Capítulo II
"Señorita, por aquí…" Le dijo Guiseppe a Priscila mientras la guiaba hacia la salida del aeropuerto, rodeada por guardaespaldas, algunos periodistas y paparazzis. Priscilla lucía unos grandes lentes de sol, la misma ropa con la que había firmado los millonarios contratos, y un sombrero para ocultar el desorden que le había quedado en el pelo al dormir un par de horas en el avión. Notoriamente molesta por la presencia de la prensa y fotógrafos. Caminó rápido hacia la limusina que la esperaba en la puerta principal del aeropuerto.
Odiaba a la prensa. Siempre se aprovechaban de ella y su familia; tomando fotos de ella y su familia en las vacaciones, o fotos de ella con sus amigas las noches que salían a divertirse, con sus antiguos novios; sin contar el tiempo en que era modelo, en ese tiempo no podía salir de la mansión de su padre sin que le tomaran una foto que luego saldría en todas las revistas de moda diciéndole a las jóvenes como vestirse igual que una modelo. Pero lo que más odiaba de la prensa, era el morbo de la prensa hacia la pena y el sufrimiento que vivió cuando su madre murió de cáncer al pulmón cuando ella tenía apenas catorce años, cuando su carrera como modelo estaba comenzando. Ahora Priscilla tenía 25 años, era conocida por su inteligencia y eficacia en los negocios, en vez de su cuerpo y su forma de caminar,. Lamentablemente aún había gente que la conocía por eso, y le molestaba bastante.
Después de un largo viaje en avión y otro en auto en una congestionada cuidad de Tokyo, llegó al hotel donde se hospedaría por todo el tiempo en que la investigación del crimen duraría. Ya había llegado su ropa y pertenencias mas importantes a la Suite donde se residiría, ella recorrió la suite, tomando un trago de Brandy y buscando un lugar donde dejar los documentos, su notebook y agenda para continuar el trabajo que su padre estaba haciendo en Japón.
Su padre había muerto, pero los negocios no hacen duelos ni se toman días libres. Debía ahora descansar para comenzar mañana un largo día de trabajo y de reuniones con detectives y policías para hacerle justicia a su padre.
Shun estaba cerrando el restaurante. Junto a Wataru habían limpiado todas las mesas, todos los platos, servicios y ademases. Caminaron por la calle que los guiaba hacia la estación del tren. Era miércoles, el tío de Shun, quién era el jefe, les había dado el día Jueves y Viernes libre, así que iban a beber Sake y a celebrar en casa de Shun los dos días libres que se habían ganado con mucho esfuerzo.
En una tienda que quedaba a unas cuadras de la casa de Shun, donde fueron a comprar Sake, Shun se quedó inmóvil frente al televisor donde el encargado del local estaba viendo las noticias de la noche. Estában mostrando la llegada a Tokyo de la Hija de Ferrara. Shun no pudo evitar mirarla con adoración y compasión. Él la entendía perfectamente, el también era hijo único, también había muerto su madre cuando era un muy joven, y nunca conoció a su padre; a pesar de que en eso no era igual a ella, Shun pensó que no conocer a tu padre es casi lo mismo que lo maten. "Pobre chica rica, tanto dinero que tiene, y que no le sirva de nada en este momento…" pensó Shun para sí mismo.
Wataru le mostró lo que había comprado muy contento y se fueron a casa de Shun. Una larga noche se les esperaba, y probablemente una gran resaca.
La casa de Shun tenía un clásico estilo japonés, fue lo único que le dejó su madre al morir, lo único que ella tenía, una casa. Su madre había nacido y criado en Japón, en una familia muy pobre. Quedó huérfana a los 10 años cuando sus padres murieron en un accidente automovilístico. Por lo que se fue a vivir a un orfanato, cuando su madre cumplió 15 años la mandaron a trabajar para que se fuera el orfanato al cumplir los 21 años y comenzara a vivir por su cuenta. Comenzó trabajando en un café, donde ella era mesera, y así fue como conoció a un joven italiano que estaba de viaje de negocios. Él la llevó a Italia unos meses mas tarde, a trabajar para él y su esposa quienes estaban recién casados. dándole a Hotaru una mejor vida de la que se esperaba en su tierra natal. Pero no duró mucho la tranquilidad y estabilidad en la mansión de los Ferrara. Quedó embarazada y decidió volver a Japón, apenas a los 6 años de haber vivido en Italia. Fué madre a los 23 años, siendo su único primogénito Shun. Ella lo pudo criar sólo hasta los 8 años, cuando le diagnosticaron leucemia. Murió al año después, le dejó su casa en herencia y consiguió que su mejor amiga, quién no podía tener hijos lo criara junto a su esposo. Shun a los 21 años volvió a la casa que le dejó su madre y comenzó a trabajar para poder vivir. Averiguando que realmente su madre no lo había dejado "tan solo" como el creía. Su antiguo jefe, Paolo Ferrara, le había abierto una cuenta en el banco y todos los meses le dejaba dinero suficiente para vivir, tener salud y estudiar, en gratitud por todo el trabajo que su madre había hecho por su familia. Después de haberse enterado de la muerte del antiguo jefe de su madre, no podía evitar sentirse realmente solo, tenía dinero, trabajaba, pero aún así, ya no tendría ese constante apoyo que sentía cada vez que veía su cuenta en el banco que crecía un poco más todos los meses, ayudándolo a ver el futuro con mas estabilidad.
Shun se levantó para ir al baño, salió de éste esperando encontrarse con otro vaso lleno de Sake, pero en vez de eso, se encontró con Wataru acostado en el suelo, durmiendo profundamente. Shun del armario sacó un futón, y cubrió a su amigo, luego prosiguió al baño, sacó unas pastillas y un vaso de agua, y se acostó a dormir. Mañana iba a necesitar esas pastillas para calmar la resaca.