-No creo que sea buena idea. Mañana hay entrenamiento, y te recuerdo que tú también tienes que ir.
-¡Precisamente por eso es una buena idea! Y tú ya tienes la bolsa, así podemos ir juntos directamente desde aquí -insistió Jongin, tratando de disimular su entusiasmo.
Que Kyungsoo hubiera perdido el último metro y hubiera vuelto a casa de Jongin porque no tenía dinero para un taxi no era motivo para entusiasmarse. Tampoco lo era mentir como un bellaco, diciéndole que él tampoco tenía nada de dinero. La perspectiva de que el cátcher pasara la noche en su casa, de verlo recién levantado, con el pelo alborotado y los ojos apenas entreabiertos, sin embargo... Además, Kyungsoo parecía estar casi convencido, era como si estuviera forzándose a encontrar motivos para negarse.
Kyungsoo se miró el reloj y apretó los labios.
-Ni siquiera tengo pijama -murmuró-. Y... ¿mañana voy al entrenamiento con la misma ropa?
-¿Acaso tienes otra opción? Puedo intentar pedirle dinero a Joonmyun-hyung... -dijo Jongin, a sabiendas de que Kyungsoo se negaría en redondo. Efectivamente, Kyungsoo negó con la cabeza de inmediato-. Yo te dejaré algo, hyung.
Con un suspiro derrotado, Kyungsoo se quitó los zapatos y entró en el salón.
-Bueno, supongo que podemos terminar de ver el anime. Así confirmaré mis peores sospechas sobre cómo acaba esa carrera interminable y estaré cabreado hasta mañana -dijo, y se volvió a sentar en el sofá.
-Puedes desahogarte conmigo -dijo Jongin con calma, aunque sus entrañas habían empezado a bailar una conga-. Así no asustas todavía más al resto del equipo mañana.
Kyungsoo le dirigió una mirada amenazadora ante la que el Jongin de dos meses antes se habría encogido, pero el Jongin actual solo soltó una carcajada y cogió su portátil para continuar por donde lo habían dejado. Media hora después, Kyungsoo estaba tan indignado que Jongin casi podía ver un aura oscura a su alrededor.
-Dime qué sentido tiene, porque yo no se lo encuentro -gruñó-. Lo único que hacía era ir con su bici que no tenía ni marchas hasta Akihabara, ¿y solo con eso ya puede ganar a la primera al resto de institutos, que llevaban entrenando y preparándose no sé cuánto tiempo? Venga ya.
-Hyung, es el poder del compañerismo -explicó Jongin, divertido-. ¡Todos los animes de deportes son así! Se hacen más fuertes porque tienen amigos. -Kyungsoo bufó, y Jongin se echó a reír-. A lo mejor ahora que nosotros jugamos juntos nos pasa lo mismo. A lo mejor jugando contigo me vuelvo invencible... ¡Aunque de momento lo único que he sacado ha sido una lesión!
Lo había dicho sin pensar demasiado, con tono divertido y sin ninguna intención de hacer sentir mal a Kyungsoo, pero al instante vio que el rostro del cátcher se ensombrecía todavía más si cabía. ¿Cómo podía haber sido tan tonto?
-Voy al baño. Deberíamos ir a dormir ya, Jongin -dijo, poniéndose de pie de repente.
-Hyung...
-¿Podrías dejarme algo que pueda usar como pijama, por favor? -Parecía decidido a no hablar de lo que había dicho Jongin, así que el chico se levantó y fue a buscarle una camiseta y los pantalones más cómodos que encontró.
Cuando Kyungsoo salió del baño, Jongin ya se había acomodado en el sofá y estaba revisando Twitter y martirizándose por lo bocazas que era. Kyungsoo no tenía la culpa de lo que le había pasado a Jongin, aunque era evidente que el cátcher no opinaba lo mismo, y él no había contribuido a hacerle pensar lo contrario con su broma.
-¿Qué haces? -La voz de Kyungsoo sonaba suave, contenida, seria. Jongin sintió un escalofrío. A lo mejor Joonmyun tenía razón y Jongin abusaba del aire acondicionado.
-¿Dormir? -respondió.
-Esta es tu casa. Tienes una cama -dijo Kyungsoo, y sonó a sentencia-. Soy yo quien debería...
-Tú eres mi invitado, no voy a dejar que duermas en el sofá -cortó Jongin, consiguiendo a duras penas que la voz no le temblara-. No pienso aceptar un no por respuesta.
Kyungsoo parecía a punto de replicar, y lo cierto es que Jongin esperaba que lo hiciera; pero apretó los labios y entró en la habitación de Jongin con el ceño fruncido, sin cerrar la puerta tras de sí. Jongin suspiró y se giró para tumbarse sobre su costado izquierdo, de cara al respaldo del sofá. Era incómodo, pero sabía que no iba a dormir de todas formas. Notaba un torbellino en el estómago, pero no tenía nada que ver con lo que había sentido cuando Kyungsoo había accedido a quedarse. ¿Qué iba a hacer? Le pareció que pasaron horas mientras él se debatía. Debería pedir perdón y hacerle saber a Kyungsoo que no lo culpaba por nada... Era todo lo contrario. No se alegraba en absoluto de haberse lesionado, desde luego; habría deseado que las circunstancias para que Kyungsoo se acercara a él fueran otras y no solo la culpabilidad. Aun así, se alegraba de que Kyungsoo estuviera a su lado. Quizá era él quien debía sentirse culpable, por aprovecharse de Kyungsoo así. Tenía que pedirle perdón.
Se giró con determinación para levantarse e ir a su habitación, pero se encontró cara a cara con Kyungsoo, que estaba de pie junto al sofá y lo miraba, mordiéndose el labio. Jongin luchó por no gritar, pero solo tuvo éxito a medias y emitió un sonido ahogado.
-Hyung, casi me muero -dijo, con la respiración entrecortada, sujetándose el pecho. Kyungsoo se limitó a cogerlo del brazo izquierdo y tirar de él, arrastrándolo hasta la habitación hasta que lo sentó en la cama-. Ya te he dicho que no vas a dormir en el sofá...
-No voy a dormir en el sofá -dijo Kyungsoo con voz cortante, y le hizo un gesto con la mano para que le dejara espacio en la cama.
Jongin ya tenía el corazón acelerado por el susto, pero ahora sentía su salud peligrar de verdad. Aun así, se tumbó y se pegó tanto como pudo a la pared, y observó casi con precaución cómo Kyungsoo se tumbaba de cara a él. ¿Estaría soñando? Dos palmos los separaban, Kyungsoo lo miraba fijamente, estudiándolo, y Jongin creía que se iba a fundir sobre las sábanas. Abrió la boca para hacer lo que tenía planeado, pero Kyungsoo se le adelantó.
-Lo siento mucho, Jongin-ah. Siento muchísimo tu lesión -murmuró, y su voz había perdido todo el filo. Ahora sonaba mucho más suave, más triste-. Si pudiera volver atrás y cambiarme por ti...
-No -lo interrumpió Jongin de inmediato, porque esto era justo lo que no quería-. No fue culpa tuya y te juro que si estás haciéndotelo pasar mal por eso seré yo quien te lesione.
Kyungsoo lo miró con los ojos como platos. No le pegaba parecer tan frágil. Kyungsoo era el cátcher, la roca de Jongin en el equipo, el que trazaba señales con los dedos con una precisión endiablada y el que guiaría a Jongin y a los Iron Bats a muchas victorias.
-Yo...
-Tú nada. -Jongin quiso ponerle una mano en el hombro, pero la férula no le permitió extender el brazo-. Lo que he dicho ha sido una estupidez, ni siquiera he pensado antes de hablar y lo siento mucho. Sé que... sé que hasta ahora venías porque estabas preocupado por mí, porque te sentías culpable, pero no es necesario que sigas haciéndolo si no quieres, porque no tienes la culpa de nada. Hyung, me... -Jongin tragó saliva y palabras-. Me caes muy bien. Odio haberme lesionado y ni te imaginas cuánto deseo volver al montículo, pero... me alegro de haber podido conocerte mejor. Quizá eso no habría ocurrido si no me hubiera destrozado el maldito codo, o quizá sí. Pero hay que aceptar las cosas tal como vienen, ¿no?
Transcurrieron un par de segundos en los que Kyungsoo lo miró, ahora con los ojos entrecerrados, y Jongin comenzó a agitarse nerviosamente. Necesitaba que dijera algo antes de que sufriera un colapso nervioso.
-Creo que nunca te había oído hablar tanto -dijo al fin en voz baja, y la histeria de Jongin se liberó en forma de risa.
-Oye, tampoco es que tú hables mucho -replicó Jongin, inundado de alivio.
Fue Kyungsoo quien posó una mano dubitativa sobre el hombro de Jongin, con cuidado, como si temiera otra lesión.
-Pero respecto a lo que has dicho antes... Te vas a recuperar y vas a volver a los Iron Bats enseguida, ¿de acuerdo? Porque no soporto al pitcher suplente -gruñó, y Jongin rompió a reír. Estar en la lista de Gente Tolerable para Kyungsoo le hacía sentir extrañamente feliz-. Y me aseguraré de que seamos invencibles.
-¿Ahora sí que te crees el poder de la amistad, hyung? -bromeó Jongin.
-La vida no es un anime, Jongin. Creo en que no eres el «pitcher estrella de la Yonsei» por nada, y creo en lo que he entrenado. Aunque... -respondió Kyungsoo, pensativo-. Quizá un poco de fe renovada no me venga mal.
Jongin suspiró. El «Hyung, me gustas mucho» que se había callado a tiempo le pesaba en la garganta porque, aunque sabía que era cierto, también sabía que no debía decirlo. No sabía cómo iba a reaccionar Kyungsoo y no quería que lo malinterpretara de nuevo, ahora que acababan de resolver otro malentendido. Cerró los ojos y luchó por dormirse, y también por no rendirse al instinto que le pedía cruzar el espacio que lo separaba de Kyungsoo y abrazarlo, abrazarlo tan fuerte como pudiera con un solo brazo útil y hacerle entender así lo que todavía no era capaz de expresar con palabras.
Los entrenamientos dejaban agotado a Jongin a pesar de que solo acudía como espectador. Kyungsoo no parecía estar conforme, pero el entrenador tenía razón en que ver las cosas desde fuera ayudaba a Jongin a comprender mejor las particularidades de cada bateador.
-¿Y de qué te sirve esto en un partido? Ni siquiera vas a lanzar para los jugadores de nuestro equipo, sino para los del contrario, así que esto sirve básicamente para nada -dijo Kyungsoo, enfurruñado y procurando mantenerse lejos del alcance auditivo del entrenador Jung, durante el primer entrenamiento. Jongin lo había estado observando todo atentamente desde el banquillo, y Kyungsoo lo miraba de cuando en cuando, con el ceño fruncido. Ahora que habían hecho un pequeño descanso, parecía que no podía guardarse su opinión durante más tiempo.
-Bueno, ¿a lo mejor puede servirme para ser más observador en los partidos y calar mejor a los bateadores contrarios? -propuso Jongin, pasándole una botella de agua. Kyungsoo gruñó y bebió, sin mirar directamente a Jongin.
-De todas formas, eso es tarea mía. Se supone que para eso están las señales, ¿no?
Así que ahí estaba el problema. Control. Jongin ya entendía por qué a Kyungsoo no le gustaba Sanghyuk, el segundo pitcher de los Iron Bats. Acababa de empezar en el equipo y tenía talento tanto para los lanzamientos como para batear, era enérgico y mejoraba a marchas forzadas. Con algo de tiempo se convertiría en un genio, sería el siguiente bateador estrella de la Yonsei. Sin embargo, también le encantaba experimentar con su potencial y tenía las ganas justas de obedecer las señales del cátcher, y mucho menos ahora que podía jugar con los titulares, en ausencia de Jongin. Él mismo había presenciado cómo Kyungsoo apretaba la mandíbula para no echarle en cara que había hecho un lanzamiento distinto al que debía, pero Sanghyuk parecía totalmente ajeno al peligro que corría.
Jongin sonrió y le dio unas palmaditas a Kyungsoo en el hombro con la mano izquierda.
-No te preocupes, hyung -dijo en tono condescendiente-. Aguanta a Sanghyukkie un poco más, ¿vale? Voy a volver pronto y sabes que yo te obedeceré siempre.
Kyungsoo se sonrojó, y no fue un leve tono rosa lo que tiñó sus mejillas. Su cara entera parecía un tomate.
-No es por eso -replicó Kyungsoo, en voz baja y a toda prisa, con urgencia-. Toma, tengo que volver.
Le devolvió la botella y volvió corriendo al campo sin mirar atrás, dejando a Jongin mirándolo con las cejas arqueadas.
A partir de entonces, Kyungsoo dirigía más miradas que nunca a Jongin durante los entrenamientos. Era como si no pudiera evitarlo, como si Jongin fuera algo muy llamativo que aparecía en su visión periférica y tuviera que desviar la vista para prestarle atención. Después del primer entrenamiento, Jongin empezó a fijarse más y descubrió que las miradas eran más habituales de lo que había creído al principio. Cuando estaban comiendo en la cafetería de la universidad, cuando Jongin estaba realizando con cuidado los ejercicios de rehabilitación que el médico le había recomendado, incluso cuando estaban en el sofá viendo alguna serie, Kyungsoo lo miraba, como si fuera un bateador contrario y lo estuviera analizando concienzudamente.
El problema era que si Jongin (poco observador como era) se daba cuenta, era evidente que no iba a ser el único.
En el tercer entrenamiento desde que Jongin empezó a ir para observar, a Kyungsoo se le escaparon varias pelotas que habrían sido fáciles de coger incluso para Jongin con un brazo inmovilizado. Todas las veces había estado lanzando miradas furtivas a Jongin, y la verdad es que el pitcher ya no sabía si sentirse halagado o preocupado. Ni siquiera Sanghyuk se reía ya.
-¿Acaso Jongin tiene algo en la cara, Kyungsoo? -le reprochó el entrenador, con cara de pocos amigos. Ahí estaba lo que más había temido: Jongin quiso meterse debajo del banquillo, y el rostro pálido de Kyungsoo dejaba entrever que él se sentía mucho peor. Era como si no pudiera creerse que él hubiera cometido semejantes fallos-. No hace falta que te recuerde lo cerca que están los amistosos YonKo, ¿verdad? Ven a hablar conmigo después. -El entrenador Jung miró hacia Jongin un segundo, con algo de confusión en la mirada, como si hubiera algo que no terminara de comprender. Después volvió a centrarse en Kyungsoo, su expresión todavía más severa-. No voy a tolerar distracciones de ningún tipo.
Kyungsoo asintió obedientemente y mantuvo la cabeza gacha el resto del entrenamiento. Cuando terminó, Jongin quiso hablar con él en el vestuario, pero debía de haberse marchado de inmediato tras hablar con el entrenador Jung porque no lo encontró por ninguna parte.
- ...Y desde entonces me está evitando -gimoteó Jongin, hundiendo la cabeza entre los brazos tras explicarlo todo.
Wonsik le acarició el brazo derecho, por fin sin férula ni inmovilización de ningún tipo, con gesto compasivo. Sehun sorbió su bubble tea con indiferencia y luego apuntó a Jongin con el vaso.
-Quiere follarte -sentenció, con el rostro totalmente serio. Wonsik se atragantó con una perla de tapioca y Jongin alzó la cabeza y miró a Sehun como si no consiguiera comprender su existencia-. ¿Por qué pones esa cara? ¿No es obvio?
-¿Dónde exactamente le ves la obviedad? -preguntó Wonsik, mirando a su alrededor por si alguien los había escuchado. El GongCha de Hongdae era la tienda más diminuta del mundo, pero afortunadamente nadie estaba pendiente de lo que ocurría en las otras tres mesas.
-Estáis juntos cada día, te ha afeitado, está distraído en el béisbol por mirarte a ti, habéis dormido en la misma cama... -enumeró Sehun, dando una palmada en la mesa-. ¿Qué más necesitas? ¿Un cartel luminoso? ¿Un ramo de flores con una nota que diga «Kim Jongin, mientras yo tenga cara siempre tendrás un sitio donde sentarte»?
-Pero ha dicho que no pasó nada -intervino Wonsik.
-No pasó nada porque quizá es tan pánfilo como nuestro amigo, Wonsik-hyung, ambos sabemos que ni siquiera el cartel luminoso bastaría -dijo Sehun, y Wonsik asintió. Jongin se sentía muy ofendido-. Aunque con eso de afeitarte... Seguro que tiene fetiches. Muchos. Dale un mes y te encontrarás desnudo con los tobillos atados a las muñecas.
No pudo evitar que se formara una imagen muy gráfica de la escena en su mente, y Jongin pensó que la cara se le estaba incendiando. A pesar de todo lo que había pasado junto a Sehun seguía sin acostumbrarse a que su amigo no tuviera ningún tipo de filtro.
-¿Tú le has dicho que te gusta, Jongin? -preguntó Wonsik.
-Obviamente no -respondió Jongin. Sehun puso los ojos en blanco-. Ni siquiera sabe que... que soy...
-Gay. Que eres gay -lo socorrió Sehun. Jongin le lanzó una mirada de reproche y Sehun se encogió de hombros mientras mordisqueaba el borde del vaso de plástico -. De nada. Parecía que te ibas a asfixiar con la palabra.
Wonsik puso una palma delante de cada uno de sus amigos, como si quisiera cumplir con su papel de hyung y evitar que empezaran a lanzarse objetos físicos en lugar de simples agresiones verbales.
-Yo creo que deberías decírselo. -Ante la mirada aterrada de Jongin, Wonsik reculó -. ¿Al menos darle alguna pista?
-Yo secundo la moción -dijo Sehun-. El Concilio ha hablado. Kim Jongin, ahora tienes una misión.
-Para el Concilio todo es muy fácil -se quejó Jongin.
Recordó la mirada profunda de Kyungsoo clavada en él como si sus ojos dejaran huellas tangibles en su piel, y no pudo contener la desagradable punzada en el pecho al pensar que Kyungsoo lo estaba evitando. Al menos, si Jongin confesaba lo que sentía, Kyungsoo tendría un verdadero motivo para hacerlo.
No consiguió ver a Kyungsoo hasta el siguiente entrenamiento. El cátcher no perdió la concentración en ningún momento, como Jongin esperaba, y tampoco dirigió la mirada hacia él en ningún momento. Cuando por fin finalizó la práctica consiguió cogerlo del brazo antes de que se marchara a toda prisa, como había hecho hasta el momento.
-Hyung. -Kyungsoo se estremeció levemente cuando Jongin lo agarró, como si tuviera que recordarse que no podía quitarse de encima de un manotazo a alguien recién recuperado de una lesión. Jongin sintió que se le rompía un poco el corazón-. Hyung, ¿puedes esperar un poco, hasta que todos se hayan ido? Me gustaría hablar contigo.
Sin levantar la vista, Kyungsoo suspiró y asintió, y Jongin solo lo soltó cuando volvió a entrar al vestuario y se apoyó en su taquilla.
Le costó quitarse de encima a Sanghyuk, que le preguntaba su opinión sobre cómo ejecutaba los lanzamientos y si su forma era correcta, pero Jongin consiguió despedirse amablemente de él y por fin se quedaron solos.
-Yo... -comenzó a decir-. Hyung, tú...
Apretó los puños, nervioso. Ni siquiera sabía por dónde empezar. Kyungsoo estaba ahí, apenas un metro delante de él, y lo miraba al fin con esos ojos profundos y casi hipnóticos. Puede que fuera hipnosis lo que impulsó a Jongin a hacer lo que hizo, porque en otras circunstancias habría sido impensable. Dio una zancada y se colocó delante de Kyungsoo, poniéndole las manos sobre los hombros. Kyungsoo tuvo que levantar un poco la cabeza para mirarlo, atónito.
-Hyung, creo que eres increíble -dijo, casi sin aliento, y acto seguido lo besó.
Ni él mismo podía creerse lo que acababa de hacer, pero los labios gruesos de Kyungsoo estaban pegados a los suyos y eran suaves, cálidos y algo secos. Jongin quería besarlos, memorizarlos con los suyos, morderlos. Por un glorioso momento, pensó que Kyungsoo le estaba devolviendo el beso. Sintió que la boca de Kyungsoo se entreabría para él, que sus labios presionaban un poco más contra los suyos.
Al momento siguiente, su espalda chocó contra la taquilla que había detrás con un gran estrépito. Kyungsoo lo miraba confuso, perplejo. Su pecho subía y bajaba, agitado, y estaba más pálido que de costumbre, salvo por un rubor en las mejillas que probablemente se debía a la sorpresa. Jongin quiso abrir la boca para decir algo, excusarse, la medicación para la lesión me está afectando de maneras extrañas, hyung; pero Kyungsoo no le dio la oportunidad. Se dio la vuelta y salió del vestuario como alma que lleva el diablo, y Jongin se quedó allí, con la espalda magullada y el corazón más dolorido todavía. El dolor pulsante de su lesión le pareció, de repente, muy lejano.
Volvió a casa y entró en casa de Joonmyun como por resorte, para pedirle consejo, pero lo primero que vio al abrir la puerta fue a su ídolo Chen sentado en el sofá, abrazando a su mejor amigo, con la boca a milímetros de la suya. Jongin ya había tenido suficientes contactos boca-a-boca aquel día, así que entró en su piso y se metió en la ducha e inmediatamente después en la cama, sin cenar. No tenía nada de hambre. Hasta ese punto se sentía mal. Toqueteó su móvil durante un buen rato, postergando lo que había querido hacer desde el mismo instante en que su espalda había chocado contra la taquilla después de que Kyungsoo lo empujara.
Dime que no me odias, hyung :(
Mandó el mensaje sin ninguna esperanza de que le respondiera, pero para su sorpresa, su teléfono vibró apenas un instante después.
No te odio, Jonginnie.
El mensaje de Kyungsoo no decía nada más, pero Jongin casi se cayó de la cama del alivio que sintió al leerlo. Lo había rechazado, pero no lo odiaba. Jongin empezó a escribir pidiéndole perdón, porque lo que había hecho era una estupidez, pero le llegó otro mensaje de Kyungsoo antes de que pudiera enviar nada.
Hay muchas cosas en las que tengo que pensar.
Aunque no hubiera querido, Jongin le habría dejado espacio para pensar porque no se atrevía a volver a pisar el campo, el vestuario, y enfrentarse a Kyungsoo. Se saltó todos los entrenamientos de la semana siguiente al incidente.
-Te dije una pista, una pista, Jongin -suspiró Wonsik.
-¿Qué mejor pista que tirársele a la boca en los vestuarios? Yo me siento orgullosísimo -apuntó Sehun, depositando la carne sobre la plancha con una sonrisa complacida. Disfrutaba con el sufrimiento de Jongin, era un hecho.
Estaban en un restaurante en Sinchon. Wonsik y Sehun habían accedido a sacar horas de sus apretadas agendas en ZYX School para ser el paño de lágrimas de Jongin de nuevo. En cualquier otro caso lo habría hablado largo y tendido con Joonmyun, y su hyung lo habría intentado ayudar con sus mejores consejos, pero no se había atrevido a contárselo porque ya estaba bastante preocupado con el asunto de Chen; y apenas tenían tiempo para verse, de todas formas. En estos días se había dado cuenta de cuánto lo echaba de menos. Antes tenía a Kyungsoo, que lo había acompañado cada día, lo había ayudado a sobrellevar su lesión, había evitado que se muriera de aburrimiento y también lo había enamorado bastante. Ahora... Bueno, ahora tampoco tenía a Kyungsoo.
-No sé por qué lo hice -musitó, colocando muy despacio un poco de arroz en su hoja de lechuga en el tiempo que Wonsik y Sehun se comieron tres rollos cada uno.
-No es el fin del mundo, Jongin -dijo Sehun-. Era una apuesta, y no siempre salen bien. ¿No te queda la alegría de haber sido tan valiente y haber dado el primer paso?
-No soy valiente, soy estúpido.
Wonsik le metió un rollo de lechuga en la boca y Sehun le sirvió mas makgeolli. Jongin tragó con dificultad, la preocupación de que tenía que volver a los entrenamientos la semana siguiente le pesaba en el pecho. En lugar de sentirse emocionado ante la perspectiva, la ansiedad lo devoraba porque no sabía cómo iba a mirar a Kyungsoo a la cara.
Pisó el montículo con las piernas más temblorosas que la primera vez que lo hizo en su vida, y alzó la vista para encontrarse con los ojos de Kyungsoo, fijos en él desde detrás de Hoseok, que iba a ser el primero en batear en el partido de entrenamiento. Lo estaba mirando por primera vez desde hacía mucho tiempo. Estaba serio, pero había algo distinto en su mirada, una especie de decisión que Jongin achacó a su promesa de hacerlo invencible mientras jugaran juntos, nada más. A pesar del miedo a que Kyungsoo no quisiera volver a hablar con él, Jongin no podía dejar de sentirse atraído por esa mirada magnética, que lo hacía sentirse vulnerable y febril.
Kyungsoo le gustaba tanto que se iba a volver loco.
Respiró hondo, cerró los ojos y una oleada de alivio le inundó las venas al sentir la pelota en la mano, el cuero del guante en la piel. Se centró únicamente en el béisbol, ahora que por fin lo había recuperado. Puede que jamás tuviera a Kyungsoo como quería, pero se conformaba con que compartieran el béisbol, con ser invencible junto a él y que ambos llevaran a la victoria a los Iron Bats. Cuando volvió a abrir los párpados, clavó las pupilas en Kyungsoo; su determinación y su concentración plena debían de ser evidentes porque los labios del cátcher se curvaron suavemente en las comisuras. Como si estuviera orgulloso. Jongin jamás podría hablar en voz alta de la excitación que le causó esa expresión.
El partido fue impecable. Kyungsoo no le indicó ninguna bola demasiado complicada, desde luego ninguna curva, y Jongin obedeció cada señal. Cuando terminó el entrenamiento, Jongin se duchó con calma, sintiendo el éxtasis de sus músculos cansados y felices, cómo la tensión previa a lanzar se desvanecía poco a poco bajo el agua caliente y su cuerpo se relajaba. Estaba feliz. Todavía no sabía cómo disculparse con Kyungsoo, pero estaba feliz.
Al salir de la ducha, solo quedaban Sanghyuk y Kyungsoo en el vestuario. Kyungsoo tenía prácticamente medio cuerpo metido en la taquilla y no hizo ademán de girarse, así que Jongin se vistió a la velocidad del rayo mientras Sanghyuk le daba una conversación incesante con su voz nasal. Cuando el chico se cansó de oír los monosílabos de Jongin (que no tenía capacidad para más porque estaba histérico, y decidió que tendría que pedirle perdón a Sanghyuk más adelante) se despidió y se fue. Para entonces, Kyungsoo todavía no había dicho ni una palabra y tampoco se había marchado. Jongin se preguntó si estaría esperando a que él se disculpara, pero en cuanto Sanghyuk cerró la puerta, la espalda de Jongin volvió a impactar contra una taquilla y Kyungsoo estaba ante él, sus rostros apenas separados por centímetros.
Lo miró con las cejas arqueadas, y probablemente cualquier otro miembro del equipo habría sentido un pánico indescriptible en su posición, pero Jongin no. Jongin debería haber sentido al menos irritación por verse estampado contra un armario metálico otra vez, pero solo sintió deseo, notó un calor que se arremolinaba en su pecho y descendía poco a poco y se quedó clavado a la taquilla por el cuerpo y los ojos de Kyungsoo, que lo miraba con los párpados algo caídos y el ceño fruncido. No sabía si se trataba de un mero reflejo de sus propios ojos o si ya había empezado a sufrir alucinaciones, pero en la mirada de Kyungsoo creyó ver un anhelo parecido... El cátcher miró sus labios un segundo y Jongin llevaba tanto tiempo conteniendo la respiración por no saber qué pasaba, qué iba a pasar, que estaba próximo al desmayo.
-Nadie del equipo puede saberlo -murmuró Kyungsoo-. Si se entera el entrenador... Si no puedo jugar al béisbol...
-¿Hyung, qué...?
Kyungsoo lo calló con sus labios. Lo besó como Jongin llevaba deseando semanas que lo hiciera, y esta vez no eran imaginaciones suyas, la presión de la boca de Kyungsoo sobre la suya era dulce e insistente. Jongin suspiró y se entregó más y más pero era como si Kyungsoo lo hubiera deseado tanto como él, parecía que nunca fuera a tener suficiente. Sus dedos treparon por la espalda de Jongin y se enredaron en su pelo húmedo para acercar sus cuerpos todavía más, para rozar con la lengua el labio inferior de Jongin.
-Lo siento mucho, hyung, no debería haberte besado así, no debería... -susurró Jongin contra los labios de Kyungsoo, pero él no le permitió seguir.
-No. No te disculpes por eso -dijo con seriedad-. Yo lo siento por haber hecho lo que hice. Lo siento por haberme acobardado porque... -hizo una pausa y se pasó una mano por el pelo, agachando la vista-. Porque entonces no habría perdido toda esta semana deseando besarte de nuevo. Podría haberlo hecho de verdad. Pero si el entrenador lo descubriera podría echarnos, y tengo un futuro pensado, tengo planes, no podía dejar que sentirme... así por ti me distrajera del béisbol. Pero quiero esto, Jongin, lo quiero tanto, y no puedo...
-Creo que nunca te había oído hablar tanto -dijo Jongin, recordando el tono burlón de Kyungsoo cuando él le dijo lo mismo.
Kyungsoo lo miró con una ceja arqueada, pero en los labios que acababan de besarlo estaba la sombra de una sonrisa; y Jongin rozó su cuello con las yemas de los dedos y lo besó de nuevo, porque lo cierto era que no le importaban los motivos.
Había recuperado el béisbol, y tenía a Kyungsoo. Kyungsoo lo quería, lo había oído de sus propios labios, y si tenía que guiarse por el dolor leve que pulsaba en la zona baja de su espalda donde había golpeado la taquilla, no estaba en ningún sueño. Si no estuviera apoyado en la taquilla, anclado por los brazos de Kyungsoo, estaría flotando. Le iba a costar mirar a Kyungsoo durante los entrenamientos sin que se notara cuánto quería besarlo, tocarlo, daba igual quién estuviera delante; pero sabía que los temores de Kyungsoo no eran infundados y él mismo lo había pensado en alguna ocasión. Él mismo tenía planes que no quería arriesgar.
Pero tampoco pensaba renunciar a Kyungsoo, a sus ojos hipnóticos y a sus labios suaves. Quizá el esfuerzo por contenerse que tendría que hacer sería enorme, pero sabía que ambos podían continuar como equipo y ser invencibles sin que quererse supusiera ningún obstáculo. Puede que tuvieran suerte y las cosas cambiaran, más adelante, como para Joonmyun y Chen.
El aliento de Kyungsoo acariciaba su cuello y Jongin sabía que a su novio le encantaba jugar con el control, pero cada vez le costaba más aguantar incluso los roces más inocentes. Los pantalones ya le molestaban, quería sentir la piel de Kyungsoo contra la suya y metió las manos bajo la camiseta para tocar sus costillas una a una y quitársela con urgencia. Kyungsoo soltó una risita. Era increíble lo débil que seguía siendo Jongin ante esa sonrisa con forma de corazón a pesar de que ya había pasado dos meses besándola.
Sin embargo, la sonrisa se disipó enseguida cuando tocaron a la puerta. Kyungsoo frunció el ceño y Jongin se incorporó en el sofá, mirando a la puerta como si pudiera ver a través de ella. No era Joonmyun, porque él habría abierto con llave. ¿Quién podría ser? ¿Y si era algo urgente?
-Vas a abrir, ¿verdad? -dijo Kyungsoo con un suspiro. Jongin se mordió el labio y Kyungsoo puso los ojos en blanco y se quitó de encima de él.
-Será un segundo -le prometió, y salió disparado hacia la puerta, dispuesto a librarse de quien fuera lo antes posible.
No esperaba que tras la puerta se encontrara Chen, el idol que estaba fingiendo salir con su mejor amigo y al que Jongin, por azares de la vida, había acabado admirando mucho. Se quedó boquiabierto, observando a Chen sonreírle ampliamente y desviar la mirada al interior del salón un instante.
-Hola, Jongin -dijo, con una ceja ligeramente levantada, como si se pudiera culpar a Jongin por quedarse patidifuso viendo aparecer a un idol en su puerta, sobre todo cuando interrumpía una situación tan comprometida-. He quedado con Joonmyun pero no me abre la puerta. ¿Te importaría dejarme las llaves?
Volvió a mirar hacia el salón, donde Jongin suponía que Kyungsoo estaba lanzando maleficios por los ojos; y Jongin se apresuró a buscar las llaves porque suponía que si su ídolo se presentaba en su puerta no era cuestión de negarle nada, pero sobre todo porque no quería hacer esperar más a Kyungsoo. Tampoco es que él mismo pudiera esperar mucho más.
-Toma -dijo, y se las puso en la mano. Chen las miró, con expresión ligeramente incrédula. Probablemente no se había imaginado que fuera a ser tan fácil.
-Muchas gracias -respondió el cantante, y arqueó las cejas con una sonrisa astuta-. Os dejo a lo vuestro.
-Gracias a ti -respondió Jongin, con una reverencia y muy poca elegancia, y Chen se dirigió a la puerta de al lado con una carcajada.
Jongin cerró la puerta y prácticamente se abalanzó sobre Kyungsoo, que estaba aguantándose la risa.
-Qué gran exhibición de habilidad social -se burló, pero Jongin le besó las clavículas y se abrió paso por su pecho a pequeños mordiscos.
-Tengo cosas más importantes entre manos -dijo por lo bajo, poniendo las manos en los muslos de Kyungsoo e intentando levantarlos para colocarse en medio.
-Desde luego -murmuró Kyungsoo, moviéndose lo justo para que sus cuerpos encajaran.
Sentía la erección de Kyungsoo contra la suya y estaba a apenas milésimas de segundo de perder el control de sus caderas, pero Kyungsoo lo sujetó con firmeza y con una sola mirada lo hizo levantarse. Sus ojos hablaban por sí mismos, y Jongin contuvo el aliento, impaciente, andando con torpeza cuando Kyungsoo tiró de él hacia el dormitorio.
En el tiempo que llevaba con Kyungsoo había confirmado dos cosas: la primera, que el gusto de Kyungsoo por el control trascendía el campo de béisbol. La segunda, que Sehun tenía razón. Tras un mes se había encontrado desnudo, con los tobillos atados a las muñecas. Seguía teniendo escalofríos cada vez que pensaba en aquella noche tan, tan larga.
Esperaba que la noche que tenía por delante se le pareciera.
Kyungsoo se sentó en el borde de la cama y guió a Jongin hasta que quedó de pie entre sus piernas separadas, ante él.
-¿Qué voy a hacer contigo, Jonginnie? -suspiró, inclinándose hacia delante.
Mordió justo debajo del ombligo de Jongin con la fuerza justa para arrancarle un gemido, y puso las manos en la parte trasera de sus muslos para ascender hasta el botón de sus vaqueros a base de caricias.
-Lo que quieras. Pide lo que quieras, hyung. -Jongin alzó una mano tentativa para acariciar la mejilla de Kyungsoo mientras él le quitaba los pantalones. Kyungsoo se inclinó ante el roce, entregándose a esa muestra de cariño con los párpados cerrados. A Jongin le gustaba más cuando podía ver sus pupilas dilatadas, su excitación, pero esto tampoco estaba mal-. Obedeceré.
Los ojos de Kyungsoo se abrieron al instante para clavarse en los suyos y eso bastó para que a Jongin se le escapara un gemido bajo. No era algo que Kyungsoo le hubiera pedido explícitamente en ningún momento, pero Jongin ya conocía su reacción cuando él le dejaba claro que quería ponerse a su merced, y francamente, lo disfrutaba. Jongin disfrutaba abandonándose a la voluntad de Kyungsoo como si se tratara del béisbol: Kyungsoo señalaba y Jongin disponía, preocupándose solo de obedecer y de disfrutar. Kyungsoo nunca pedía nada que Jongin no pudiera darle, de todas formas, o que no fuera a proporcionarle placer. A todas luces, ambos salían ganando.
-Sí -dijo Kyungsoo con una sonrisa, y puso la mano tras la rodilla de Jongin para tirar de ella y que subiera el pie a la cama. Se inclinó hasta besar su rodilla y comenzó a dibujar un sendero de besos por el interior de su muslo. Jongin echó la cabeza hacia atrás cuando hundió los dientes-. Siempre obedeces, ¿verdad?
Jongin asintió con vehemencia, y Kyungsoo besó sobre las marcas de su mordisco antes de sonreír, incorporarse para quitarle la ropa interior y besarlo.
-Ponte en la cama. De rodillas, dándome la espalda -ordenó con voz grave, aterciopelada, y Jongin obedeció de inmediato. El impulso por tocarse y aliviar un poco la tensión casi dolorosa de su erección era insoportable, pero había cosas que Kyungsoo no tenía que decir en voz alta-. ¿Sabes qué tienes que hacer?
-No tocarme si no me lo dices tú -murmuró, a la vez que sentía la mano de Kyungsoo en la parte baja de su espalda y oía un sonido de asentimiento que lo invitaba a continuar-. No correrme si no me lo dices tú.
-Eso es. Muy bien, Jongin-ah -lo alabó Kyungsoo, satisfecho. Un escalofrío le atravesó la espalda cuando Kyungsoo recorrió su columna con dos dedos, de arriba abajo-. Ahora inclínate.
Apoyó las manos debajo de la almohada y dejó caer la cabeza durante un instante. Kyungsoo se había inclinado para sacar algo del cajón de la mesita de Jongin y chistó al verlo.
-La cabeza arriba, Jongin -dijo, cogiéndolo de la barbilla con suavidad para hacerlo mirar al frente-. Quiero que curves la espalda tanto como puedas.
Volvió a colocarse detrás de Jongin y éste levantó las caderas. Al principio le avergonzaba tanto estar expuesto de esa manera para Kyungsoo que era incapaz de levantar la cabeza de la almohada, pero ahora ya no le importaba. Estaba dispuesto a cualquier cosa por conseguir lo que Kyungsoo tenía que ofrecerle. A su espalda oyó cómo Kyungsoo desenroscaba una botella, y volcó el lubricante directamente sobre él para empezar a acariciar su entrada enseguida. Jongin se mordió el labio inferior.
-¿Cuánto crees que podrás aguantar hoy? -preguntó Kyungsoo, introduciendo el dedo índice, despacio.
-No lo sé, hyung -contestó Jongin, y sus caderas se estremecieron ligeramente. Un solo dedo no era suficiente-. No mucho. No lo sé.
Kyungsoo sabía lo que significaban esos movimientos inconscientes, y con una risa por lo bajo, como si estuviera concediéndole un benevolente favor, unió su dedo corazón.
-Pero sí conoces mi paciencia, ¿no es así? -dijo, moviéndolos un poco más rápido, buscando esta vez-. Curva un poco más la espalda, estoy seguro de que puedes hacerlo, ¿verdad?
La paciencia de Kyungsoo parecía infinita, justo lo contrario que la de Jongin, que siempre quería besarlo ya, sentirlo dentro ya, tenerlo ya. Tal vez era por eso mismo que Kyungsoo disfrutaba tanto haciéndolo esperar. Jongin arqueó aún más la espalda porque sabía que la curva de su columna y sus caderas erguidas, dispuestas, eran de las pocas debilidades de Kyungsoo. El gemido ahogado no se hizo esperar, y poco después un tercer dedo entró en Jongin y empezaron a moverse más rápido.
Esa era una de las partes favoritas de Jongin de este acuerdo de obediencia que había entre ambos: lo poco que él tenía que hablar. La lengua de Kyungsoo no tenía ningún problema a la hora de recitar obscenidades, pero no se podía decir lo mismo de Jongin, que se sentía extremadamente incómodo si tenía que ir más allá de «sí» o «por favor». Expresarse con su cuerpo siempre se le había dado mucho mejor, y era un alivio saber que podía simplemente levantar las caderas y conseguir lo que quería sin decir ni una palabra: que Kyungsoo fuera más rápido, que embistiera más fuerte. Los dedos de Kyungsoo estaban rozando su próstata. Jongin suspiró y tuvo que apretar las manos en puños para no tocarse.
-Lo estás haciendo muy bien, Jongin-ah -elogió Kyungsoo, y retiró la mano. Jongin gimió al notar el vacío repentino-. Te mereces una recompensa mejor que mis dedos, ¿no crees? Separa más las rodillas.
Jongin acató la orden, y sintió el aliento de Kyungsoo sobre él, expectante. Siempre le había gustado provocarle, pero Jongin sabía cómo responder: alzó todavía más las caderas, su columna tensa hasta el límite. Kyungsoo lamió la piel de su entrada, y apretó las manos para separar las nalgas de Jongin. La lengua de Kyungsoo valía para mucho más que para susurrar indecencias, y Jongin apenas conseguía mantenerse firme mientras Kyungsoo presionaba todavía más en su interior y acariciaba su erección, un roce que no era en absoluto suficiente, pero Jongin cerró los ojos con fuerza porque aunque la lengua de Kyungsoo no bastaba para que llegara al orgasmo, sabía que estaba cerca. Y no podía, si Kyungsoo no le daba permiso.
-Hyung -gimió, arrugando las sábanas al apretar los puños-. No puedo...
La boca de Kyungsoo se separó de él y las caderas de Jongin se inclinaron hacia atrás por inercia, apenas pudo contener las ganas de gritar «¿por qué has parado?». Kyungsoo apretó un poco más su trasero y sopló su aliento cálido de nuevo sobre la piel húmeda que acababa de lamer. Con la otra mano, formó un estrecho círculo en la base de su erección y se detuvo el tiempo necesario para que la respiración de Jongin se regulara levemente.
-Un poco más, Jonginnie -dijo, riendo, y reanudó su provocación, apretando los muslos de Jongin con más fuerza.
Mientras gemía, se imaginó las sombras que dejarían esos dedos al día siguiente y su erección se estremeció. Sin previo aviso, Kyungsoo se incorporó y durante un instante Jongin no sintió nada más que su ausencia. Unos segundos después, las manos de Kyungsoo sujetaron firmemente sus caderas y lo penetró. A partir de ahí, la mente de Jongin se hundió en una nebulosa de placer contenido durante demasiado tiempo. Hundió la cabeza en los brazos, y unos minutos después, Kyungsoo se corrió.
Jongin se giró, confuso; normalmente Kyungsoo siempre buscaba llevarlo al orgasmo a él primero. Tenía la cabeza apoyada en la espalda de Jongin y estaba respirando entrecortadamente, pero no como para dar a entender a Jongin que había perdido el control que con tanta disciplina mantenía. Si esto había pasado era porque Kyungsoo lo había querido así, y Jongin sabía la repercusión que eso tendría para él.
-¿Puedes tener un poco más de paciencia, Jongin-ah? -dijo Kyungsoo, sonriendo, con el pelo pegado a la frente por el sudor.
Jongin gimió de impaciencia, o de pena, no lo sabía. Necesitaba tanto correrse que estaba a punto de desobedecer y encargarse él mismo del asunto, pero Kyungsoo lo hizo tumbarse boca arriba y abrir las piernas para tumbarse en medio. Empezó a lamer y acariciar su miembro, sus testículos, a morder sus muslos mientras introducía de nuevo dos dedos en él y buscaba su próstata. Sin embargo, paraba cada cinco segundos, sin que Jongin pudiera sentir cómo el placer se acumulaba hasta desbordarse por fin. Desesperado y al límite de la frustración, Jongin hundió los dedos en el pelo de Kyungsoo y tiró de él con más fuerza de la que quería en realidad.
-Hyung, por favor, por favor, por favor -suplicó, mientras Kyungsoo le besaba el muslo y lo escuchaba con atención-. He sido bueno pero no puedo más, tiene que ser ya, ya, o...
Los ojos de Kyungsoo lo observaron, sopesando sus ruegos mientras acariciaba su erección con un solo dedo. La decisión estaba clara en su mirada y aun así hizo esperar a Jongin unos segundos más antes de volver a inclinarse entre sus piernas y permitirle a Jongin un orgasmo increíble. La razón por la que a Jongin no solo no le importaba sino que prefería cederle el poder de su satisfacción sexual a Kyungsoo era porque nunca antes se había sentido de esa forma, como si su cerebro colapsara y su cuerpo se apagara poco a poco después del inmenso placer que sentía, y solo percibía a Kyungsoo, sus labios gruesos y suaves, sus ojos. Su disciplina era férrea, pero a la vez Jongin adoraba cómo lo acariciaba con un cariño infinito. Le frustraba saber que el placer estaba tan cerca y que no podía tocarlo, pero siempre merecía la pena demostrarle a Kyungsoo y a sí mismo lo bueno que podía ser y cuánto podía aguantar si la recompensa era esta.
-¿Ha merecido la pena? -le preguntó Kyungsoo al oído.
-Sí -dijo Jongin, sin abrir los ojos, sin dudar. Notaba la frente de Kyungsoo pegada a su hombro, sus dedos acariciando su abdomen.
-Te has portado bien -dijo, apartándole el pelo de la cara y besándole la sien antes de incorporarse-. Voy a ir a...
-No -interrumpió Jongin agarrándolo del brazo, que aunque solo parecía tener capacidad para monosílabos en ese momento, también sabía mandar-. Quédate aquí.
Kyungsoo soltó una risita y volvió a tumbarse a su lado.
-De acuerdo, de acuerdo. Tus deseos son órdenes para mí -dijo, sonriendo con algo de sarcasmo mal disimulado-.. Pero creo que deberíamos lavarnos y vestirnos antes de que Joonmyun venga a matarte por darle las llaves de su casa a alguien que ni conoces. Ya que vas a morir, que sea con dignidad. Vestido, al menos.
-Joonmyun puede esperar -balbuceó Jongin, soñoliento. De repente, abrió los ojos-. ¿Crees que me matará en serio?
Kyungsoo lo abrazó, apoyando la barbilla sobre la coronilla de Jongin como si la forma en que la preocupación lo había invadido de repente le resultara adorable.
-No, la verdad es que no lo creo. De hecho, creo que más bien le has hecho un favor -dijo Kyungsoo, y Jongin lo miró sin comprender-. ¿De verdad piensas que lo suyo con ese cantante es una farsa?
-¿... No lo es?
Kyungsoo soltó una carcajada.
-No sé por qué me preocupé de que el entrenador quisiera prepararte para que no dependas tanto del cátcher -dijo-. Está claro que no verías lo que tienes delante de las narices ni aunque te hiciera las señales más obvias del mundo.
-Te recuerdo que el que tiene miopía de verdad y mira a todo el mundo como si tuviera a Satán dentro eres tú -replicó Jongin, reprimiendo un bostezo.
-Eres demasiado inocente, Jonginnie, demasiado... Tienes miopía emocional, social, algo así -dijo Kyungsoo, y lo abrazó con más fuerza-. Pero por eso me gustas tanto, supongo.
-A mí también me gustas por tu miopía, hyung.
Kyungsoo le mordió una oreja y Jongin se olvidó de la posibilidad de que Joonmyun lo asesinara, de su supuesta inocencia y de la miopía de Kyungsoo. Se dejó abrazar y acariciar hasta que se quedó dormido. Al día siguiente tenían entrenamiento, y ni el entrenador Jung sería más flexible con él por su lesión ya curada, ni Kyungsoo le haría más concesiones por conocer los morados que había dejado con los dedos en sus muslos. Jongin había tenido que perder durante un tiempo lo que más lo apasionaba para resurgir de sus cenizas con una pasión nueva, pero aunque las dos ardían con fiereza, no eran pasiones incompatibles.
-¿Los has visto? -preguntó Kyungsoo, ajustándose el peto.
-Sí, están en las primeras filas. Ambos van con gafas, gorra, mascarilla y todo el kit de incógnito. Creo que Jongdae lleva un megáfono... Espero que no se lo deje a Joonmyun -explicó Jongin, calentando la muñeca.
Había visto a Joonmyun y Jongdae mezclados entre los estudiantes de la Yonsei, destacando como dos ladrillos entre un montón de paja. Era difícil pasar desapercibidos para ellos, ahora que se habían convertido poco a poco en idols tan populares que apenas podían salir a la calle sin que los pararan cada pocos metros.
-Ha venido mucha gente este año... Sanghyuk me ha dicho que ha visto a unos cuantos ojeadores -musitó Kyungsoo, y su entereza se resquebrajaba poco a poco.
Jongin, por su parte, estaba tan encantado de volver por fin a jugar un partido tan grande como el de los juegos YonKo después de perdérselos el año anterior que no había preocupación que pudiera minar su moral.
-Pues espero que ojeen bien. Ambos estamos aquí para eso -dijo, y le puso una mano en el hombro a Kyungsoo para sustituir el abrazo que no podía darle, el beso que no se podían conceder delante del equipo-. Somos invencibles porque nos tenemos el uno al otro, ¿verdad?
Kyungsoo respiró hondo y le sonrió.
-La vida no es un anime de deportes, Jonginnie -respondió, pero su mirada oscura fue un gesto de asentimiento, de amor suficiente.
Los dos fueron a reunirse con el resto de los Iron Bats, que estaban formando un círculo para darse ánimos antes de empezar el partido. Jongin estrechó con fuerza a Kyungsoo por la cintura, deseándole un buen partido, y ambos salieron caminando juntos bajo los focos del campo.