¤ Título: Una mano amiga.
¤ Fandom: Card Captor Sakura/Gohou Drug (CLAMP en general *gota*).
¤ Claim: Sakura+Saiga.
¤ Palabras: 1,056.
¤ Advertencia: Spoiler del final de CCS, algo de GD y posiblemente de manera indirecta de xxxHOLiC. Salen los de GD ¿tengo que especificar el shonen ai? Ah si, también mención de Kobato.
¤ Notas:
No sé si el tiempo es correcto, pero este escrito tiene un revoltijo de fandoms XD ¿la razón? Fácil, Touya sale trabajando en esta droguería, junto con Fujimoto (en Kobato), y Kakei-san parece conocer a Yuuko (por el jarrón de narcisos que aparece en ambos mangas), además de que una vez Watanuki va a comprar remedios para la resaca en ese lugar. ¿Ya ven por qué tanta advertencia de spoiler XD?
Sakura entró en la droguería con aire curioso. Nunca antes había ido a ese lugar, de hecho, sino fuera porque su hermano había trabajado ahí hace poco y él le había asegurado que ahí encontraría lo que fuera que necesitara, ni siquiera hubiera sabido que tal lugar existía. A pesar que para ella parecía un local común y corriente. Pero era extraño que su hermano le recomendara algo, así que creyó fielmente en su palabra.
La joven, vestida con su uniforme de la secundaria, se paseó entre los estantes, buscando un remedio en especial. Cuando comenzaba a pensar que posiblemente no lo encontraría, un joven de cabellera castaña clara, que al parecer era uno de los empleados, se le acercó solícitamente.
―¿Buscabas algo en especial? ―Le preguntó con una pequeña sonrisa, la cual Sakura respondió con una apenada.
―Sí, un remedio para el dolor de estomago. El más fuerte que tengan.
El chico asintió y luego puso rostro pensativo, al parecer intentando recordar en que estante estaba lo que ella pedía. Al poco rato caminó hacia la parte más alejada del establecimiento y tomó una pequeña botella de color café de la parte más alta del estante. Regresó a donde estaba Sakura, entregándosela.
―Ese es el más fuerte que tenemos, ¿te sirve?
La castaña lo tomó y asintió, muy contenta.
―Sí, gracias.
―De nada ―El chico inclinó la cabeza y regresó a su trabajo, el cual consistía en acomodar mercancía.
Sakura se acercó al mostrador, donde estaba otro chico, pero esta vez de cabellera oscura y muy alto. Lo miró unos instantes, su ceño fruncido le recordó vagamente a su hermano, cosa que le provocó una pequeña risa. El dependiente le miró curioso, a lo que ella se sonrojó.
―Me llevaré este ―dijo, estirando la mano para entregarle el frasco. Pero al hacerlo, la manga de su saco se atoró con el cristal del mostrador, rasgándose de tal forma que se veía claramente el desperfecto―. Oh no ―Se lamentó la chica, observando lo sucedido. Lo peor es que ese día tenía que ir a la escuela por una presentación y no vería ni a su padre ni a su hermano, y a ella se le daba mal el remendar cosas.
―¿Te encuentras bien? ―escuchó que alguien le preguntaba y al alzar la vista, se topó con otro hombre, muy alto, vestido de negro y con gafas de sol.
―Se me ha rasgado el saco ―dijo Sakura, con tono lastimero. Comenzaba a esperar que Tomoyo llegara temprano al evento y trajera su kit de costura para que le ayudara. Pero mientras tenía esos pensamientos, aquel hombre observó la manga y le hizo una seña al chico que estaba tras el estante, haciendo que desapareciera en la trastienda.
―Si gustas, puedo cosértelo ―ofreció amablemente.
―¡¿En serio?! ―exclamó muy contenta y aliviada la chica. El de cabellera castaña clara que le había atendido los estaba mirando, al parecer extrañado porque aquel hombre fuera tan amable con una desconocida, aunque tenía que admitir que la chica destilaba ternura.
―Rikou, ¿me pasas mi costurero? ―pidió en ese momento el hombre al chico que acababa de aparecer otra vez tras el mostrador. El cual extendió una caja al mismo.
―¡Anda! No sabía que fueras tan amable, Saiga-san ―dijo el castaño claro, acercándose en ese momento. El de gafas le sonrió burlonamente.
―Tienes muy mal concepto de mí, chico.
―Pues tus pintas no me ayudan a evitarlo.
―Déjalo trabajar, al menos él es más útil que tú ―interrumpió el otro chico. El castaño se erizó, tal cual gato, logrando que Sakura le mirara entretenida.
―¡¡TU NO TE METAS, IDIOTA!!
―Ya, guarden silencio, recuerden que tenemos a una señorita entre nosotros ―dijo Saiga, muy entretenido en su tarea de remendar la prenda, y los otros dos se callaron, Kazahaya mirando avergonzado a Sakura, quien hizo una seña para que no se preocupara.
Al poco rato, Rikou y Kazahaya regresaron a trabajar, atendiendo a los clientes que entraban (la mayoría eran chicas, según pudo notar Sakura) y a arreglar la mercancía. Ella aún sostenía la pequeña botella entre sus manos y miraba curiosa al hombre que cosía. De alguna forma, hizo que se acordara de su propio hermano, cuando le ayudaba a arreglar algún desperfecto en su ropa. Pero luego desvió la vista, mirando a su alrededor. No supo por qué, pero sintió como si le estuvieran observando.
―Listo ―le llamó la atención Saiga, entregándole su saco―. Espero haya quedado bien.
―¡Está perfecto! ―exclamó alegre Sakura, observando todo el detalle que le había puesto aquel desconocido―. Muchísimas gracias ―Hizo una inclinación.
―Nada, nada. Al fin y al cabo se te rasgó por culpa de nuestro mostrador.
―Aún así... ―calló por el gesto despreocupado que le hizo el hombre, así que no siguió insistiendo―. Oh si, quiero comprar esto ―Mostró la botella. Saiga iba a cobrársela cuando apareció otro hombre, más bajo que él y de cabellera casi rubia, con lentes. Sakura lo miró, sintiendo que no era una persona normal.
―Puedes llevártelo ―dijo, con una amable sonrisa―. Será como compensación por haber rasgado tu saco.
―Pero...
―Será mejor que te marches, o llegaras tarde.
Sakura parpadeó y miró el reloj que estaba en la pared, para después soltar una exclamación de sorpresa.
―¡Es cierto! ―Se hecho a correr, no sin antes despedirse alegremente de ambos hombres y guardar en su mochila la medicina para Kero. Le había gustado ese lugar, posiblemente entendía un poco por qué Touya se lo había recomendado.
En la puerta del local, ambos hombres veían como se perdía la chica entre las calles.
―¿Es ella? ―preguntó Saiga, colocando su brazo sobre los hombros del otro.
―Así es.
―¿Entonces por eso contrataste a su hermano? ―Una sonrisa divertida se posó en el rostro de Saiga. Kakei, en cambio, sólo se encogió de hombros.
―Trabajar aquí fue decisión de ese chico. Yo no he hecho nada.
―Sí, sí, Hitsuzen, me sé de sobra eso. Tu amiguita siempre lo dice cuando la vemos.
Kakei sonrió al escucharle y se regresó a la droguería.
―Sé que eso puede ser molesto a veces, pero ya lo sabes, es inevitable.
Saiga se encogió de hombros, ya sin darle importancia al asunto. Regresó su vista a la calle, preguntándose si volverían a encontrarse con esa chica. Quien sabe, a pesar de todo, el destino no estaba completamente decidido.