Título: Pérdida
Fandom: La Premonición (original)
Palabras: 9,762 palabras.
Notas: Perdonen el super capítulo, no pretendía que fuese tan largo. Pero, por lo menos, pasaron muchas cosas que van a darle un giro a la historia. Quizas un giro leve, pero será un cambio al fin y al cabo. Está dedicado a mi nee-san incestuosa
miata_montesco y a mi otra nee-san
saya_winry por haberme motivado para que empezase a escribir este capítulo xD
Pérdida
Anne se había despertado muchas veces esa noche, y en todas ellas se había sentido igual o peor que antes. Tenía un palpitante y fuerte dolor de cabeza que no la dejaba hilvanar dos pensamientos correctamente y que la hacía sentirse mareada y confundida. Sentía la boca seca, y la garganta adolorida. Sin mencionar el dolor que sentía en cada parte de su cuerpo.
Se sentía como si la hubiesen apaleado, teniendo cuidado de no dejar ninguna parte de su cuerpo sin golpear. No podía moverse de la cama porque eso significaba luchar contra el dolor y la pesadez de sus músculos y el fuerte mareo que la atacaba cada vez que intentaba levantarse. Así que, cada vez que se despertaba y se daba cuenta de que no había mejorado nada, volvía a cerrar los ojos y se dejaba arrastrar por el sopor.
Cuando finalmente despertó, se dio cuenta de varias cosas: la primera, ya no se estaba muriendo de frio; la segunda, la luz de su habitación estaba apagada, a pesar de no haberla apagado en ningún momento; y la tercera, que ya no le dolía tanto la cabeza. Agradeciendo este hecho, trató de moverse y salir de debajo de la enorme capa de ropa que Luke había puesto sobre ella cuando la había llevado hasta su habitación. Pensar en él la llenó de pensamientos y sentimientos que no quería tener, así que los hizo a un lado y se esforzó por ponerse de pie y moverse un poco.
Estaba desorientada. ¿Qué día era? ¿Cuánto tiempo había pasado recostada en esa cama, envuelta en la inconsciencia? ¿Era de tarde, de noche? Caminó dando tropezones hacia la ventana y corrió un poco la cortina. Puede que fuese producto de su estado de aturdimiento y pesadez, pero creía ver el Hellaven un poco más claro, como si hubiese más luz afuera. Pero no debido a esa luz artificial a la que ellos estaban acostumbrados. No. Ella se refería a la luz del sol, esa que tanto extrañaba, mucho más en esos momentos en los que su cuerpo se sentía como si estuviese congelado.
Se frotó los brazos varias veces con intensidad, tratando de entrar en calor, y volvió a la cama con su andar errático. Era preferible estar ahí recostada, envuelta en las mantas, que estar parada haciendo trabajar a sus cansados y adoloridos huesos. Su rostro se contorsionó en una mueca de dolor cuando se sentó, pero igual no se detuvo hasta estar recostada otra vez y debajo de esa cantidad de sábanas y mantas que prácticamente la ahogaban.
Quiso dormir, para reponer fuerzas y despertarse sintiéndose mejor, pero su cerebro no estaba de acuerdo con la idea. Y, para atormentarla más, imágenes de todo lo que había pasado en las últimas horas que estuvo despierta aparecieron de repente, pidiendo atención.
Primero estaba el extraño hombre en el bosque, ese que tenía la voz más seductora que Anne hubiese escuchado en toda su vida; baja, profunda, masculina. Sus palabras se habían sentido como una caricia cuando habían llegado hasta ella. Y debía admitir que le había sorprendido encontrarlo, y era de esperarse teniendo en cuenta que era tarde y que esa era una zona no muy visitada. Pero lo que más la desconcertaba era el hecho de que no se había sentido en peligro a su lado; es más, hasta podía decirse que se sintió a gusto y a salvo charlando con él.
No había visto su rostro en ningún momento pero aun así Adrian le había parecido una persona bastante atractiva y agradable. La forma en la que hablaba, sus gestos, las cosas que le había contado sobre él; había algo en ese hombre que intrigaba a Anne y que le provocaban ganas de volver a verlo, de volver a hablar con él. Se llevó la mano al lugar en el que habría reposado el collar de haberlo tenido puesto y profirió un suspiro de pesar.
La idea de volver a salir y de caminar por el bosque hasta encontrarse con Adrian le había pasado por la cabeza y se había instalado ahí con tanta fuerza y firmeza que era extraño que no estuviese ya encaminándose hacia la salida. Y había querido hacerlo, había querido salir de esa casa en busca de su nuevo amigo, pero sin el collar estaba atrapada entre esas cuatro paredes, junto a la persona que más la odiaba en todo el mundo.
Esta vez, quien ocupó su mente fue Luke, tan brillante y hermoso como en la realidad que era hasta doloroso. Recordó lo que le había dicho en la cocina, como la había amenazado y como la imagen de él parcialmente cubierto de fuego le había helado la sangre y quitado el aliento. A pesar de lo raro que era el asunto, Luke le había parecido más hermoso que antes, si se pudiese, pero al mismo tiempo bastante aterrador. La expresión de su rostro, el odio que vio claramente en sus ojos, le había demostrado una vez más que entre ella y Luke las cosas nunca iban a estar bien.
Anne había pensado que las cosas habían cambiado para bien entre ellos dos; quizás de una manera demasiado lenta, pero habían cambiado al fin y al cabo. Pero después de aquella noche, ella dudaba de que alguna vez volviese a confiar en él. Había tratado de matarla bajando la temperatura de la casa hasta el punto de que era insoportable respirar. Para él eso no era ningún problema debido a su don y su fuerte resistencia al frío, pero para ella, una simple terrana que nunca había tolerado las bajas temperaturas durante mucho tiempo, había sido desastroso.
Lo que no terminaba de cerrarle en todo ese asunto era el hecho de que, al final, la había ayudado, metiéndola en la cama y cubriéndola con cobijas. ¿Acaso todo había sido para asustarla? ¿Acaso no había tenido intención de matarla? Ella realmente no sabía que pensar. Luke era tan extraño, tan malvado, que era posible que lo hubiese hecho sólo por diversión, por el placer de verla sufrir.
Pero ella creyó ver preocupación en su rostro, cuando habían estado uno frente al otro en el pasillo. Incluso le había dicho que si no le explicaba qué había pasado, no iba a poder curarla. ¿Significaba eso que él en verdad no había hecho nada, que no había intentado matarla? Si era así, ¿qué había pasado entonces? ¿Cómo era posible que algo como eso hubiese pasado y sólo la hubiese afectado a ella? ¿La habían hechizado?
Lamentablemente, Anne siempre llegaba a la misma conclusión cuando no le encontraba respuestas a sus preguntas: alguien la había hechizado. El problema radicaba en que nadie había hecho tal cosa. Después del suceso en la cocina Luke había salido como un bólido del lugar y no lo había vuelto a ver hasta que se habían encontrado en ese pasillo. Y la otra persona con la que se había encontrado en el bosque no había hecho nada más que hablar con ella. Así que la idea de que había sido hechizada quedó descartada después de haber reflexionado sobre ello.
Se dio la vuelta en la cama para ponerse de lado y se acomodó mejor entre las cobijas. ¿Qué le había dicho Luke después de haberle quitado el collar?
-Al parecer, toda la culpa la tenía el collar. No quería decir esto, pero Cecil se equivocó esta vez.
¿En verdad esa pequeña piedra era la causante de todo lo que le había pasado, de su “casi-muerte”? ¿Cómo podía ser eso posible si el mismo Cecil lo había probado y se había asegurado de que funcionaba bien? Según Luke, Cecil nunca cometía un error cuando transmutaba cosas, así que el collar no podía ser el culpable de nada. Se tranquilizó pensando en esto, pero al poco rato, después de pensar en todo lo que había pasado desde aquel regalo, tuvo que darle la razón a Luke.
Desde que se había puesto ese collar las cosas habían tomado un rumbo demasiado extraño. Aunque los sucesos que ocurrían cuando Luke y ella tenían el más mínimo contacto empezaron a suceder antes del collar, fue en el tiempo que lo llevó puesto que las cosas se incrementaron hasta niveles exagerados. Había pasado por momentos en los que no sabía lo que hacía, lo que decía, en los que creía ser manipulada por una fuerza superior. Había deseado hacer cosas que en su sano juicio nunca hubiese deseado hacer. Se había comportado de una forma en la que la verdadera Anne nunca se hubiese comportado.
Así que, llegada a esa conclusión, como había dicho Luke antes, era el collar el que había causado todo ese alboroto.
Ese pensamiento la hizo sentirse un poco mejor respecto a la situación. Si el collar ya no estaba, ya no sucederían cosas raras. Lo único que lamentaba era que ya no podría salir de la casa y cumplir su deseo de encontrarse con Adrian. Aunque quizás fuese mejor así. Ella no tenía por qué interesarse por un hellaveniano debido a que una relación entre ambos jamás podría llevarse a cabo. Era un error que ella estuviese ahí, viva, haciendo peligrar la estabilidad de ese mundo, como lo era sentir cosas por alguien que si se enteraba de su verdadera naturaleza la mataría sin muchos miramientos.
Cerró los ojos y nuevamente trató de dormir. Pero, como si los dioses no quisiesen que ella tuviese un minuto de descanso, algo impidió que lo hiciese. La puerta de su habitación se abrió y alguien entró a través de ella. No pudo escuchar sus pasos, mucho menos el sonido de la puerta al ser cerrada, pero si pudo sentir que ya no estaba sola en aquel lugar. Cerró los ojos con fuerza y fingió estar dormida.
- Sé que no estás dormida, así que deja de actuar. -Escuchó que le decía y ahogó una maldición. ¿Cómo era posible que no pudiese esconderle nada a este hombre?
Se dio la vuelta lentamente para poder mirarlo. No quería pararse de la cama ya que sabía que iba a resultar algo bastante doloroso así que sólo le quedaba prestarle atención desde su desfavorable posición.
Luke estaba de pie en medio de la estancia, con los brazos cruzados y una expresión seria en el rostro. Era bastante probable que no se le hubiese pasado el enojo por lo de la cocina, sumado el de su salida de la casa, pero no lo demostraba. Anne exhaló un suspiro cargado de cansancio y rezó por conseguir fuerzas para soportar lo que se le venía encima.
- ¿Cómo te sientes? - Le preguntó, y si Anne hubiese estado de pie estaba segura de que se hubiese caído. Eso era lo menos que esperaba escuchar.
-Bi-bien…creo. -Su voz estaba tan ronca que hasta sonaba graciosa, pero ninguno de los dos esbozó ni siquiera una pequeña sonrisa.
-Era de esperarse después de dos días en cama y de haber sido curada con magia. -Descruzó los brazos y metió las manos en los bolsillos. - ¿Todavía sientes dolor?
Ella asintió con la cabeza porque estaba segura de que las palabras no iban a salir de sus labios. ¿Curada? ¿Luke la había curado? Él no tenía por qué hacer algo como eso, mucho menos cuando no era el culpable de nada. Pero ahí estaba él, mirándola con una extraña expresión en su rostro, preguntando si se sentía bien y no le dolía nada. Lo peor de todo era que ya no había ningún collar de por medio al cual echarle la culpa por sus actos de buena fe.
Luke se acercó a ella lentamente y con su mano a una distancia prudente, la recorrió de la cabeza a los pies varias veces, como si estuviese acariciando algún cofre invisible. Ella sintió una ráfaga de aire caliente, como aquella vez que Edna la curó antes de contarle aquella insoportable verdad: estas en el Hellaven y nunca más podrás regresar a casa.
Cuando sólo quedaba una ligerísima brisa tibia, Luke se alejó de ella unos cuantos pasos hacia atrás. La expresión de su rostro no había cambiado en ningún momento, y eso estaba asustando a Anne. Estaba empezando a preguntarse en qué momento iba a explotar y a reclamarle hasta por haber nacido o, en su defecto, amenazarla hasta por la mas mínima cosa que hubiese hecho; pensar de esa forma la reconfortaba más que la idea de que él tuviese un malévolo plan preparado sólo para desquitarse por haberlo desobedecido.
-Ahora, -empezó a decir Luke -explícame qué demonios te pasó por la cabeza cuando decidiste salir de la casa. - preguntó con calma, como si le estuviese preguntando la hora. El pensamiento de que algo extraño estaba pasando para que Luke se comportase así se volvió mucho más fuerte.
-No lo sé. Yo sólo…-tosió. Tenía la garganta demasiado seca y hablar le resultaba algo difícil. Luke conjuró una jarra de agua, la cual apareció en la mesita de noche sin hacer el más mínimo ruido. Instó a Anne a que tomase un vaso antes de continuar hablando - …Yo sólo salí de la cocina y antes de darme cuenta mis pies ya me estaban guiando por el bosque. No es como si hubiese deseado salir… sólo pasó.
- ¿Y ya has caído en la cuenta de lo peligroso que fue? No sólo para ti que estuviste a punto de morir por haberte expuesto a las bajas temperaturas del Hellaven sin siquiera abrigarte sino también para nosotros. ¿Qué hubiese pasado si el collar hubiese dejado de funcionar o si alguien se hubiese dado cuenta de que llevabas un objeto mágico colgando del cuello? ¿Pensaste en eso alguna vez?
Aunque la estaba reclamando su voz no sonaba amenazadora, más bien cansada. Era como un padre que está cansado de decirle las mismas cosas una y otra vez a su hijo travieso e irresponsable. Ella se ofendida. Sus padres nunca le habían reclamado por nada ya que ella siempre había sido una buena chica. No llegaba a su casa después de la hora límite, no le faltaba el respeto a sus padres, cuidaba a su hermano cuando tenía que hacerlo. Anne siempre fue obediente y responsable, por lo que nunca se ganó un reclamo o sermón por parte de nadie.
Pero llega Luke, como si no le hubiese hecho nada, como si no la hubiese maltratado hasta dejarla al borde de las lágrimas, con una expresión de cansancio en el rostro, a echarle la culpa por algo que ella no había hecho adrede.
- ¿Y usted no se ha puesto a pensar en que, quizás, yo no quise que nada de esto pasara, en que salí de la casa por su culpa? ¿Qué le hace pensar que tengo una vena suicida o de que me gusta estar aquí, sufriendo? Yo no quería salir de la casa, ya se lo dije, pero eso no significa que voy a desaprovechar la única oportunidad que tengo para ver qué hay afuera.
-Sí, pero por dejarte llevar por tu estúpida curiosidad, mira como terminaron las cosas. -Ella le lanzó una mirada desafiante, quizás para esconder la curiosidad que sus palabras le habían provocado. -Oh, se me olvidaba, llevas dos días totalmente ajena a lo que ha pasado. Según tú, la única persona que sufrió aquí fuiste tú, ¿verdad? Saliste, disfrutaste de un paseo por el Hellaven, llegaste a la casa al borde de la muerte y yo soy el jodido culpable de todo, ¿no?
Luke parecía a punto de explotar pero eso a ella lo único que hacía era darle más ánimos para ponerse a discutir con él. Se sentó en la cama, de frente a él.
- ¿Acaso no es usted siempre el culpable de todo lo que me pasa? ¿Acaso no es quien siempre está amenazando con matarme, diciéndome cosas hirientes? No pretenda que de buenas a primeras empiece a pensar en usted como una buena persona sólo porque me curó. Sé que lo hace para no meterse en problemas con Edna, no porque de verdad lo sienta.
Él iba a decir algo pero ella no lo dejó. Ya que había empezado a hablar no podía detenerse. Y sabía que lo que estaba haciendo era una completa estupidez, pero no estaba siendo dueña de sus actos. Estaba cansada, dolida y bastante ofendida. Era comprensible que quisiese desquitarse con él, mucho más teniendo en cuenta lo frustrada que se sentía respecto a sus sentimientos y deseos.
-Usted no quiere a nadie más que a sí mismo. No, ni siquiera eso. Usted no tiene sentimientos. -continuó diciendo. Se puso de pie y caminó hacia él, con el desafío todavía bailando en sus ojos claros. Lo miró directo a los ojos, esos que la miraban como si no pudiesen creer lo que veían, como si estuviese asustado. Pero Anne desechó esa idea y continuó hablando porque pensaba que Luke nunca sentía miedo. Un hombre como él no se sentiría afectado al escuchar sus palabras. -Yo siempre lo he tratado bien, de forma totalmente desinteresada, y usted siempre me paga con maltratos y amenazas. ¿Por qué demonios tiene que odiarme tanto? ¿Por qué tiene que ser de esta forma? ¿Por qué no puede ser como una persona normal aunque sea…?
No pudo terminar lo que estaba diciendo. Un dolor tan fuerte como un puñetazo dando con todas las fuerzas que posee un cuerpo, le golpeó justo en el pecho, dejándola sin aliento y haciéndola caer al suelo, de rodillas. Apoyó las manos en la alfombra y se inclinó hacia delante, por lo que su cabello cubrió su rostro y todo lo que la rodeaba. Lo único que podía ver eran las piernas de un Luke que permanecía inmóvil frente a ella.
Todo había pasado tan rápido que incluso se sentía mareada. Estaba jadeando, luchando por soportar el dolor, boqueando desesperadamente para llevarle aire a sus pulmones. Las lágrimas corrían libres por sus mejillas y los sollozos no tardaron ni un segundo en salir a flote y ocupar el lugar que el silencio había tomado de repente.
Se estaba muriendo de dolor, literalmente. Nunca antes se había sentido de esa forma, como si una mano hubiese atravesado su pecho y estuviese apretando su corazón con el expreso deseo de destruirlo con sus dedos. Como si toda esperanza se hubiese extinguido y sólo quedase afuera oscuridad, muerte y desolación. Levantó el rostro con mucho esfuerzo y miró a Luke, que seguía impasible frente a ella. Al hacerlo, su dolor aumentó mucho más, haciéndola gritar y retorcerse, encogerse como un animal herido frente a su captor.
Luke estaba mirándola con la expresión más desgarradora que hubiese visto en toda su vida. El dolor que ella sentía podía verlo claramente reflejado en sus ojos. Luke estaba pasando por el mismo dolor que la tenía a ella recluida en el suelo, pero no lo demostraba más que en sus ojos, en la forma en la que apretaba los dientes y en los puños que habían formado sus manos.
¿Qué estaba pasando?
Luke hizo el intento de decirle algo, pero por más que trató no pudo; las palabras se habían quedado atascadas en su garganta y se negaban a salir. Anne pudo percibir lo pálido que se había puesto y lo blancos que estaban sus nudillos antes de que las lágrimas empañasen su visión y le impidiesen ver algo más. Luke, al final, cansado de intentar decirle algo hiriente a Anne, salió de la habitación dando un fuerte portazo al cerrar.
Ese día, Anne lloró como nunca lo había hecho en toda su vida, sentada en el suelo y ahogándose con las lágrimas y por la falta de aire, y lo peor era que no tenía la más mínima idea de qué era eso que la hacía sentirse tan triste, tan desesperada. Se llevó una mano al pecho, como si de esa forma pudiese evitar que lo que sea que estuviese oprimiendo su corazón se detuviese; no obtuvo resultados.
Se dejó caer, colocándose en posición fetal sobre el suelo. ¿Qué había pasado? ¿Qué había dicho para que Luke se pusiese de esa forma, para que todo ese dolor que la atormentaba y no la dejaba moverse saliese a flote? Porque de una cosa estaba segura, ella era la responsable de todo.
Pero por más que trataba no podía llegar a una conclusión decente que la ayudase a descifrar qué había pasado. Recreó una y otra vez su conversación en su mente, aun inmersa en el mar de lágrimas en el que había sido sumergida, aun envuelta en un velo que no la dejaba ver nada, pero no encontró nada. Sintiéndose demasiado débil y adolorida, trató de calmarse. Siempre que lloraba terminaba con un fuertísimo dolor de cabeza y de garganta, y lo que menos quería en esos momentos era sumar eso a su lista de males actuales.
Después de un largo rato de tratar, de pensar en cosas bonitas y agradables (o sea, pensar en su paseo por el Hellaven y su encuentro con Adrian), de decirse a sí misma cientos de veces que todo estaba bien y que no estaba pasando nada, logró calmarse un poco. Él dolor seguía ahí, latente, destruyéndola por dentro lentamente, pero por lo menos ya no lloraba tanto como al principio. Trató de ponerse de pie y tuvo que apoyarse de la cama para no perder el equilibrio; sus piernas estaban temblando de manera peligrosa.
Caminó a trompicones hacia la salida, mientras se secaba el rostro con la manga de uno de sus suéteres. Tenía que llegar hacia Luke, tenía que hablar con él y averiguar qué había pasado. Eso era lo único que le pasaba por la cabeza en esos momentos.
Cuando salió a su habitación, se quedó con la boca abierta formando una perfecta y enorme “O” y el miedo volvió a instalarse en su ya adolorido pecho, golpeándola, instándola a encerrarse nuevamente entre las cuatro paredes de su habitación y reprimir su curiosidad. ¿Acaso no había tenido suficiente ya? ¿Qué más le faltaba por padecer ese día?
Pero ella estaba decidida a hablar con Luke fuese como fuese, por lo que un pasillo completamente cubierto de lo que parecía ser nieve no iba a detenerla de cumplir con su objetivo. No en esos momentos, no a ella.
***
Segunda parte