Levitar durante muchos días, semanas, meses...
Empezar a darme cuenta de que quizás hay algo que se está enrareciendo.
Dejar de mirar a través de los cristales de colores (y a pesar de eso las mariposas, que han anidado, no quieren separarse de mis jugos gástricos, sobre todo cuando él está cerca).
La tristeza, mi nueva e inseparable amiga.
Malas caras
(
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