Seth es suave. Es una parte de su alma, una especie de conexión más allá de la pura física. Dentro, muy dentro, Jacob siente que si Seth eligiese pasar el tiempo con otro se moriría.
Porque lo adora. Adora las ondas de su pelo, el modo en el que se arremolina detrás de su oreja parece acariciar algo de su cuello. El modo en el que le roza la mano al pasar, con disimulo, pero sin esconderlo. Cómo mira de reojo a toda persona que se le acerca.
El modo en el que se le cierran los ojos cuando lo besa con pasión, con tanta pasión que casi se marean. El modo en el que tuerce la cara para que le lama el cuello o cómo ondula las caderas para enrroscarse con su cintura en un baile caliente.
Muchas noches, muchas mañanas, muchas siestas de mentira. Muchos lugares diferentes.
Seth es suave y sabe dulce. Hay que acariciarle despacio para encontrarle el punto, para disfrutar de todo lo que alguien como él es capaz de dar.
Seth siempre ríe cuando Jacob le dice que es frágil a sus ojos. Porque lo es. Y mucho. Pero Seth no se lo cree y le muerde el labio para demostrarle que es bien fuerte y que puede hacerle daño.
Pero Jacob nunca se ha referido a su físico.
Seth es suave y dulce. Y muy frágil. Cualquiera podría hacerle daño. Va regalando amor y sonrisas, tardes de primavera en la hierba, fotos frente al sol y otoños fríos de naricitas frías y chocolates calientes en mitad de un parque con hojas que hacen craccrac.
Y luego no te pide nada a cambio.
Te acaricia suave y lento, como un adolescente cándido y nada virginal. Alguien travieso, gamberro. Como quien se entrega. Placentero.
Un remanso de paz.
Suave y acogedor. Un pecho para dormir y llorar, unos labios para morder y lamer, unos ojos para mirar y reflejarse. Porque en los ojos de Seth eres bueno hasta que se demuestra lo contrario y cuando se demuestra lo contrario, él siempre encuentra la manera de ver las cosas positivas.
Seth es un gatito de alma suave, caderas estrechas y vivarachas, sonrisa en los ojos, labios de alegría.
Suave hasta morderte el corazón. Jacob no sabe qué sería de él sin Seth.