One-shot: Je peux très bien me passer de toi (Neville/Gabrielle)

Dec 29, 2010 07:20

Título: Je peux très bien me passer de toi (Puedo prescindir muy bien de ti)
Fandom: Harry Potter
Pairing: Neville/Gabrielle
Rating: nc-17
Palabras: 3400~
Advertencia: ligera diferencia de edad (17/22), sin betear, hetero, sexo explícito, primera vez.
Summary: Gabrielle era el tipo de chica que nunca estaría en su lista de mujeres aceptables.

NdA: Por una licencia mía, cuando Gabrielle va a Hogwarts por el torneo de los tres magos, no tiene ocho años como dice Rowling, sino diez. Al final del fic, Gabrielle tiene 17 y Neville 22. El título está tomado de la canción del mismo nombre del grupo La mano negra, y la traducción es mitad yo, mitad google xD. Gracias a loyle  por la rápida revisión. Como cumplimiento al reto del meme de Navidad de albaclara  en la comunidad cosasdemayores . Espero sinceramente que te guste, hace demasiados años que no escribía porno hetero, así que espero que no esté tan mal <3 Y a las chicas que me leen por el slash, denle una oportunidad!
PD: en serio... en unas horas más, cuando esté realmente consciente de lo que he hecho con este fic, me daré una vuelta, lo releeré y lo editaré, que estoy segura repetí algunas palabras mil veces. Culpo la falta de sueño, que ya son las 7:15 de la mañana.



La primera vez que la vio, descendiendo cerca de su hermana del carruaje de Beauxbatons, pensó que era una niña hermosa… pero niña al fin y al cabo. Su hermana era resplandeciente -y por lo tanto atractiva a ojos de todo el mundo, pero no a los suyos. Nunca se imaginaría con una mujer como ella, probablemente tartamudearía, y odiaría atraer la atención del resto de la gente, que se preguntaría cómo la conquistó. Él era feliz con alguien más inocente y bajo perfil. Bonita, pero que no lo exhibiera como la mayor de las Delacour. Observando a la rubia más pequeña, supo que sería igual a su hermana, descartándola imaginariamente de una lista sobre mujeres que pudieran interesarle, odiándose en algún rincón de su mente por pensar así de una niña que con suerte tenía diez años.

Tratando de no pensar más en ella, intentó omitirla de sus pensamientos, incluso si durante un segundo sintió una llamarada de celos cuando besó a Harry como agradecimiento por salvarla, o cuando la vio despedirse tras el final abrupto del torneo de un pequeño Hufflepuff. No existe.

~.~
La segunda vez que la vio, fue durante el apresurado matrimonio de Bill y Fleur mientras la guerra comenzaba. La novia lucía radiante en su vestido blanco, tomada del brazo de Bill y dando delicadas vueltas en la pista de baile, pero la hermana menor… la hermana menor lucía hermosa.

Soltando un suspiro desde la mesa de refrescos, la observó al otro lado del salón, tratando de hablar un buen inglés junto a Ginny, sonrojándose cada vez que la pelirroja la corregía. Su delicado vestido verde musgo, con pequeños brillos en la falda y en el escote en su espalda, la hacían lucir mayor, a pesar de que ahora sí sabía que tenía trece años. Detestaba que lo hiciera sentir como un pervertido -¡él tenía diecisiete! De seguro Gabrielle hasta tenía algún chico -de su edad- que la esperaba en Francia.

Bajando la mirada y escogiendo un nuevo vaso de ponche, la volvió a tachar varias veces en su larga lista imaginaria, confirmando nuevamente que la chica al otro lado del salón nunca sería su tipo.

Bebiendo y bebiendo, nunca se fijó en los gemelos que se acercaban a Ginny y Gabrielle, así como no se fijó cuando ambas parejas bailaban, acercándose cada vez más a su lado del salón. No fue hasta que uno de los gemelos le dio un ligero empujón, y una mano delicada sujetó su codo, que se dio cuenta lo cerca que estaba de la mujer-que-no-le-interesaba.

-Ehh, lo siento -murmuró, sabiendo que no era su culpa, pero sin poder evitarlo.

-Non, ces’t de ma faute* -respondió la muchacha, sonrojándose profusamente, antes de tartamudear en inglés-. Lo siento.

Aceptando la disculpa, inclinó la cabeza tratando de retirarse, sabiendo que también se comenzaba a sonrojar estando junto a ella.

-Espera, Neville -interrumpió su sigilosa retirada el gemelo en cuestión, tomando su brazo y colocándolo sobre la cintura de Gabrielle, retrocediendo un paso-. ¿Puedes seguir bailando tú? Yo ya me cansé y bueno… tú sabes -agregó al aire, caminando hacia afuera de la tienda, dejándolo solo con la chica-que-no-le-interesaba.

-Yo… -bajando la mirada, observó su mano sujetar la cintura delgada de Gabrielle, viéndola especialmente grande en comparación al cuerpo de ella. Sintiendo su estómago retorcerse de los nervios, de saber que ella era tan pequeña y él no sabía bailar muy bien-. Si no quieres bailar no hay problema -susurró, retrocediendo un paso, para ser seguido al mismo tiempo por ella.

-Sí, sí quiego -murmuró, soltando una pequeña sonrisa, y haciendo que su estómago hiciera una dolorosa voltereta al sentir la delicada mano posarse sobre su hombro, finos dedos a centímetros de rozar su cuello. Si lo tocaba, probablemente notaría los furiosos latidos de su corazón. Cerrando los ojos un momento, trató de concentrarse en no pisarla y poder sobrevivir al baile.

No mucho después, fue la invasión de los mortífagos, separándolo de ella y del resto del grupo.

~.~
Durante el tiempo que siguió, prácticamente no la recordó… no con todo lo que ocurría en Hogwarts, no con Ginny Weasley besándolo como si no hubiera un mañana luego de una reunión del DA, ni con la relación que entabló con Hannah, atraído con sus pequeñas sonrisas y su pelo rubio.

~.~
No sería hasta un par de años después (cuatro, no que los haya contado), cuando por la maestría que estaba tomando con la profesora Sprout, ésta lo envío a visitar al profesor de herbología en Beauxbatons.

-Buenas tardes -saludó, entrando en el gran invernadero. Estaba prácticamente vacío, apenas dos personas visibles en el fondo del lugar. Volteándose, quien suponía era el profesor le señaló que avanzara, notando que la otra persona era una jovencita con el uniforme de la Academia con un delgado delantal blanco cubriéndola.

-Bonjour, tú debes ser el aprendiz de Pomona, ¿cierto? Yo soy Phillipe-el tono de francés en la voz del profesor era casi imperceptible. Extendiendo la mano, lo saludó:

-Hola, soy Neville, mucho gusto; y sí, la profesora Sprout me envío -girándose a saludar a la muchacha junto a él, suprimió el gesto de asombro.

-Gabrielle -murmuró inclinando la cabeza. No pensaría en cómo se veía… no pensaría en sus manos con tierra, ni en el delantal que se ajustaba apretadamente a su cintura y a sus pechos.

-Buenas tagdes, Neville -respondió, haciendo una pequeña inclinación.

-Veo que se conocen, perfecto, entre ambos se podrán ayudar. La pequeña Gabrielle ha considerado la herbología como un posible trabajo, quizá tú puedas mostrarle parte de lo que te interesa, mientras yo te enseño los nuevos injertos que he realizado y los hechizos necesarios que desarrollé -dijo sonriendo Phillipe, entregándole un delantal y comenzando de inmediato a trabajar.

-Eh, ¿no utilizan guantes? -preguntó, observando cómo las manos de Gabrielle se enterraban casi de manera obscena en la tierra, moldeándola de distintas maneras para encajar las raíces de la Cocleara a su lado.

-No los utilizamos, salvo que sea la manipulación de una planta venenosa o agresiva -aclaró el profesor, enseñándole sus manos desnudas- de esta manera generamos un mayor acercamiento con las plantas y nuestra magia queda impregnada en ellas.

Merlín, maldijo para sus adentros, observando a la rubia trabajar. No creía poder aguantar las dos semanas que estaría en Beauxbatons. Oh, Merlín.

~.~
-Neville -oyó que lo llamaban. Volteándose, pudo ver la figura delgada de Gabrielle correr hacia donde se encontraba. Ya sólo quedaban dos días de tortura y podría volver a Inglaterra, donde no vería más a Gabrielle…

¡Oh, a quién le mentía! Deseaba seguir viéndola, incluso si era una completa tortura desearla y no poder acercarse a ella, si cada vez que hablaban descubría que era preocupada y sencilla, totalmente inconsciente de lo ridículamente hermosa que era, y se enamoraba un poco más de ella.

-¿Qué sucede? -preguntó, sintiendo hormigas en su estómago al verla sonrojada por la carrera.

-Te quería invitar al baile que habrá esta noche. Recuerdo que bailaste conmigo durante el matrimonio de mi hermana, y me gustaría poder repetirlo.

-¿Bailar? -quería decir no, pero la manera en que lo estaba mirando, joder pensó, apretando un instante los ojos-. No tendría problemas, el asunto es, no he traído ninguna túnica lo suficientemente elegante como para un baile -murmuró, pensando en el pretexto perfecto.

-¡Es lo de menos! -exclamó Gabrielle tomándole una mano y jalándolo rumbo a los pasillos donde estaban los dormitorios de las chicas-. Se lo comenté el profesor Phillipe y él comisionó un traje para ti. Es de disfraces, y te quedará pegfecto.

Deteniéndose frente a una de las puertas, alcanzó a ver una sola cama, adivinando que Gabrielle era de las privilegiadas que había logrado obtener un dormitorio personal. Sintiéndose incómodo bajo la mirada de las chicas que pasaban junto a él, esperó hasta que la rubia salió con una larga caja entre los brazos.

-Tómalo… pasaré por ti a las ocho -agregó, guiñándole un ojo antes de cerrar la puerta gritando algo sobre prepararse con su propio disfraz.

-Merlín, ¿en qué me he metido? -murmuró deslizando la tapa, viendo la tela bordada gruesamente.

~.~
En cuento se vio frente al espejo con el traje completo, temió por lo que la velada depararía. El disfraz era perfecta imagen de los trajes que usaban en las cortes muggles durante el siglo XVII-XVII.

Un delicado golpe en la puerta, lo hizo despertar de sus pesadillas, aterrizando en la realidad. A pesar de eso, no estaba preparado para ver a Gabrielle utilizando un vestido así. Era de un azul oscuro -que hacía destacar sus ojos-, con un escote profundo que dejaba ver perfectamente el inicio de su pecho, apretando su cintura imposiblemente con el corsé. Delicados encajes color crema cubrían sus brazos y hacían un trenzado en su espalda, sujetando el vestido por detrás, para terminar en un pequeño rosetón justo donde comenzaba la gran falda, que escondía bajo sus telas las caderas de la rubia. Su rostro lucía pálido bajo los polvos que había utilizado y una larga peluca blanca ocultaba su cabellera rubia.

-Te ves hermosa -susurró sin poderlo evitar, sintiéndose sonrojar.

Sonriendo, la mujer -porque en ese traje, así lo gritaba-, hizo una pequeña reverencia, antes de sonreír coquetamente tras un abanico a juego con el traje.

-Allons-y* - exclamó, señalando con el abanico rumbo al salón de baile.

-Allons-y -respondió, ofreciendo su brazo, guiándola por el pasillo.

~.~
-Neville -susurró Gabrielle sujetándolo por la muñeca, observándolo con sus grandes ojos, evitando que pudiera huir a su dormitorio. Llevaba toda la noche soportando cada sonrisa, cada coqueteo, pero no creía poder aguantar más. Necesitaba llegar a su cama, quitarse el disfraz y masturbarse hasta romperse la palma si era necesario. Se sentía intoxicado con el aroma de la rubia, y aunque su autocontrol era bastante, sabía que estaba al borde de ceder a sus impulsos.

Antes de tomar cualquier decisión, Gabrielle se inclinó lo suficiente como para besarlo, empujándolo contra la puerta entreabierta.

-Merlín -jadeó al sentirla separarse, notando con nerviosismo cómo cerraba la puerta con un hechizo, sellándola a toda intrusión y sonido.

-Non, non, mon cher Neville -siseó empujándolo hasta la cama con más fuerza de la que pensó podría tener-. No quiero que te vayas -murmuró acercándose, un pequeño puchero llenando sus labios-. No quiero que me vuelvas a olvidar otra vez -susurró, observándolo desde el borde de la cama, encajándose entre sus piernas a pesar del grueso de la falda.

-Gabrielle, no es necesario que hagas esto -trató de explicar Neville, sujetando su cintura, sintiéndose perdido al ver la tristeza en los ojos azules de la muchacha-. Soy demasiado mayor para ti -susurró, pensando que era realmente una excusa idiota.

-¿Mayor? Son cuatro o cinco años… entre mi madre y mi padre hay siete años de diferencia.

-Pero puedes encontrar a algún chico que sí sea de tu edad -masculló, sintiendo celos de sólo imaginar a alguien más con la rubia.

-Pero no quiero otro chico de mi edad… además, ya le he enviado una carta a la profesora Sprout para que me acepte como aprendiz -agregó colocando las manos sobre sus mejillas, obligándolo a mirarla-. No quiero algo fugaz…

-Gabrielle -gimió, dejando de rechazar a la rubia, sabiendo que todas sus excusas eran infundadas. Aferrándose a su cintura y enterrando su cuello en el suave pecho, disfrutó con el ligero temblor que la recorrió. Soltando un quejido cuando se separó de él, por un momento pensó que se arrepentiría, hasta que la notó desatar los nudos que sujetaban la falda, dejándola caer hasta el suelo, un mar de tela y encaje a sus pies, permitiéndole ver las medias de seda blanca que cubrían hasta sus muslos, antes de unirse a unas ligas que subían hasta el corsé, y las pequeñas bragas de encaje que ocultaban su entrepierna.

Antes de que pudiera decir cualquier cosa, la muchacha se apretó nuevamente contra él, dejándose caer sobre sus piernas, aferrando con los muslos sus caderas y besándolo con fuerza, demandante.

Rozando con sus manos, acarició las delgadas piernas, disfrutando el tacto suave de la seda bajo sus palmas, subiendo hasta posarlas sobre las redondas nalgas de la rubia, empujando con su lengua en el beso, mientras con sus manos apretaba su trasero, bebiéndose el débil gimoteo que dejó escapar.

-Neville -sollozó separando sus labios ligeramente, ondulando sus caderas sobre su erección, haciéndolo notar lo incomodo que estaba con el pantalón aún puesto. Retrocediendo sobre la cama hasta apoyarse contra el respaldo, la observó fijamente, su rostro sonrojado y sus pupilas dilatadas que gritaban su excitación. Rozando con un par de dedos su cuello, pudo notar su pulso latir desenfrenado.

-¿Estás segura? -preguntó, dejando caer la mano sobre uno de sus muslos, apretándolo en un gesto cariñoso.

-Sí -respondió, avanzando hasta colocarse sobre sus rodillas, permitiéndole el espacio para abrir los numerosos cierres del pantalón. Desesperándose, no pudo evitar sonreír al oír la risita de Gabrielle al ver su problema. Atrayendo su varita, decidió el camino fácil, haciendo desaparecer sus zapatos, ropa interior y pantalón, dejándolo expuesto a la mirada ávida y tímida de la rubia, sabiendo que su erección era perfectamente visible entre los bordes de la larga camisa que vestía bajo la chaqueta.

Soltando un suspiro cuando Gabrielle se sentó nuevamente sobre sus muslos, comenzó a desprenderse de cada botón de la chaqueta, observando los hábiles dedos de la rubia ayudarlo, mientras el calor de su cuerpo se colaba entre su ropa, sintiéndose afortunado de que una mujer como ella lo deseara a él; que sí, ya no tenía la mala autoestima de su infancia, pero sabía que la rubia era muchísimo más de lo que hubiera soñado alguna vez.

Cuando por fin quedó libre de la opresión de la chaqueta, quedando sólo en la ligera camisa de algodón, hizo un gesto de desatar el corsé de ella, sólo para ser detenido, observando la sonrisa coqueta de Gabrielle mientras se inclinaba hasta apretarse nuevamente contra él, besándolo lentamente, toda prisa olvidada, sólo pensando en esos suaves labios y esa lengua responsiva, que seguía cada movimiento de la suya, imitándolo.

Sujetándola, soltó un gemido cuando manos traviesas se colaron bajo la camisa hasta sujetar su erección, rozando lentamente, hasta apretarlo por completo, comenzando un ritmo descoordinado. Empujando un par de veces contra las pequeñas manos, acarició nuevamente sus piernas, sintiéndose obsesionado con las medias y el encaje, subiendo hasta frotar el borde de piel pálida expuesta bajo el corsé, deslizando lentamente sus dedos por sobre el encaje de las bragas, notando el calor y la humedad, adivinando los apretados rizos rubios bajo él. Bajando, rozó sus labios cubiertos con la pequeña tela, notando la pausa en las manos sobre su erección al tocarla tan íntimamente.

Apretando con sus yemas, sonrió al sentir su respingo al enterrar su índice, frotando hasta encontrar su clítoris, sabiendo que por muy suave que fuera la tela, la sentiría áspera bajo el toque inflexible de su dedo.

-Neville -jadeó, enterrando sus dedos en sus bíceps, ocultando su rostro en su cuello e intentando cerrar sus piernas.

-Non, mon petit lapin* -murmuró en el poco francés que sabía, besando la piel a su alcance, una mejilla, su escote, su cuello, separando sus piernas, haciendo que no pudiera cerrar las suyas, mientras su mano no se detenía, apretando y rozando, sintiéndola temblar sobre él.

-Por favor -gimoteó, rodeando su cuello con sus brazos, tratando de acercarse hasta sentir su erección rozar su vientre.

Desplazando el encaje sobre su labios, pensó en lo erótico que sería follar así, sin siquiera quitárselos, enterrando sus dedos, y sintiéndose endurecer aún más al notar lo húmeda y caliente que estaba. Guardando la idea para otro momento, sujetó su varita, haciendo desaparecer la ropa interior y realizando un hechizo anticonceptivo.

Deslizando nuevamente sus yemas, tiró suavemente los rizos rubios, llenándose de placer al ver a Gabrielle arquearse bajo su toque, gimiendo fuertemente, empujando su entrepierna contra su mano. Soltándola, rozó su clítoris un par de veces antes de bajar hasta ese punto escondido bajo sus pliegues, empujando despacio con un dedo, sin sorprenderse al sentirla apretarse firmemente en torno a él, sus paredes suaves contra su yema, probando sus paredes hasta sentirla respingar.

-Ahí -jadeó, empujándose contra su mano. Inclinándose, besó la división entre sus pechos, mordisqueando la piel hasta notarla irritada, manteniendo la presión de su dedo mientras empujaba otro más, satisfecho al ver que no hacía algún gesto de dolor-. Neville, por favor -sollozó, depositando pequeños besos por todo su rostro, ondulando sus caderas sobre su mano.

-Shh, tranquila -murmuró retirándose, sujetándola con fuerza por los muslos hasta guiarla sobre su entrepierna, soltando un gemido al notarla sujetar su polla, empalándose ella misma de golpe, un rictus de dolor en su rostro mientras abrazaba su cuello-. Gabrielle -jadeó apretando los ojos. Se sentía demasiado caliente, demasiado firme. Estrechándola con fuerza, besó su cuello, buscando distraerla de cualquier molestia que pudiera sentir.

-Estoy bien -murmuró, separándose ligeramente, observándolo nuevamente con esos ojos grandes, bajando lentamente la vista hasta mirar entre sus piernas. Dejando caer un brazo por su pecho, separó los cordones que sujetaban la camisa junta, hasta llegar al final, colocando su palma sobre su ombligo, a centímetros de su entrepierna. Si pensaba que follar con la ropa interior puesta era erótico, ahora que veía esa mirada de curiosidad, y esas uñas deslizarse sobre su piel, acercándose cada vez más hasta el punto donde ambos estaban unidos, era el mismo infierno.

Soltando un gemido, sintió los dedos rozar la base de su erección, deslizarse entre los pliegues que hace unos momentos él mismo había acariciado, notaba el interior de Gabrielle apretándose a su alrededor en espasmo, haciendo pequeños círculos con su pelvis, como probando qué tan grande se sentía en ella.

-Neville -susurró, besándolo nuevamente, dejando de explorar e inclinándose ligeramente, comenzando un pequeño vaivén.

Ayudándola, con una mano la guiaba por la cintura, mientras su otra palma se apretaba contra su clítoris, sabiendo que se correría pronto, demasiados días soportando la tortura de tenerla como la tenía ahora. Frotando con su pulgar, presionó fuertemente el pequeño botón, alternándolo con pequeños tirones de los rizos, estremeciéndose al oírla gemir desesperada, soltando sollozos y palabras en francés que no alcanzaba a entender, salvo su nombre, una y otra vez.

Sujetándola con fuerza, se volteó, dejándola sobre el colchón, enterrándose nuevamente en ella, soltando un gemido ronco al sentirla rasguñar su espalda mientras sollozaba, rodeando su cintura con sus piernas, arqueándose bajo él, intentando encontrar cada uno de sus embestidas desesperadas, dejando escapar un gemido agudo, casi un chillido. Notando los espasmos alrededor de su polla, se corrió, liberando un gruñido, empujándose con fuerza por última vez, sintiendo su esperma llenarla, rodeándolo.

-Neville -suspiró, observándolo con los ojos entrecerrados, luminosos bajo una nueva perspectiva. Atrayéndolo por el cuello, besó sus cejas, su nariz, su mandíbula, lentamente, recogiendo cada gota de sudor, hasta encontrar sus labios, apretándolo con todo su ser, sin dejarlo separarse de ella-. Quédate así -murmuró, recostándose nuevamente, deseando que fuera su cuerpo el que la cubriera como manta.

-Está bien -respondió, acurrucándola junto a él, acariciando su pelo y contando cada latido contra su pecho, notando como iba volviéndose más lento y rítmico.

Sintiéndola dormirse entre sus brazos, atrajo su varita abandonada, haciendo desaparecer el resto de sus prendas, soltando un suspiro al ver los pequeños pechos libres de la opresión del corsé, firmes y duros bajo sus manos. Apretándola a su lado, suspiró notando toda la suave piel contra la suya, sabiéndose enormemente afortunado.

Teniéndola así, pensó en esa lista imaginaria que había hecho hace tantos años. Ahora definitivamente el único nombre que aparecía sin tachar era el de Gabrielle Delacour.

~.~
Cuando las lechuzas llegaron ese día en la mañana, a Pomona Sprout no le extrañó la llegada de tres cartas para ella. Abriendo la primera, leyó la carta de Gabrielle Delacour que le pedía aceptarla como segunda aprendiz de herbología, adjuntando apuntes de teorías que tenía y sus notas en equivalentes a TIMOs y EXTASIs, los tres realmente buenos. La segunda carta, era la de Phillipe, apoyando la carta de la pequeña de los Delacour, resaltando las buenas cualidades de la muchacha, así como dándole un informe sobre lo que avanzó con la ayuda de Neville, felicitándola por el trabajo hecho con el chico. La última carta era de Neville, agradeciéndole la oportunidad de haberlo enviado a Beauxbatons y prometiendo demostrarle todo lo que había aprendido.

Colocándose de pie, decidió que una carta a su amiga Augusta estaría bien. Después de todo, quién mejor que ella misma para darle la sorpresa que era muy probable que Neville comenzara una relación fructífera con la pequeña Gabrielle.

Fin~~ :D

Frases en francés:

*Non, ces’t de ma faute = No, la culpa es mía.
*Bonjour = Buenas tardes.
*Allons-y = Vamos.
*Non, non, mon cher Neville = No, no, mi querido Neville.
*Non, non, mon petit lapin = No, mi conejito.

Por favor, cualquier error con las frases en francés, me lo dicen, que no confío mucho del traductor de google xD.

!-tipo: hetero, fics de canciones, frikeadas, =fluff, =humor, !-fandom: harry potter, fics, +pairing: neville/gabrielle, one shot, =kinky, retos

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