Pues nada, que voy a acabar el fic y no he respondido ni un comentario... *se da de cabezazos contra algo* lo siento muchisimo!!
Mil gracias por comentar y leer!!!!
Titulo : "Forever Mine : Primera Parte:
Pairing : Dean/Sam.
Advertencias : Wincest, sexo, palabras malsonantes, yo escribiendo...
Resumen : seguimos por donde lo dejamos...
Fue después de la luna llena, con Dean recuperándose de la transformación y recién vuelto a su cuerpo humano y Sam considerando si debían o no alargar su estancia en la cabaña cuando las vacaciones se acabaron.
El pequeño aun estaba barajando lo de quedarse allí porque, aunque el lugar les era propicio para estar escondidos y realizar más pruebas, también era demasiado apartado de todo para poder vivir. Tenían que salir al menos dos veces a la semana a comprar provisiones y la nevera era demasiado pequeña para guardar la cantidad de carne que Dean estaba consumiendo diariamente.
Sin contar que ni siquiera tenían acceso a una buena recepción de wifi en ese lugar y Sam se las veía y se las deseaba para poder conectarse con su portátil. Y eso si que no.
Pero aun veía demasiado pronto la idea de volver a la carretera. Todavía le faltaban muchas cosas que averiguar del nuevo estado de su hermano para ello.
Un golpecito en la puerta le sacó de sus cavilaciones. Extrañado, cogió su pistola y se acercó para abrir, siendo vigilado de cerca por Dean, quien, tumbado en el sofá, también había cogido su arma y apuntaba hacia la puerta.
Al abrir, Sam se encontró con un pequeño paquetito en el suelo, con un trozo de papel garabateado a toda prisa. El mensaje era conciso.
“¡Contesta, idiota!”
Casi se le cayó el paquete al suelo cuando este empezó a sonar estridentemente. Cerrando la puerta de una patada, entró y abrió el paquete, sentado junto a su hermano.
Había un móvil en su interior que no paraba de sonar.
- ¿Si? - contestó con cautela. La voz que le llegó del otro lado de la línea le sorprendió muchísimo.
- ¡Aun estoy muy enfadado contigo, chico!
- ¿Bobby? Pero… ¿Cómo…?
- ¿Creías que podías darme esquinazo? - gruñó el viejo. - ¡Te queda mucho que aprender para eso!
- Bobby… lo siento… pero no iba a permitir… no podía…
- Lo se. - Sam suspiró.
- ¿Sigues queriendo matarle?
- No voy a mentirte, hijo. Me sigue pareciendo una estupidez lo que habéis hecho, pero mientras tu hermano no haga daño a nadie, no voy a cazarle.
- Bien.
- Mira, Sam… Estoy aquí fuera. - el pequeño parpadeo sorprendido. Esperaba que Bobby estuviera cerca, pero no tanto. - Te he dejado el teléfono para que supieras que iba de buena fe y no me recibieras a tiros. ¿Puedo entrar? Tengo un trabajo con el que me gustaría que me ayudarais.
- Esta bien. - el Winchester se levantó de nuevo, abriendo la puerta para encontrarse cara a cara con Bobby Singer. - Pero si intentas algo contra Dean, no la cuentas.
Dean, que aun seguía en el sofá, se puso en pie, mirando indeciso al viejo cazador. Este resopló divertido al verle.
- ¿Qué pasa? ¿No piensas darme un abrazo o que?
El suspiro de alivio que soltó Dean al abrazarle se pudo oír en toda la casa y Sam sonrió. Para su hermano siempre había sido muy importante la aprobación de su amigo. Era como un padre para ambos. Mucho más de lo que fue el mismo John.
- ¿Y bien? - preguntó el pequeño, sentándose de nuevo en el sofá, llevándose con él a Dean. El mayor aun seguía débil y tenía que descansar. Quisiera o no. - ¿De que va ese trabajo?
- Ha habido una acumulación de señales extrañas al norte de Ohio.
- ¿Cómo de grande? - la expresión del cazador se oscureció.
- No veía algo así desde que el de ojos amarillos abrió las puertas del infierno. Y esta creciendo.
- Eso no puede ser bueno.
- Estoy pensando en Crowley. Ese hijo de puta bastardo ingles puede estar reorganizándose para atacar.
- Iremos a echar un vistazo. - Sam miró incrédulo a su hermano. ¿En serio? ¿Y sin consultarle? - Tal vez podamos averiguar si es él u otra cosa.
- ¿Crees que es el mejor momento para eso? Aun no estas…
- Estoy bien, Sammy. - le cortó Dean, apretándole el brazo con cariño.
- Ok…
- Esta bien. - el viejo se levantó de la silla donde se había sentado, sacudiéndose los pantalones. - Os veré a la salida del pueblo a las once de la mañana, si os parece bien.
Cuando Bobby se hubo marchado, dejándoles a ambos solos, Sam encaró a su hermano. Dijera lo que dijera Dean, él no pensaba que fuera buena idea.
- ¿Estas seguro de esto? Aun te estas recuperando, Dean.
- Estaré bien, Sammy. De verdad. Además, tú sabes tan bien como yo que aquí no podemos quedarnos mucho más tiempo.
- Lo se… pero esperaba alargarlo un poco más…
- Oye… - Dean le cogió de la barbilla para darle un suave beso. - A lo mejor un día si podamos. No aquí, obviamente. Este sitio es una mierda para vivir a largo plazo. Pero en otro lugar. No se tu y no se si será por todo esto o yo que se, pero estoy empezando a cansarme de cazar y toda la mierda que conlleva… un día lo haremos.
- ¿Lo prometes?
- Claro. Pronto. Te lo prometo. - murmuró volviendo a besarle.
- Dean… deberíamos empezar a recoger las cosas… - protestó Sam al ver que su hermano dejaba de besarle en los labios para hacerlo por el cuello, colando las manos bajo su camiseta, levantándosela.
- Lo podemos hacer luego… vamos, Sammy…
- Pero aun te… te estas recuperando… - Dean rió, cogiéndole la mano para ponerla en su entrepierna.
- Créeme. Estoy muy recuperado para esto.
- Imbecil.
- Y te encanta. ¡Venga, Sammy, no me hagas de rogar! - los besos en el cuello se intensificaron, convirtiéndose en pequeños mordiscos, mientras las manos de ambos se afanaban en abrir las cremalleras de los vaqueros del otro.
- Pues debería hacerte rogar… - un gemido escapó de sus labios al notar la mano de Dean moviéndose sobre su miembro. - Con todo lo que me has hecho pasar…
Dean le obligó a tumbarse sobre el sofá para poder sacarle los vaqueros de un tirón, junto con la ropa interior. Acto seguido se libro de sus propios pantalones y se colocó sobre su hermano, besándole con ardor a la vez que empezaba a masturbarle.
- Por favor, Sammy… se bueno… ¿vas a dejarme que te folle, Sammy? ¿Me vas a dejar? Por favor… déjame que te folle, Sammy…
- ¡Joder, Dean! ¡Deja de hablar tanto y hazlo de una puta vez!
Con una carcajada, Dean dejó de torturarle y le preparó apresuradamente. Cuando pensó que estaba listo, se posicionó, introduciéndose despacio, disfrutando de la estrechez y el calor del cuerpo de su hermano, rugiendo bajito al entrar del todo.
Las embestidas fueron lentas y profundas en un principio, alargando el placer y la tortura de no acabar para ambos, haciéndoles gemir casi sin aliento.
- Sam… - llamó Dean, lamiéndole el cuello. Sus ojos estaban oscurecidos y resplandecían con esa luz antinatural que Sam ya asociaba al lobo. - Sammy… ¿Cuándo me vas a dejar? - al sentir los dientes del mayor raspándole la piel, Sam entendió la pregunta a la perfección. El lobo siempre quería marcarle. Lo malo era, que su hermano no.
- Un día… cuando quieras de verdad… - Dean aceleró el ritmo, besándole con fiereza.
- Pero yo quiero…
- No… no quieres, Dean… quieres aquí… quiere el lobo… tu no quieres…
Dean dio un aullido de frustración y rabia, colando la mano entre sus cuerpos para masturbarle al ritmo salvaje que había establecido. Sam no tardo ni medio segundo en acabar, aguantando las embestidas un minuto más antes de que su hermano cayera sobre él, aplastándole.
- Creí que querías eso… - el pequeño cerró los ojos, abrazando el cuerpo de su hermano.
- No lo se. Por una parte quiero, pero no así. No porque el lobo te lo este pidiendo. Y aun así, no te sabría decir que quiero eso de verdad. Te quiero a ti, Dean.
- Lo se…
Continuara... En la siguiente parte...