Reflexión [Drabble 02]
Autor: tanisbarca
Personajes: Imperio Romano/Cartago
Advertencias: POV Roma
Resumen: A veces Roma también reflexiona por si mismo, cuando está solo y aburrido.
Cuando te conocí tú dormías solo y yo no sabía dormir sin compañía. Al principio no sabía que hacer contigo. Eras alguien grande, mucho mejor e inalcanzable. Sobre todo inalcanzable. Quería siempre estar cerca, contagiarme de tu esplendor para que así pudieras mirarme como un igual. Me frustraba el pensar que quizá tú no tuvieras la idea siquiera de notar mí presencia, pero lo hiciste. Nos hicimos amigos; inseparables. Tú eras tú, yo era yo. Tu tenias tus dudas y yo las mías pero entre los dos nos las solucionábamos y creábamos otras nuevas para no aburrirnos. Eso era bonito. Sin embargo, un día, todo se eso se fue.
Quise jugar contigo a la Guerra. Tú no, a ti te obligaron.
Mucho ha llovido desde entonces. Sé que a ti te costó acostumbrarte a que ya no fueras la luz que llegaba todas partes, casi lo mismo que a mi me costó acostumbrarme a no depender de lo que tú hacías.
Juntos jugábamos a guerrear por mucho que no estuvieses de acuerdo.
Y mientras jugábamos, poco a poco, fuimos olvidando nuestra amistad. Tu seguías teniendo tus dudas y yo las mías, pero ya no las solucionábamos juntos. Siempre me repetían que eras peligroso pero yo no quería creer eso. Siempre habíamos sido amigos, siempre. No quería que eso cambiase.
Pero lo hizo. Nunca me llegué a dar cuenta del punto exacto de no retorno. Un día me desperté y supe que me odiabas, por todo lo que te había hecho y por todo lo que estaba haciendo. Lejos de mi idea inicial, una que tú conocías, de ser iguales y caminar los dos al mismo tiempo, yo comencé a correr y a dejarte atrás. A la vez te obligué yo mismo a seguir jugando a la guerra, una guerra que fue tuya pero que gané yo.
Y un día el juego se acabó. Yo buscaba tu hombro de la amistad de nuevo, ansioso, pero tropecé con tu brazo indiferente, cuyo tacto, antes amado y ahora olvidado, me desconcertó. Me creó un mar de dudas y un océano de enfados. Lo único que obtuve de tu boca ese día fue la noticia de que el juego había terminado.
Tuvo que pasar mucho tiempo para que perdonaras todas mis traiciones, mi aparente falsa amistad. Sé que no he sido el mejor para ti, que nunca realmente llegué a superarte. Tú aun posees ese honor, ese orgullo de antaño, en tanto que el mío no existe o está roto.
En el fondo nunca te vencí. Continuabas en mis pesadillas, en mis sueños y en mi mente a todas horas, persiguiéndome con tus palabras y los recuerdos. Nunca te lo dije pero durante toda mi vida viví con miedo, uno irracional que ningún otro enemigo pudo volver a provocarme.
Y ahora, mientras tú buscas mi boca, yo te ofrezco mi cuerpo porque el juego ha terminado. Ahora volvemos a ser los de antes, los amigos inseparables. Todo vuelve a ser como fue al principio salvo una cosa: tú ya no duermes solo y yo sólo quiero dormir contigo.
Personajes: Imperio Romano/Cartago
Advertencias: POV Roma
Resumen: A veces Roma también reflexiona por si mismo, cuando está solo y aburrido.
Cuando te conocí tú dormías solo y yo no sabía dormir sin compañía. Al principio no sabía que hacer contigo. Eras alguien grande, mucho mejor e inalcanzable. Sobre todo inalcanzable. Quería siempre estar cerca, contagiarme de tu esplendor para que así pudieras mirarme como un igual. Me frustraba el pensar que quizá tú no tuvieras la idea siquiera de notar mí presencia, pero lo hiciste. Nos hicimos amigos; inseparables. Tú eras tú, yo era yo. Tu tenias tus dudas y yo las mías pero entre los dos nos las solucionábamos y creábamos otras nuevas para no aburrirnos. Eso era bonito. Sin embargo, un día, todo se eso se fue.
Quise jugar contigo a la Guerra. Tú no, a ti te obligaron.
Mucho ha llovido desde entonces. Sé que a ti te costó acostumbrarte a que ya no fueras la luz que llegaba todas partes, casi lo mismo que a mi me costó acostumbrarme a no depender de lo que tú hacías.
Juntos jugábamos a guerrear por mucho que no estuvieses de acuerdo.
Y mientras jugábamos, poco a poco, fuimos olvidando nuestra amistad. Tu seguías teniendo tus dudas y yo las mías, pero ya no las solucionábamos juntos. Siempre me repetían que eras peligroso pero yo no quería creer eso. Siempre habíamos sido amigos, siempre. No quería que eso cambiase.
Pero lo hizo. Nunca me llegué a dar cuenta del punto exacto de no retorno. Un día me desperté y supe que me odiabas, por todo lo que te había hecho y por todo lo que estaba haciendo. Lejos de mi idea inicial, una que tú conocías, de ser iguales y caminar los dos al mismo tiempo, yo comencé a correr y a dejarte atrás. A la vez te obligué yo mismo a seguir jugando a la guerra, una guerra que fue tuya pero que gané yo.
Y un día el juego se acabó. Yo buscaba tu hombro de la amistad de nuevo, ansioso, pero tropecé con tu brazo indiferente, cuyo tacto, antes amado y ahora olvidado, me desconcertó. Me creó un mar de dudas y un océano de enfados. Lo único que obtuve de tu boca ese día fue la noticia de que el juego había terminado.
Tuvo que pasar mucho tiempo para que perdonaras todas mis traiciones, mi aparente falsa amistad. Sé que no he sido el mejor para ti, que nunca realmente llegué a superarte. Tú aun posees ese honor, ese orgullo de antaño, en tanto que el mío no existe o está roto.
En el fondo nunca te vencí. Continuabas en mis pesadillas, en mis sueños y en mi mente a todas horas, persiguiéndome con tus palabras y los recuerdos. Nunca te lo dije pero durante toda mi vida viví con miedo, uno irracional que ningún otro enemigo pudo volver a provocarme.
Y ahora, mientras tú buscas mi boca, yo te ofrezco mi cuerpo porque el juego ha terminado. Ahora volvemos a ser los de antes, los amigos inseparables. Todo vuelve a ser como fue al principio salvo una cosa: tú ya no duermes solo y yo sólo quiero dormir contigo.