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Cuando Joonmyun abrió la puerta el fin de semana para irse a probar el catering con Baekhyun, pensó que debería haberse sentido más sorprendido al no encontrarse a su amigo, siempre con el auricular del teléfono metido en la oreja hasta el punto que Joonmyun se preguntaba si no sería ya una extensión de su cuerpo, sino a Jongdae.
-Buenos días, hyung -saludó Jongdae, muy animado, balanceándose sobre sus talones-. Nos vemos mucho últimamente, ¿eh?
-¿Por qué será? -murmuró Joonmyun para sí mismo, pero le sonrió a Jongdae de todas maneras, y fue una sonrisa sincera. Se alegraba de verlo, y por un momento sintió un pinchazo de algo ardiente al recordar las situaciones en las que había imaginado a Jongdae durante esa semana-. ¿Dónde está Baekhyun?
-Le ha surgido un asunto urgente y me ha pedido que sea yo quien te acompañe -contestó, de forma casi robótica, y sonó siniestro al decirlo con esa sonrisa gatuna suya-. Espero que no te importe.
-No hay problema. -Joonmyun se dirigió a su Audi e invitó a Jongdae, que lo miraba maravillado, a entrar.
El camino hasta el salón donde se iba a celebrar la fiesta fue tranquilo, silencioso hasta que Jongdae empezó a juguetear con las emisoras de la radio del coche para encontrar una que le convenciera, y entonces empezó a canturrear entre dientes. Para estar sólo canturreando, su voz sonaba divina, pensó Joonmyun. También pensó que toda la situación parecía muy cotidiana, como si Jongdae hubiera estado a su lado desde hacía mucho tiempo y no fuera alguien que se había colado en su vida a la fuerza. Entonces descubrió que el verdadero problema no era que Jongdae lo hubiera hecho, sino que él no se había resistido de ninguna manera.
Una vez dentro del salón, empezaron a probar la comida que habían dispuesto para ellos en bandejas. Había de todo lo que se pudiera uno imaginar, pequeños filetes de carne con incontables salsas para acompañar, patatas al horno coronadas con huevos de codorniz, brochetas de pescado, dulces de todas clases. Jongdae estaba pletórico y Joonmyun dejó de comer tras una hora, se limitó a observar a Jongdae probar de un plato y de otro para después cogerlo de la mano y tirar de él hasta que lo probara también.
Jongdae estaba tendiéndole un dedo para que Joonmyun probara la crema que cubría una de las tartas cuando sonó su teléfono. Metió la otra mano en el bolsillo para contestar y antes de llevárselo a la oreja, se pudo oír la voz chillona de Baekhyun como si saliera por los altavoces del salón.
-¡¡ME HAN SECUESTRADO!!
Se quedaron quietos durante un instante, Jongdae con el dedo extendido hacia Joonmyun, ambos mirando el teléfono.
-¡Kris me ha secuestrado y me está llevando a cenar! ¡¡Y dice que luego quiere llevarme a un lugar secreto!! ¡JONGDAE! ¡¿Dónde estás?! -chillaba Baekhyun, pero Jongdae ya no lo escuchaba.
Al comprobar que Baekhyun no corría ningún peligro (porque Kris podría ser muchas cosas en la vida, pero no había ni un milímetro de peligrosidad en su metro noventa), Joonmyun había cogido la mano que Jongdae le ofrecía para lamer la nata de su dedo índice. Jongdae se quedó callado y Joonmyun lo miraba con intención, consciente de cómo su pecho parecía ascender y descender un poco más rápido, mientras se seguían escuchando los berridos de Baekhyun a través del teléfono.
-Pásalo bien, Baekhyun -musitó Jongdae antes de colgar.
-Así que le había salido algo urgente -dijo Joonmyun, lamiéndose los labios.
-Era urgente que saliera de casa y se relajara un poco, trabaja demasiado… -respondió Jongdae, aún con un hilo de voz-. Pensé que Kris parecía muy entusiasmado por ayudar.
-Y lo ha secuestrado. -Joonmyun se acercó a la tarta de donde Jongdae había cogido la crema y volvió a recoger un poco con su propio dedo para probarla otra vez. Jongdae lo miraba fijamente-. Me gusta esta tarta.
-Bueno, a Baekhyun le van esas cosas. Aunque… después de llamar a Kris he encontrado en su habitación un collar de cuero con muchas anillas y una medalla en la que ponía «Propiedad de…» -se detuvo a mitad de frase, observando a Joonmyun coger más crema y tragando saliva-. En fin, no es nada. Nos quedamos esa tarta.
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Días después, Joonmyun seguía preguntándose por qué esa tarde no había invitado a Jongdae a su casa. No sabía si tenía que ver con un ataque de timidez a destiempo, o un repentino miedo, como ya le había ocurrido antes, a perder ese juego del ratón y el gato que Jongdae había comenzado y Joonmyun no sólo había admitido de buen grado a pesar de la confusión inicial, sino que había empezado a corresponder del mismo modo. Como Kris le recordaba cuando podía, no es que su experiencia amorosa fuera amplísima, pero lo que Joonmyun siempre había creído es que lo que mejor se recuerda de un romance son los días previos al comienzo del romance como tal. Esa misma tensión que ahora sentía cuando Jongdae aparecía de repente a su lado como si reclamara un hueco en la vida de Joonmyun que le pertenecía por derecho, ese mismo cosquilleo que le atravesaba la piel cuando descubría que la parte en su interior que llevaba el nombre de Jongdae era cada vez más grande.
Estaba hablando con Baekhyun por teléfono el día mismo de la fiesta de su cumpleaños, con la corbata suelta sobre la camisa medio abierta.
-¿Ya estás en el salón? -preguntó Joonmyun, buscando frenético unos gemelos de oro blanco en su armario-. ¡Aún quedan tres horas, Baekhyun!
-¡Toda precaución es poca! -respondió Baekhyun, y de fondo, Joonmyun oía movimiento apresurado de los trabajadores del salón de celebraciones-. ¡No puedo arriesgarme a que nada salga mal! Además... -Baekhyun dudó un momento antes de continuar en voz más baja-. Así me he librado de un par de personas.
Joonmyun se rió para sí mismo, imaginando que Jongdae (y Kris, se recordó, tendría que tener una charla con él esa noche) estaban dando mucha guerra. Le deseó suerte a Baekhyun con Kris, y Baekhyun contestó que era Kris el que iba a necesitar suerte si cierta persona se enteraba de lo que no lo dejaba solo ni a sol ni a sombra. Joonmyun no preguntó, porque la vida sexual de Baekhyun estaba en el último puesto de la lista de cosas sobre las que necesitaba información. Se repitieron los planes para la cena el uno al otro de nuevo y Joonmyun colgó con un suspiro. Su madre había ido a su casa para echarle una mano, decía ella. Joonmyun sabía de sobra que era para vigilar que lo hacía todo como debía, y ahora estaba en el salón refunfuñando para sí misma lo desastre que era Joonmyun y lo perdido que estaría cuando faltara ella.
-¡Mamá, tienen que venir a maquillarme y peinarme en media hora! -exclamó Joonmyun desde su cuarto. Su madre no contestó, así que Joonmyun supuso que no lo oía por encima de sus propios quejidos, así que fue hasta el salón-. Voy a ducharme, ya estaré fuera cuando venga. Hazla pasar a mi habitación.
-No entiendo por qué tienes que maquillarte, no... -Su madre empezó a reprocharle cosas de nuevo, pero a Joonmyun ya le dolía la cabeza y ni siquiera había empezado la noche.
-Hazlos pasar y ya está -cortó.
Estaba secándose el pelo con una toalla en su cuarto, vestido con unos pantalones y una camiseta de algodón cuando oyó a su madre hablando en tono extrañado con alguien en el recibidor.
-¿Tú eres el maquillador? Pensaba que sería una mujer... Acompáñame, por favor.
Joonmyun frunció el ceño. Él también creía que sería una mujer. Recordaba a Baekhyun mencionar que Ahreum era una de las mejores en su trabajo, aunque a Joonmyun no le hiciera falta mucho artificio. Llamaron a su puerta y al abrir, Joonmyun vio tras su madre el rostro sonriente de Jongdae, que sostenía un maletín rectangular, grande y plateado. Joonmyun se aseguró de que ninguna emoción se reflejaba en su cara y aún así, su madre se retiró mirándolo cerrar la puerta con gesto curioso.
-Con todos estos trabajos, empiezo a tener miedo de que seas un superagente internacional -suspiró Joonmyun tras cerrar la puerta, pero se le escapó una sonrisa-. O un asesino a sueldo de alguien que quiere hundir mi empresa.
-No tienes de qué preocuparte, sólo soy maquillador. Y sastre. -Jongdae abrió el maletín sobre la cómoda de Joonmyun y éste se dio cuenta de que era el maquillaje de Baekhyun. Esa noche iba a llegar la sangre al río.
-Y florista -añadió Joonmyun, mientras cogía la silla que tenía en la esquina de la habitación y la colocaba ante el espejo.
-A tiempo parcial -concedió Jongdae, con gesto de superioridad-. Tengo muchos talentos.
-Ya lo veo.
-Oh, aún no has visto nada -dijo Jongdae entre dientes-. No puedes llevar esta camiseta, por cierto.
-¿Eh? ¿Qué tiene de malo? -preguntó, mirando hacia abajo.
-Ponte una con botones, que se pueda abrir por delante -respondió Jongdae, mirándolo de arriba abajo-. O cuando te la quites para cambiarte te destrozarás el pelo y el maquillaje.
A pesar de no ser maquillador en realidad, tenía mucha razón, ahora que Joonmyun lo pensaba. Se dio la vuelta para abrir las puertas de su vestidor y casi inconscientemente se quitó la camiseta por el camino y la tiró sobre la cama. Cogió la primera camisa gris básica que encontró y sólo cuando se dio la vuelta para abrocharse los botones se percató de que Jongdae lo estaba devorando con la mirada. Al principio, Joonmyun sintió el rubor trepando por su cuello, pero la mirada de Jongdae era otra vez una mirada de fascinación, hipnotizada, y el placer de Joonmyun radicaba en que era él y sólo él quien estaba provocando esa expresión. Decidió no abrocharse los dos últimos botones, dejando entrever sus clavículas, y se sentó en la silla ante Jongdae.
La siguiente media hora se pasó en silencio. Joonmyun sentía los dedos temblorosos de Jongdae sobre su piel, esparciendo el corrector y el iluminador, sujetando una esponjita para homogeneizar la base de maquillaje. A veces, sus yemas permanecían durante demasiado tiempo sobre las mejillas de Joonmyun, y la respiración de Jongdae se detenía momentáneamente. Joonmyun se sentía como si tuviera un dinosaurio en el estómago y cuando los dedos de Jongdae recorrieron su mandíbula con suavidad pero firmes para igualar el maquillaje entre la cara y la zona del cuello, Joonmyun lo vio tragar saliva y deseó por centésima vez esa semana envolver la cintura de Jongdae con sus brazos y olvidarse de la fiesta.
-Cierra los ojos, voy a oscurecerte un poco los párpados -murmuró Jongdae, y ya no sonaba tan burlón y confiado como acostumbraba, sino ansioso y tenso.
-Pero no mucho -respondió Joonmyun-. Que acepte que uses el maquillaje de Baekhyun conmigo no significa que quiera parecer un vampiro como él.
Jongdae no contestó a eso y Joonmyun obedeció y cerró los ojos, pero no sintió que Jongdae le aplicara ningún maquillaje. Esperó durante unos segundos más y entonces notó el fino pincel sobre la línea de sus pestañas, y a Jongdae, siempre decidido y seguro de sí mismo, le temblaban las manos como una hoja en medio de un huracán. Después hubo otra pausa, Jongdae chasqueó la lengua y Joonmyun sintió de repente un peso cálido en el regazo que le hizo abrir los ojos de par en par. Jongdae se había sentado sobre él, con una pierna a cada lado de sus caderas y lo miraba con una mezcla de temor y desafío.
-Si abres los ojos no puedo hacerlo -dijo, y Jongdae estaba tan cerca...
-Perdón -susurró Joonmyun, y dejó caer las manos a los lados de la silla, sin saber qué hacer con ellas. Jongdae era liviano y encajaba justo sobre él, erguido y concentrado en delinear los párpados con cuidado.
-Ya está -dijo Jongdae, con tono de victoria, y su rostro era tan hermoso visto tan de cerca que Joonmyun ya no quería acordarse de la fiesta, ni del maquillaje, ni separarse de Jongdae-. Pero… espera. Tienes los labios muy secos.
Joonmyun alzó la vista y la clavó en Jongdae mientras este sacaba un pequeño bote de vaselina para los labios, sin moverse de su regazo.
-Puedes hacerlo tú. Si quieres -ofreció Jongdae, mirando a Joonmyun con unos ojos que decían «di que no».
Era increíble cómo Jongdae estaba hecho de contrastes tan marcados, cómo parecía tan nervioso y a la vez actuaba de forma tan directa, y Joonmyun sabía que eso era lo que necesitaba en su vida. Que aún no era demasiado tarde para dejarse llevar, salir de debajo del ala de su familia y dejar de preocuparse, como le había advertido tantas veces Baekhyun. Jongdae era una mano extendida hacia Joonmyun, que quería correr cuando apenas se atrevía a ponerse en pie.
Casi por instinto, levantó un poco las manos, hasta posarlas en la cintura de Jongdae, y suponía que eso era lo que llamaban tirarse a la piscina, lanzarse al vacío sin pensar en la caída.
-No, hazlo tú -le dijo, -. El maquillador eres tú, ¿no?
En el espacio de tiempo que el bote de vaselina tardó en tocar el suelo, oyó la voz de Jongdae musitar algo parecido a «a la mierda» y al instante sintió la presión húmeda de sus labios contra los suyos. Para Joonmyun, fue como beber agua tras pasar una eternidad en el desierto. Deslizó sus manos desde la cintura de Jongdae hasta su nuca y lo pegó aún más a él, y Jongdae besaba sus labios con suavidad y ternura pero también con urgencia, casi desesperación, un beso con tantos contrastes como él mismo y Joonmyun, como llevaba haciendo desde que lo conoció, dejó que Jongdae lo guiara.
Parecía que lo que llevaba deseando toda la tarde, tener a Jongdae encima (o debajo) y olvidarse de su fiesta de cumpleaños, se había cumplido a la perfección, porque no sabía si fueron minutos u horas después de que Jongdae hubiera empezado a besarlo que se oyeron unos toques a la puerta. Al principio Joonmyun no prestó atención, no quería prestar atención a ninguna otra cosa cuando los muslos de Jongdae pesaban de forma tan deliciosa sobre sus piernas y cuando los dedos de Jongdae estaban desabrochando otro de los botones de la camisa y rozando su piel como si estuvieran hechos de fuego. Entonces los golpes se volvieron más insistentes y Jongdae le lamió el labio inferior, murmuró «ahora están perfectos» mirándolo a los ojos antes de levantarse de su regazo y escuchar con una sonrisa el quejido de Joonmyun al no tener el cuerpo de Jongdae pegado al suyo.
-Joonmyunnie, ¿te queda mucho, hijo? -La voz preocupada de su madre le llegó desde detrás de la puerta e inmediatamente después se abrió. Joonmyun tenía la mirada clavada en el espejo, con los botones de la camisa cerrados y los labios sorprendentemente rojos-. Son casi las ocho, tenemos que irnos pronto...
-Sí, madre, estamos a punto de terminar -contestó Joonmyun, mientras Jongdae le secaba el pelo, peinándolo hacia atrás.
-Bien -respondió la señora Kim-. Y quítate un poco de maquillaje de los labios, hijo, pareces el pequeño de los Byun.
Jongdae ahogó una carcajada, de espaldas a la señora Kim, y ésta lo miró con las cejas arqueadas durante un segundo antes de arrugar los labios y salir de nuevo de la habitación.
-«Pareces el pequeño de los Byun...» -repitió Jongdae en tono de burla, y rompió a reír-. Bueno, esto ya está. Si en algo te pareces al hijo de los Byun es en que los dos estáis más sexys con el pelo hacia atrás.
Al mirarse en el espejo, Joonmyun se sintió complacido con lo que veía. Jongdae le había fijado el pelo hacia atrás sin que pareciera pegajoso por la laca, como siempre hacían las peluqueras a las que iba con su madre. El maquillaje era sutil, le daba brillo a su piel, y Joonmyun se preguntó cómo era posible que se hubiera mantenido fijo en su rostro cuando Jongdae lo había besado por todas partes.
-No mentías cuando decías que tienes muchos talentos -dijo Joonmyun, pasándose los dedos por las patillas para colocar los cabellos que se habían salido mientras estaba abandonado a los labios de Jongdae.
-Tampoco mentía cuando te dije que aún no has visto nada -respondió Jongdae, y le guiñó un ojo.
Joonmyun vio que Jongdae empezaba a recoger todos los productos y maquillaje que había traído con cuidado, procurando dejarlo todo exactamente como estaba. Joonmyun no era el único que sabía lo que podía pasar si Baekhyun se enteraba de esto. Cuando cerró el estuche, se dio la vuelta y Joonmyun vio la despedida dibujada claramente en su mirada; y de pronto se sintió agitado, no quería que Jongdae se fuera, no quería separarse de él. Sólo había una cosa que podía hacer y eso implicaba tener que dar muchas explicaciones a su madre y a su familia, porque ellos conocían a todos sus amigos y sería muy raro que Joonmyun apareciera de repente con alguien extraño para ellos, alguien que además no podía pasar más de cinco minutos sin tocarle la cintura, o cogerlo de la mano. Y le daba igual. Se dio cuenta de que no le importaba tener que dar explicaciones y no le importaban las discusiones que fueran a venir después de eso si después iba a tener ahí a Jongdae, con sus sonrisas gatunas (también se dio cuenta de que cada vez les tenía más cariño a esos rasgos felinos suyos, a pesar de que Joonmyun fuera más de perros).
-Jongdae... -comenzó Joonmyun, inseguro, porque lo que Jongdae le había ofrecido de momento era diversión, pasión, adrenalina, y lo que Joonmyun iba a poner ante él para esperar con el corazón en un puño que lo aceptara era compromiso, futuro, entrega. (Si le preguntaran a Baekhyun, diría que Joonmyun siempre se tomaba el If you like it then you should've put a ring on it demasiado en serio)-. ¿Te gustaría...? ¿Querrías ser mi acompañante en...?
Jongdae le tapó la boca con dos dedos, sin articular palabra. Cogió el maletín y su gorra, se acercó para darle un beso a Joonmyun que acabó en la comisura de sus labios y le dijo al oído:
-Así no sería divertido.
Entonces se alejó, sacándole la lengua a Joonmyun que no sabía si sentirse contento, confuso o con el corazón roto. Murmuró algo que ni siquiera él mismo entendió al escuchar a Jongdae decir «Adiós, señora Kim. Encantado de conocerla» y la puerta cerrarse.
Se sentó en la cama, mareado de pronto y con más ganas que nunca de olvidarse de la fiesta. Jongdae era como un rayo. Llegaba poderoso, imparable, recorría a Joonmyun con toda su fuerza eléctrica y después, simplemente, desaparecía, y lo dejaba preguntándose qué sería lo que lo había golpeado.
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-No consigo entenderlo -dijo Joonmyun, agitando un Martini y apoyando el brazo en el respaldo de la silla, en el salón de celebraciones-. Llega, y me besa, y entonces lo quiero invitar a venir aquí, conmigo, y me dice «¡pero eso no sería divertido!».
-Hay otras muchas cosas que yo no entiendo -le respondió Kyungsoo, sentado muy recto en la silla, bebiendo de su copa a tragos cortos-. Estás hablando de un chico que, según tú, se ha hecho pasar por sastre, maquillador, florista y asistente personal tuyo para entrar en tu propiedad. Me resulta incomprensible que no sintieras ni siquiera un poquito de ganas de llamar a la policía.
-Florista a tiempo parcial -respondió Joonmyun con un hipido, e inclinó la cabeza sobre el hombro de Kyungsoo-. Estoy muy triste.
-Y muy borracho, y ni siquiera ha empezado la cena -dijo Kyungsoo, mirándolo como si estuviera ideando cien formas diferentes de apartar la cabeza de Joonmyun de él sin tener que tocarla-. Te aplaudo.
Un quejido lastimero se escapó de entre los labios de Joonmyun y Kyungsoo se limitó a desnivelar un poco su hombro para que la cabeza de su amigo resbalara. Kyungsoo era el amigo preferido de Joonmyun, a pesar de que su trabajo lo mantuviera siempre tan ocupado. El padre de Kyungsoo era viejo amigo del de Joonmyun, y trabajaba para el Servicio de Inteligencia Nacional. El propio Kyungsoo había demostrado, a sus diecinueve años y por una curiosa casualidad, tener un talento innato para conseguir que cualquier sospechoso escupiera la verdad en un tiempo récord durante los interrogatorios. Ahora estudiaba Criminología para ser perfilista criminal, y a la vez ayudaba a su padre en las oficinas. Kyungsoo nunca le daba detalles de su trabajo, pero Joonmyun tampoco preguntaba. Podía hacerse una idea, y no quería tener que admitir que a veces Kyungsoo le daba un poco de miedo. Ese era el problema, que era adorable por fuera y mortífero por dentro.
-Tal vez lo que ocurre -empezó Kyungsoo, agitando un poco su copa y observando cómo las aceitunas giraban- es que sólo busca diversión. A veces no viene mal tener a una persona ahí con la que divertirte -dijo, y escaneó la habitación con los ojos mientras daba un trago.
-Eso no suena nada a ti -dijo Joonmyun, levantándose y dejando el vaso medio vacío de Martini en la bandeja de uno de los camareros-. Pero yo no lo quiero sólo para divertirme, Kyungsoo-yah, lo quiero también para que me abrace, y para que…
-En ocasiones me pregunto si es por mi trabajo que has decidido contarme todas esas verdades que no te atreves a contarle a nadie más, excepto a la que es probablemente la única persona que no quiere oírlas -cortó Kyungsoo, cogiendo con delicadeza una de las aceitunas y llevándosela a la boca. La capturó con los labios y la giró en su lengua antes de masticar-. Pues ve a por él y consigue lo que quieres. A veces hay que asfixiar un poco para obtener…
Joonmyun no lo escuchaba. Se había quedado mirando al camarero que acababa de recoger su copa como si hubiera visto un fantasma.
-Ese camarero… ¡es Jongdae! -exclamó-. Lleva el pelo arreglado, pero… ¡me ha tocado el culo al pasar!
-Ahora es camarero y pervertido -dijo Kyungsoo, con una sonrisa de medio lado-. Si quieres que llame a uno de los hombres de mi padre… Será todo muy discreto.
La cabeza de Jongdae se había perdido entre la marea de gente que charlaba en el hall del salón de banquetes durante el cóctel antes de empezar la cena, pero Joonmyun estaba seguro, era él.
Obtuvo todas las pruebas que necesitaba poco después, cuando Jongdae pasó tras él, una vez sentado en la mesa de la cena, y le rozó el cuello. Después, se inclinó sobre él para servirle agua y se le acercó tanto que Joonmyun casi sentía los puñales que Kyungsoo les lanzaba con la mirada. El colmo llegó cuando Jongdae fingió que algo se le caía bajo la mesa junto a Joonmyun y, cuando se metió debajo del mantel para recogerlo, Joonmyun sintió una mano que le acariciaba el muslo hasta la ingle y estuvo a punto de volcar sus tres copas ante la mirada perpleja de los señores Park, socios de su padre y, por tanto, socios suyos.
-Deberías relajarte un poco -dijo Kyungsoo, mirándolo con intención y acercándole la botella de Pinot Noir-. Toma, bebe más.
Joonmyun estaba muy agitado, eso no se podía negar, mientras buscaba a Jongdae por todo el salón. Kyungsoo también estaba peinando el salón con la vista, y Joonmyun le agradecía que fuera tan buen amigo por ayudarlo hasta que vio que al que seguía con la mirada era a Baekhyun, con su sempiterno auricular en la oreja y corriendo de un lado para otro. No preguntar. Esa era la clave de su amistad con Kyungsoo, no preguntar. Sin embargo, eso le ayudó a encontrar a Jongdae, que se iba tapando la cara con una bandeja cada vez que había posibilidad de entrar en el campo de visión de Baekhyun. Cuando lo vio salir hacia el hall, Joonmyun se levantó a toda prisa para seguirlo.
Lo alcanzó cuando estaba llegando a los servicios y lo acorraló contra la pared.
-¿También eres camarero, Jongdae? -preguntó Joonmyun, acariciando un lado de su cuello con la nariz, deslizando sus manos por los brazos de Jongdae, sólo cubiertos por una camisa blanca, hasta agarrarlo por las muñecas.
-Soy una caja de sorpresas, ¿eh? -respondió Jongdae, moviendo un poco las muñecas para intentar soltarse.
-No tienes que sorprenderme más -dijo Joonmyun, serio de repente, besándole la frente, la nariz-. No quiero que estés aquí como camarero, o como dios sabe qué otra cosa podrías inventarte; no tienes que…
-Hyung -cortó Jongdae, con urgencia-. Tengo… trabajo que hacer.
Joonmyun se separó para mirarlo a los ojos y apretó los labios al ver la expresión de Jongdae, deseoso de alejarse de él.
-No tienes que seguir engañándome con lo de tus trabajos, aunque admito que ha sido divertido, y curioso, pero…
Un empujón que no pretendía ser brusco de Jongdae lo separó de su cuerpo y Jongdae lo miró durante un rato, inexpresivo.
-En serio. Tengo un trabajo muy importante que hacer -le dijo-. Y tú deberías volver. Van a sacar la tarta y es tu gran día. No pueden hacerlo si no estás ahí.
Acto seguido se encerró en el baño, y Joonmyun volvió a quedarse solo en medio del pasillo, alcanzado por el rayo, sólo que esta vez había sido él mismo el que había salido a la cima de la montaña durante la tormenta, esperando la corriente.
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-Cuando dije lo de que la fiesta iba a parecer un funeral iba en broma -le dijo Baekhyun mientras lo llevaba al frente de la sala de baile, ante el escenario-. No tienes que poner cara de que se te haya muerto alguien.
-No estoy de humor, Baekhyunnie -contestó Joonmyun, y realmente no estaba de humor.
-Una pena, porque la fiesta está siendo un éxito. -Baekhyun dio una palmada para llamar la atención de los chicos que tenían que sacar la tarta-. Venga, que te he preparado una sorpresa, alegra esa... Mierda, viene Kris. Mira que es guapo, no lo niego, pero es tan insistente, y si nos ve… -Baekhyun murmuraba entre dientes, hablando para sí mismo, y de todas formas Joonmyun tenía la cabeza en otras cosas-. Se supone que estoy castigado, y nos matará a los dos… Ahora vengo.
Mientras Baekhyun se encargaba de que bajaran la luz, iluminando sólo con un foco el escenario, Joonmyun se quedó mirando un punto en el final del escenario. Se sentía apenado porque todo esto le importara tan poco, viendo cómo Baekhyun se esforzaba tanto porque todo saliera perfecto y él estaba demasiado ocupado apenándose porque Jongdae se empeñaba en no querer estar a su lado, siempre con juegos y engaños. A Joonmyun no le importaban los engaños porque había sido consciente de lo que eran desde el principio, pero no entendía por qué Jongdae seguía usándolos si habían sido un juego para llegar hasta él y ya hacía tiempo que habían surtido un claro efecto.
Entonces, Zhang Yixing empezó a tocar una suave música y todo lo demás quedó en silencio. Joonmyun tuvo que parpadear un par de veces para asimilar que quien estaba de pie en medio del escenario, vestido con un impecable esmoquin y mirándolo fijamente a los ojos en medio del resto de invitados, era Jongdae. Jongdae le guiñó un ojo antes de empezar a cantar Nothing Better, una canción que se había peleado por quitar cuando empezó a sonar en el coche de Joonmyun pero éste no le había dejado. Siempre había sido una de las canciones favoritas de Joonmyun, por ninguna razón en particular. Era simplemente una de esas canciones que escuchas en un momento dado y se cuela en tu interior sin esfuerzo, sin motivo, porque te gusta con toda pureza y nada más, así se lo explicó mientras la escuchaban en el coche y Jongdae golpeteaba contra la ventanilla como si fueran las teclas de un piano. Ahora Joonmyun podía tener un motivo para que esa canción fuera su favorita, porque sintió lágrimas que le escocían en los ojos, luchando por salir mientras observaba a Jongdae, que cantaba con toda el alma, sin fallar una nota, sin quitarle los ojos de encima.
-Es genial, ¿verdad? -dijo Baekhyun, a su lado.
-No sabía que también era cantante -murmuró Joonmyun, sin saber qué más decir. No quería perderse ni un segundo de la voz de Jongdae, de verlo así.
-¿También? Sólo es cantante, a no ser que me esté ocultando algo -respondió Baekhyun-. Aunque últimamente está actuando de manera un poco extraña… El caso es que sabía que te encantaría. Me dijo que había escogido la canción perfecta.
La voz de Baekhyun era apenas un murmullo a oídos de Joonmyun, que estaba hipnotizado por las notas de Jongdae, por sus ojos fijos en él, por su sonrisa y sus gestos al cantar. Recordaba el momento en que Jongdae había tarareado la canción en el coche, esa misma vez en que Joonmyun pensó que podía acostumbrarse a eso sin ningún problema, a tener a Jongdae en su vida por completo, cambiándole las emisoras de la radio y cantando en el asiento del pasajero y poniéndolo todo patas arriba. La canción terminó y salió la tarta, y mientras todo el mundo aplaudía, Jongdae murmuró un «Feliz cumpleaños, hyung» que sólo advirtió Joonmyun. Después todos empezaron a cantar Cumpleaños Feliz, y Joonmyun se vio abordado por docenas de personas que querían estrecharle la mano. Para cuando quiso buscarlo, Jongdae ya no estaba en el escenario.
La sala de baile se despejó y Joonmyun sentía que unas quinientas personas habían tocado sus manos, todas menos la persona a la que más necesitaba en ese momento. Acababa de llegar junto a Kyungsoo para preguntarle, pero éste vio de lejos sus intenciones y tenía la atención fija en otra cosa.
-Tu cantante-camarero-psicópata potencial está allí -dijo, sin apartar la vista de la esquina contraria del salón, donde Kris intentaba que Baekhyun bailara con él-. Ahora, si me disculpas, tengo asuntos de los que encargarme. No me gusta que toquen lo que es mío.
Joonmyun se acercó a Jongdae despacio, con Nothing Better aún resonando en la cabeza. El chico lo miraba con una sonrisa, la misma sonrisa felina con la que lo había conocido y lo había enamorado y Joonmyun no pensaba dejar que se alejara de su lado.
-¿Puedes ser mi pareja de baile? -dijo, extendiendo la mano-. ¿O de verdad eres un superagente internacional y tendrás que marcharte sin explicaciones de nuevo?
-¿A tu madre no le dará un infarto si nos ve? -preguntó, burlón.
-Estoy seguro de que el pequeño de los Byun estaría encantado de organizar su funeral.
Unos dedos fríos aceptaron los suyos, y Jongdae le pasó una mano por la cintura mientras el pianista, Zhang Yixing, seguía tocando melodías lentas y suaves.
-No soy superagente internacional. Sólo soy Kim Jongdae -respondió-. Cantante. Y ya está.
-Y mi pareja de baile, ahora. -Joonmyun sonrió-. Podrías haber fingido que también era tu trabajo y entrar arrasando en mi vida, como has hecho hasta ahora.
-Eso no habría sido nada divertido -replicó Jongdae, moviéndose con tanta torpeza como Joonmyun ante la música-. Lo divertido era conseguir que me lo pidieras tú.
Bailaron durante horas, empezaron moviéndose sin gracia con la cabeza apoyada en el hombro del otro y acabaron besándose contra la pared del salón cuando ya no quedaba música, ni invitados. Joonmyun lo sostenía como si fuera algo precioso, mucho más valioso que cualquiera de las joyas que le habían regalado en su vida. Salieron por el portón del salón de banquetes, dándose la mano y deteniéndose cada dos segundos para besarse de nuevo y Joonmyun se preguntaba por qué le importaba tan poco en aquellos momentos quién los viera, aunque supiera que iba a importarle mucho al día siguiente. Antes de entrar a su coche, a Joonmyun le pareció ver a Baekhyun, Kris y Kyungsoo entrando en la limusina negra de este último, pero Jongdae reclamó sus labios en cuanto se cerró la puerta del coche, y Joonmyun no pudo prestar atención a nada más.
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-No mentías con lo de que aún no había visto todos tus talentos -A Joonmyun le dolía un poco todo el cuerpo y a la vez nunca se había sentido mejor.
-Te lo dije -ronroneó Jongdae, cálido bajo la piel de Joonmyun-. Yo nunca miento.
-Oh, claro que mientes -contestó Joonmyun, incorporándose sobre un codo para mirarlo a la cara-. ¿Qué me dices de tu trabajo de sastre, florista, maquillador, camarero, cantante…?
-En realidad lo hacía porque me divertía ver tu cara -dijo Jongdae mientras se estiraba perezosamente en la cama de Joonmyun y las sábanas de seda apenas cubrían las marcas que habían dejado el uno en el otro-. Cuando te sorprendías al verme, era tan divertido… Y bueno, te dije que tenía intención de que nos viéramos más veces, y si la oportunidad no surgía, tenía que hacerla surgir yo…
Joonmyun coló una mano bajo las sábanas y empezó a acariciarle la cara interna de los muslos para hacerlo callar.
-No me engañaste ni por un momento, lo sabes, ¿verdad? -dijo Joonmyun, admirando cómo Jongdae cerró los ojos y se mordió el labio cuando Joonmyun recorrió la longitud de su miembro con el dedo índice.
-Eso también era divertido -respondió Jongdae, levantando una mano para acariciar la mejilla de Joonmyun y levantando las caderas para sentir más fricción-. Ver cómo sabías que todo era un engaño y aún así, esperabas que siguiera apareciendo… Podría seguir jugando a interpretar papeles para ti, si eso te gusta -Joonmyun aceleró el ritmo de su muñeca bajo las sábanas, lo justo para que la respiración de Jongdae también se acelerara y pudiera deleitarse en ver cómo le costaba más hablar-. Podría ser tu… sirviente, tu asistente personal… tu mascota, tu esclavo…
-Puedes ser lo que tú quieras -murmuró Joonmyun, besando el cuello de Jongdae mientras se colocaba encima de él y deslizaba los dedos de la mano izquierda por sus costillas para sentir cómo el chico se removía bajo su cuerpo porque le hacía cosquillas- siempre que seas mío.
Jongdae inclinó la cabeza hacia atrás, dejando más piel al descubierto para que el otro la besara y presionando su muslo contra la creciente erección de Joonmyun, preparado para una segunda ronda.
-No hay nada mejor.
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nothing better, nothing better, than you~~