Oscuridad. Eterna oscuridad. Vagando solo entre cadáveres invisibles, entumecido el tacto y sordos los oídos, sobre todo para aquel quejumbroso y grave sonido a mi espalda, como si de un rugido mecánico inmenso fuese tras de mí.
Nadie a mi derecha, nadie a mi izquierda. Tan sólo yo. Doy un paso sobre otro, colocando los pies en la nada. Miro hacia
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