Titulo : Forever Mine : Primera parte.
Pairing : Dean/Sam.
Advertencias : wincest, sexo, palabras malsonantes, yo escribiendo...
Resumen : seguimos donde lo dejamos...
Ocho días para la luna llena.
Dean apenas estaba comiendo.
El pequeño no tenia idea de si eso era normal por estar cerca la transformación o no. Pero se estaba preocupando y mucho. Su hermano adoraba comer tanto como cazar o follar. Si no lo hacia era que debía sentirse muy muy muy enfermo.
Pero no decía nada, el muy bastardo.
Habían terminado de despejar la cabaña y los dos pequeños dormitorios estaban habitables, con sabanas y mantas limpias compradas en el pueblo. Cada noche Sam le preguntaba si se encontraba bien, antes de irse a su dormitorio. Y cada noche, recibía la misma mentira.
Así que seguían durmiendo separados.
Si su hermano no quería admitir que estaba mal y que le necesitaba, él no iba ha ser quien se lo dijera.
Pero Dean casi no comía… no dormía…
Dean era gilipollas, estaba claro.
El problema era que Sam necesitaba ayuda para saber que era normal y que no con la transformación para poder actuar en consecuencia con las estupideces del mayor y arreglarlas antes de que se hiciera daño.
Así que le convocó. ¿Qué iba a hacer? Era el único que sabia algo del tema. Por mucho que odiara hacerlo, le necesitaba.
Y Balthazar tampoco se mostró muy feliz de verlo.
- ¿En serio? ¿Otra vez? ¿Me estas tomando por una especie de S.T.W.? - gruñó el ángel, apurando el vaso de whisky con el que había aparecido. Sam parpadeó sorprendido.
- ¿Una que?
- Soporte Técnico Were, chico. ¡Y no, no lo soy! - el cazador se frotó la cara, frustrado.
- Ah… ¡da igual! Necesito tu ayuda.
- Como no… ¿Ayuda con que? Sorpréndeme y dime que necesitas alguna postura nueva para probar con tu hermano y no para lidiar con su estupidez. - Sam parpadeó, preguntándose si lo de ese ángel era en serio o si solo le decía esas tonterías a él. Decidió ignorar el comentario e ir al grano.
- No come, no duerme… la transformación se acerca y no sabemos nada de cómo le va a afectar ni si debemos preparar algo o yo que se…
- Primero, tu hermano es gilipollas. - una risa amarga se escapó de los labios del Winchester.
- Dime algo que no sepa, anda…
- Humanos… en serio… - el ángel chasqueó los dedos y un viejo fajo de papeles unidos precariamente por un cordel apareció en sus manos. Con un suspiro exagerado, se lo tendió al Winchester. - Todo lo que se sobre los weres. Estúdiatelo bien. Y espabila un poco, chico. Tu hermano se te esta matando delante de tus ojos y no lo ves por tanto hacerte el digno.
Cuando el ángel se esfumó, Sam abrió la puerta de su dormitorio y salió para comprobar que su hermano no había notado nada. Dean estaba donde solía estarlo a esa hora desde que llegaron. Tumbado en la hierba tomando el sol. Eso parecía que le aliviaba.
Volvió a entrar, cogió los papeles y se sentó en el sillón a leer. Tenía mucho que aprender.
Ya oscurecía cuando terminó. Frotándose los ojos, cansado de leer, fue a su cuarto a dejar los papeles. Había sacado información muy importante sobre la próxima transformación de su hermano de ahí. Ahora tenia que ponerse las pilas con él.
Al regresar al saloncito vio a Dean entrando, temblando un poco. Por lo visto, se había quedado dormido fuera.
- ¡Ey!
- ¡Ey! ¿Has cogido frío? - Dean se encogió de hombros, sin dejar de estremecerse.
- No se. Puede. Creo que me voy a ir a la cama, a ver si se me pasa.
- ¿Y la cena?
- No tengo hambre… - Sam entrecerró los ojos.
- Vamos a hacer una cosa, ¿vale? - gruñó, dirigiéndose hacia su hermano y cogiéndole de la muñeca. - Tú te vas a sentar aquí. - lo empujó hacia el sillón, obligándole a sentarse y le colocó una manta encima. - Así… y vas a esperar a que haga la cena.
- Sam, no quiero…
- ¡No seas crío! ¿Crees que no he notado que no comes? Pues si, Dean, me he dado cuenta. Ahora espera ahí.
El mayor masculló algo pero se quedó sentado. Satisfecho, Sam se fue a la cocina y preparó unos sándwiches. Con el plato lleno en la mano, salió y volvió a agarrar a su hermano, tirando de él hacia uno de los dormitorios, donde le obligo a sentarse en la cama antes de hacerlo él también a su lado.
- Come. - le ordenó simplemente.
Dean empezó a comer despacio, dando pequeños mordiscos a los sándwiches, pero pronto comenzó a devorarlos con ansias. No se había dado cuenta del hambre que tenia hasta que empezó a comer. Estaba tan centrado en lo mal que se sentía por estar así con Sam que no notó ni el hambre. Terminó los bocadillos en minutos y estaba seguro de que seria capaz de comer más si se lo ponían delante.
El calor de su hermano a su lado aumento el placer de tener el estomago lleno y se acercó sin poder evitarlo. Sam le echó un brazo por los hombros y lo atrajo más hacia su cuerpo.
- Me da igual lo que digas para convencerte de lo contrario y el daño que me hagas con ello. Hicimos un trato, Dean. Si te encontrabas mal tenías que decírmelo. Si no me quieres más que para eso, de acuerdo. Pero cumple tu parte o seré yo el que te obligue a cumplirla.
- El quiere… - y el pequeño no tuvo que preguntar para saber que se refería al monstruo con el que Dean aun seguía peleando a pesar de que ya era inútil. - Yo no quiero que gane.
- Esto no es una competición, Dean. - apretó el abrazo, tratando de consolarlo. - El eres tú. Si quieres que volvamos a cazar, primero vas a tener que adaptarte a lo que eres ahora. Los dos tenemos que hacerlo. Pero pon algo de tu parte, por favor. - terminó, besándole levemente en los labios.
Dean se dejó hacer, cerrando los ojos y gimiendo ligeramente cuando el pequeño profundizo el beso. Cuando se separaron, los ojos de ambos estaban turbios de deseo.
- ¿Te encuentras mejor? - preguntó Sam, acariciándole la mejilla.
- Si.
- Entonces vamos a dormir. Tienes que recuperar el sueño perdido. Y basta de no comer.
- Lo intentare.
- No. Lo harás. - espetó, cogiéndole de la barbilla para mirarle a los ojos. - Tienes que estar fuerte para la transformación, Dean. Es peor la primera vez y desgasta mucho.
- ¿Cómo demonios sabes eso? - preguntó Dean, mirándole con sospecha. Ante la expresión de culpabilidad del otro, no tardó en atar cabos. - No me jodas… ¿Has vuelto a pedir ayuda a ese?
- ¿Y que querías que hiciera? - se defendió el pequeño. - ¡Es el único que sabe algo, Dean! Y me ha dejado un montón de información muy útil. Mañana le echas un ojo. Es muy importante.
- Esta bien… gracias… - Dean volvió a recostarse, dándole un beso antes de acurrucarse sobre su pecho. - Y gracias por esto…
- A dormir, Dean. Descansa.
Y aun quedaban siete días para la luna llena…
Continuara...