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El cigarrillo toca sus labios y sus ojos se fijan en el oscuro cielo.
No hay estrellas, no hay luna.
Nubes y lluvia. Sólo nubes y lluvia.
Exhala, el humo llevándose segundos de su vida, mezclándose en el viento y volando lejos, no devolviéndole jamás ese tiempo.
¿Qué hacer con esa noche fétida?
La nicotina endulza su paladar y la oscuridad lo envuelve, sólo su muerte lenta brilla pequeña entre todo el vacío.
Vuelve en sus pasos. Inhala. Regresa al camino olvidado. Exhala.
Su podrido corazón se aprieta y su expresión permanece fría. Fría y vacía como aquella noche de lluvia.
Contiene dolores pasados, frustraciones y tristezas. Desesperación. Añoranza. Recuerdos.
La lluvia cae en silencio. La soledad le ofrece su hombro.
¿Qué hacer con esa noche fétida?
Su luz cae, extinguiéndose en su líquido ser. ¿Ha sido el primero? ¿El décimo? ¿O quizás ya va en la segunda cajetilla?
No importa en realidad. Muerte. Pena. Sólo desea adelantar su final.
Su garganta arde, sus ojos queman, el humo reconforta y una nueva herida aparece. Una nueva cicatriz. Un recuerdo más.
Sus pulmones se pudren de aquel humeante amor.
Revuelve sus morenos cabellos.
Nicotina. Huele y sabe a nicotina. Él siempre lo decía.
Relame sus labios.
Aún puede sentir el sabor a fresas y menta.
La nivea piel y su tacto como pétalos de rosas.
La mirada envolvente y clara, profunda y oscura.
El ronco tono pronunciando su nombre.
Sólo su nombre...
De alguna manera la lluvia ha alcanzado su rostro.
Una cálida humedad resbala por su mejilla.
Sonríe. Hoy no está lloviendo.
Es él. Sólo y sin nadie en medio de una multitud. Es él. Lleno de amor y esperanza. Es él. Lleno de oscuridad y aferrándose al recuerdo. Es él. Inhalando los vestigios de su muerte. Es él. Manteniendo su olvidada promesa. Es él. Bebiendo su ya frío café. Es él. Amando y odiándole. Es él. Esperándole...
¿Qué hacer con esa noche fétida?
Añadirla al calendario de una noche más esperando por su muerte. Esperando por él.
"¿Cuándo volverás, Donghae?"
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