cortas contra la silla, y la presión fría de los labios de su padre en su frente.
"¿Te dieron un disco para tu cumpleaños?" dice Sirius. Espera no haber dicho nada de lo que pensaba en voz alta esta vez, pero la confusión extraña de Remus le sugiere que no lo ha hecho. Es eso o sí habló pero Remus no estaba escuchando.
"Dos discos. El Álbum Blanco -- son dos discos. En uno. Más caro. Estaba contento, porque papá lo amaba y a mamá le gustaba y no era swing pero nos gustaba a todos. Era útil. Era práctico. Fue puesto a buen uso. Si te sentabas entre los dos parlantes en la sala durante Back to the USSR, sonaba como si el aeroplano al comienzo pasaba justo sobre tu cabeza, como si fuese magia Muggle. ¿Qué recibiste tu para tu décimo cumpleaños, una casa?"
"Eso no es justo."
"Lo siento. ¿Un país del tercer mundo?"
"Fue la primera idea de mamá," murmura Sirius. "Pero luego decidieron darme una espada que de verdad me gustaba pero ya no la tengo porque fui a, ya sabes, Hogwarts y fui sorteado en Gryffindor y arruiné todas sus vidas y oh, además, los odio, locos purasangre."
"Sirius," dice Remus. "Tu eres un loco purasangre."
"Pero no por elección," responde Sirius. "Ellos son locos purasangre por elección; yo soy un loco purasangre por accidente. Hay una gran diferencia."
"¿Alguna vez te has sentado entre los parlantes y escuchado al avión volando sobre tu cabeza?" pregunta Remus, sintiendo la delicadez del tema y sabiendo por las nubes en los ojos de Sirius que se le había pasado la mano. "Es muy agradable. Especialmente si estás solo, y el disco está apenas rallado por el uso. Suena real pero de verdad no lo es. Pero sí pasa sobre la cabeza."
"Amo el Gillyweed," dice Sirius. "Creo que tu metabolismo de hombre lobo no es todo lo que me prometiste que sería, cariño."
"No estoy hablando de peos y estrellas o rocas con sentimientos," protesta Remus. "Hablo de experiencias en mi vida que significan algo."
"¿Eso es lo que piensas?" Sirius lleva una mano hacia su nuca, toma la mano de Remus y la acomoda. "Eso--- ahí-- perfecto. Mmngh. ¿Qué estabas diciendo? Oh claro. Recuerdos. Vida. Significado. La mayoría de la gente no piensa en esas cosas, Remus."
"No, no piensan. Por eso es que mantengo la boca cerrada. Eso, y disfruto tus monólogos sobre el repollo, y tus tangentes sobre las moléculas, y tu habilidad de hablar por doce minutos sin pausa sobre las virtudes de una buena banana." Remus rasca el pelo bajo sus dedos y lo arregla, contento de que sus uñas son cortas y sus dedos tienen gracia bajo la presión.
"¿Tocas el piano?" pregunta Sirius. "¿El saxofón? ¿La tuba? Estas son las manos de un músico, amigo mío. Tienes dedos mágicos."
"No quería bromear" dice Remus. "sobre lo que recibiste, para tu cumpleaños. Te dieron un pony, no."
"Regulus mató a Altair," dice Sirius. "Y por esto no revivo mis momentos, vida, significado constantemente. Porque entonces mataría a mi hermano."
"¿Era un pony bonito?" pregunta Remus, intentando ayudar. "¿Era gordito?"
"Era negro." Sirius bosteza grandemente y se acomoda contra el cuerpo de Remus. "Mordía a la gente. Era mi mejor amigo, lo que es deprimente. Cuando lo vi intenté darle una manzana y se dirigió a mi yugular."
"¿No le gustaban las manzanas?"
"Le gustaba la carne," dice Sirius, con orgullo distante. "Deberías tocar la tuba, eso deberías hacer, si no la tocas ahora. O el acordeón. No puedes pasar toda tu vida haciendo momentos y guardándolos para después, sabes? Te volverías loco. Sólo tienes que estar en el momento y no pensar en ello. El repollo o la banana, ese es el momento mientras pasa. Las experiencias que significan algo son tocadiscos y discrepancias socioeconómicas-- bueno, esa es locura incipiente. ¿Cuántas palabras grandes usé?"
"¿Cuentas 'experiencias'?"
"Socioeconómicas. Incipiente. No puedo usar palabras así cuando estoy sobrio." Sirius tose. Su voz está raspada y oscura y está bien seguro de que cuando despierte la garganta le dolerá muchísimo. "¿Cuál es tu canción favorita?"
"No puedo escoger una," dice Remus.
"Respuesta de repollo," dice Sirius. "Descalificado! Mira, ¿tengo que pegarte las manos a mi cabeza o qué? ¿Puedes hacer círculos, onda, con tus pulgares? Claro --dulce Dios. Justo así..."
"No puedo escoger una. Mira, tu hablas sobre mí intentando hacer momentos, no? Bueno, ni siquiera me gustan los momentos. Me gustan... las cosas completas, supongo. Me gustan estos dos discos juntos. Las canciones están bien, todas, solas. Pero me gustan los dos discos. Me gusta tocar los dos en el patio mientras mi papá le canta 'Sexy Sadie' a mi mamá muy desentonado y hay un avión arriba. No es un momento, eso... es lo que me gusta. Todo. Si escogiera una canción tendría que romperlo y perdería el sentido." Sirius, por primera vez no dice nada. "Toqué el violín por tres años, si quieres saber. Muy mal." Hay un silencio tranquilo, aunque bizarro, desde su regazo. "¿Sirius?" Remus mira abajo con sorpresa, y Sirius deja salir un ronquido enorme y se tira de estómago, acomodando la cara en la pierna de Remus.
"Hroooghhh," Sirius ronca.
"Me gusta recordar todo," dice Remus, muy despacio como para no despertarlo. "Como es. Porque los momentos solos no son suficiente; son sólo-- son como fotografías. Se mueven un poco, saludan, pero no son todo. Puedes mirar un momento y decir 'en ese momento fui feliz' o, más seguido que no, 'en ese momento estaba incómodo' o 'en ese momento estaba triste' o 'en ese momento éramos todos idiotas' pero puedes mirar todo y piensas, 'eso fue genial'. Porque cuando todos los momentos se juntan, cuando todas las canciones se juntan, recibes algo lleno y completo y maravilloso, gente que amaste y gente que odiaste y un cariño por ellos que no podrás recuperar pero todo lo que recuerdes sobre ellos será más de lo que de verdad fue, porque eso es lo que recordar hace. Cuando sea viejo, creo, podré mirar al pasado y no recordaré 'ahí fue cuando Sirius pensó que si encendía un peo podía hacer salir una estrella de su trasero' sino que probablemente recordaré las estrellas. No pensaré 'casi me ahorcó cuando tomó mi corbata' sino que pensaré en los estúpidos sonidos de perro que estás haciendo, incluso ahora, cuando estás durmiendo. Probablemente significa recordar todo y no saltar de momento en momento como si la vida fuese un juego donde las ranas saltan, eso es tonto porque no recordaré que eres un idiota y que James es un idiota y que Peter puede ser impresionantemente tonto y que soy tan fome y con una nariz tan larga que es un milagro que no me odies. Sólo recordaré que hablé durante cinco minutos a un amigo que ya estaba durmiendo y yo estaba feliz igual." Remus hace una pausa, suspira, y toca con su pulgar el interior de la quijada de Sirius, sin notar el camino de sus dedos. "No recordarás nada de esto. Lo que probablemente es bueno porque esto, amigo mío, es definitivamente idiotez. Odio el Gillyweed. Te hace pensar que todo es profundo cuando, de verdad, te estás hablando a tí mismo y nadie puede traducir el idioma que eres TU."
"Huuurrrooooogggghhhhh," concuerda Sirius.
"Y te puedes quedar dormido en cualquier parte," dice Remus. "Eso me enfurece."
Silencio largo pesado.
"Buenas noches," dice Remus y cierra los ojos. Las estrellas desaparecen-- o, por lo menos, por el momento.