I'm Your Toy
Multifandom(YooSu); PG-13
Comedia/Drama/Romance
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01 Capítulo 2
La primera vez que lo vio llorar fue a los ocho años. Junsu no entendía porque el hombre temblaba tanto ni porque su madre miraba la pared con ojos lejanos. La razón no tardó en llegar: sus padres habían adquirido una terrible deuda que les estaba por costar la casa y todo lo que tenían.
Kim Hyunjoong era un joven simple. No había pasado la mitad de su vida estudiando ni esforzándose por nada, viví a una vida llana y no se quejaba. Hasta que un buen día una falda andante bajo el nombre de Kim Yoobin le hizo cambiar sus perspectivas. No porque ella fuera lo que siempre había deseado, tampoco era el hecho de que su sonrisa era capaz de agitar el corazón de muchos hombres. No. La cuestión era mucho más patética que un lindo cuento de hadas. Si su mundo se vino abajo fue porque Kim Yoobin le dejó una carta diciéndole que esperaba un hijo suyo. Su mente tardó varios minutos, horas, días y hasta semanas en procesar la información y caer en cuenta de que iba a ser padre a los 20 años.
La había conocido por amigos en común, ella era agradable a los ojos y tenía una personalidad amena. Hyunjoong era consciente de que no era un muchacho feo así que mucho esfuerzo no tuvo que hacer para avanzar hacia Yoobin. Los días pasaron y la relación de amistad mutó en algo conflictivo, inestable. Ambos eran jóvenes y muy distintos, quizás por eso lo que había resultado interesante y motivador en un principio terminó siendo lo que los condenó a la ruptura. Meses después Hyunjoong recibiría la fatídica carta. Irónico el hecho de que un objeto pequeño tan insignificante como un pedazo de papel cambiaba el curso de su vida irreversiblemente.
A los 21 años el joven Kim Hyunjoong se encontraba parado frente al altar esperando con sudor en su frente la llegada de la novia, Kim Yoobin. La tardanza no hacía más que incrementar sus ansias por escapar, por correr de esas cuatro paredes opresoras y de una vida que no quería tener. Escapar de responsabilidades con las que, sinceramente, no quería lidiar. No estaba preparado, no todavía. Pero extrañamente todo su nerviosismo y ansia se esfumó cuando sus ojos se posaron en los abismales ojos de Yoobin. Fue un momento mágico que quedaría guardado en el fondo de su pecho, egoístamente encerrado en las profundidades de su ser. Yoobin se veía hermosa, aún cuando era evidente su avanzado embarazo, aún cuando sus mejillas sobresalían enormemente al sonreír… aún cuando se veía tan o quizás más nerviosa que él, aún así no perdía ese brillo que tanto la caracterizaba y la hacía especial. Hyunjoong ya no quiso escapar a su suerte, no había motivos. Pelearía por llevar adelante su familia como un hombre responsable, como estaba pautado y debía ser. Como había prometido ante familiares y la iglesia entera. Sin embargo, la promesa quedó en el altar y fue fácilmente olvidada años más tarde.
La empresa era nueva y no estaba del todo consolidada, la lideraba un viejo conocido, Park Jungmin Quizá fue por su espíritu aun joven e inmaduro, quizá porque estaba agotado de los llantos de ‘esa creatura con enormes pañales’, fuese cual fuese el verdadero motivo Hyunjoong no dudo en aceptar la propuesta ni un segundo.
Los rumores llegaron a él una tarde de invierno, Yoobin tenía al mocoso en brazos y lo paseaba de la precaria cocina al precario living. La puerta de la entrada comenzó a moverse hasta que finalmente cedió ante el abrupto golpe. Hyunjoong posó su frente en la palma de su mano, intentando reprimir las lágrimas de desesperación que comenzaban a brotar de sus lagrimales. Heo Young Saeng torpemente entró a la casa intentando arreglar la puerta caída… en vano.
‘Dejala’
Hyunjoong se levantó de su silla acercándose a su mejor amigo, el único que tenía. Yoobin suspiró, aún con el niño en sus brazos miró de mala gana a ambos hombres antes de encerrarse en su habitación.
‘Siento mucho lo de tu puerta’
‘Está bien. ¿A qué viniste?’
‘Oh, ¿te acordás de Park?’
Hyunjoong frunció el ceño ante la vaguedad de la pregunta. Sí, conocía tantos “Parks” como “Kims”, como “Lees” como “Jungs” como la mitad de la población surcoreana lo hacía. Dejando de lado su frustración, contestó con un leve movimiento de hombros y una mueca que Heo encontró exuberante.
‘Park Jungmin.’
Esa era otra historia. ¡Cómo olvidar al presidente de clase que se encargó de hacerle la vida imposible por unos tres años! Heo sintió una repentina corriente de aire caliente que provenía del cuerpo ajeno, el raquítico de su amigo. Sabía que Hyunjoong no estaría muy complacido de escuchar ese nombre, tuvo por unos leves minutos esperanza de que el muchacho, de tanto estrés y tensión, hubiese sufrido alguna especie de amnesia pero la vida siempre es zorra, y como había presentido desde un buen principio Hyunjoong lanzaba espuma por la boca.
‘¿Park Jungmin? ¿Por qué debería acordarme de él?’
‘Bueno… pasa que ahora es el presidente de su propia compañía. Escuché que es una pequeña empresa de construcción que todavía tiene muy poco personal y como estás sin trabajo y…’
‘No. Definitivamente no. Todavía conservo orgullo Heo.’
Young Saeng era consciente de la testarudez que caracterizaba a su mejor amigo, agachó la mirada porque era lastimoso mirar los cristalinos ojos de Hyunjoong y escuchar el llanto del niño al mismo tiempo. Sin embargo, al cabo de unos días el orgullo de Kim Hyunjoong sufrió un grave accidente, fue arrojado por la ventana y quedó inválido para todo el viaje.
‘Kim Hyunjoong, tanto tiempo sin verte’
El muchacho optó por dar respuesta con una sonrisa cínica, desprovista de cualquier sentimiento que no fuese forzado. Maldijo a Yoobin por obligarlo a hacer algo que no quería, pero entendía que la situación empeoraba cada vez más y más y no encontraban otra solución más que esta. Ahora, sólo rogaba a quien fuera que estuviese en los cielos que Park Jungmin fuese el mismo idiota de siempre, el mismo tarado que solía molestarlo por no hacer nada bien y decidiera no contratarlo.
‘¿Cómo es que llegaste acá?’
Todo es culpa de esta mierda de vida que tengo.
‘Heo Young Saeng me comentó de una nueva empresa de construcción que necesitaba personal.’
‘¡Oh, sí, sí me acuerdo de él! ¿Sigue teniendo la misma cara de sapo o finalmente decidió operarse?’
Hyunjoong apretó sus manos con fuerza, miró con ojos candentes a su viejo compañero y ciñendo su dentadura le respondió.
‘Sigue teniendo la misma cara de siempre.’
Jungmin se echó a reír. Hyunjoong tuvo ganas de clavarle su flaco puño en el rostro, pero se contuvo porque tenía la leve sensación de que él iba a sufrir mucho más que el estúpido que tenía enfrente.
‘Yo creo que debería operarse, después de todo no es tan feo.’
‘Mirá, voy a ser sincero. No caminé hasta acá para escuchar como insultas a mi amigo, vine porque realmente necesito el maldito trabajo de mierda, no me apetece para nada trabajar con vos como presidente porque bastante te aguante en la secundaria, pero la vida es una bosta y tuve que venir hasta acá a pedirte trabajo porque mi mujer no sabe hacer otra cosa más que restregarme lo inútil que soy. Si te gusta bien y si no, me podes decir que me vaya y que no vuelva y con gusto acepto la oferta.’
Con una última mirada, ante el silencio repentino, Hyunjoong se levantó de la silla sintiéndose felizmente más liviano.
‘¡Esperá!’
Sus piernas hicieron caso deteniéndose al instante (hasta el día de la fecha Hyunjoong no hace otra cosa más que maldecirlas). Involuntariamente su cuerpo giró 90º dándole el privilegio de su atención al otro hombre.
‘El sentimiento es mutuo Kim, sin embargo… me cautivaste con tu sinceridad. Sos la clase de hombre que busco para mi empresa.’
Hyunjoong por primera vez compartió una sonrisa sincera con Park Jungmin. Y su destino quedó completamente… maldecido.
Abusando de los beneficios que la creciente empresa otorgaba a sus empleados y, prestamos que el mismo Park Jungmin le cedía, Hyunjoong arregló su casa, compró autos y dio a su hijo una buena educación. La felicidad le duró hasta que el cuento de hadas momentáneo llegó a su fin y se convirtió en una realista-pesadilla.
‘¿Qué mierda vamos a hacer?’
‘¡No sé Yoobin, no sé!’
Junsu tuvo miedo de acercarse a sus padres, sintiendo la tensión que ambos cargaban en los hombres pero como todo niño curioso y preocupado por sus padres no tuvo otra opción más que ceder a sus inocentes instintos.
‘¿Qué pasa?’
Al momento que su madre comenzó a gritar y arrojar cosas se arrepintió de haber hecho la pregunta. Hyunjoong se paró inmediatamente y salió de la casa cerrando la puerta con suma fuerza.
El hombre no llegó lejos, porque el sentimiento de culpa no lo dejó seguir caminando. Lanzando golpes al aire sin importarle de las personas que pasaban a su lado, corrió hasta su hogar. Encontró a Yoobin tirada en el piso y su pequeño hijo consolándola. La mujer levantó la mirada y él no pudo hacer otra cosa más que acercarse y rodearla con sus brazos.
‘Vamos a superarlo, lo sé.’
La solución vino cuando Park Jungmin golpeó la puerta y entró a la casa junto a su hijo y unos hombres que Hyunjoong conocía muy bien, porque era sabido que el presidente de la empresa de construcciones más grande de toda Corea no hacía nunca el trabajo sucio.
‘Nos conocemos hace mucho Kim… y aprendí a estimarte porque la verdad es que sos un tonto con suerte. Te di un largo plazo en consideración por los viejos tiempos pero mi paciencia se acabó por eso te voy a hacer una pregunta y solo la voy a repetir una vez. Kim Hyunjoong, ¿tenés la plata?’
‘No, no la tengo.’
Yoobin cerró los ojos preparándose para lo que vendría, había visto muchas películas del tipo como para no saber lo que pasaría. Rezaba a su querido dios para que todo fuera rápido, por unos efímeros segundos pensó en su calida infancia y en todos los sueños que dejó en el tintero. Sentimientos de arrepentimiento y rencor mezclándose con fervor en su pecho, empero un sentimiento primando en su corazón, el inconfundible miedo de la resignación. Aterrada sujetó a Junsu con fuerza, aún con los ojos cerrados.
‘Padre, ¿puedo quedarme con esa cosa?’
Park Jungmin detuvo el ademán que justo en esos momentos estaba haciendo con su mano, seña distintiva que ordenaba a accionar a sus hombres. Miró con interesada curiosidad a su hijo, esperando a que especificara que era ‘esa cosa’ de la que hablaba.
‘¿Esa cosa?’
‘Sí, eso.’
Y con determinación sus ojos, y su dedo índice, aterrizaron en la frágil figura del niño que la madre abrazaba con fervor.
Jungmin, Hyunjoong y hasta Yoobin, quien finalmente abría los ojos, miraron a Junsu con asombro.
‘¿Por qué querrías a ese niño?’
‘Lo quiero, ¿puedo tenerlo?’
De pronto al ver el rostro desconcertado (y aunque nunca lo admitiría, preocupado) de Kim Hyunjoong sonrió ideando la forma perfecta de cobrarse la deuda.
‘Por supuesto, quédatelo. No creo que la familia Kim pueda negar tu pedido.’
Y no tuvieron otra alternativa más que acceder al requerimiento del hijo menor de Park Jungmin.
La deuda quedó saldada, la casa destrozada pero fuera de peligro. Kim Yoobin rió histéricamente porque su imaginación era demasiado volátil, Hyunjoong la miró con fija curiosidad antes de unírsele. Ambos rieron hasta que la noche se hizo presente.
Y abrazados en la oscuridad lloraron.