Requiem de Mayo

Aug 28, 2009 16:56


Capítulo 6

Las sucias paredes cubiertas de hollín debido al tráfico de la avenida que pasaba cerca de allí lanzaban sus sombras oscuras sobre los angostos callejones. El olor de los residuos de la fábrica le obstruía el olfato pero ni siquiera podía sentirlo, ya no. ¿Cuánto había pasado desde que pudiera sentir algo? ¿Un día? ¿Dos? Era difícil hacer la cuenta si no se podía dormir. El ruido, ese constante ruido lo mantenía despierto dando vueltas de un lado a otro, ni dormido ni despierto. O así era como quería estar. Deseaba tanto que desapareciera ese ruido, esa locura. Porque estaba loco, eso ya lo había deducido para estas alturas. No podía no estar loco si veía lo que había visto, si oía lo que había oído. Y no lo dejaban en paz. ¿Qué querían de él? ¿Por qué no lo dejaban en paz? El único lugar en el que se sentía seguro era cualquier lugar con mucho ruido fuerte, donde no pudiera escuchar el constante zumbido siguiéndolo. El único lugar en el que sentía que podía respirar era cerca del río, en el muelle, donde sea que hubiera agua corriendo y mucho ruido. Así que en el muelle era donde se había refugiado, con el constante movimiento y ruido de la gente incluso de noche. Pero aún así no podía dormir. ¿Qué era lo que estaba buscando? Había sido atraído a ese lugar, eso lo sabía.

Continuó caminando, arrastrando sus cansados pies por el muelle lleno de gente yendo y viniendo de un lado a otro como hormigas buscando su comida. Y él sólo continuaba caminando sin rumbo hasta quién sabe dónde, sólo caminando para alejarse de ellos, para alejarse de sí mismo. El sol de la mañana estaba elevándose por sobre los edificios, las sombras se hacían cada vez más pequeñas y la luz iluminaba todos los rincones. Y más gente avanzaba por el lugar en esa ajetreada mañana. La única figura que parecía no tener rumbo era él. Todos los demás parecían tener algo que hacer de inmediato, un lugar al que ir, un lugar en el cual los recibirían. Caminó hasta la orilla del muelle. Algunos metros más allá había un amarradero de botes y el guardia estaba sentado afuera de la caseta leyendo una revista.

Tal vez su locura lo había llevado hasta ese lugar a acabar con su miseria en ese lecho fangoso. Pero no quería ir al río. No, era más allá, en otra dirección hacia donde sus pasos lo guiaban. Pero nunca llegaba allí. Los ruidos siempre lo detenían y lo enviaban hacia otra dirección, asustado de lo que encontraría si se acercaba a ellos. Pero no se detenían. Pensó que si seguía los ruidos acabarían cuando llegara donde se encontraban. Eso no ocurrió. Los ruidos sólo se incrementaban y ya no podía acercarse a ellos. Lo perseguían. En ese momento estaba a salvo en medio de la gente. Con todo el ruido de la actividad alrededor de él los otros ruidos quedaban inmersos en el mar de caos. Podía olvidarse aunque fuera por un momento de que estaba huyendo. En algún momento tendría que regresar. No había dado aviso en su trabajo y se preocuparían. Pronto habría llamados preguntando por su estado. ¿Pero qué podía decirles? ¿Que estaba huyendo de los ruidos? Lo tomarían por loco y lo encerrarían, y no los culparía. Ni siquiera él pensaba que estaba cuerdo ya. Lo que hacía no era el comportamiento de una persona cuerda.

Dio la vuelta y comenzó el camino de regreso. Sus manos se movían nerviosas a los lados. Miraba sobre su hombro constantemente mientras se abría camino por entre la gente en las calles. Lentamente se alejó del muelle. Sabía a dónde quería ir y hacia allí se dirigía. Cuando había hecho un par de kilómetros en esa dirección, cambió de idea y dobló hacia un lugar diferente. Al llegar a mitad de camino de donde estaba yendo ahora se detuvo. De nuevo miró a los lados, como si no supiera en dónde se encontraba. Su mente divagaba y lo llevaba ahora hacia el final de la calle. Sólo caminaba, ya no miraba alrededor. No quería enfrentar lo que había allí si lo hacía. Chocaba constantemente con la gente a su paso que lo maldecía por su actitud y su aspecto desarreglado. Seguramente pensaban que estaba borracho, o peor, drogado, y se alejaban de su figura desalineada en cuanto se acercaba.

Nuevamente el aire húmedo llenó sus pulmones y él lo aspiró profundamente. Caminó sin rumbo en medio de los contenedores hasta que llegó a un camino entre medio de ellos y tomó una dirección al azar. Finalmente vio algo que llamó su atención. Uno de los contenedores tenía la puerta abierta. Se metió dentro. Estaba vacío y frío y despedía un olor rancio pero no le importaba. Estaba demasiado cansado y sus pies estaban muy adoloridos y no había dormido en días. Cerró la puerta fuertemente tras él. Ahora el lugar estaba oscuro. Se dirigió tambaleante al otro lado de la habitación y cuando llegó a la pared opuesta se dejó caer lentamente en el piso. Finalmente, con lo último que le quedaban de fuerzas, lanzó un suspiro de alivio y cerró los ojos. Pronto cayó en un profundo sueño del que nadie lo despertaría.

NA:
Corto, lo sé, pero no podía agregarlo a otro así que quedó en un formato por sí mismo. Lo próximo es más largo.

Comenten! Lo necesito!

fics, ryusuke, ccs, mayo, 20 mensou ni onegai, meilin

Previous post Next post
Up