(no subject)
Dollhouse;
Paul/Tony (Tony/Priya, Paul/Echo mencionados);
~800 palabras;
spoilers de toda la serie (Epitaph 2 incluido)
para thefrozenyogurt. Que sé que es la única que lo va a leer, BUT WHATEVER xD
.y a veces se me olvida
Ballard trata de escapar de su llave. Tony gira el antebrazo, el hueso de su muñeca se clava en el lateral de su cuello y él tensa el puño en la tela de la camiseta. Empuja y le inmoviliza contra el suelo. Su otra mano bloquea uno de sus brazos, le mantiene en su lugar. Ballard es más corpulento, tiene entrenamiento de defensa personal, años de experiencia. Tony es más joven, tiene la preparación física, y tiene veinte voces dentro de su cabeza que le indican cada posible movimiento que Ballard podría intentar a continuación; ataques, bloqueos, defensas. Así que empuja con más fuerza, mientras las piernas de Ballard tratan de desequilibrarle, y el cúbito de Tony presiona contra su tráquea, bloquea el paso del oxígeno. Estrangulación sanguínea habría sido lo más práctico, pero trabajan técnica, y el eri jime es parte del uso policial.
Es una sensación extraña. Adrenalina bombeando por todo su cuerpo de una forma que su tiempo en combate no consiguió. No hay pánico, no hay parálisis. No hay gritos de compañeros ni explosiones. Sabe que no habrá pesadillas después, sabe que puede ganar. Por primera vez en semanas, la imagen de Priya desaparece de su mente. Ballard tiene el rostro enrojecido y él los oídos taponados. Sangre golpeándole contra los tímpanos, la sonrisa al borde de los labios. Se los muerde, concentrado. Músculos tensos, nudillos blancos. Tarda tres segundos más de los necesarios en notar el golpeteo urgente de Ballard, la palma de una de sus manos atacando el suelo, la otra su hombro.
Tony sacude la cabeza y le libera de la llave.
Ballard tose, y Tony se muerde los labios y se separa unos centímetros. Cierra los ojos con fuerza durante un momento y cuando los vuelve a abrir hay pequeños puntos blancos en su campo de visión, dura tan sólo unos segundos. La sensación de mareo desaparece casi inmediatamente.
-¿Qué ha sido eso?
La voz de Ballard suena grave, tiene el cuello magullado. Tienen una estricta regla de ausencia de cortesía, de contención, durante los entrenamientos, pero ambos conocen los límites.
Tony sacude la cabeza de nuevo y se frota la barbilla, sus dedos rozan los nuevos implantes. La piel aún está enrojecida y sensible. "Lo siento, tengo la cabeza en..." Priya, no dice. Ahí está de nuevo, la imagen. Se frota los ojos cerrados. "Estoy desconcentrado."
Ballard se sienta, aún frotándose la garganta.
-Lo he visto -dice, su tono severo. Preocupado.
-Necesito un par de horas de sueño, no tiene importancia.
Ballard resopla y le agarra de la camiseta. Tiene la piel áspera, su pulgar roza la curvatura de su cuello. Tony no sabe cómo interpretar ese gesto, nunca sabe. Se acerca unos centímetros, no obstante, y la mano de Ballard se queda en su hombro.
-Está bien -repite.
-¿Estás seguro?
La pregunta hace que Tony levante el rostro, que le mire divertido. A veces juegan a esto, a que se conocen. Sólo porque ambos son los dos soldados apaleados, porque terminan luchando codo con codo y tienen un objetivo común. Porque ninguno de los dos tiene lo que realmente quiere.
-Claro que sí -le resta importancia y se levanta del suelo.
Se estira y su cuello cruje. Desde el suelo, Ballard resopla de nuevo y evita mirarle hasta estar en pie a su vez. Tony ladea el rostro con lo que pretende ser una sonrisa divertida, y no una mueca forzada. "No sabía que te importase tanto, Paul."
Ballard le golpea el hombro con el puño con suavidad.
-Tengo que saber si puedo contar contigo para la próxima misión o no.
Habla como si él estuviera al mando. En estos casos, Tony responde ante Echo, ante nadie más. Pero también sabe que son sus hombres. Los de Ballard. Echo es la idealista, la que persigue el fin sin contar con los medios. Ballard, en cambio-
-Ey.
Le atrae esta vez, de nuevo con la mano en su hombro. Pero se mueve, se desliza peligrosamente hasta que agarra su nuca con una torpeza cansada. Y Tony se deja caer también, cierra los ojos y entreabre los labios para amoldarse a los de Ballard. Lento y seco, vacío de significado. Se lo repite. La imagen de Priya aparece en algún rincón de su memoria, alguno con telarañas. La mano de Paul le sostiene contra él, y Tony cuela una mano ausentemente bajo su camiseta. Le roza el abdomen con la punta de los dedos y le besa de nuevo, antes de empujarle con suavidad para separarse.
-Necesito una ducha -dice.
Los labios de Ballard se curvan en una sonrisa ladina y Tony no la interpreta.
-Por supuesto -contesta.
Tony aprieta los labios y, mientras sale de la habitación, desearía que fuera la adrenalina lo que sigue bombeando, hirviendo bajo su piel. Y no sólo voces, posibilidades.
Sólo confusión.
Paul/Tony (Tony/Priya, Paul/Echo mencionados);
~800 palabras;
spoilers de toda la serie (Epitaph 2 incluido)
para thefrozenyogurt. Que sé que es la única que lo va a leer, BUT WHATEVER xD
.y a veces se me olvida
Ballard trata de escapar de su llave. Tony gira el antebrazo, el hueso de su muñeca se clava en el lateral de su cuello y él tensa el puño en la tela de la camiseta. Empuja y le inmoviliza contra el suelo. Su otra mano bloquea uno de sus brazos, le mantiene en su lugar. Ballard es más corpulento, tiene entrenamiento de defensa personal, años de experiencia. Tony es más joven, tiene la preparación física, y tiene veinte voces dentro de su cabeza que le indican cada posible movimiento que Ballard podría intentar a continuación; ataques, bloqueos, defensas. Así que empuja con más fuerza, mientras las piernas de Ballard tratan de desequilibrarle, y el cúbito de Tony presiona contra su tráquea, bloquea el paso del oxígeno. Estrangulación sanguínea habría sido lo más práctico, pero trabajan técnica, y el eri jime es parte del uso policial.
Es una sensación extraña. Adrenalina bombeando por todo su cuerpo de una forma que su tiempo en combate no consiguió. No hay pánico, no hay parálisis. No hay gritos de compañeros ni explosiones. Sabe que no habrá pesadillas después, sabe que puede ganar. Por primera vez en semanas, la imagen de Priya desaparece de su mente. Ballard tiene el rostro enrojecido y él los oídos taponados. Sangre golpeándole contra los tímpanos, la sonrisa al borde de los labios. Se los muerde, concentrado. Músculos tensos, nudillos blancos. Tarda tres segundos más de los necesarios en notar el golpeteo urgente de Ballard, la palma de una de sus manos atacando el suelo, la otra su hombro.
Tony sacude la cabeza y le libera de la llave.
Ballard tose, y Tony se muerde los labios y se separa unos centímetros. Cierra los ojos con fuerza durante un momento y cuando los vuelve a abrir hay pequeños puntos blancos en su campo de visión, dura tan sólo unos segundos. La sensación de mareo desaparece casi inmediatamente.
-¿Qué ha sido eso?
La voz de Ballard suena grave, tiene el cuello magullado. Tienen una estricta regla de ausencia de cortesía, de contención, durante los entrenamientos, pero ambos conocen los límites.
Tony sacude la cabeza de nuevo y se frota la barbilla, sus dedos rozan los nuevos implantes. La piel aún está enrojecida y sensible. "Lo siento, tengo la cabeza en..." Priya, no dice. Ahí está de nuevo, la imagen. Se frota los ojos cerrados. "Estoy desconcentrado."
Ballard se sienta, aún frotándose la garganta.
-Lo he visto -dice, su tono severo. Preocupado.
-Necesito un par de horas de sueño, no tiene importancia.
Ballard resopla y le agarra de la camiseta. Tiene la piel áspera, su pulgar roza la curvatura de su cuello. Tony no sabe cómo interpretar ese gesto, nunca sabe. Se acerca unos centímetros, no obstante, y la mano de Ballard se queda en su hombro.
-Está bien -repite.
-¿Estás seguro?
La pregunta hace que Tony levante el rostro, que le mire divertido. A veces juegan a esto, a que se conocen. Sólo porque ambos son los dos soldados apaleados, porque terminan luchando codo con codo y tienen un objetivo común. Porque ninguno de los dos tiene lo que realmente quiere.
-Claro que sí -le resta importancia y se levanta del suelo.
Se estira y su cuello cruje. Desde el suelo, Ballard resopla de nuevo y evita mirarle hasta estar en pie a su vez. Tony ladea el rostro con lo que pretende ser una sonrisa divertida, y no una mueca forzada. "No sabía que te importase tanto, Paul."
Ballard le golpea el hombro con el puño con suavidad.
-Tengo que saber si puedo contar contigo para la próxima misión o no.
Habla como si él estuviera al mando. En estos casos, Tony responde ante Echo, ante nadie más. Pero también sabe que son sus hombres. Los de Ballard. Echo es la idealista, la que persigue el fin sin contar con los medios. Ballard, en cambio-
-Ey.
Le atrae esta vez, de nuevo con la mano en su hombro. Pero se mueve, se desliza peligrosamente hasta que agarra su nuca con una torpeza cansada. Y Tony se deja caer también, cierra los ojos y entreabre los labios para amoldarse a los de Ballard. Lento y seco, vacío de significado. Se lo repite. La imagen de Priya aparece en algún rincón de su memoria, alguno con telarañas. La mano de Paul le sostiene contra él, y Tony cuela una mano ausentemente bajo su camiseta. Le roza el abdomen con la punta de los dedos y le besa de nuevo, antes de empujarle con suavidad para separarse.
-Necesito una ducha -dice.
Los labios de Ballard se curvan en una sonrisa ladina y Tony no la interpreta.
-Por supuesto -contesta.
Tony aprieta los labios y, mientras sale de la habitación, desearía que fuera la adrenalina lo que sigue bombeando, hirviendo bajo su piel. Y no sólo voces, posibilidades.
Sólo confusión.