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Miró el reloj y alzó la mirada mientras sonreía. Salió corriendo de su casa, sin pararse a pensar en el frío o en las calles desiertas, hasta que se paró enfrente de la suya, con las mejillas encendidas. No hizo falta que llamara a la puerta, pues él estaba al otro lado y la abrió en cuanto la oyó llegar.
Llevaba una camiseta azul oscura, y el pelo rubio le caía desordenado por la frente. Pero estaba sonriendo. Con su sonrisa expectante.
Ella se acercó y le cogió del cuello de la camiseta, tirándole hacia un rincón del jardín, mientras él seguía con la sonrisa juguetona. Le miró una vez a los ojos antes de tirar de su camiseta para unir ambos labios. Se besaron en la oscuridad y el frío de una noche de marzo en Londres.
Y cuando se separaron, ella deslizó unas cuantas palabras para romper ese tranquilo silencio.
"Feliz cumpleaños, Niño"