El diablo se viste de Prada fic!

Apr 16, 2009 19:01


Título: Certeza desmaquillada.
Fandom: Devil wears Prada(El diablo viste de Prada)
Pairing: Emily/Andy
Notas: SPOILERS. Situado post-película, después de que Andy la llame por teléfono al final. Un poco AU porque Emily ya está totalmente recuperada.
Notas1: Para mi husby rhea_carlysse que me lo pidió, así que como la pareja mola mucho, estoy harta de tanto Miranda/Andy y mi marido me mima mucho, pues aquí tenéis el resultado :P.

:-

Emily no fue la que empezó, cree recordar. Jamás hubiera pensado que lo suyo fuese empezar, por lo menos. Con los hombres es fácil: ellos la miran, ella enarca las cejas y si sus palabras están igual de bien escogidas que el traje que llevan, entonces puede permitirse escribirles su número en una servilleta (porque le irrita sobremanera cuando le ofrecen la propia mano como agenda). Sólo que, a su modo de ver, las palabras son lo que peor domina el sexo opuesto y los trajes que le gustan sólo pueden verse en las fiestas de la revista y en ellas está demasiado ocupada al lado de Miranda Priestly como para dedicar su inquebrantable tiempo a otras personas. Por lo que, en fin. Suele tener que escribir su número en muy pocas ocasiones. No recuerda ni siquiera la última, aunque lo intente.

Lo cierto es que con Andy no se trata de fiestas, ni de servilletas, ni de manos. Bueno, sí de manos, vale, Emily las usó mucho. Aún le parece tener el aroma de su ex-compañera en los dedos cada vez que se frota los ojos. Pero eso no borra las cosas. Ninguna. No tiene ni puñetera idea de cómo ha terminado acostándose con alguien que hace unos meses no sabía quién era Manolo Blahnik ni lo que unos Jimmy Choo consiguen aportar a tu silueta. Le regalan ropa francesa cuya talla podría hacer de transatlántico rumano y enseguida se ablanda. Menuda imbécil retrasada.

“Es…”
“¿Emily?”
“¡Es…es sólo que…” Perfecto. Se planta en el rellano de su casa (Perdón. Piso. Bloque. Meados de perro justo al lado de los timbres de abajo ¿De dónde coño ha sacado las fuerzas para llegar hasta arriba?) “Bueno.” tose un par de veces, mientras vuelve a mirarla, sin abandonar la cabeza alta. “He entrado hace nada. Una pareja de ancianos salía cuando yo he llegado.”
“Pensé que habías dicho que enviabas a Roy.”
“Sí, bueno, he decidido hacerlo yo, porque Roy conduce muy bien, cierto, pero no entiende de moda y me asusta que durante tu inmerecida estancia en Paris te hayas desviado hacia algún rastrillo de la calle.” responde, preguntándose a medida que va escupiéndolo, si los ojos de Andrea han sido siempre así de…
“¡Jajaja! Deacuerdo, puedes pasar.”
“¿Eh?”
“Que puedes pasar, Emily.”
“¡Ah, sí!” Al diablo los ojos. Ropa de marca. Céntrate, maldita sea. “Gracias.”
“Siento que no esté demasiado ordenada, no esperaba que vinieras.”
“Ni yo que esto fuera el palacio de Isabel II, no tienes que pedirme perdón.”

Andrea sonríe y Emily lo siente. El retortijón. Sólo que no en la barriga. Entonces, ¿por qué coño lo llama 'retortijón'? Dios, se le está yendo la olla.

“¿De verdad sólo has venido a por la ropa?”
“¿Eh?”
“Emily ¿Te encuentras bien?”
“Sí, sí. Perfecta.” Y retrasadamente embobada en sus clavículas. “¡Claro” parpadea, tratando de reponerse. Por el amor de Dios ¿Qué te pasa? “¿Por qué vendría, sino?”
“¿Para charlar?” y Andy usa ese tono afectuoso que dulcifica la afirmación en pregunta para que no parezca obvio, para que no le moleste, para que le sea más fácil. Si Emily algún día clasificara el tipo de preguntas que no le importa soportar aunque se queje en voz alta, las de Andy ocuparían el único puesto. “¿Sigues enfadada?”
“Mucho.” responde lo más tajante que puede, humedeciéndose los labios con reparo.
“Emily, realmente lo siento.” Antes de pisar esa casa recuerda que no le decían nada las disculpas de una hortera vendida. “Sé que tengo toda la culpa, pude haber elegido que no mucho antes y haberte ahorrado todo esto, pero creí que era lo que quería.”
“Por el amor de Dios, no me cuentes historias de oferta en el mercado ¿Te importa?” se asquea la pelirroja, poniendo los ojos en blanco. Andy vuelve a tenerla; la misma expresión que en el hospital. En esa ocasión, tuvo que cerrar los ojos más de una vez para no verla. Ahora no le brota sangre de la frente para fingir que es porque está indispuesta. “En cualquier caso…” y la madre que la trajo al mundo, no se cree lo que está apunto de decirle. “…se me olvida a menudo que eres lo peor que ha pisado Runway. El golpe ha sido peor de lo que pensaba.”

La última vez que le pareció ver cómo se iluminaba la cara de alguien fue en una película que pilló en la tele hace ya tiempo y era porque al protagonista de turno le metían tubos fluorescentes por el culo.

“Gracias.”
“Ya lo creo.”

Y no debería costarle ser una borde frígida, pero vamos que si le está costando ahora...

“¿Quieres tomar algo?”

Pero no es culpa suya, joder ¿Cómo va a comportarse con alguien que sonríe como si su boca fuera el Dakar sólo porque le está perdonando? Es completamente antinatural. La gente que conoce no hace eso.

“¿Por qué no? El agua de tu grifo debe de tener proteínas.”

Y Andy la mira sin dejar de sonreír, elevando las cejas con las que debería estar diciendo “Muy graciosa”, pero no lo dice. No a ella. No tiene ni idea de porqué, pero no a ella.

“Puedes acompañarme a la cocina para comprobar que mis suministros son fiables.” contesta, en un sarcasmo sensible y da media vuelta para dirigirse allí.

Emily la sigue, mirándole el pelo, las ondas que se rizan a medio camino de llegar a su espalda y bordean la piel que permanece al aire. Cuando Andy se detiene frente a la nevera para abrirla y agacharse, le resbalan hasta quedar paralelas al pecho, entonces descubre el ligero escote, la forma en la que se le va erizando el cuello y en la que se muerde los labios, enfatizando la búsqueda de la bebida con sus ojos. Emily menea la cabeza a sus espaldas, clavando la vista en el suelo para alejársela y cuando se topa con sus zapatos y empieza a ascender por sus pantorrillas, Andy se vuelve con la botella en la mano.

“Aquí está.” A la pelirroja casi le da un infarto. Andrea sonríe (no ha dejado de hacerlo, desde que le ha soltado esa cursilería) y se dirige a la encimera para hacerse con un vaso y llenarlo. “¿Segura de que no quieres otra cosa?”
“No.” se le escurre. La otra le mira, extrañada. “¡O sea, que no quiero otra cosa!” traga saliva. Y salvo con Miranda, ella nunca traga saliva.
“Ten.” le ofrece el vaso y lo acepta, mientras se lo empieza a beber como si tuviera un reactor en la garganta.
“Eso que llevas puesto.” logra decir Emily, jadeando cuando termina de beber y se maldice porque no haya servido de algo. “Es tuyo ¿Verdad?”
“¿Esto?” Andy se observa a sí misma y ella lo aprovecha para tener una excusa. Dios mío. “Sí, lo compré hace dos días, pero creo que no es de nada en especial.”
“No está mal.” comenta, descubriendo que no puede apartar la mirada. “En Runway has cultivado tu gusto, al menos.”
“¿Tú crees?” ríe.
“¿Qué harás ahora?”
“Me dieron trabajo de periodista justo esta mañana.”
“Vas a hacer lo que te gusta por fin.”
“Sí, la verdad es que estoy muy contenta.” dice, sirviéndose ella también agua en otro vaso.
“Te gustará saber que Miranda llama Andrea a la segunda nueva ayudante.” Emily estira su mano para que también llene el suyo de nuevo. “Aún así, es tan increíblemente lenta que...”
“¿Aún así?” inquiere Andy. “¿Has dicho `aún así´?”

Emily detiene el cristal justo en los labios.

“¿Qué?”
“¿Me echas de menos?” vuelve a reír la morena, distraída, tragándose el agua finalmente. El tono es bromista, pero la pelirroja no reacciona. “¿Emily?”

Ésta deposita el vaso sobre la encimera.

“Será mejor que me vaya. Gracias por el agua.”
“¿Eh? ¡Emily, no!” Andy también se deshace del recipiente y la persigue hasta que consigue sujetarla del brazo frente a la puerta de la casa. “¡Sólo estaba de broma, no pretendía ofenderte!”
“Si crees que puedes bromear sobre esas cosas, es porque no nos guardas demasiado respeto.”
“¡Nada de eso, Emily! ¡Yo nunca he faltado el respeto a Runway! ¡Nunca te he faltado el respeto a ti!” y sabe que es verdad. De hecho, lo que sí que no sabe es porqué puñetas se altera tanto por ese comentario.
“Da lo mismo, he de irme.”
“Emily, por favor.” y otra vez esos ojos. No han estado ahí todo ese medio año, está segurísima. “Perdóname.”
“¡No tienes que disculparte todo el rato, maldita sea!” exclama y sacude el brazo para zafarse, pero no se mueve.

Se adelanta hacia sus labios, rozando en un principio. Después, se queda ahí parada un tiempo, el suficiente para que el beso tenga sonido.

De acuerdo. Entonces, puede que sí que empezara ella.

Cuando se aleja, se miran unos segundos. Entonces, gira la cabeza y abre la puerta, pero Andrea vuelve a aferrarse a su brazo.

“Emily...”

Y suelta el pomo, antes de ponerle una mano sobre la cabeza.

Emily está ahora en su casa, amoldada en su sofá y acariciándose la nuca muy despacio. Procuró no despertarla antes de marcharse como una rata, pero no tenía tiempo para la cara de su novio ni para la de Andy cuando se desperezara. “Huir” suele ser la definición y Emily ahora sólo tiene ganas de juntar las piernas contra la cara y hundirla allí hasta que se haga de día. Sencillamente, odia no estar segura de lo que ha hecho, de lo que quería decir mientras lo hacía... De repente, cree que está confundida y eso es una mierda. Porque si lo piensa (si deja de negarse las cosas), no está confundida, sabe la respuesta a lo que se pregunta y, sin embargo, la duda es bonita.

“Preciosa.” murmura y se hace con el teléfono que tiene en la mesita al lado del respaldo. Respira hondo, a la vez que marca el número y espera la voz.
“¿Diga?”
“Hola.” responde, recogiendo el último soplo. “Siento no haberme despedido.”
“No... No importa.” oye cómo Andy también está recogiendo aire.
“No quería toparme con tu novio.” y está mintiéndole, en parte.
“Tranquila, ya no vive conmigo, le han ofrecido un trabajo en Boston.”
“Oh.” y cómo le jode haber de cargar con ello pero, joder, el caso es que se alegra.
“Verás...” Andy empieza a hablar de nuevo. “Yo...”
“La cuestión es que con todo lo que... ¡En fin, con todo eso!” le interrumpe, cerrando los ojos y acariciándose ahora la frente. “Me olvidé de llevarme la ropa.”

Silencio.

La morena titubea, al poco rato.

“¿Vas a enviar a Roy?”

Emily abre los ojos, retirándose las manos de la cara.

Qué jodidas son las epifanías, por el amor de Dios.

“¿Ha aprendido algo de moda en todo este tiempo?”

Y no puede verla, pero sabe con total certeza que Andy vuelve a sonreír de esa manera.

“Gracias.”
“Ya lo creo.”

fandom: el diablo viste de prada, longitud: one-shot, rating: g, * historia: fanfic

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