Sex is not enough

May 05, 2010 01:57

Tabla: Déjate
Reto: 05. Déjate asesinar.
Fandom: Original.
Advertencias: yaoi, lemon, gore, necrofilia.
Número de palabras: 2088





Image (c) Hellebore (http://yaoi.y-gallery.net/view/540646/ )
Oh, pequeña criatura, tan frágil y delicada, seguro debía tener hambre, sus ojos lo indicaban. Tal vez extrañaba a sus padres, o… a sus amistades. Ahora sólo era un muchacho acurrucado al fondo de una caja para animales. Barrotes gruesos, claro, no era tan pequeño, después de todo era el producto del jugueteo de los científicos, mitad persona, mitad bestia.

Había llegado a la bodega de desechos tóxicos y llevaba varias noches en soledad, gruñía y azotaba su cuerpo contra los barrotes, no obstante, no lograba nada con esa actitud, sólo dañar su piel, pelaje… lo que cubría sus músculos. En la oscuridad, no podía distinguirse demasiado.

Silbaba mientras empujaba aquel trapero, era su segunda semana en la empresa de limpieza y estaba feliz, llevaba varios meses sin trabajo y… su primera oportunidad había sido ésta, no podía desaprovecharla. Sumado a todo, los científicos locos solían tirar a la basura cosas casi nuevas, así que todas las noches podía llegar a casa con un aparato extraño a su casa. Sus hijos eran los que más celebraban sus llegadas por la mañana.

Empujó unas cajas y volvió a sentir ese gruñido de cada velada. Llamó a su compañero, pero recordaba que el mismo estaba en otra sección. Se rascó la cabeza, debía ser su imaginación. Los hombros alzó y se dio media vuelta cuando de pronto sintió algo rozando su pierna. Llegó a saltar del susto y quedó pegado contra las cajas que se derrumbaban haciendo gran estruendo - Shhhh shhhhhhhhhh - no quería problemas, pero ahí estaba, todo tirado en el suelo - Madre santa… - se quitó el sombrerito que llevaba puesto y lo estrujó como si con ello todo pudiese componerse. Las tripas se le revolvieron, esperaba que nadie hubiese escuchado todo el entuerto.

Así, se fue hasta la puerta y espió para ver si alguien venía. Tras unos minutos, se permitió respirar hondo y encendió las luces - Esto me pasa por apurón… - se amonestaba internamente mientras retomaba sus actividades.

Acomodó nuevamente las cajas y las llevó arrastrando hasta una de las murallas, ahí las apiló ordenadamente y volvió hasta donde las había encontrado, justo donde había quedado el trapero. Se inclinó a recogerlo y notó que había una caja para animales, se acercó para mirar.

Una mano brotando de entre los barrotes le hizo caer de espaldas al tratar de alejarse. Tan atolondrado, tan ridículamente torpe que no podía ni escapar cuando se sentía en peligro. De espaldas estaba contra el piso, con sus ojos desorbitados observando la mano que le cogía del tobillo y lo arrastraba hacia la gran jaula - AUXILIO… ¡AUXILIOOOOOOOO! - sus dedos se adherían del frío piso metálico. Nadie escuchó.

La mano delgada, delicada y magullada se desprendió de la prenda - A… ayuda… - susurró la vocecita, dulce en apariencia, tímida… temerosa. Se escondió la extremidad nuevamente en la oscuridad de la celda.

Pestañeó sin siquiera moverse, los músculos de su cara denotaban el terror que sentía - ¿Q-qué quieres?, ¿qué… qué eres? - claro, estaba en un lugar donde todo era extraño.

Inclinó la cabeza para arrastrar su mentón por el suelo de su celda, sintiendo el hedor de sus deposiciones, no tenía más donde hacerlo, tenía que aguantarse como cualquier animal en cautiverio - Tengo… tengo hambre… - se quejó mostrando sus ojos rojizos por el maltrato, denotando entre su abundante cabellera, orejas de felino.

Pero que cosa más mona, hasta ahora no había encontrado ningún animalito, bueno… chico, o lo que sea. Así como estaba, se sentó y acercó sólo un poco para examinarlo un poco más de cerca, el híbrido se mantuvo cauto y sereno no deseaba asustar a su única posibilidad de zafarse de donde se encontraba - ¿Qué eres?, ¿Por qué tienes orejas de gato? - ladeó la cabeza interrogante.

No entendía por qué le preguntaba eso, de hecho, nunca se lo preguntó, él era así, habían varios como él, siempre pensó que era normal, sólo que había nacido más débil que los demás y por eso lo habían desechado - ¿Tienes comida? Tengo hambre - su colita se movía lenta en el interior.

Torció los labios y miró hacia los costados, se rascó la cabeza y sonrió - ¿Prometes no hacer desastres? - era tan mono, quería verlo bien, pero ahí dentro no había espacio ni para que se arrodillara. El contrario asintió con vehemencia, sus pupilas centellearon por fracciones de segundo y luego inclinó la cabeza hasta posarla en el suelo dando a entender que sería bueno - Está bien… no le cuentes a nadie lo que haré, sino estaremos ambos en problemas -

Nuevamente asintió y se retiró de la entrada, vio como el contrario sacaba un manojo de llaves y se puso a buscar cuál serviría para abrir la reja, pero… no hubo ninguna que diera resultado, por lo que optó por sacar el candado con un diablo.

El sonido fue abrupto, mas nadie se acercó a ver lo que sucedía. De todas formas, a nadie le importaba mucho lo que sucedía en las bodegas de desperdicios. Abrió la puertezuela - Vamos… sal de ahí - se alejó como esperando que brotara un animalito cualquiera.

La criatura de cabellera como pelaje salió gateando, dejando ver su cuerpo al desnudo, sin pudor alguno, no tenía por qué, los animales no usaban ropa después de todo, él nunca la había necesitado. Tan inclinado en el suelo que su miembro aún adormecido se arrastraba sin recelos - Ahhhh…… - aspiró aire alzando la cabeza, por su mentón y cuello resbalaba hacia el torso los orines que hubo tocado anteriormente cuando se inclinó para ver al humano. Su cola tan extensa como peluda se meneaba libre y sensual. Una amplia sonrisa se dibujó en sus finas facciones, más por la desnutrición - Gracias… - susurró ronroneando. A gatas por el suelo, con su miembro tocando siempre el frío metal llegó hasta los pies de su libertador. Como un verdadero felino frotó su costado por las piernas del hombre y alzó la pelvis junto con su cola que ahora resbalaba por el torso y entrepierna del contrario, masajeándolo - amo… - voz libidinosa, ronroneante, incitadora y a pesar de ser bestia, elegante.

Maravillado, aún no daba cabida a su descubrimiento, pero si era un chico, no cualquiera, tenía orejas y cola de gato, no lo podía creer. Tanto era su asombro que llevó una mano hasta la espalda del chico y le acarició, sintiendo como el muchacho alzaba su espinazo para prodigar mayor superficie de contacto, sonrió - ¿yo?, ¿tu amo? Jajajaja… eso… eso es chistoso - se rascó la cabeza nervioso.

Giró su atención hacia el contiguo y se apresuró a empujarle, como verdadero animal, dejándolo sentado en el suelo, reclinado en la pared y se acomodó entre sus piernas mientras comenzaba a lamerle el cuello y el overol - Sí… - susurró suavemente en su cuello.

De acuerdo, eso… eso lo erizó, incluso sintió que se coloreaban sus mejillas - Espera jajaja… eso no se hace - lo empujó un poco dejándolo sentado - Es malo ¿Sabes?, alguien puede vernos y luego estaremos en problemas… mejor ve a tu caja - apuntó - ve… ve… yo seguiré haciendo el aseo - trató de levantarse.

La palma aplastó al contrario y negó en silencio para dejar un dígito dibujar el sendero hasta la misma ingle ajena - Amo… - susurró e inclinó la cabeza para acomodarla sobre lo que pensó debía ser el miembro de su interlocutor - dame de beber… - y así fue como los dedos cogieron con mucho cuidado el zipper de ese mono hasta que dejó al descubierto, torso, vientre y el calzoncillo - dame… - la nariz fría se pegó al borde del calzoncillo y aspiró hondo. Hacía tantas noches que nadie lo cogía, hacía tanto tiempo que no tenía “leche” tibia. Nadie había reparado en sus necesidades biológicas. ¿Para qué lo habían creado si no lo iban a atender?

- Oy.. oyeeeeeeeee… - empujó la cabeza del chico y éste se las arregló para atrapar con sus dientes filosos el miembro ajeno gruñendo, dando a entender que no quería interrupciones - Okay… okay… no te precipites… podemos hablar como gente civilizada - ya sudaba de puro miedo.

Gruñó nuevamente, no por agresivo, sino por hambre, estaba famélico y quería algo del lácteo del que le habían acostumbrado, con el que lo habían criado. Relamió ese calzoncillo y con la lengua fue empujando la tela hasta lograr hacerse del miembro adormecido, primero lo observó un momento. Su cola se mecía lentamente, sus dedos acariciaban, peinaban esa mata de vellos marrones en la ingle y luego saboreó el glande, lentamente y con cuidado de dañarle.

Tragó saliva, eso… eso que le estaba haciendo el chico era… era algo que su mujer NUNCA había hecho - m… mierd - masculló entrecortado para taparse la boca y sólo mirar al contrario. Se sentía tan bien que hasta se le paró la pija. Maldición de las maldiciones, ahora terminaría siendo un puto hueco.

Lo miraba, sonreía ladino, le gustaba saborearle la ingle a los machos, las mujeres nunca le gustaron, además, si éstas no estaban amamantando, no podían proporcionarle lo que él deseaba. Aunque en estas condiciones, necesitaría más de un hombre para mantenerse en calma. Agarró ese miembro con su mano y comenzó a masturbarlo. No contaba con que el hombre se excitara tanto como para hacer tanto alarde, cosa que le molestaba. Sus orejas se inclinaron hacia atrás y de pronto.

- AHHGHHHHH - Le golpeó la cabeza con fuerza, pero el maldito no lo soltaba, otro grito y sintió como la sangre arrancaba de su cuerpo.

Altivo, a un costado miraba al aterrado, llevaba entre sus dientes lo que había sido un miembro enhiesto, ahora… salpicando sangre, bañado en bermejos hilos que caían por su mentón y cuello, que danzaban entorno a las aureolas de sus pezones.

Tenía los ojos desorbitados por el dolor y… - AHHHHH - el horror, había quedado sin pene, ¡se maldito bicho se lo había arrancado de cuajo!

Avanzó, mientras agarraba esa pieza importante en la anatomía masculina era roída como si se tratase de una zanahoria. En cuestión de segundos la había engullido y ahora se lanzaba sobre el hombre. Antes de que el mismo pudiese gritar para pedir ayuda, ya le había arrancado la mitad del cuello y se lo tragaba. La lengua se paseó indecorosa por los propios labios a la vez que sus dedos delgados empujaban los retazos de piel hacia el interior de la boca.

Como cruel vampiro nuevamente cayó sobre el cuerpo del moribundo que se sacudía en espasmos irregulares, tratando de ayudarse, intentos fallidos todos, puesto que ya era nada más que una masa sanguinolenta. Tan cálida como hermosa, así… así le parecía al felino, quien hambriento daba rienda suelta a sus principios básicos: sobrevivir.

Tanto llegó a ser el placer que le provocaba esa carne tibia, temblorosa y a la vez aromática, que su erección llegó a tomar rigidez. La sangre gotereaba desde su mentón. Giró la cabeza para observar a su alrededor… nadie avecinaba, por lo que sonrió y terminó por roer las piernas del contrario. Tenía buenas piernas, mucho músculo, harta comida para un famélico gatito en busca de cuidados intensivos.

Así, después de un rato, terminó de alimentarse. Tenía el miembro erguido. La escena macabra, le provocaba excitación, extraña sensación puesto que siempre había pensado qué se sentiría poder vengarse de los malditos humanos que lo trataban tan mal, ahora sería cuando lo descubriría.

Sostuvo el cuerpo desangrado e inerte, aún cálido y maleable, lo dispuso de tal manera que fuera más fácil acomodarse. Entre dientes sonrió y besó la frente ajena, para abrirle los ojos - amo… te agradezco que me hayas alimentado - de esa manera movió la pelvis con cuidado, incluso con respeto allanando el interior del occiso que de pronto abrió la boca - ahhh… - jadeó y meneó la parte baja para acomodarse.

Tomó la cabeza y la acercó para llevar su lengua hasta palpar la contraria en un beso de puro “amor”. Entre el sonido de sus lenguas o el de su miembro entrando y saliendo por lo que pensó era el recto, o tal vez… un orificio hecho después de tanto mordiscos, no sabía cuál era más delicioso. Su torso reclinado en un bulto de suaves vísceras, las mismas que aún sonaban por el aire que les quedaba en el interior, por los residuos que contenían. Le parecía de lo más delicioso, atractivo, erotizante. El hedor a carne en descomposición siempre le provocaba erizar el vello corto de su cola. Así continuó la danza entre el felino y… su nuevo señor.

Sex is not enough
You just don’t bleed enough for me
Kiss me one last time again

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Creo que me emocioné mucho al escribir esto, este tipo de relatos se me hace extenso y... motivante XD lo siento, escribí mucho, para la próxima será más resumido.

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