(no subject)

Jun 08, 2008 23:40

PAREJA: Hotch/Rossi
FANDOM: Mentes Criminales
RATING: PG-13
SPOILERS: post tercera temporada
NOTAS: sin revisar *se esconde*

El egoísmo no es vivir como uno desea vivir, es pedir a los demás que vivan como uno quiere vivir
-Oscar Wilde-

-



Después de Nueva York, resulta difícil volver a la rutina.

***

Derek es el candidato inmediato, y nadie es capaz de decir nada cuando asume el caso. David tiene la sensación de que Erin trata de decir algo, de que Derek le gusta incluso menos que él, lo cual es extraordinario, y es posible que David la mande a la mierda y tire el móvil a la papelera.

(Lo recupera luego, es un móvil caro.)

Tienen suerte. Ni siquiera es suerte, es un jodido milagro. Porque la explosión se lleva a los dos agentes que había dentro, y el jeep de Hotch y Joyner estaba a pocos metros de distancia. Pero salen respirando, y eso es lo que cuenta. Y ninguno quiere admitirlo, porque está mal. Porque han muerto dos personas, y todos se sienten aliviados, y eso está mal. Y a David no podría importarle menos, la verdad. Pero tampoco dice nada, aunque sólo sea por respeto.

***

Hotch tarda en despertar.

Solicitan su traslado a Virginia tan pronto como los médicos les informan de que su estado es estable.

La cuarta vez que enseñan las credenciales, las enfermeras dejan de preguntar si son familia, y se turnan en romperse la espalda en las sillas del hospital.

Haley está allí, casi todos los días.

A veces hablan. David la recuerda más baja, con el pelo más largo. La recuerda con una sonrisa, y con muchos años menos encima. Pero se sonríen de forma forzada, y entablan conversación, y cuando David sale y les deja a solas, Derek está fuera y le mira durante un rato. Se ríe para sí mismo, y le murmura "no me gustaría estar en tu lugar." David no le contesta, hay lugares más jodidos en los que estar, no se queja de su posición.

En la cafetería del bar les conocen (el camarero se llama Ernie, roza la cincuentena y siempre quiere entablar conversación. La mitad de las veces David ni se fuerza en resultar amable, porque cansa, después de los primeros días. Pero se le coge cariño, quieras que no). Normalmente Derek paga las cervezas, y David no deja de pensar que es una especie de rito de compasión. No le gusta. No le gusta nada.

***

JJ evita los casos demasiado alejados de Quántico, los más largos. Deben tener un par de casos en esas dos semanas, y eso es decir mucho.

El último es Kentucky, y un homicida extremista que lleva tres cuerpos en su carrera. Funcionan sin hablar prácticamente, si lo hacen, es sobre el caso, y nada más. Pero lo resuelven rápido, y el jet parece una tumba.

Reid tiene ojeras, y se apoya contra la ventanilla, con los pies sobre el asiento.

-En realidad no es... -David espera, le observa, hasta que es Reid el que inicia la conversación, mientras el resto del equipo duerme- No es un nivel profundo, según la escala de Glasgow. Unos días, como mucho.
-Seguro.

Reid asiente, y es más para sí mismo que para David.

Y lo cierto es que sí, realmente, realmente podría haber sido mucho peor. Y aún así David sigue teniendo nauseas cada vez que piensa en Nueva York.

***

"Leíste el informe de Tobías Hankel," no es una pregunta, y David se encoge de hombros. Sí, lo leyó, claro. Erin se encargó de enseñarle los trapos sucios de todo el equipo antes de entrar en la Unidad, esa mujer es un encanto.

Derek habla en voz baja, y sin mirarle, tiene la cerveza delante y la mirada perdida en algún punto en el mostrador de postres del menú de la cafetería.

-Hotch le encontró. A Reid. Quiero decir, entre todos, pero fue Hotch el que... -respira hondo, y se toma unos segundos antes de continuar- Creo que le afecta más que al resto.

David quiere contestarle. Nos afecta a todos, pero asiente y toma un sorbo de la cerveza, paladea el gusto amargo.

***

Cuando Hotch despierta, están en New Jersey. A David no le gusta; demasiado soleado, demasiada agua. García les llama en cuanto se entera, y promete mantenerles informados.

Ese día apenas tienen tres horas para dormir, y David las aprovecha ordenando las notas del caso y mirando a las paredes de su habitación de hotel. Y le gustaría decir que es por el cabrón que está descuartizando crías de dieciocho años y dejándoles órganos de regalo, pero tiene muchas virtudes, y la hipocresía aún no es una.

***

Les dejan pasar una vez que Haley termina con él. "Cinco minutos," dice la enfermera, y Haley sale compuesta y con Jack en brazos, y David piensa que está bien. Está bien, porque si no lo estuviera, Jack no estaría allí. Y está bien.

Hotch está sedado, y semi-inconsciente, y apenas alcanza a decir algo que suena como "hey". Reid está a su lado, cuando entran. A su lado y le roza el codo con la mano y sonríe como si le costase. Derek le está mirando a él, no a Hotch. Prentiss y JJ tratan de no hacer preguntas, al otro lado de la cama.

Y David se queda de pie, en el umbral, y mirando desde lejos.

Pero está bien, y es lo que importa, ¿no?

***

-Nos las arreglamos bien sin ti.

Hotch se ríe seco y se incorpora en la cama.

-Seguro.
-Morgan es mejor jefe, menos estirado.

David se apoltrona en el asiento, y echa un vistazo al libro de Haley -siempre lo deja en la mesilla, La Historiadora. Lleva una semana con el mismo libro, o no lee, o es condenadamente denso-, pasando las hojas sin mirar.

-Lo dudo.

Y no hablan de nada. Desde luego, David no dice nada importante, y Hotch no saca ningún otro tema.

***

Al parecer hay una porra sobre Haley y Hotch. Tres a dos a que solucionan sus diferencias y el divorcio es sólo un pequeño bache. David se abstiene.

Hacen buena pareja, Hoch y Haley. Una pareja condenadamente dulce, solía pensar, cuando Hotch entró en la Unidad. Y quizá fuera por los matrimonios fallidos (uno y otro en camino, en aquella época), pero ese tipo de enamoramiento pseudo-adolescente siempre le dio ligeras ganas de vomitar.

Derek le carga de papeleo atrasado un miércoles por la tarde.

-Yo he votado en contra -comenta, como si a David le interesase-. Lo de Haley y Hotch sólo sería un desastre tras otro.

Y sí, tiene que coincidir en eso.

***

Hotch no necesita rehabilitación. Probablemente (y según los doctores) lo que necesita son unas vacaciones. Largas, a ser posible. Alejadas de móviles e internet.

-Si tengo que pasar otro día más en ese sitio habríais tenido que perfilarme a mí -gruñe. Se ata el cinturón de seguridad y cierra la puerta con fuerza.

David no pregunta por qué le llama a él para recogerle. Va. Ahí se acaba el interrogatorio.

-Normalmente ignoro a los médicos, pero sabiendo tu trayectoria de adicción al trabajo, me temo que tienen razón -murmura.

Hotch apoya la frente contra la ventanilla, y hace como que asiente.

David resopla, a medio camino entre la risa y el cansancio, y arranca el coche.

***

El primer caso que aceptan, cuando Hotch vuelve, es en Maine. Cinco víctimas y lo que parece un sadista sexual desorganizado, con una firma imprecisa. La victimología no parece clara. Dos hombres, tres mujeres. Edades comprendidas entre los veintiuno y los treinta y cinco, pero diferentes estatus sociales, diferentes características físicas.

Están solos en la sala que la policía local les proporciona, fotos esparcidas a lo largo de una pantalla transparente que ocupa media habitación, y son dos horas de infructuosas meditaciones en busca de pautas.

Hotch entierra el rostro en las manos.

-Deberías dormir -y le hace reír, por alguna razón.
-Puede.

Pero se sienta en el borde de la mesa y continúa observando las fotos. Esperan unos segundos en silencio, y David está a punto de decírselo de nuevo. De hecho, está a punto de arrastrarle al coche y encerrarle en su habitación de hotel hasta que descanse un poco.

-Tengo... -comienza Hotch, y luego se humedece los labios con la punta de la lengua- Los doctores lo llaman isla de memoria. Es común, con los traumas.

No le mira, y luego se aclara la garganta. "Amnesia post-traumática, supongo. Sólo duró un par de días, pero estas islas de memoria... Al parecer no se recuperan. Y... No sé," se queda en silencio durante unos momentos. "He estado pensando en ello, eso es todo."

David se sienta a su lado, aparta los informes de la mesa.

-¿Qué no recuerdas?

Hotch se ríe, una risa corta y seca, y se frota los ojos con el dorso de la mano.

-Nueva York. Un par de días, sólo. No... Es irónico, la verdad.

Tiene la mirada perdida en la pizarra, expresión hermética. David le escruta detenidamente, cuando termina. Las líneas del rostro, piel demasiado pálida. La manera en la que traga saliva con dificultad, y David sigue su nuez de adán con los ojos, antes de aclararse la garganta y apartar la mirada.

-Tienes que dormir.
-Tengo que hacer muchas cosas, Dave.

Trata de forzar una sonrisa, y David enarca las cejas.

-Puedo obligarte, tengo pistola.

Que le arranca una sonrisa (y esta vez parece que de verdad), pero al menos le hace caso.

***

Y quizá David lo ha comenzado a considerar una amistad muy recientemente. Redefiniendo ligeramente su concepto de amistad. Porque recuerda hace años, y recuerda las cenas de reunión, y recuerda ahora, en la Unidad, y son tres momentos muy diferentes. Porque en los dos primeros definitivamente había algo, respeto mutuo, quizá admiración, pero no se acercaba en ningún momento a su concepto de amistad.

Supone que un puesto subordinado ayuda. David es el primero en admitir que su ego no es la persona más fácil con la que tratar, y que alguien sea capaz de aguantarlo le merece, como mínimo, un poco de respeto.

La confianza. Eso ya es otro paso.

David cree que lo tienen. Confianza, o algo parecido. Lo más cercano a hablar de cualquier cosa importante, fue esa conversación en Boston.

Pero supone que es algo masculino. O suyo, sólo. El no hablar de las cosas.

Le ha dado buen resultado durante muchos años, no sabe por qué va a cambiar ahora.

***

Lo adoptan como una costumbre, cenar juntos. Comienza porque David prevé horarios interminables voluntarios para Hotch, y terminan en el restaurante italiano que hay a dos calles de la Unidad. Hotch le hace pagar, porque "es lo menos que puedes hacer, es tu idea."

Pero es una costumbre, al fin y al cabo.

Un día David piensa que saldría más rentable cambiar de restaurante, antes de arruinarse. O incluso cenar en casa.

A veces le sale poco rentable, no buscarle lógica a sus acciones.

***

-Haley quiere... Me llamó el otro día. Estuvo hablando sobre quedar un día. Hablar. Solucionar cosas -vuelven de Wisconsin mientras habla, en voz grave y monótona, casi ahogada por el ruido del motor.

David levanta el rostro de su libreta, y Hotch está mirando por la ventana.

-Eso es bueno, ¿no? -comenta, y quizá suena más seco de lo que pretendía que fuera.
-Supongo.

Hotch respira hondo y se reacomoda, ligeramente hundido en su asiento, y observándole desde el otro lado.

-No creo que sea buena idea. No creo que las cosas cambiasen.

David no le contesta. Se encoge de hombros y aparta la mirada, incluso cuando sabe que los ojos de Hotch se quedan clavados en su rostro durante unos segundos más de lo necesario.

***

-García está convencida de que os acostáis juntos.
-García está convencida de muchas cosas.

La mayoría de ellas, David no se atreve ni a preguntar.

Probablemente porque el noventa por ciento terminan por ser verdad.

Derek se encoge de hombros y le da un trago a su cerveza.

-Será por algo.

Reid y Prentiss vuelven de la barra, aritos de cebolla y más bebida en mano.

No se acostumbra. Las salidas en equipo, no es su ambiente. JJ está jugando a los dardos a dos metros de ellos, y Hotch se excusó alegando trabajo, cansancio, o un inminente estallido nuclear, David no estaba escuchando.

García habría sido buena perfiladora, piensa. Y luego trata de seguir la conversación.

***

A veces le tiemblan las manos. Es casi imperceptible, pero David se fija. El temblor y un segundo de pausa al mirar las fotos de las víctimas, una sombra de duda en su mirada. No lo suficiente como para que afecte a su trabajo, como para que cualquier otra persona, alguien que no sea parte del equipo, sepa que hay algo que va mal. Pero se ve, una tara en esa fachada de autocontrol que Hotch lleva luciendo desde que le conoce.

Supone que les afecta a todos, tarde o temprano. A veces hacen falta años. A veces hace falta una explosión, y te lleva un paso más allá, y te rompe un poco más.

Nadie se lo menciona, y nadie se suaviza al tratar con él.

Todos se rompen, tarde o temprano.

***

-No tengo síndrome de estrés postraumático.

David conduce, y Hotch mira al frente, a la carretera. Aprieta el cinturón de seguridad con una mano y apenas parpadea.

-No he dicho nada.
-Pero lo piensas.

Se encoge de hombros y aprieta el volante con fuerza.

Hotch respira hondo y se reacomoda en el asiento.

-No es... No hay flashbacks. Ni recuerdos intrusivos. Es sólo... Es difícil volver a acostumbrarse, eso es todo.

David asiente. Piensa y una mierda, pero no lo dice, porque después de todo, sólo un siete por ciento de la población que experimenta una suceso traumático sufre de síndrome de estrés postraumático, y podría estar equivocado.

Podría estar haciendo una montaña de un grano de arena, lo cual no se aleja demasiado de su personalidad habitual.

-Sigo diciendo que deberías tomarte unas vacaciones.

***

Y se trata de un código, normalmente. Un tipo de procesamiento lingüístico implícito, elaborativo. Que no es necesario para comprender, y desde luego no automático, pero de alguna forma rutinario. Un proceso de emisión de información y traducción semiautomática de un código que ya tienen integrado.

Por eso Hotch dice "estoy bien" y en realidad David oye "no lo estoy, y es peor si preguntas" y responde "de acuerdo" y en realidad dice "pero lo voy a seguir haciendo". Y se entienden, en su propio idioma.

Y a veces Hotch dice "¿te apetece tomar un café?" y es de noche, y David sabe que hay algo implícito ahí, uno de esos procesos de inferencia elaborativa, y le lleva un par de segundos. Traducir y responder.

Y al final es

-No bebo cafeína después de las diez.

Si eso bourbon. En grandes cantidades, cuando libra al día siguiente.

Hotch enarca las cejas y recoge su cartera. Hay algo en su expresión, algo como curiosidad, y otra cosa que roza la decepción, y luego le sonríe de forma forzosa y breve.

-Otro día.
-Otro día -concede.

Que, bueno, es algo.

***

Hotch se toma un par de días libres. Para estar con Jack, dice. David supone que cuentan como vacaciones, tanto como cuidar de un niño de tres años puede contar como vacaciones. No es que David tenga mucha experiencia en eso, pero recuerda a sus sobrinos, y definitivamente tiene sus dudas sobre el nivel de descanso que puedan aportar esos días.

Pero se alegra por él, de todas maneras.

Incluso si es Derek el que se lo comunica el lunes por la mañana, se alegra por él.

Más o menos.

***

No es tanto evitación (porque es imposible, porque trabajan día y noche juntos, y es imposible evitar a cualquier miembro del equipo) como una indiferencia relativa. Relativa en el sentido de que no es indiferencia, pero a David le molesta, de todas maneras.

Y es problema suyo, en realidad. Hasta ahí la cosa está clara. Diáfana, de hecho.

Prentiss le invita un día a un café.

-Estás distraído.

Y si lo nota Prentiss, el siguiente es Reid, y después ya es un nivel de obvio que roza lo ridículo.

***

El seminario es en Los Angeles. Las ventajas y aplicaciones del perfil criminológico en la actualidad, y David se lo tomaría en serio si no les hubiesen incluido después de la conferencia de un escritor de best-sellers que sabe de criminología lo que David de botánica.

-Tu libro también es un best-seller.

David resopla.

-Mi libro lleva detrás veinte años de carrera persiguiendo psicópatas. Es indignante.

Hotch se ríe y repasa su resumen de temas. "No le dedicas tiempo a la ronda de preguntas," observa.

David enarca las cejas y se estira en el asiento.

-Siempre preguntan lo mismo, cuanto antes se conteste, antes se acaba la conferencia.

Lo que no significa que no haya tanda de preguntas después, por supuesto. A la gente le interesan los detalles escabrosos, y se interesan por el caso de Indianápolis, y David evita el tema de forma ligeramente descarada, pero repite los puntos fundamentales una y otra vez.

Los seminarios son frustrantes, no sabe por qué sigue aceptando las conferencias.

Se frota el rostro con el dorso de la mano y Hotch deja escapar una carcajada corta, que se pierde entre el barullo de voces que dejan el salón.

-Podemos tomar ahora ese café.

David está demasiado cansado como para decirle que no.

***

Café significa café.

David se lo repite, porque aún es pronto, y ha dormido lo suficiente como para estar pensando en cosas que no vienen al caso.

Así que sí, café significa café.

La mayoría de las veces.

Hotch atiende a la llamada de JJ, y después le cuenta sobre el caso de Massachussets, y David finge que se interesa, y revuelve el café con la cucharilla.

-Funcionan bien sin el jefe, debería empezar a preocuparme -bromea.

David toma un sorbo de café. "Te lo dije, Morgan es menos estirado."

Café. Significa. Café.

***

Excepto cuando no.

***

El caso es que probablemente no es tan importante. Incluso cuando debería serlo. Y no tiene que ver con que Hotch sea un compañero de trabajo. Su jefe. Y no del todo con que parte de él piensa que no debería, que está mal, a un nivel ético. Quizá es un problema de confianza. Quizá es un problema de no querer joder lo que ya tienen, porque David acaba por joder todo lo que considera importante. Y lo hizo con sus matrimonios, y en parte con su carrera, y lo está haciendo ahora con Hotch, de forma más o menos literal.

Respira pesadamente y sobre el rostro de Hotch, y se detiene al desabrochar botones de la camisa. "¿Estás seguro?" y Hotch le mira como si quisiera pegarle, durante un segundo, y después le besa, seco y casi mordiendo, y se gira hasta estar encima.

-¿Qué te parece? -pregunta.

A David le parece que quema. Que la mitad del tiempo está pensando que debería tener cuidado, que Hotch es la parte frágil de la ecuación. Excepto que es al contrario, y cada vez es más difícil autosugestionarse para no verlo.

Y le parece que deberían aprovechar la habitación del hotel, mientras la tengan pagada.

(Hotch está de acuerdo en el último punto.)

***

David se ha malacostumbrado al jet, y lo de volar en turista nunca ha sido lo suyo.

Hay un tipo enorme que parece querer ser su mejor amigo e insiste en comentar lo extraño de los cambios de tiempo en los últimos meses, y cinco minutos después ha derivado a una hipotética situación post-apocalíptica y los países que se salvarán después de la catástrofe. A Hotch le parece hilarante, pero él tiene el asiento de la ventanilla.

David quiere decirle al tipo que tiene contactos en las fuerzas armadas (y un arma. Muchas más en casa), pero se contiene hasta que el hombre se duerme, y todo lo que puede hacer es desearle jet lag y aprovechar el silencio.

-No es gracioso -le comenta a Hotch.
-Lo es. No lo notas, porque estás irritable.
-Estoy en el asiento de en medio -corrige.

Hotch niega con la cabeza y vuelve la mirada al periódico.

Es más o menos normal, lo cual es, como mínimo, un alivio.

***

Cambian la tradición de las cenas a su casa. Es más cómodo, más barato, y el café sabe mejor.

***

La mayoría de las veces, David se despierta con un lado del colchón vacío, desayuno hecho y Hotch trajeado y leyendo el periódico en la mesa de la cocina. Y estaría bien, excepto que Hotch no duerme más de cuatro horas diarias, y no es ni de cerca una cuestión de cronotipo ni habituación a poco sueño.

La mayoría de las veces, Hotch evita el tema de las pesadillas, porque "ya han pasado meses de eso", y cambia de tema antes de que David pueda abrir la boca.

Pero lleva tiempo, supone.

Sabe.

Tiempo, y algo de clausura, y cantidades ingentes de paciencia.

Hotch está en la cocina, pantalones de chándal y camiseta -y en algún momento a comenzado a dejar ropa en su casa, y David no se había dado cuenta hasta ahora-, con los codos clavados en la mesa y los ojos cerrados.

Se sienta en frente, y se echa zumo en el vaso. Hotch no se inmuta, y supone que es lo mínimo que debería hacer, ya que se está desvelando por él.

-¿Quieres jugar a las cartas?

Hotch respira hondo y se frota el rostro.

-¿Póquer?
-Si apostamos con dinero de verdad.

Aunque Hotch siempre gana, el cabrón. A estas alturas, y David sigue sin ser capaz de descubrir cuándo va de farol.

***

-¿Alguien te llama Aaron?

Están en el jet, de vuelta de Illinois. Tres asientos atrás, Derek y Prentiss están jugando al Trivial, y Reid mira desde el asiento contiguo a Derek, porque le han prohibido jugar. JJ está en Quántico, a punto de salir de cuentas. Hotch se hunde en el asiento y medita.

-Haley me llama así -hace una pausa-. Y mi madre.

David le observa detenidamente durante unos segundos.

-Me quedo con Hotch.
-¿Tienes miedo de que te confunda con mi madre?

No cambia el semblante, y David parpadea.

-¿Eso ha sido una broma? -y lo entona justo, para que suene ligeramente sorprendido.

Hotch esboza una sonrisa. "Vete a la mierda."

***

A veces Hotch ni siquiera se levanta. A veces vuelve a cerrar los ojos y respira entrecortado, y luego se gira, y presiona la frente contra su hombro. A veces David se gira, le deja que entierre el rostro en su cuello, hasta que vuelve a quedarse dormido.

Y a veces murmura, respiración caliente contra su cuello y con los ojos cerrados. Picotean de temas sin importancia, y David espera, hasta que la respiración se suaviza contra su piel.

Pero es extraño.

La confianza.

La intimidad.

A veces Hotch se deja quebrar un poco contra él, le deja ver bajo la máscara de autocontrol, como si fuera una confidencia.

Es extraño, pero se adapta.

***

Después de Nueva York, resulta difícil volver a la rutina. Si no imposible.

Por eso se crean rutinas nuevas.

pareja: hotch/rossi, tipo: slash, fandom: mentes criminales

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