Arriesgado ejercicio

May 06, 2010 10:56

Tabla: Déjate
Reto: 08. Déjate ir [sexo].
Fandom: Original [Elías y Martín]
Advertencias: yaoi, lemon, incesto.
Número de palabras: 515




Besaba su cuello, deslizaba la nariz por su piel, la misma que irradiaba calidez y asombrosamente delirante atracción. Jadeaba el mayor, él sonreía. Rozaba a penas esos labios con los propios, ósculo por ósculo le desvanecía, tanto ardor que su erección empapada parecía.

Joviales carcajadas repelían tristezas íntimas antañas, saber que se correspondían era lo que más les erotizaba, en ese momento podría entrar cualquiera y ellos ni preocupados se veían. Premiando sus audacias, con la vestimenta necesaria encima, sacudiéndose, resbalando lentamente, lamiéndose, mordiéndose, gozando de lo que su madre había ofrecido a cada uno cuando les dio la vida.

Entrecerró los ojos, observándolo… tan hermoso, tan deliciosamente atrayente - Ahhh… Martín… - lo atrajo con vehemencia hacia su cuerpo, escondiendo en su hombro la cabeza, de vergüenza, de candor, quería penetrarlo, quería desarmarlo de pasión.

A los cuidados que proporcionaba en la parte baja de su hermano, sumó besos y caricias silenciosas - Elías… - jadeó, emborrachado en la vorágine de la aventura que juntos emprendían - te quiero… - su glande sentía rodando por el vientre del mayor, mientras su mano humectada en la esencia del más corpulento barría la delicada piel que deseaba saborear, pero… no le dejó. Arrugó la nariz en mohín disconforme.

Sonrió aún sabiéndose necesitado, no le permitiría obligarlo llegar al orgasmo aún sin penetrarlo. Se retorció vigorosamente, guturales sonidos brotando de sus labios, los mismos que atacaban a su bien cercano.

Sacudió más rápido, presionando puntos que avivaban el goce de ambos, simplemente la fricción de los cuerpos quitaba cualquier resquicio de entendimiento. El menor ya no conservaba el color inmaculado debido a los besos desaforados que le prodigaba el contrario y éste, a su vez, con el rostro encendido intentaba no irse encima de él - ya no aguantarás más… - sonreía entre dientes - tu cara dice que te correrás - lamió sus dientes y luego dirigió su boca hasta el vientre ajeno - Ahhh… Elías, dame de tu semilla - respiración cálida dejaba barrer la vellosidad de la ingle ajena.

Tragó saliva - Ya no soy un crío - jadeó caliente, con evidente muestra de estar rozando el clímax - ahhh… si quieres puedes intentarlo, pero tendrás que esforzarte otro tanto - ya no podía ni hablar, pero su orgullo pudo más. ¿De qué sería capaz el otro, sólo por verlo húmedo por su persona?

Ansioso sonreía y aún así lamía símil figurita gatuna, meneando la pelvis con su erección oscilando libre, en busca de caricias del aire pululando. Se estremecía, dejaba que la marejada de perfecto placer lo ahogara a más no poder y así, de la nada, Elías fue devorado por su pequeño hermano.

- Nhhh… - arqueó levemente la espalda obligando a su miembro indagar más en aquella cálida recámara.

Cerró los ojos concentrándose para no terminar tosiendo y se acercó más a la cama, así arrastraba la punta por las cobijas a medio caer en tanto succionaba como recordaba lo hacía con su biberón. Abrió la boca dejando reposar el grueso tronco en la lengua rojiza y sonrió ampliamente antes de besar el glande - No te resistas… - quería tragar pronto esa semilla.

Sólo a su instinto natural responden

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