Joonmyun lo cogió de la mano y tiró de él hacia el pasillo que llevaba a los baños. «En fin, al menos sé que aquí los baños están limpios y que no vamos a coger ninguna enfermedad…», iba pensando Jongdae, deseando sentir la boca de Joonmyun contra su piel, pero antes de que llegaran a cruzar del todo el pasillo vieron algo que los hizo detenerse en seco.
Ya había dos personas ahí cuyas bocas estaban explorando la piel del otro. Jongin tenía la espalda apoyada contra la pared y la cabeza echada hacia atrás, con la boca entreabierta a medio suspiro o a medio gemido, Jongdae prefería no pensarlo, porque quien estaba lamiendo su clavícula, con las manos aferradas a sus caderas, era Kyungsoo.
-¿¡Kyungsoo!? -exclamó Jongdae, sin poder evitarlo, a la vez que Joonmyun decía «¿¡Jonginnie?!» con tono incrédulo.
Como si le hubiera dado una descarga eléctrica, Kyungsoo se separó inmediatamente del chico moreno, que esta vez sí soltó lo que era claramente un gemido de fastidio, y Jongdae no sabía qué era más increíble, si que el deseo que los embargaba hacía un minuto a Joonmyun y a él se hubiera disipado por completo, o que Kyungsoo estuviera en el pasillo de un pub besando a un chico, o la idea que empezaba a formarse en su cabeza. «Jongin es mi alumno, como tú de Joonmyun…».
-No puede ser -murmuró Jongdae, y Kyungsoo lo miró como un animal acorralado durante un segundo, pero enseguida se irguió y se volvió a acercar un poco a Jongin, porque intentar negar lo que habían visto claramente era perder el tiempo y Kyungsoo odiaba perder el tiempo.
-¿No puede ser el qué? -preguntó, y Joonmyun aún estaba al lado de Jongdae, intentando asimilar por qué los dos primeros botones de la camisa de Jongin estaban abiertos.
-¿Tú eras el anónimo? -exclamó Jongdae, porque desde que se lo contó a Joonmyun olvidaba muy a menudo que lo ideal era que su identidad secreta como ChenChen siguiera siendo secreta. Los ojos de Kyungsoo se abrieron como platos y volvió a ponerse a la defensiva al instante.
-¿Cómo...? ¿Cómo sabes tú eso? -preguntó, con voz grave.
Jongdae malgastó segundos en intentar que se le ocurriera una excusa, pero al final concluyó que su vida habría sido mucho más fácil desde el principio si todos sus allegados sabían que él era ChenChen.
-Porque fui yo el que te contestó, fui yo el que te dijo que fueras un poco más evidente para que tu alumno se lanzara -explicó Jongdae, y reparó en que nunca había hablado con Joonmyun de eso-. Porque creía que... era Joonmyun-hyung el que lo había enviado.
Joonmyun lo miró, sorprendido, pero en esos momentos había tantas cosas que lo sorprendían que no parecía que su gesto hubiera cambiado en absoluto.
-Tú eres ChenChen -dijo Kyungsoo, y con ese tono, Jongdae no estaba seguro de si era una pregunta o una afirmación-. ¿Pero Chanyeol me dijo que Baekhyun le había dicho que era alguien ajeno a la universidad?
-¡¿Y desde cuando confías en lo que dice Baekhyun?! -preguntó Jongdae, y aunque sentía que la mirada de Kyungsoo era una amenaza de muerte, se echó a reír.
-¿Podemos salir del pasillo de los baños? -propuso Joonmyun-. Quiero hablar con Jongin un momento.
Kyungsoo miró a Jongin un segundo y sus ojos se suavizaron, pero enseguida volvió a clavarlos en Jongdae, duros como el acero.
-Voy a decirle a Soojung que tenemos que irnos -dijo, y luego, con un suspiro, volvió a mirar a Jongin-. De todas formas, la fiesta ya se ha acabado.
Kyungsoo empezó por estar furioso, primero con Jongdae y Baekhyun porque «se supone que somos amigos, aunque a veces tenga un palo preparado para pegaros cuando os ponéis pesados sólo lo digo de broma, estas son las cosas que los amigos se cuentan…», pero Jongdae replicó que por qué no había recurrido a ellos desde el principio en lugar de a ChenChen, y entonces su enfado se redujo al hecho de que lo hubieran interrumpido cuando estaba besando a su novio. Vaciló un poco antes de decir la palabra «novio», y Jongdae estuvo a punto de reírse, pero sabía que era mejor no tentar a la suerte.
Jongin y Joonmyun iban detrás de ellos. Jongin hablaba en susurros, mirando al suelo, y Joonmyun se limitaba a escuchar.
Sin darse cuenta, caminaron (Jongin y Joonmyun caminaron, mientras que Jongdae se esforzó por mantenerse al nivel de las zancadas iracundas de Kyungsoo) hasta el dormitorio de Jongin y Kyungsoo.
-Espero que sepas que si te vas de la lengua con Baekhyun -le advirtió Kyungsoo, y su mirada era una amenaza de muerte- me aseguraré de que no te quede lengua de la que volver a irte.
-¡Tu secreto está a salvo conmigo! Política de ChenChen -le aseguró Jongdae, con una mano levantada en señal de juramento, y Jongin se acercó a Kyungsoo por detrás, bostezando.
Los ojos de Kyungsoo se suavizaron un instante al mirarlo y enseguida los volvió a clavar en Jongdae, no tan acerados como antes.
-De todas formas da igual, me pondrá nervioso como siempre y me lo acabará sonsacando. -Jongin, que sólo había abierto la boca para bostezar, volvió a hacerlo y lo cogió de la mano, y Kyungsoo resopló-. O se lo diré yo, al fin y al cabo, ¿dónde está el problema?
-Exacto. Puedes aprovechar la ocasión cuando intente interrogarte sobre por qué no lo has invitado a él a la fiesta -dijo Jongdae, y apoyó un brazo sobre el hombro de Joonmyun.
-No habría ido con él ni aunque fuera la última persona sobre la Tierra -sentenció Kyungsoo, pero estaba sonriendo.
-Tú díselo. Más vale fuera que dentro, además ¿quiénes son los que están emparejados y quién es el que tiene a su campeón del LoL como única compañía?
-Más vale fuera que dentro -repitió Kyungsoo, mirándolo con una ceja enarcada-. Quién eres y qué has hecho con el Jongdae que yo conocía...
-Sabes que soy experto en darle consejos a la gente que no me puedo aplicar a mí mismo -dijo Jongdae, fingiendo pesar. Por alguna razón, estaba de muy buen humor.
Kyungsoo le sonrió y se dio la vuelta para abrir la puerta.
-En fin, nos vamos -dijo, tirando de la mano de Jongin-. Y tú también deberías volver al dormitorio. Estarán a punto de cerrar.
Jongdae miró su reloj, y era cierto que sólo llegaría a tiempo si se daba mucha prisa, pero Joonmyun y él se despidieron de los otros dos y echaron a andar con calma.
Las calles estaban repletas de estudiantes que volvían de fiesta o que salían en ese momento. Ahora que la cerveza ya se había asentado en su estómago y que el zumbido en sus oídos se había disipado, Jongdae descubrió que se moría de hambre, así que pararon en el tenderete donde vio el ddeokbokki que más apetitoso parecía y compró una ración doble.
-¿Tienes mucha prisa? -preguntó Joonmyun de repente, cuando estaban a un par de manzanas de su dormitorio, y pinchó un trozo de ddeok de la pequeña bandeja-. Bueno, sé que te van a cerrar las puertas pronto, pero me apetece pasear.
Jongdae lo miró un instante, mientras masticaba, y el aspecto pensativo y agobiado de Joonmyun que sólo había perdido de vista cuando estaba a punto de besarlo, en la fiesta, se volvía a ver claramente en su rostro.
-Claro -dijo, y se cambió la bandeja de mano para pasarle un brazo por los hombros y subir la calle estrecha paralela a la que llevaba a su dormitorio-. Puedo aprovecharme un poco de Baekhyun, le pediré que me abra la puerta.
Subieron la cuesta hasta un parque diminuto que había al final de la calle, donde sólo había cuatro bancos que formaban un círculo. Había una sola pareja allí, sentada en uno de los bancos, pero se levantaron y se marcharon en cuanto los vieron llegar.
-¿Por qué no habrán dicho nada? -preguntó Joonmyun tan pronto como se sentó.
-¿Sobre qué? -preguntó a su vez Jongdae, tras comerse el último pedazo de ddeokbokki-. ¡Ah! ¿Sobre lo de Kyungsoo y Jongin?
-Sí -dijo-. Sobre todo Jongin, ¿por qué no me dijo nada, sabiendo que yo también...?
-Apenas conozco a Jongin, pero me puedo hacer una idea -respondió Jongdae, riendo-. ¡Precisamente porque sabe cómo eres! Si te hubiera dicho algo habrías empezado a intentar emparejarlos y a lanzar indirectas y bromas, y Jongin parece de los que preferirían que la tierra los tragara antes que verse en esa situación.
El gesto de Joonmyun se iluminó un poco con su sonrisa.
-Sí, algo parecido ha dicho él -murmuró-. ¿Tantas bromas hago?
-Las haces, hyung, sin mala intención, pero las haces -le confirmó Jongdae, apretando la mano que tenía sobre su hombro-. Me sorprende mucho más lo de Kyungsoo.
-¿Que le guste un chico?
-No... Bueno, sí me sorprende un poco eso, sé que ha tenido novias, incluso -reflexionó-. Pero dejando eso aparte, es el hecho de que haya enviado un anónimo a ChenChen... No sé explicártelo, pero ninguno de nosotros habría creído jamás que Kyungsoo fuera el que lo había enviado. Tengo miedo de lo que ocurrirá si Baekhyun se entera y se le ocurre empezar a tocarle las narices. Va a llegar la sangre al río, seguro.
Joonmyun no dijo nada más. Aún sonreía, pero seguía pareciendo desanimado, y Jongdae no conseguía entender por qué. Lo de Jongin no era tan grave, se trataba simplemente de otro chico inseguro que no sabía cómo salir del armario, ni cómo lidiar con sus sentimientos, ni a quién recurrir; Joonmyun debería comprenderlo mejor que nadie.
-No te preocupes por lo de Jongin. Hay personas que somos así, contamos las cosas cuando nos sentimos preparados, y eso puede llevar tiempo. Ya sabes que no se trata de ningún problema de confianza en ti, ni nada por el estilo, así que no le des más vueltas. Yo, desde luego, no le voy a echar nada en cara a Kyungsoo -dijo, esperando que eso aliviara la inquietud de Joonmyun, pero este se limitó a asentir con la cabeza, como si siguiera pensando sin parar en algo. Jongdae prácticamente podía oír los engranajes de su cerebro girando a toda velocidad-. Hyung, ¿puedo hacerte una pregunta?
-Ya la has hecho -bromeó Joonmyun, y Jongdae fingió que lo estrangulaba mientras él se reía por fin, aunque fuera de su propia broma-. Claro, dime.
-¿Por qué recurriste tú a ChenChen? -preguntó-. Quiero decir, podrías haberlo hablado con Jonghyun, o con Sunyoung, ¿no?
Joonmyun alzó la cabeza para mirarlo, serio de nuevo, y se mordió el labio, pensando durante unos instantes antes de contestar.
-No lo sé -respondió por fin-. Tenía miedo de que me juzgaran, tenía miedo de lo que podía llegar a ver en sus caras cuando se lo dijera. Después quedó claro que fui un idiota por tener ese miedo, pero nunca puedes estar seguro, ¿no? -Jongdae asintió, y Joonmyun continuó-. Así que supongo que en ese momento me pareció que lo más lógico era empezar por alguien no tenía cara, que no estaría delante de mí, al que no tenía que enfrentarme si las cosas iban mal porque ya tendría bastantes de esos después. No me equivoqué, y al fin y al cabo, aunque en aquel momento me sintiera un poco estúpido, no me arrepiento de que tú fueras la primera persona en saberlo. Aunque...
-¿Aunque? -le urgió a continuar.
-No sé cómo me atreví a contarte las cosas que te contaba -explicó-. Y no sé cómo me atreví después a querer conocerte en persona. Me asustaba pensar en la opinión que te hubieras formado sobre mí, cuando sólo sabías de mis problemas y de mi inseguridad, y después de todo, me sigue asustando a veces. Que tengas dudas sobre lo que siento y eso te haga sentir mal.
-No seas tonto -dijo Jongdae, poniéndole los dedos bajo la barbilla para hacer que lo mirara a los ojos-. ¿Es eso lo que te preocupa tanto? Tú me dijiste que estabas «doscientos por cien» seguro, ¿no te acuerdas? Y yo confío en ti.
-Esto... no se parece a nada que haya sentido antes, con nadie, Jongdae -dijo, sosteniéndole la mirada, sin luchar contra el agarre de Jongdae en su mentón-. Yo no me siento como antes, no pienso como antes. Y lo que siento por ti no va a cambiar.
-No puedes saber si cambiará o no... -respondió Jongdae, aunque en su fuero interno también le daba vueltas a la fantasía de crecer junto a él, como cualquier joven enamorado, y le pasó los pulgares por las mejillas-. Pero basta con que, por el momento, ambos seamos felices. Así que deja de preocuparte por lo que ya ha pasado y no tiene importancia, y de portarte como si tuvieras una nube de tormenta encima de la cabeza como en los dibujos animados, y sonríeme.
Bajó los pulgares hasta las comisuras de la boca de Joonmyun y tiró de ellas para forzarle una sonrisa, y Joonmyun arqueó las cejas, pero cuando lo soltó, la sonrisa siguió en su rostro. Joonmyun lo cogió de la mano, aduciendo que era muy tarde, y tiró de él para volver al dormitorio. Parecía más animado.
-¿Estás menos preocupado ahora? -preguntó, cuando llegaron a la puerta del dormitorio. Ya estaba cerrada, claro, y el guarda tampoco estaba en su cabina.
-Estoy bien -respondió Joonmyun, y tras mirar a su alrededor para asegurarse de que no había nadie, lo besó despacio.
Sin embargo, Jongdae vio en sus ojos que lo que fuera que preocupaba a Joonmyun en realidad no tenía nada que ver con Jongin, y tampoco se trataba sólo de miedo a que Jongdae tuviera dudas de sus sentimientos por él. Era algo que por ahora había conseguido adormecer pero que seguía ahí, y parecía que ahora las tornas hubieran cambiado y fuera Joonmyun el que no sabía cómo explicar con palabras lo que sentía. Jongdae sabía que era mejor contar las cosas cuando uno estaba preparado, así que por el momento, le valía con ese beso.
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En un mundo ideal, los primeros días del semestre deberían ser tranquilos, para explorar las materias que iban a estudiar y conocer a nuevos compañeros, pero en el mundo real, apenas habían pasado dos semanas de clase y Jongdae ya tenía tres trabajos pendientes de entrega para tres de sus asignaturas obligatorias, por no hablar de Escritura Creativa.
-Yo no quiero dudar de la salud mental del profesor Lee, en serio -se quejaba, y Joonmyun dejó de escribir y lo miró por encima del papel con una sonrisa mientras removía su americano-. Pero ¿qué persona en su sano juicio manda como deberes describir con la máxima profundidad posible la textura de nuestra manta favorita? ¿Y encima dice que es un «simple ejercicio de calentamiento»?
-A nosotros nos mandó lo mismo el curso pasado, pero con una cama deshecha en lugar de la textura de una manta -explicó Joonmyun, y guardó sus propios folios para centrarse en los de Jongdae. Jongdae había echado de menos estar con él en la cafetería, hablando sobre escritura, porque era muy evidente que era un tema que Joonmyun disfrutaba como ningún otro-. No te preocupes, se nos ocurrirá algo. ¿Has hablado con él sobre tu trabajo del semestre pasado?
-Sí, he ido con él al despacho -respondió, y apoyó los codos en la mesa para mirar fijamente a Joonmyun. En la semana siguiente a su conversación tras la fiesta, Joonmyun parecía más feliz, pero seguía estando obviamente agobiado, y se notaba en sus mejillas que había perdido algún kilo, como ya sabía que le pasaba cuando estaba nervioso. Cuando Jongdae le preguntó, le había dicho que era su último semestre en la universidad, que además de todas las asignaturas que llevaba, el plazo de su trabajo de fin de carrera se acercaba y había mucho ajetreo en el Consejo. No quería presionarlo, así que no volvió a preguntar a pesar de que sabía que había algo más-. No me ha dejado quedarme el original, pero me lo ha enseñado y me ha explicado todos los detalles y todas sus anotaciones. En resumen, ha dicho que a pesar de que el ritmo del desenlace flojeaba para su gusto, «tendría que haberse dado un golpe muy fuerte en la cabeza para ponerle menos de una B+».
-¿Ves? -dijo Joonmyun, orgulloso-. Justo lo que yo dije.
-Sí, palabra por palabra... -dijo Jongdae, y lo miró con las comisuras de los labios curvadas hacia arriba-. ¡Hasta tengo miedo de que lo hayas sobornado o algo! No serás de la mafia de verdad, ¿no? ¿Algún tatuaje del que deba saber?
Joonmyun rozó el cuello de su camisa y lo enderezó despacio mientras lo miraba con una ceja enarcada y una sonrisa pícara, como sabía que tenía que hacer para que Jongdae sintiera un cosquilleo en la nuca y calor en las orejas, encantado de seguirle la broma.
-¿Por qué no intentas averiguarlo? -dijo, tocándose el primer botón.
Jongdae se atragantó con el café y su risa se mezcló con una fuerte tos.
-Hyung -bufó, y Joonmyun rio con él mientras le daba palmadas en la espalda.
Jongdae no deseaba menos a Joonmyun de lo que lo había deseado la noche de la fiesta, al contrario. Cada vez que estaba con él y que Joonmyun le tocaba el brazo, o la pierna, o se limitaba a respirar en su dirección, Jongdae se sentía como si alguien le estuviera prendiendo fuego, y se moría de ganas de sentir cómo la piel fría de los dedos de Joonmyun despertaba escalofríos por sus costados desnudos, de tener los brazos de Joonmyun en torno a su cintura sin ninguna camiseta de por medio, estrechándolo y acercándolo más y más a su cuerpo. Sin embargo, por desgracia, no tenían ningún lugar donde hacerlo.
Desde su salida al río Han, Joonmyun había evitado que Jongdae se acercara a su casa como si ésta fuera zona de cuarentena. Jongdae era lo suficientemente observador como para darse cuenta de que el problema de Joonmyun tenía algo que ver con su madre, que casi siempre estaba en casa, así que tampoco lo propuso. En su habitación siempre estaba Baekhyun, y el único otro sitio que les dejaba intimidad era el noraebang habitual, pero Jongdae se negaba a tener ese tipo de intimidad en un noraebang, lógicamente, así que sólo le quedaba una opción.
-Eh, Baekhyunnie -dijo un lunes por la noche, mientras revisaba el buzón de ChenChen desde el portátil.
Baekhyun sólo se quitó la parte izquierda de los cascos para hacerle saber que lo escuchaba, pero no apartó la mirada del ordenador.
-Dime.
-¿Tienes algún plan esta semana?
-¿Plan? -dijo Baekhyun, y presionó el ratón a toda velocidad con la lengua entre los dientes durante unos segundos antes de continuar-. No que yo recuerde. ¿Por? ¿Tenía algún plan contigo y se me ha olvidado?
-¡No, no es eso! -le aseguró Jongdae-. Es que Joonmyun está algo estresado últimamente, y había pensado que podríamos...
-¿Hacer algo para que se divierta? Por mí perfecto. -Jongdae sabía que Baekhyun y él tenían ese tipo de amistad del que hablan en las películas en la que uno termina las frases del otro, pero a veces podía llegar a ser muy irritante-. Pero no querrás ir a Lotte World, ¿no? Porque he visto unos cupones de descuento por tu escritorio, y sabes que yo prefiero Everland mil veces.
-No, Baekhyun, lo que había pensado es que podríamos pasar algo de tiempo solos -dijo, y con indirectas tan leves no iba a conseguir que lo entendiera, así que pasó a la carga-. Para hacer cosas que... no quieres ver.
Sólo entonces se quitó Baekhyun los cascos del todo y se giró lentamente, con su sonrisa más rectangular en la cara.
-Con que cosas que no quiero ver -dijo, y meneó las cejas.
-Si quieres verlas, en serio, prefiero no saberlo -rogó Jongdae.
-Ugh, no, no -se apresuró a negar Baekhyun-. Pero... aleluya. ¿Cuándo?
-Pues... ¿no sé? No he pensado en eso aún -dijo, porque una cosa era pensar en hacerlo y otra cosa ponerle una fecha fija a algo así-. Pero supongo que algún día de esta semana.
-El compañero de habitación de Chanyeol pasará la noche fuera mañana -dijo Baekhyun-. Supongo que querrá hacer sus propias cosas con su novia, pero él no tiene la cara de echar a su compañero de la habitación, ah, algunos tienen más suerte que otros...
-¿Mañana? -exclamó Jongdae, ignorando las pullas de Baekhyun-. Eso es ya...
-Mejor para ti, ¿no? -dijo, y se puso de pie.
-¿Adónde vas?
-A comentárselo a Chanyeol. Si me llevo el portátil podríamos hacer un LoL-fest... ¡Pero antes de que venga Joonmyun mañana, esconde estas sandalias, hazme el favor! -exclamó Baekhyun, señalando el lugar donde estaban con un gesto desdeñoso. Abrió su armario antes de salir y le tiró algo a la cara a Jongdae, que tuvo que levantar la mano a toda velocidad para que no le golpeara-. ¡Y no te olvides de usar eso!
Baekhyun cerró la puerta tras guiñarle un ojo, y Jongdae se quedó sentado en la cama, mortificado, dándole vueltas a mil excusas con las que atraer a Joonmyun a su habitación sin que su propósito fuera demasiado evidente, y con un preservativo de fresa en la mano.
-Pasa, hyung.
Era la primera vez que Joonmyun entraba en su habitación, y no tenía ninguna vergüenza con respecto a la limpieza y el orden porque sabía de buena tinta que Joonmyun tenía tal montaña de ropa en la silla de su habitación que podría pasar por una persona, pero aún así había despejado la cama y su escritorio.
Echó un vistazo al cajón que había en su escritorio, donde había dejado la pequeña botella que Kyungsoo le había dado esta mañana, cuando habían quedado todos para comer. Se lo había llevado aparte con la excusa de que lo ayudara a servir agua para todos, mientras Chanyeol y Jongin se reían a gritos por algo. Jongdae admiraba a Kyungsoo por cómo había lidiado con lo de contarles a todos que estaba con Jongin: simplemente había empezado a aparecer con él cuando quedaban para comer o cenar, y no le daba ninguna vergüenza darle la mano en público, mirarlo con cariño o besarle la sien cuando Jongin bebía mucha cerveza y apoyaba la cabeza en su hombro, soñoliento. Baekhyun los había mirado la primera vez con la boca tan abierta que Kyungsoo podría haber metido el puño entero dentro, luego miró a Jongdae, los señaló a ambos en silencio y volvió a mirarlos boquiabierto. Ahí se acabó todo. Mientras que Jongdae iba de puntillas con sus secretos por miedo a cómo pudieran reaccionar los demás, sobre todo las personas que le importaban, Kyungsoo hacía una bandera de ellos y miraba al resto desafiante, como si los retara a que le dijeran que estaba equivocado o que tenían algún problema con lo que sentía.
«Baekhyun me ha dicho que lo has echado esta noche porque tienes pensado hacer cosas con Joonmyun», le había dicho en voz muy baja, mirando al vaso que estaba llenando, mientras Jongdae rezaba a todos los dioses que conocía por que se lo tragara la tierra ahí mismo. «También me ha dicho que te ha dado un condón de fresa, como era de esperar con la poca clase que tiene, y he pensado que tal vez esto no se te hubiera ocurrido». Apoyó el vaso en la máquina y se sacó algo del bolsillo que guardó en el Jongdae rápidamente. «Me lo agradecerás». Jongdae sólo la sacó cuando Baekhyun ya se había marchado tras desearle «suerte, campeón», y leyó que se trataba de lubricante. Jongdae hundió la cara en la almohada, esperando asfixiarse por la vergüenza y los nervios.
-¿Me siento aquí? -dijo Joonmyun, señalando la cama.
-Si no tienes que hacer nada que requiera escribir puedes ponerte ahí, claro -dijo Jongdae, y se sentó en la silla. Joonmyun había venido a su habitación a estudiar, porque seguía hablando de cuánto trabajo tenía, así que Jongdae le había propuesto hacerlo allí, más tranquilamente.
Joonmyun levantó un libro grueso y lo agitó en el aire antes de ponérselo en el regazo.
-Sólo tengo que leer -explicó, y luego señaló la cama al otro lado de la habitación-. ¿Y Baekhyunnie, por cierto?
-Va a estar fuera esta noche, con Chanyeol, haciendo un festival de un juego online, o algo así me dijo -contestó Jongdae, y tragó saliva-. Puedes quedarte aquí a pasar la noche si quieres, por si... terminamos tarde.
Joonmyun lo miró un momento con una media sonrisa, como si Jongdae llevara las intenciones escritas en la cara, pero no comentó nada al respecto.
-De acuerdo -dijo, sonriendo-. Voy a avisar a mis padres.
Salió al pasillo para llamar por teléfono y cuando volvió casi diez minutos después, tenía el ceño fruncido, pero lo forzó a desaparecer en cuanto cerró la puerta.
-Me quedaré -le dijo tras sentarse en la cama de nuevo, y abrió su libro.
Ya era noche cerrada. Jongdae llevaba horas intentando entender y asimilar sus apuntes de Historia de la Propaganda, pero su mente estaba en otro lado y no paraba de mirar de reojo a Joonmyun, que leía con los labios apretados.
-Hyung, ¿qué vas a hacer en Chuseok? -le preguntó, porque ya había leído la misma frase ochenta veces y seguía sin poder concentrarse en absoluto. Joonmyun levantó los ojos del libro, algo desconcertado.
-Pues... nada especial, la verdad. Estar en casa, con mi familia, creo que mi hermano vendrá a comer el primer día, pero ya está. ¿Y tú?
-Volveré a casa mañana por la tarde, para poder ayudar a mi madre a preparar los pasteles de arroz para el Charye, e iremos al cementerio a limpiar las tumbas para la visita al día siguiente, porque quería hacerlo la semana pasada pero le prohibí que lo hiciera sola -le explicó.
-Nunca te he preguntado dónde vive tu familia.
-En Siheung -respondió Jongdae-. ¿Has estado alguna vez? -Joonmyun negó con la cabeza-. Mi hermano ha cogido el viernes libre, así que se quedarán hasta el domingo. Él, su mujer y mi sobrina también vendrán mañana, espero. Hana adora preparar pasteles de arroz.
-¿Seguís las tradiciones de Chuseok? -preguntó Joonmyun.
-Para mi madre es prácticamente ley -dijo Jongdae, sonriendo-. Creo que es porque siente que en Chuseok es cuando todos estamos realmente juntos. Además, le encanta vestir a Hana con su hanbok nuevo, ahora que Jongdeok y yo ya nos vestimos solitos.
Jongdae se mordió el labio. Sabía cuándo adoraba su madre tener niños en casa, y sabía que probablemente estaba esperando impaciente a que llegaran los nietos que Jongdae le daría...
-Hace años que mi madre no prepara songpyeon -dijo Joonmyun, pasando un dedo por el lomo del libro.
La silla hizo ruido al arrastrar sobre el suelo cuando Jongdae se levantó para ir a sentarse junto a Joonmyun.
-¿Qué lees? ¿Es interesante?
-Estamos estudiando la literatura del siglo XVII -le dijo Joonmyun, y Jongdae apoyó la cabeza sobre su hombro tras quitarle el libro de las manos-. Es... complicado de leer, pero es entretenido, sí. A pesar de lo enrevesado que es todo, comprendo la idea de la novela en general, y aún estoy intentando asimilar cómo se desarrollan algunos de los conflictos internos del personaje... Lealtad, amor y respeto filial -dijo.
Su voz sonó amarga, como si esos conflictos lo tocaran de muy cerca. Jongdae también podía identificarse con ellos sin tener que esforzarse demasiado.
-¿Te gusta la literatura clásica? -dijo Jongdae, que no era especialmente aficionado, mientras hojeaba el libro.
-Ya me he acostumbrado a leerla, por las clases. La verdad es que me ha inspirado en bastantes ocasiones para escribir, así que intento leer todas las novelas clásicas que nos recomiendan en clase. Aunque para leer por placer, prefiero leer manga -dijo, con una risita-. Pero hace bastante que no tengo tiempo de leer. Nos están mandando mucho trabajo, y apenas tengo tiempo de pensar...
Jongdae se incorporó y lo miró sin decir nada. La mirada que Joonmyun le devolvió fue interrogante pero intensa, enmarcada por unos párpados ligeramente oscuros. Sus pupilas se desviaron un momento hacia los labios de Jongdae, apenas un segundo, pero Jongdae aprovechó la oportunidad y lo besó.
-Es hora de tomarse un descanso -dijo, sin aliento, y fue dejando un rastro de besos por la mandíbula de Joonmyun hasta llegar a su cuello, a la piel debajo de su oreja.
Joonmyun soltó una risita que vibró en su garganta y que Jongdae sintió en los labios.
-¿Por qué me da la impresión de que has montado toda la reunión de estudio sólo por este descanso? -murmuró, y lo cogió del brazo para tirar de él. Jongdae pasó una pierna por encima de las suyas y se sentó sobre su regazo. Las manos de Joonmyun fueron directamente a sus caderas, que Jongdae movió hacia adelante, involuntariamente. Cuando las presionó contra el abdomen de Joonmyun, este alzó las cejas y levantó las manos, colándolas por debajo de la camiseta de Jongdae-. Y de que tu concepto de «descanso» difiere un poco del mío...
Apretó las yemas de los dedos contra la piel de Jongdae y las palabras estaban de más, porque también podía sentir en su muslo la erección de Joonmyun, que lo deseaba tanto como él mismo.
-Deja de pensar tanto, hyung.
Se quitó la camiseta y Joonmyun elevó las manos, le acarició las clavículas, los hombros desnudos, se inclinó hacia delante para atrapar con los labios un pezón y Jongdae suspiró cuando la lengua de Joonmyun lo rozó, porque quería ir despacio, disfrutar cada segundo, pero todos sus sentidos estaban al límite. Se separó de Joonmyun, bajó de la cama y lo cogió de la mano para que él también se pusiera en pie. Joonmyun se dejó quitar la camisa, que Jongdae desabotonó con dedos temblorosos, y cuando Jongdae llevó las manos hasta la cremallera de sus pantalones, no lo detuvo, pero le preguntó:
-¿Estás seguro, Jongdae?
-Doscientos por cien -se limitó a responder él, y bajó la cremallera y los pantalones tan rápido que a Joonmyun se le volvió a escapar una risita.
-De acuerdo -dijo, y le puso una mano en la mejilla para besarlo. Su cuerpo se pegó al de Jongdae y sentir su piel desnuda contra su pecho hizo que Jongdae suspirara de nuevo. Un brazo de Joonmyun rodeó su cintura, como llevaba tanto tiempo deseando que hiciera, pero le parecía que nunca iba a estar lo suficientemente cerca. Cuando se libraron de la ropa, volvieron a tumbarse en la cama y momentos después, Joonmyun dejó de morderle el labio inferior de repente-. Pero... no he traído...
-Tengo todo lo que podemos necesitar -murmuró Jongdae, mientras le besaba la cara interna de la muñeca-. Está en el cajón de mi escritorio.
Joonmyun sonrió, una sonrisa plena, que mostraba todos sus dientes blancos.
-Así que este descanso sí que estaba totalmente planeado... -dijo, y se levantó para abrir el cajón. Jongdae lo siguió con la mirada. Su piel era suave y blanca, era delgado pero fibroso, y esos labios rosas sobre su piel le provocaban sensaciones que jamás podría describir con palabras, por mucho que lo intentara. Joonmyun volvió a tumbarse sobre él, y Jongdae separó las piernas para que pudiera colocarse en medio. El corazón le latía tan fuerte que estaba seguro de que Joonmyun podía ver su pecho subir y bajar a toda velocidad-. ¿Fresa? -preguntó, con una sonrisa traviesa y la mirada incrédula.
-No preguntes -resopló Jongdae, y Joonmyun siguió por donde lo había dejado, besándolo por todas partes.
Fue descendiendo a besos por su pecho, le mordió debajo del ombligo y le arrancó un gemido cuando lamió la punta de su miembro.
-Hyung... -jadeó, y Joonmyun envolvió su erección con los dedos, acariciando la punta con el pulgar.
Pronto su boca sustituyó su mano, y Jongdae gimió más fuerte y hundió los dedos en su pelo rubio cuando tocó el final de su boca. Sus caderas estaban tan descontroladas que Joonmyun tuvo que sujetarlas con una mano, y para sorpresa de Jongdae, la otra empezó a acariciar su entrada. Respiró hondo para no tensarse y se mordió el labio para no gritar cuando un dedo de Joonmyun, cubierto de lubricante, entró despacio en su interior. Joonmyun se separó de él para mirarlo a los ojos. Tenía los labios y las mejillas enrojecidos, y los ojos le brillaban.
-Si quieres que pare, dímelo... -Antes de que terminara de decirlo Jongdae ya estaba negando con la cabeza, y Joonmyun sonrió mientras le acariciaba el muslo y añadió, muy poco a poco, un segundo dedo-. ¿Te duele?
-No -respondió, y Joonmyun lo besó, para distraerlo-. No, estoy bien.
Al principio era una sensación muy incómoda, y Jongdae sentía una fuerte quemazón cada vez que Joonmyun movía la muñeca, pero minuto a minuto iba acostumbrándose y no era nada que no pudiera soportar. Además, Joonmyun estaba llevando tanto cuidado como si Jongdae fuera de cristal y fuera a romperse al menor movimiento en falso.
Siguió preparándolo despacio, como si no tuviera ninguna urgencia, hasta que los gemidos de Jongdae fueron exclusivamente de placer cada vez que Joonmyun curvaba los dedos y encontraba su próstata, y sólo entonces hizo caso a las súplicas de Jongdae, que musitaba que «lo quería ya, lo necesitaba ya».
Estaba llevando mucho cuidado de que las sábanas no se mancharan, así que fue Jongdae quien abrió el plástico que guardaba el preservativo porque Joonmyun tenía las manos llenas de lubricante. Se lo puso y extendió sobre su miembro todo el líquido que llevaba en la mano, y entonces acarició las piernas de Jongdae, presionando sobre sus muslos para que los levantara y los separara más.
-Voy a ir despacio -dijo, y sujetó una pierna de Jongdae sobre su costado. Jongdae lo deseaba tanto que ni se acordó de tener vergüenza por estar tan expuesto ante él, con tanta luz, y se aferró a su cintura con las piernas-. Pero te va a molestar un poco al principio.
-Preferiría que no fueras despacio -gimió Jongdae, que ya notaba la tirantez que se acumulaba en la parte baja del estómago. La erección de Joonmyun comenzó a presionar en su interior, y la tirantez desapareció, sustituida por una sensación ardiente, peor que la anterior.
Joonmyun se inclinó para besarlo mientras lo penetraba lentamente, pero Jongdae apretó las piernas y lo forzó a que fuera más rápido, hasta que estuvo por completo en su interior. Jongdae siseó y Joonmyun rio por lo bajo, apartándole el pelo de la cara.
-Con la paciencia que tienes para otras cosas... -dijo, y le dio un beso en la frente. Siguió besándolo hasta que Jongdae le ordenó que se moviera, y cuando lo hizo, el calor volvió a arremolinarse en su vientre de inmediato.
Joonmyun comenzó embistiendo despacio, pero Jongdae iba arañándole la espalda más fuerte, tanto que quedarían surcos rojos por la mañana, y gimiendo tan alto que en las habitaciones contiguas podrían oírlo a pesar de que Joonmyun hacía lo que podía por taparle la boca, a besos, con risas, «vas a conseguir que venga alguien para comprobar si estás bien», «que lo hagan, estoy mejor que bien».
Al notar que no aguantaría mucho más, Joonmyun deslizó los dedos sobre su miembro, lo envolvió y lo acarició una sola vez, y Jongdae llegó a su límite. Sus músculos se contrajeron en torno a Joonmyun, que apoyó su frente en la de Jongdae y gimió bajo mientras el placer lo recorría en oleadas.
Se abrazaron toda la noche, hablando y riendo en susurros y sin moverse de la cama excepto para apagar la luz, a pesar de que el ordenador de Jongdae seguía encendido y de que el libro que estaba leyendo Joonmyun había caído abierto al suelo. En algún momento se quedaron dormidos, pero Jongdae se despertó en medio de la noche porque decidió que quería probar por sí mismo a qué sabía la piel de Joonmyun, que abrió los ojos, sorprendido, al notar la cabeza de Jongdae bajo las sábanas, y tiró de él hasta que lo sentó sobre sus caderas. Jongdae anotó mentalmente que cuando volviera de las vacaciones de Chuseok tendría que comprarle a Baekhyun una caja de preservativos nueva.
Se despertaron de nuevo, bien entrada la mañana. Se ducharon juntos, y Joonmyun estuvo ayudando a Jongdae a llenar una bolsa de deporte con ropa para los cinco días de vacaciones hasta que este tuvo que marcharse. Su rostro parecía libre de preocupaciones hasta que se despidió de Jongdae en la estación. Su expresión sólo se ensombreció cuando le llegó el momento de volver a casa.
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