Dec 28, 2007 14:13
Pues eso, que después de colgar este me quedarán cuatro. Los de tema libre (5, 10, 15, 20, 25 y 30) no van a pertener al hilo argumental de los demás, por lo que no los cuento como parte. Mañana el final del asunto
Fandom: Prince of Tennis
Pareja: OT5
Advertencias: AU; PG con ciertas insinuaciones que lo pueden convertir en NC-13 de forma general. Sigue el transfondo de angst en todos ellos aunque las cosas se calman un poco.
Tema: #21 -Sangre; #22 -Triángulo; #23 -Cartas; #24 -Humillación
Disclaimer: Los personajes pertenecen a Takeshi Konomi. Ni son míos, ni saco beneficios haciendo esto.
Sangre
-¡Fuji!
El alarido de Tezuka fue lo primero que se escuchó tras el disparo. Hubo gritos y revuelo a su alrededor pero no le importaron. Cuando alcanzó la posición de Syusuke, el tensai miraba su mano manchada de sangre con el horror pintado en sus ojos. Sintió a sus novios junto a él mientras recogía el cuerpo sin fuerzas de su ex.
Los gritos de la gente seguían, pero a Tezuka no le importaban nada. Ni a Sanada, ni a Echizen ni a Atobe.
-¡Un médico!- empezó a gritar Sanada por encima de la multitud.- ¡Maldita sea, esto está lleno de médicos! ¡Qué venga uno aquí!
Keigo agarró a Geniichiro de un brazo para que no asesinase a la persona que murmuraba a su lado asombrándose de lo que acababa de ocurrir. Ryoma, al otro lado de Sanada, apretó los puños hasta notar sangre caliente en sus manos. No podía abrazar a ninguno de ellos. Había gente demasiado importante allí y si lo hacía, terminaría habiendo rumores que no beneficiarían a nadie. Mitsu podía permitirse el grito. Quién más quién menos sabía que ellos dos eran amigos de toda la vida. Probablemente algo más, pero eso nadie se atrevía a asegurarlo.
Yuushi Oshitari dejó que Kenya se acercase a Fuji y empezase con las medidas de control. Vio a Tachibana hablando aceleradamente por el móvil así que supo que la ambulancia ya había sido avisada. Entre él, Gakuto, Jiroh y algunos más de sus antiguos amigos se encargaron de desalojar la casa de personalidades y servicio. Cinco minutos después, los únicos presentes eran antiguos compañeros y amigos de los cuatro.
Fue cuando Atobe pareció despertar y tormar conciencia del lugar en el que estaba, porque se separó de Gen y abrazó abiertamente a Ryoma, que tenía los ojos abiertos de horror.
-No va a pasar nada, no va a pasar nada.- susurró en el oído del más joven tanto para él como para sí mismo.
-Si todavía lo queréis tanto.- musitó Jiroh desde atrás, con la mirada perdida en el cuerpo tendido de Syusuke. Kenya le había quitado la parte de arriba del disfraz y trataba de tapar la herida para que no perdiese demasiada sangre aunque no parecía estarlo logrando.- No dejéis que vuelva a irse.
Tezuka seguía tirado en el suelo, arrodillado al lado de Fuji y dejando a Oshitari trabajar. Tenía el disfraz manchado de sangre, y sus manos también estaban manchadas de sangre. Todo el cuerpo de Syusuke estaba manchado de sangre. Esa piel blanca y cremosa que recordaba más de lo que debería. Sintió una mano posarse sobre su hombro y un cuerpo más grande y fuerte que el suyo abrazarlo por detrás. El sonido de la ambulacia llenó el silencio del vestíbulo. Los hombres que traían la camilla hablaron brevemente con Kenya antes de ocuparse del cuerpo inerte de Fuji.
-Tezuka.- escuchó la voz de Tachibana a su espalda. Levantó la mirada del espacio vacío todavía manchado con sangre de Fuji y vio a las dos personas que había querido matar por estar cerca de su Syusuke cuando él no lo tenía permitido. Ni Kippei ni Kuranosuke reaccionaron a los rayos asesinos que desprendían sus ojos. La presión de la mano de Sanada aumentó en su hombro. Probablemente a él le estaba costando más no partirles la cara.- Será mejor que vayas tú en la ambulancia.
Como un automáta, Kunimitsu se levantó y vio a Ryoma y a Keigo fundidos en un abrazo. La mano de Gen seguía sobre su hombro infundiéndole fuerzas.
-Nos vemos en el hospital.- y, con un ligero apretón en la mano de Sanada se dio la vuelta y entró apresuradamente en la ambulancia con Fuji.
Triángulo
A Ryoma nunca le había gustado esperar. Hacerlo en un hospital era peor. Se habia vuelto demasiado mayor para ser capaz de abrazarse las rodillas en el incómodo y rídiculo asiento del hospital. Era el único capaz de estar quieto y sentado.
La sala de espera estaba llena de gente. Yumiko, la hermana mayor de Syusuke, había llegado hacía un rato con su marido. Fue directa a Tezuka y lo abrazó a él, que todavía estaba lleno de sangre, mientras tenía los ojos llenos de lágrimas. Los siguientes en llegar fueron Yuuta y Mizuki. Ryoma se habría sorprendido de ver al hermano menor tan alterado por una persona a la que decía odiar. Nunca había creído de verdad que eso fuese así, pero ahora tenía pruebas de que Yuuta se preocupaba tanto por Fuji como el mayor por él. Tras gritarle a la mitad del personal, se fue a sentar en un rincón con los brazos de su novio a su alrededor.
También estaban los amigos de Fuji, esos con quien lo había visto jugar al tenis aquel fatídico día. Kintarou y Shiraishi se sentaban junto a Tachibana y Chitose en silencio, más o menos en el centro de la sala, no muy lejos del propio lugar en el que estaba Ryoma. Los antiguos jugadores de Atobe estaban por allí también, cerca de su antiguo capitán y apoyándolo con su presencia en la sala. También habían venido los amigos de Geniichiro. Sabía que Niou era uno de los mejores amigos de Fuji. De Seigaku estaban Oishi, Eiji y Kawamura, los tres cerca de Tezuka.
No pudo evitar el pensamiento. Keigo, Geniichiro y Mitsu formaban un triángulo en la sala. Los tres fuertes, los tres con la angustia visible por todo su rostro. Figuras masculinas de autoridad. ¿Dónde dejaba eso a Ryoma? El ni siquiera creía tener amigos que fuesen a sentarse a su lado y tratasen de apoyarlo aunque sólo fuese con su presencia.
-Ey.- levantó la vista y vio a Momoshiro mirándolo con una suavidad extrema en los ojos. Su senpai le acarició con delicadeza la cabeza. Tras él se escondía Dan y percibió que Aoi se separaba de Saeki e iba directamente hacia dónde estaba sentado.- ¿Podemos sentarnos?
Asintió sin energía pero reconfortado. Él también tenía amigos que dejaban lo que fuese para ir a acompañarlo al hospital cuando alguien muy importante para él estaba a punto de morir.
-Koshimae...- la voz de Tooyama era suave y Ryoma notó que se había sentado a su otro lado sin que se diese cuenta.- A veces, un triángulo no es más que un rombo con uno de sus vértices invisibles.
Al levantar la vista, descubrió que sus tres novios tenían los ojos preocupados clavados en él.
Cartas
Habían pasado nueve días desde la fiesta. Fuji estaba en coma. El disparo había sido dirigido con una precisión certera y ni siquiera los médicos que Atobe había traído expresamente para que lo atendiesen eran capaces de decir si iba a vivir, si se iba a quedar así para siempre o si iba a morir. La única opción que se planteaban era la primera. La tercera era impensable y la segunda, a pesar de conjurar una imagen poéticamente hermosa (El Bello Durmiente, como si se hubiese convertido en un cuento de hadas) no querían ni pensar en ella.
Tezuka estaba en la casa y tenía en sus manos las dos cartas que Syusuke le había enviado. La primera, justo el día después de su conversación; la segunda llegó al mismo tiempo que Ryoma tras el Rolland Garros.
Tezuka:
Todo lo que dije era cierto. Los dos sabíamos que esto ocurriría tarde o temprano. Fue divertido mientras duró. Muy divertido. Pero sólo hay un motivo por el que yo estuviese ahí: que tú me querías en medio. Ni Keigo, ni Geniichiro ni Ryoma han sentido mi presencia como una necesidad como sentían la de los demás. Lo sabes y lo sé.
También sabes que soy demasiado independiente, que estoy ahí sin estar porque siempre ha sido así. Siempre he tenido una visión objetiva e impersonal de lo nuestro. Siendo sincero, ni siquiera tú puedes negarme que (como Inui diría) que el 90% de los conflictos entre los cinco eran culpa mía. De mi carácter. Poca gente es capaz de amar las espinas.
Tú lo has hecho durante demasiado tiempo. No soy bueno para ti. Nunca he sido bueno para Yuuta, y, si siguiesemos a este paso terminarías reaccionando como él. Porque todo el mundo termina reaccionando igual. Y aunque tú no lo vieses, Keigo y Ryoma estaban en el límite (Geniichiro tiene una capacidad maravillosa para ser paciente). Siempre he visto cosas que nadie más veía. Estaremos todos mejor así. Vosotros seguiréis viviendo en casa, y seréis felices. Es lo que tenéis que hacer. Yo voy a estar bien. No los dejes por mi culpa. Nunca serías feliz si te vienes conmigo.
Esa había sido la primera. Nunca había sentido tantas ganas de gritarle a Fuji como después de leer esa carta. Porque aunque no podía negar que la mayoría de lo que decía era cierto, las cosas habían cambiado sin que el tensai lo percibiese. Ryoma, Gen y Keigo lo querían tanto y lo necesitaban tanto como él. Pero, por algún extraño motivo, Syusuke no era capaz de verlo. Esa carta lo había deprimido todavía más. La segunda lo había devuelto a la vida.
Tezuka:
No podías dejar que esto ocurriese. Estan esperando a que seas el “Pilar” para ellos. ¿Cómo has dejado que Ryoma fuese así a Rolland Garros? Y, seguramente, Keigo estará desesperado sin saber que hacer para que todos despertéis y volvais a uniros. No tengo dudas de que Geniichiro se ha aislado en si mismo. Y tú ¿qué, Tezuka? ¿Qué estás haciendo por ellos?
Están ahí por ti. Empezaron por ti. Todo gira en torno a ti y a como te veíamos todos cuando éramos adolescentes. No puedo creer que te estés dejando hundir y descuidándolos. ¿No decías siempre que eran lo más importante de tu vida? Sí, sé que debería incluirme en ese “eran” pero carece de sentido que lo haga. Yo no soy parte de lo vuestro. Nunca lo he sido. No los amaba. Cada uno era interesante a su manera, y te interesaban a ti, así que para mí estaba bien. Pero parece ser que eres el único que pensó que entre nosotros había algo más. Y quizá no era tanto que ellos estuviesen allí por ti, sino que era YO el que estaba ahí por ti. Porque entre Keigo y Geniichiro siempre hubo algo, igual que entre ellos y Ryoma. Así que sí, Tezuka. Era yo el que sólo tenía un motivo para vivir en esa casa. Tú. Y ya no eras suficiente.
Gracias a esa carta, Kunimitsu había despertado y había hecho lo que se suponía que tenía que hacer. Volver a ellos, abrazar a Keigo y disculparse. Ayudar a Ryoma y compartir el silencio de Sanada. No entendía porque conservaba las cartas. No entendía porqué seguían yendo todos los días al hospital. No eran los que más tiempo estaban. Yumiko y Yuuta casi no abandonaban el hospital. Cuando a los tres días del ingreso de Syusuke llegaron los señores Fuji, ellos cuatro redujeron el tiempo de visitas todavía más. Shiraishi, Saeki, Tachibana, Niou, Eiji y Taka-san eran los otros que más veces iban. Eran los mejores amigos de Syusuke.
Pero, en su casa, todos estaban preocupados y tensos. Verlo después de tres años, y que terminase todo en esa situación era un golpe duro para todos. Egoístamente sabía que si hubiese muerto sin que ellos lo viesen habría sido terrible, pero, por lo menos, no habría estado tan fresco en su memoria su presencia. Lo cierto era que Tezuka, una vez superado el shock del momento, era al que menos le importaba lo que le ocurriese a Fuji. Por una parte, seguía sintiendo que tenía que demostrarle que Keigo, Ryoma y Geniichiro lo necesitaban. Pero, por otra, sabía que no podía obligarlo a él a amarlos.
-Mitsu, ¿qué haces?- preguntó Keigo entrando en la habitación. Se fijó en las cartas y frunció el ceño cuando Tezuka trató de deshacerse de ellas.- ¿Qué es eso?
-Nada.
-¿Seguro?
-Seguro.
-¡Keigo, Mitsu!- el gritó alegre de Ryoma resonó en toda la casa- ¡Venid aquí!
Los dos bajaron las escaleras y fueron directamente al salón en dónde Ryoma estaba en brazos de Sanada y compartían un apasionado beso. Al separarse, los dos se giraron y sonrieron como si hubiesen vivido toda una vida de navidades a la vez.
-Syusuke ha despertardo.
Keigo fue directo hacia ellos y se unió al abrazo feliz. Tezuka se quedó estático. Estaba aliviado, pero, que Fuji estuviese despierto los llevaba de nuevo a enfrentarse a su rechazo.
Humillación
-¿Se sabe ya quién ha sido?- preguntó Fuji mirando hacia la ventana de la habitación del hospital. Se había despertado cuatro días atrás y, desde entonces, no había dejado de recibir visitas.
-No, todavía no hay nada. Ni siquiera se ha encontrado la pistola.
Suspiró. Estaba cansado. Y lo del disparo había sido culpa suya. Como siempre. Como todo. Lo peor, era que se sentía terriblemente humillado. Era débil y frágil. Se odiaba tanto a veces que no sabía que hacer para aguantarse a sí mismo.
-Sabes quién se está encargando de todo ¿no?
Los ojos de Saeki brillaron más de lo habitual mientras lo miraban con la vieja reprimenda escondida en ellos. Estaba cansado de esa mirada en su amigo. Muy cansado. Fingía conocerlo y no lo hacía, porque él nunca había permitido que nadie lo conociese. No era la primera vez que Saeki se extralimitaba con comentarios hacia él.
-Ilumíname.
-Fuji...- suspiró para tratar de calmarse y recapacitó lo suficiente como para no soltarle el discurso.- Atobe, por supuesto.
-Nee-san me dijo que han estado mucho en el hospital.- cerró los ojos para ocultar los sentimientos que mostraban. Eso era lo peor. Que ellos hubiesen estado presentes en su humillación. Y sabía que tarde o temprano, irían a verlo.
Un par de toques firmes llamaron a la puerta. Al abrirse, estaban ahí los cuatro, casi invocados por el pensamiento de Syusuke. Agradeció tener los ojos cerrados. No podía abrirlos mientras los tuviese delante. No podía escapar de la cama como había escapado de la fiesta.
-Yo ya me iba.- dijo Saeki, acercándose y despidiéndose con un beso en la frente de Fuji.- Volveré mañana.- anunció antes de cerrar la puerta con suavidad.
Durante varios minutos, ninguno dijo nada. Ryoma traía un pequeño cactus como regalo por parte de todos. No se atrevió a dar un paso para dejarlo sobre la mesa en la que flores, bombones y peluches descansaban.
-Gracias por el cactus Ryoma. Déjalo ahí encima con las demás cosas.
-¿Qué tal estás?- preguntó Sanada con algo más de brusquedad de la que pretendía. Tenía las dos manos en los bolsillos de los vaqueros y lo miraba medio escondido bajo el flequillo.
-Mejorando.
-¿Los médicos y las enfermeras te tratan bien? ¿Quieres cambiar de habitación? ¿Ir al hospital privado de los Oshitari?
Mientras escuchaba hablar a Atobe, un nudo ascendió a la garganta de Fuji. Había creído que estaba preparado para verlos. Pero no. no lo estaba. Ni para escuchar sus voces ni para tenerlos frente a él, más guapos que nunca. Más unidos entre ellos que nunca.
-Estoy bien. Muchas gracias por todo lo que has hecho Atobe.- sorpresivamente, seguía controlando la voz y los gestos para que no mostrasen nada de lo que estaba sintiendo.- He hablado con nee-san para que te entregue un cheque con el dinero que has gastado por mi culpa.
Vio el brillo, fugaz y poderoso, de ofensa cruzar los ojos de Keigo. Se sintió mezquino por destrozar tan contundentemente su buen ánimo, pero era lo que tenía que hacer.
-No es necesario.- y ahora Atobe fruncía los labios y apretaba los puños como si quisiese gritar.- No ha sido nada para Ore-sama.
Ore-sama. Seguía llamándose a sí mismo Ore-sama. Primera puñalada.
-Eh... Fuji-senpai.- la voz de Ryoma provocó que el enfermo se fijase en él, sonrisa imperterrita todavía en el rostro.- ¿Te ha dicho algo la policía?
-No es justo que os preocupéis con algo así.
Y ahora era Sanada el que apretaba los puños para no gritar o decir lo primero que se le pasaba por la cabeza.
-No es algo que pase todos los días.
Geniichiro fuera. Segunda puñalada. La siguiente iba a provocar la de Ryoma.
-Chicos, ¿os importaría bajar a por café para todos por favor?- preguntó Tezuka con su tono de buchou que no admitía replica.
Los otros tres entendieron perfectamente que lo único que quería era quedarse a solas con Fuji. Lo miraron dudosos, como si no supiesen bien si era justo dejarlos a solas. La mirada de Mitsu les dijo que no habría problemas y que confiasen en él. Con Ryoma a la cabeza, abandonaron la habitación y cerraron la puerta tras ellos.
-Deja de fingir.- exigió Tezuka mirando a Fuji con dureza. El prodigio abrió los ojos azules y no pudo ocultar la sorpresa. Habría esperado algo así de Geniichiro, pero no de Mitsu. Se miraron el uno al otro, sin ceder ninguno de los dos en esa batalla silenciosa que parecían estar librando.- Fuji, sólo voy a decírtelo una vez. Cuando vuelvan a subir, vas a disculparte con Atobe y Sanada, vas a ser cordial y educado sin ningún tipo de malicia o desprecio en el tono de voz, y vamos a tener una conversación civilizada y trivial durante un rato.
-¿Y por qué habría de hacerlo?
-Me da igual que a ti no te importen. A mí sí. Son MI vida. Y ni tú ni nadie va a humillarlos de esta forma.- exigió enfadado. Tirado sobre la cama, Fuji se encogió un poco. Era la primera vez que el enfado de Tezuka (el enfado serio de Tezuka) estaba dirigido a él.- Geniichiro lleva tres años cuidando el maldito cactus que dejaste en casa, y ha estado muy preocupado por ti. MUY preocupado. Casi tanto como Keigo, que te lo dió TODO siempre, que consentía cada uno de tus caprichos y que apoyaba la mayoría de tus juegos. Pero al que sí que no voy a permitir que le des la más mínima mala contestación va a ser a Ryoma. Ryoma todavía sigue sintiéndose culpable, y todo porque tú manipulaste la situación para que así fuese.
-¿Y tú Tezuka?- se obligó a preguntar Fuji. Sentía el enorme agujero negro que la actitud y la mirada fría estaban creando, pero, al mismo tiempo, se sentía orgulloso por su antiguo amante. Había hecho la elección correcta quedándose con ellos.
-Yo me alegro de que estés vivo.- afirmó con rotundidad.- Pero te conozco mejor que ellos, y sé más cosas sobre ti. Y, desde luego, son mucho más importantes en mi vida que tú. No voy a arriesgar su bienestar por tus juegos maquiavélicos.
Antes de que a Fuji le diese tiempo a responder, volvieron a llamar a la puerta. Cerró los ojos una vez más y volvió a conjurar una sonrisa a sus labios. No necesitaba fijarse en Kunimitsu para darse cuenta de que él también había cambiado la expresión a una de las habituales para que nadie sospechase de la conversación que acababan de tener.
-¿Has elegido tú el cactus, Ryoma?- preguntó Fuji mientras volvían a entrar. El más joven asintió.- ¿Serías tan amable de acercármelo?- dejando su café a Tezuka, el chico cogió el cactus y lo llevó directo a las manos de Syusuke. Cuando sus dedos se rozaron ligeramente, ambos sintieron un escalofrío. Era como si sus pieles se hubiesen añorado desesperadamente y ambas gritasen por volver a sentirse la una a la otra.- ¡Oh! ¡Una lobivia densispina!- exclamó interesado realmente por la planta. Era una especie pequeña cuyas flores duraban apenas un día y eran más grandes que la propia planta. Y preciosas.- Nunca he tenido una. Muchas gracias, Ryoma.
Y le daba las gracias de verdad, no porque Tezuka lo hubiese obligado. No iba a sentarle mal a nadie si era como quería ser con ellos, por lo menos durante el poco tiempo que iban a estar en esa habitación. Estaba seguro de que Kunimitsu sabía que tenía que alejarlos de él. Más ahora.
Gracias por leer ^^
fic: sanada/atobe/tezuka/ryoma/fuji