Tengo un alma adictiva. Creo que lo he sabido desde siempre, aunque la aceptación llegó más tarde.
Tal y como yo lo veo, la adicción es como la energía: no desaparece, tan sólo se transforma. Pues bien, yo, como el asqueroso escarabajo de Kafka, estoy en plena metamorfosis. Así, mi enfermiza adicción a Expediente X, materializada últimamente en
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